Del Che Guevara a Raúl Castro, pasando por Marx

Miércoles, 02/03/2022 03:28 PM

Nota: este trabajo le publiqué en Aporrea y otros medios, el miércoles 29/12/2010, hace más de 11 años. Si mal no recuerdo, Raúl Castro acababa de asumir el rol de principal dirigente del gobierno y "proceso" cubano. Hizo en él, críticas que muchos veníamos haciendo y pese el énfasis que puso al decir aquello, lo que parecía el inicio de una revisión, pese este palabra a cierta gente indigesta, la da una connotación diabólica, como reformar, tal como si el camino no tuviese paradas y sombras para descansar y recomponer las fuerzas, los cambios, si los ha habido, no han sido nada sustantivos. Y aquí, once años después de aquel discurso, seguimos como si no lo hubiésemos escuchado o mejor no hubiese sido pronunciado, sino aferrados, a lo que ya allí se condenó y calificó como chatarra, como si fuese la única tabla que hay en el infinito mar donde nos hundimos. Por eso lo repongo, a ver si de algo sirve. ¡Quién quita!

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Es bueno que Raúl haya dicho lo que dijo en su discurso a la Asamblea Nacional cubana el pasado 18 de diciembre; no es posible pensar que alguien crea saltó la talanquera y dejó de consultar antes a su talentoso e influyente hermano. Es bueno también, en lo que a nosotros los venezolanos concierne, porque en esa pieza oratoria hay asuntos que aquí se están y seguirán debatiéndose. No para copiar, como hemos solido hacer hasta el hartazgo, tanto en la derecha como en la izquierda, sino para reconocer que allá tratan de enmendar situaciones que acá algunos consideran pertinentes e inherentes al avance al socialismo.

Quiero, para colocar el asunto en orden cronológico, recordar una anécdota referida en uno de los tantos libros escritos sobre Ernesto Guevara de la Serna, según la cual, después de escuchar al camarada que le conducía el vehículo asignado como ministro de gobierno, quejarse con insistencia de la insuficiencia de la libreta de abastecimiento, le interrogó:

¿Por qué te quejas tanto? Mi libreta es más que suficiente para las necesidades familiares.

El interrogado, respondió con afecto, paciencia y hasta sonriente a su camarada dirigente:

Comandante, la suya no es como la mía.

Ante la respuesta, Guevara, intrigado y hasta molesto, le pidió pidió le prestase la libreta para cotejarlas. Habiéndolo hecho, cuenta la anécdota, que el líder guerrillero, con cierta violencia, rompió su documento, tiró al suelo los pedazos y comentó en voz alta:
"¡Para esta vaina no se hizo la revolución!".

Lamentablemente, no tengo ahora los elementos para citar el libro de edición cubana en que eso está escrito, lo que sería innecesario porque todavía quedaría la duda si aquello fue verdad.
Pero quien narró la anécdota, de muy buena fe, quiso hacer un elogio a la bondad, desprendimiento y concepción del argentino. Es decir, en aquel momento no se complicó en asuntos teóricos y procederes por la distribución del producto del trabajo y la productividad misma, sino sólo quiso resaltar la calidad humana de Guevara. Y no es difícil creer que haya sido cierto aquello, si partimos de la difundida idea que así era el Che; que de esa manera generosa y hasta espontánea asumió la vida.

Hay una película sobre la vida de Guevara, cuyo realizador es por demás su admirador, tanto que, ese su trabajo, estuvo destinado a pintarle como un ser superior, lleno de gestos bellos y dignos. Tanto que, en una escena de la misma, cuando el futuro guerrillero llega de visita como médico un área amazónica donde había un hospital de enfermos de alta contaminación, quien lo recibe, le ofrece los medios para protegerse y evitar que, él mismo, a su salida de allí, se convirtiera en un foco de contaminación, opta por rechazar aquella oferta o por cumplir la norma. Quiso el realizador o el propio Guevara, que ya sabemos era médico, destacar que, por su condición humana, bondad, él no haría aquel como despreciativo gesto a quienes visitaba por cuidar su salud, pasando por alto, que se trataba, ero lo esencial, él no se contaminase y terminase siendo, al salir de aquel espacio, portador de la enfermedad.

Es que lo ideologizante tiene mucho de la idolatría o religioso.

Llegado a esta altura no podemos obviar la contundente frase de Fidel, quien con experiencia dijo que, su mayor error fue haber creído que alguien sabía cómo hacer el socialismo. Eran momentos álgidos, mucha necesidad, apremio por responder y poca experiencia acumulada que hablase nuestro idioma.

Pero Fidel, un poco como Aristóteles o Sócrates, para gloria suya, según el parecer de muchos, lo que hozo fue admitir que construir el socialismo no es asunto de fórmulas o recetas simples, sino de mucha creatividad, participación popular, lo que tiene para quien esto escribe una connotación mayor a lo habitual, o lo que es lo mismo, "inventamos o erramos", como dijese nuestro Robinson.

Ahora, el 18 del corriente mes, el presidente Raúl Castro, acaba de pronunciar un importante discurso, en el cual comenzó, para despejar toda duda, repitiendo palabras suyas, según las cuales "A mí no me eligieron para restaurar el capitalismo en Cuba ni para entregar la Revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo".

Para esa intención, en el mismo discurso anunció que "Se trata de transformar conceptos erróneos e insostenibles acerca del socialismo, muy enraizados en amplios sectores de la población durante años como consecuencia del excesivo enfoque paternalista e igualitarista que instituyó la Revolución en aras de la justicia social".
Observemos que el orador habla de lo erróneo del concepto y sobre todo lo "insostenible".

Para Raúl, paternalismo e igualitarismo, se confundieron con prácticas revolucionarias destinadas a construir el socialismo, el cual debe poner énfasis en elevar la productividad y hacer del hombre participativo y altamente productivo. Lo caritativo y lo revolucionario son cosas distintas, pese a que al revolucionario lo mueve una gran dosis de bondad.

Con razón Confucio habló de enseñar a pescar en lugar de regalar peces, porque lo caritativo no mejora ni eleva al colectivo.
Medidas tomadas en instantes de apremio, quizás sin el acompañamiento del discurso adecuado, "se enraizaron", como dice Raúl, en parte importante de la población. Entonces, el paternalismo y otras cosas, practicadas quizás en situaciones azarosas, se asumieron como inherentes al socialismo.

Continúa en su discurso diciendo "Muchos cubanos confundieron socialismo con las gratuidades y subsidios, la igualdad con el igualitarismo, no pocos identificamos la libreta de abastecimiento como un logro social que nunca debiera suprimirse".

Esta reflexión de Raúl, de gran significación y hasta demasiada vigencia, sirve para tener presente que la esencia del socialismo no es dar, repartir o socorrer, salvo las excepciones naturales y humanas que el propio orador previó en su discurso, los clásicos del socialismo mismo subrayaron y saltan de las contingencias. La justicia social en parte, es el resultado de la equilibrada y racional distribución de los productos del trabajo y de la consiente participación de cada uno en la actividad productiva.

Por supuesto, cabe aquí resaltar, como Raúl, pese tenía y tiene cabida en Cuba, pasó por alto lo relativo a los salarios y la idea de igualar por decreto y pura buena voluntad como quedó expresado en la anécdota arriba contada sobre el Che Guevara. Sin olvidar que hablamos de un socialismo de marca desconocida, destinado a un mercado cautivo y que pareciera como darle poca importancia a la palabra, que le es igual le llamen capitalismo salvaje o chimbo, pues en fin de cuentas es como la misma cosa.

Como pensando en eso agregó el presidente cubano: "Al respecto, estoy convencido que varios de los problemas que hoy confrontamos tienen su origen en esta medida de distribución (se refiere a la libreta de abastecimiento), que si bien estuvo animada en su momento por el sano empeño de asegurar al pueblo un abastecimiento estable de alimentos y
otras mercancías en contraposición al acaparamiento inescrupuloso por algunos con fines de lucro, constituye una expresión manifiesta de igualitarismo, que beneficia lo mismo a los que trabajan y a aquellos que no lo hacen o que no lo necesitan y genera prácticas de trueque y reventa en el mercado sumergido".

En nuestro caso el lector sustituye lo de "Libreta de abastecimiento" por Clap y bonos, una manera de "igualar" y negarle a los trabajadores el derecho al salario justo y la contratación colectiva. Pero también para alcanzar una pretendida igualdad por disposición expresa de l dirigencia.

Llegado a este instante, es bueno volver sobre Marx y sus opiniones vertidas en "Crítica al Programa de Gotha", que parecen adelantarse a lo que Raúl menciona en cuanto aquello de beneficiar "lo mismo" a quienes trabajan y no lo hacen y sobre todo cuando apenas, como dice, "comienza a apreciarse una dinámica favorable, todavía limitada, en la productividad del trabajo".

La vieja sociedad dejó defectos y valores culturales que la naciente no ha podido superar. Para Marx, la que nace "No reconoce ninguna distinción de clase, porque cada individuo no es más que un trabajador como los demás; pero reconoce tácitamente, como otros tantos privilegios naturales, las desiguales aptitudes individuales".
Raúl habló de igualitarismo en ciertas cosas en Cuba y de quienes no trabajan. Es esto lo mismo de la anécdota del Che y los bonos y Clap de Venezuela.

Para Marx, "¡De cada cual, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades!, se corresponde con "La fase superior de la sociedad comunista", desaparecidos la división del trabajo, contraste entre trabajo manual e intelectual, con el desarrollo de los "individuos en todos sus aspectos", crecimiento de las fuerzas productivas y "corran a chorro los manantiales de la riqueza".

La igualdad entre los hombres no surge de un decreto o de un acto de buena fe, sino es producto del trabajo y el esfuerzo individual y colectivo o, para decirlo de otra manera, es un producto histórico. El pueblo, siempre el pueblo, se hace igual construyéndose con trabajo y lucha tenaces. No es un producto que surgirá de la cabeza de un burócrata. La distribución por igual está sujeta al cumplimiento de esa meta que conlleva a la productividad necesaria.

Lo dijo antes Marx; y Raúl ahora, quienes no son ni siquiera potenciales saltadores de talanqueras.

Sólo que en Cuba siguen en lo mismo y apenas intentan estimular lo que ellos llaman el "cuentrapropismo" y acá en Venezuela, casualmente, casi inmediatamente tomamos y llamamos el "emprendedor". Algo así como cadenas de vendedores de churros para liberar al país del control capitalista, cobrando en dólares, mientras la clase obrera sigue maniatada y sin planes para desarrollar sus fuerzas y capacidad productiva..

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