Diario de una Cuarentena: Capítulo Trescientos Noventa y Dos

Debemos rescatar los valores ciudadanos, los valores morales

Viernes, 03/06/2022 12:53 PM

A 810 días del inicio de la contingencia en la República Bolivariana de Venezuela producto de la pandemia global de la Covid 19, en el transcurso de la semana 115 de esta contingencia, y siendo el viernes 03 de junio de 2022, escribo estas líneas, con una profunda reflexión acerca de la situación de la sociedad venezolana.

Hace un par de días, cuando me dirigía a la emisora "Al Son del 23" ubicada en la casa de encuentro Freddy Parra, en el sector La Cañada de La Parroquia 23 de enero, para la realización de los programas de los miércoles junto a Gonzalo "Chalo" Azuaje, Ramón Arias y el profesor José Rojas, "La Realidad Inventada" de 9 a 11 am. Nos aconteció que no pudimos salir al aire, ya que nuestro operador, Moisés "Alfalfa" Rodríguez estaba presentando unos exámenes, y no fuimos notificados oportunamente.

Pero cuando nos aprestábamos a tomar el Metro, luego de abandonar las instalaciones de la Emisora, pudimos observar como las personas que transitaban, pasaban y no les importaba a quien se podían llevar por el medio. Lo mismo pasa con los conductores de los vehículos, los cuales no respetan ni las luces de los semáforos.

Es decir, el semáforo para ellos puede estar en rojo, y ellos más bien aceleran, no importándoles si se llevan a algún peatón desprevenido por delante.

Esto es lo que algunos que han hablado de la "post-pandemia", que para mí no lo es, pues la pandemia continua, con una baja incidencia, pero continúa, y más bien deberíamos hablar de una normalidad relativa y vigilada. Pero lo que nos deja no es nada satisfactorio ni agradable.

Parece que el tanto tiempo estar confinados dejó algunos tan afectados que se les olvida que la convivencia y el respeto al derecho ajeno es la paz. Si antes de la pandemia el ritmo de la capital era frenético, ahora además de eso, priva la mala educación, la agresión.

Por eso, "Chalo" mirándome, con esa complicidad y camaradería que caracteriza a los hermanos que la vida nos da, me dijo: "Esta vaina se jodió, no hay educación ciudadana, mira como está esto Juan…" . Y eso me puso a pensar mucho y a llamarme a la reflexión.

De los libros que le heredé a mi tío Francisco Martorano, me he topado con uno que se lee en unas pocas horas. Es de Gabriel Jiménez Emán, quien también he visto que escribe en aporrea.org y otros portales donde también se han tomado la deferencia de publicar mis modestos aportes. Ese libro de Jiménez Emán se llama "Una luz en el camino."

Y pese a que se lee en unas horas, yo me lo he ido leyendo poco, por lo importante de los temas que el autor plantea en el mismo, y que es muy poco tratado en la agenda político comunicacional en este país.

Cuando Jiménez Emán escribió ese libro corto, lo hizo pensando en nuestro país, Venezuela, una nación joven con un amplio horizonte de cosas por hacer. Un país que a pesar de las dificultades está lleno de sueños, proyectos, de planes positivos pese a la agenda agorera de los espantadores de la comarca que nos pintan una visión apocalíptica del país. Y estos planes pueden hacerse realidad si les ponemos empeño, trabajo y mucho corazón. No en balde, en nuestra Constitución en la última parte del artículo 2 se señala que la educación y el trabajo son los pilares sobre los que se sostiene la República. Estamos obligados a enriquecer nuestras vidas con el conocimiento y crecimiento de nuestra sensibilidad, de nuestro ser interior, lo cual se traduce en el cultivo de una ética.

Venezuela es un país de gente emprendedora que está en capacidad de asumir nuevos proyectos en este nuevo siglo, de iniciar todo un proceso de transformación en las instituciones a todo nivel: en sus leyes, en el sentido de su educación, en la salud, en la empresa grande y en la pequeña, ya sea del Estado o privada. Y ello como nos lo señala Jiménez Emán no se logra solamente reformando el aparato de producción ni estableciendo normas económicas novedosas; también hay que lograr la reforma de la mentalidad cívica de las venezolanas y venezolanos, que atienda al respeto de los bienes del prójimo y a la voluntad de compartir, no al mero competir.

Las cosas que debemos hacer no sólo deben abordarse a través de las leyes, de un mercadeo, de unas gerencias eficaces, sino también a través de logros en el hecho de encontrar valores que den sentido a la vida de los ciudadanos y ciudadanas, individual y colectivamente.

En nuestro sistema bolivariano de comunicación e información debería haber una programación que nos acerque a los temas fundamentales de la ética y otorgarles sentido para la vida práctica en nuestro país, tanto en comunidades pequeñas (la familia, el barrio), como en nuestro estado, región o nación. De ahora en adelante, esto debe ser el germen fundamental para el combate contra la corrupción: la educación en valores siempre pensando en el país como lo plantea Jiménez Emán en su obra, y aun cuando estos temas sean universales: el amor, la amistad, el tiempo, la verdad, la lealtad, el valor, el coraje, la felicidad o la fe. Para que cualquiera de ellos se ponga en movimiento es necesario, a veces, que exista su contrario. Como se dice popularmente, nadie es completamente malo ni completamente bueno; el hombre y la mujer se mueve de continuo en ambos terrenos, se lo proponga o no.

De igual manera, estamos obligados a promover una sociedad verdaderamente democrática en la que las instituciones, las empresas y el Estado funcionan o deberían funcionar en el logro del bien común. También que las personas que lo integren posean ese pensamiento y que pretendan defender ese bien, que den el ejemplo y formen a sus trabajadores, empleados y demás profesionales para lograrlo. De no ser así, tampoco podría exírgirsele al hombre o mujer, al individuo que trabaje, que rinda y sea honesto u honesta. La práctica de la ética no puede producirse en un plano puramente individual, no tendría sentido si no se le practica en la convivencia social. De ahí que considera Jiménez Emán, y comparto su señalamiento, que la tradicional democracia representativa, donde no se llevaron a cabo mucho de los proyectos sociales, nos obliga a pasar a una democracia participativa donde la gente se sienta útil actuando en la práctica.

Estos temas que nos plantea Gabriel Jiménez Emán y mi hermano "Chalo", además de interesantes, son importantes, que seguramente lo seguiremos tratando en las próximas ediciones de esta columna, sin descuidar otros temas del análisis político e ideológico.

¡Bolívar y Chávez viven y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen!

¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y Venceremos!

 

 

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