Descolonizando, como el “Gato Pardo” o “Rìo Manzanares déjame pasar”

Miércoles, 13/04/2022 04:05 PM

El conde de Salinas, aquel interesante personaje de la novela "El gato pardo" del escritor italiano Conde de Lampedusa, viendo los cambios que se venían, no impuestos por Estado alguno, ni por exaltados manifestantes o barbudos armadas, sino por los habidos en las relaciones de producción y formas productivas, la cultura y hasta la ciencia, la sobreposición de lo urbano a lo rural y espacio feudal, como aumentaba la población y urbanismo de las villas, ya transformadas en ciudades y en estas la producción, riqueza, y nacía un nuevo poder y se fortalecía el poder de los monarcas habló de cambiar "para que nada cambie".

Percibió que aquellos cambios eran inexorables, él ni su clase toda, pese formasen un sólido frente, no podían detenerlos, entonces había que cambiar desde la perspectiva de su clase, para seguir manteniendo el poder aunque fuese ahora con otro disfraz. Entonces era necesario mutar, pactar con la clase naciente, hasta mezclarse con ella, para continuar como siempre, poderoso, vital y sobre todo bendecido. Algo así, como aquello de "si no puedes vencer a tu enemigo unetele para que no te destruya". Así, buena parte de la nobleza, por sus recursos y bases culturales mutó a la burguesía y hasta llegaron a pactar en la consolidación y mantenimiento de las viejas monarquías.

Sólo había que darle un destino diferente a los ingresos, a la riqueza que se había atesorado en la forma anterior, formar un frente para definir un Estado que siguiese protegiendo a los viejos propietarios, como sirviese de palanca para el arranque de quienes habían creado una nueva fuente de poder y riqueza. Los poderosos seguirían siéndolo ahora dentro de la nueva realidad que gestaba nuevos poderes.

Un grupo de intelectuales, de esos tipos que mucho estudian han estado hablando de descolonizar y hasta en los últimos tiempos se han reunido muchos congresos, hasta internacionales para hablar del asunto.

Quienes de eso hablan o quienes de eso comenzaron a hablar, lo hicieron pensando que el colonialismo americano de los siglos XVI en adelante, hasta las guerras de independencia, habían dejado varias secuelas. Pero también, y yo diría que fundamentalmente, cuando de eso hablan, aluden al colonialismo de ahora que más que con las estatuas de Colón y Hernán Cortez, tiene que ver con los capitales que no vienen en barcos y de vela menos, sino a través de las redes electrónicas que trasladan capitales. Y con ellos, por las mismas redes, viene toda una enorme carga cultural que determina una nueva forma de colonización.

Sólo que aquel colonialismo que tuvo su antecedente en el grito de Rodrigo de Triana ¡¡¡Tierra!!! ¡¡¡Tierra!!!, dejó secuelas, vicios, que han servido para que el nuevo orden haya encontrado como el terreno abonado. Cosas como la sumisión, prácticas de mirar el mundo desde allá y no desde acá y de poderes o espacios con más derechos que otros. Yo diría que, hasta el mismo Marx cayó en la trampa.

Cuando uno analiza los juicios, ideas de Marx, nada favorables a Bolívar, percibe que aquellas "pueriles explicaciones", dadas por otros, como que Marx, escribió eso a la carrera, poco informado, motivado a que estaba viviendo una grave pelazón y quiso ganarse unos reales con prontitud y por eso usó poca documentación y sobre todo aquello escrito contra el héroe americano por interés, envidia y hasta rabia de sus autores, de nada sirven y además en nada favorecen a Marx, aunque esa haya sido la intención.

Son simplismos y hasta explicaciones tan acomodaticias como lo mismo que hizo Marx, intentar entender a América y a El Libertador, con la visión de lo europeo, como si antes aquí nadie ni nada hubiese existido. Y que en Europa avanzaría el socialismo si la economía capitalista seguía creciendo hasta llegar a los niveles necesarios de desarrollo de las fuerzas productivas para que empezase a emerger allá el socialismo y Bolívar con sus luchas entorpecía aquello. Pasó por alto, algo que luego diría Celso Furtado, lo que llamaron el descubrimiento y luego la colonización, no fueron más que un tren que descarriló el proceso originario de América, lo que él llamó "el desfase". La periodización tradicional de la "Historia del mundo", esa de las edades, ignora por completo a América y sus culturas de distintos niveles.

Ahora mismo en Caracas, se acaba de realizar un congreso de historia, donde por lo visto, el tema fundamental pareció ser el asunto "perentorio" de la descolonización. Y dentro de esto, al parecer, algunos precavidos, vuelven a denunciar cómo la "historia suelen escribirla los triunfadores". Y esto, de "triunfadores", no sólo habla de individuos, sino de Estados, naciones y regiones que sacan provecho por encima de otras, como lo que ahora, con sobrada razón llamamos imperialismo, dejando intacto los viejos procederes colonialistas y colonizantes, como también aquello de "Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra". Y eso no se queda allí, sino que determina muchas cosas, como la inversión pública y privada. La colonia existía para exprimirla, extraerle el zumo, hasta el exterminio en beneficio de la metrópoli. Y estas formas colonialistas a nivel internacional, las relaciones entre unos países y otros, todavía perduran, como también a lo interno entre una o unas ciudades, regiones y otras.

Muchas relaciones, de distinta naturaleza, operan bajo el mismo espíritu y cultura colonial y ellas hay que revisarlas.

"Ay Cumaná quién te viera y por tus calles paseara

Y a San Francisco fuera a misa de madrugada",

San Francisco, la misa y hasta la "Calle Larga", aquella que viene desde Puerto Sucre al Puente Guzmán Blanco, siguieron a los viejos tiempos coloniales de cuando "Toñito Sucre", jugaba a las orillas del río Manzanares, el cumanés, nombre tomado del que pasa por Madrid.

Es muy difícil que alguien me convenza que para descolonizar, habría que eliminar nuestro lenguaje, quedarnos por un tiempo mudos, hasta llegar a acuerdos, hablar por señas y tampoco eso veo posible, ¿cuáles señas?. Y borrar de nuestra mente a San Francisco y la cultura de las misas. Como tampoco, al río en cuyas riberas nací y crecí, que hizo cantar a José Antonio López, "Río Manzanares déjame pasar, que mi madre enferma me mandó a llamar", habría que llamarlo de otra manera.

¿Cómo hacer con los católicos y de otras religiones, absolutamente distintas a las creencias de la población originaria?

Según leí una vez, varias veces han intentado cambiarle nombre a la vieja esquina "El muerto", de Caracas y la gente nunca a esos amagos le ha parado y eso mismo sucede en muchas partes y circunstancias.

Sería como pedirme deje de hablar como lo hago, me cambie de nombre y apellido y hasta renuncié a mis padres y la vieja y hermosa cultura de la cual soy heredero.

Descolonizar no es cambiar nombres, como al Liceo Cristóbal Colón, de Puerto La Cruz, del cual fui fundador como docente, llamarlo de otra manera. Pudiera ser, no es eso fundamental, si lo es "lo que allí se enseña y cómo". Aparte de todos los recursos necesarios para el aprendizaje en una etapa de un gran desarrollo de la tecnología a la cual no podemos renunciar por descolonizar, que no es tampoco volver a la cultura primigenia

¿Qué importa si le llamamos desde ahora "La Manca López", en honor a unos de los peloteros, nativo de Barcelona, más excepcionales y brillantes que he visto, después de Vitico Davalillo, , si seguimos con las mismas prácticas pedagógicas, programas y objetivos del pasado, en donde lo de descolonizar, como estudiar la historia regional para que el individuo se identifique con su pasado, historia y herencia y las relaciones del mundo, en todas sus manifestaciones, no aparecen por ningún lado?

¿Cómo hacerlo con unas prácticas pedagógicas ajenas a la idea de aprender, enseñar aprendiendo y aprendiendo a enseñar y que el individuo, partiendo de la realidad forme sus propios criterios, elabore sus ideas que no tienen que ser las mismas del maestro y menos del Estado o clases dominantes que intentan ideologizar?

Y conste que esto no es nuevo, siempre ha sido el proceder en la escuela, la de antes y la de ahora, el mismo de la colonia.

Hay que saber exactamente qué significa en este tiempo descolonizar y, en esa meta, tomar iniciativas inteligentes que abran espacio y fracturen la pesada carga. Dejar de lado esos fuegos pirotécnicos que sólo hacen bulla.

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