Lecturas heterodoxas. Las cartas de Engels o como (no) leer a Marx. ¿A dónde fue a parar el debate socialista en el contexto venezolano? (V)

Jueves, 30/06/2022 12:58 PM

"La supremacía de un grupo social se manifiesta de dos modos, como ‘dominio’ y como ‘dirección intelectual y moral’. Un grupo social es dominante de los grupos adversarios, a los que tiende a ‘liquidar’ o a someter incluso con la fuerza armada, y es dirigente de los grupos afines y aliados. Un grupo social puede y, aún más, debe ser dirigente ya antes de conquistar el poder gubernativo (ésta es una de las condiciones principales para la propia conquista del poder); después, cuando ejercita el poder, e incluso si lo tiene fuertemente empuñado, se convierte en dominante, pero debe continuar siendo también ‘dirigente".

Comencemos con una de las principales lecciones olvidadas o ignoradas en el debate socialista venezolano sobre este gigante intelectual, auténtico teórico marxista de las esferas políticas e ideológicas capitalistas, en un preciso momento histórico en que se presenta el desafío de la transformación del Estado liberal hacia el fascismo simiesco primigenio.

Señalaba Gramsci, con extrema contundencia: si unos hablan de "relaciones de producción" económico-sociales como "última instancia" para la comprensión-explicación-previsión del movimiento histórico, no hay que olvidar que las relaciones de fuerzas, son la instancia decisiva tanto del armazón coercitivo de aquellas esferas políticas y jurídico-institucionales que configuran el Poder del Estado, como del armazón ideológico de la llamada "sociedad civil", verdadero cemento social que cohesiona a los sectores dominantes en un bloque político dirigente y dominante; y disgrega a los sectores subalternos en un estado de debilidad, dispersión y estado de pasividad-sumisión política.

  1. ELEMENTOS DE POLÍTICA Y PODER IDEOLÓGICO:

Cabe recordar aquí una lección ignorada y olvidada: el sistema de actitudes, aspiraciones, representaciones, discursos, valores y normas de conducta que despliegan las ideologías de clase instauran una doble naturaleza de sus efectos: a) como formación ideológica dominante pretende universalizarse como un elemento de cohesión, pero dirigida como relación de fuerzas y sentidos disociativos, al presentarse como armazón justificador (encubridor) de las tensiones, contraposiciones y conflictos de clases, grupos y sectores, con sus propios intereses, vivencias y concepciones.

La situación de dominación de un bloque de clases o fracciones de poder constituye el rasgo definitorio de las formaciones ideológicas, pues en el espacio de la tensiones, conflictos y contradicciones de clases, fracciones y bloques sociales, la ideología dominante funciona como fuerza cohesionadora-disociadora. Integra a los de arriba, desintegra a los de abajo.

De este modo, construye artificialmente un campo de representaciones y fantasías (reguladoras de aspiraciones-expectativas) situadas por encima de los conflictos, dislocando-disgregando la identidad del polo dominado y de las clases explotadas; transfiriendo además hacia los sectores subalternos, toda la carga axiológica del sistema dominante mismo, y presentando tal carga, como instancia neutra de regulación (sistema de valores universales), en función de conciliar al oprimido con sus formas de opresión.

Toda esta problemática nos retrotrae a Étienne de La Boétie, en 1549, cuando formula el problema de la servidumbre voluntaria tal y como lo conocemos hasta nuestros días. Su libro Discurso sobre la servidumbre voluntaria fue publicado póstumamente, en 1574, por su amigo Montaigne. Allí se lee:

"De momento, quisiera tan sólo entender cómo pueden tantos hombres, tantos pueblos, tantas ciudades, tantas naciones soportar a veces a un solo tirano, que no dispone de más poder que el que se le otorga, que no tiene más poder para causar perjuicios que el que se quiera soportar y que no podría hacer daño alguno de no ser que se prefiera sufrir a contradecirlo".

Allí también el campo de las representaciones, mentalizaciones e ideologías operan en la dilucidación de la cuestión de entender el por qué dispone el polo dominante el poder (ideológico) que se le otorga, por qué se elige sufrir a contradecir.

El poder ideológico entre gobernantes/gobernados cumple tanto una función valorativa-normativa, una función cognitiva como una función actitudinal-conductual. Y allí interviene Gramsci en sus "Elementos de política" para situarnos no solo en el análisis de clases y las relaciones entre explotados/explotadores, sino entre gobernantes/gobernados:

Toda la ciencia y el arte político se basan en el hecho primordial, irreductible de que existen gobernados y gobernantes, dirigentes y dirigidos:

"Partiendo de este hecho habrá que analizar cómo dirigir de la manera más eficaz (dados ciertos fines) y por lo tanto cómo preparar de la mejor forma a los dirigentes (y en esto consiste precisamente la primera sección de la ciencia y del arte político). Pero habrá que analizar, además, por otro lado, cómo se conocen las líneas de menor resistencia o racionales para obtener la obediencia de los dirigidos o gobernados. Para formar los dirigentes es fundamental partir de la siguiente premisa: ¿se quiere que existan siempre gobernados y gobernantes, o, por el contrario, se desean crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de la existencia de esta división?, o sea ¿se parte de la premisa de la perpetua división del género humano o se cree que tal división es sólo un hecho histórico, que responde a determinadas condiciones?".

"Se cree que, una vez planteado el principio de la homogeneidad de un grupo, la obediencia no sólo debe ser automática y existir sin una demostración de su "necesidad" y racionalidad, sino que debe ser también indiscutible (algunos piensan y lo que es peor actúan según este pensamiento, que la obediencia "vendrá" sin ser exigida, sin que sea indicada la vía a seguir). Es así difícil extirpar de los dirigentes el "cadornismo", o sea la convicción de que una cosa será hecha porque el dirigente considera justo y racional que así sea. Si no fuera hecha, la "culpa" será asignada a quienes "habrían debido", etc."

El término CADORNISMO proviene del general Luigi Cadorna, jefe del Estado favor del ejército italiano durante la retirada de Caporetto (1917), de la cual fue el principal responsable. Caporetto puso en evidencia el carácter erróneo de la conducción del ejército italiano, y el "cadornismo" simboliza aquí el burocratismo o el autoritarismo de los dirigentes que consideraban como superfluo el trabajo de persuasión de los "dirigidos" para obtener su adhesión voluntaria.

Este principio se extiende a todas las acciones que exigen sacrificio. Por lo cual siempre, luego de todo acontecimiento, es necesario ante todo buscar la responsabilidad de los dirigentes, entendida ésta en sentido estricto:

"Planteado el principio de que existen dirigentes y dirigidos, gobernantes y gobernados, es verdad que los "partidos" son hasta ahora el modo más adecuado de formar los dirigentes y la capacidad de dirección (los "partidos" pueden presentarse bajo los nombres más diversos, aún con el nombre de anti-partido y de "negación de los partidos"."

Ahora bien, ¿cuáles son los partidos que dirigen la obediencia y la sumisión a las condiciones históricas de la dominación social y la explotación?

En el análisis del poder de las ideologías, no basta analizar las estratagemas a las que han recurrido los dominantes para someter a los dominados, sino de entender las extrañas disposiciones por las que los sujetos trabajan por su propia servidumbre, por forjar sus propias cadenas y complicidades. Y allí, no son ajenas sus experiencias en los partidos y movimientos políticos.

Dice la Boétie: "…es la costumbre la que consigue hacernos tragar sin repugnancia el amargo veneno de la servidumbre"; de tal modo que, como dirá Spinoza más tarde, complementando a la costumbre y a la veneración del polo social y político dominante, el hecho todavía más insólito es que creen combatir por su liberación, cuando combaten realmente por su servidumbre.

Como mucho después se han interrogado también en sus inquietudes sobre el asunto, Deleuze-Guattari volviendo a la lectura del psicoanalista marxista Wilhem Reich dicen:

"El problema fundamental de la filosofía política sigue siendo el que Spinoza supo plantear (y que Reich redescubrió): "¿Por qué combaten los hombres por su servidumbre como si se tratase de su salvación?" Cómo es posible que se llegue a gritar: ¡queremos más impuestos! ¡menos pan! Como dice Reich, lo sorprendente no es que la gente robe, o que haga huelgas; lo sorprendente es que los hambrientos no roben siempre y que los explotados no estén siempre en huelga. ¿Por qué los hombres soportan desde siglos la explotación, la humillación, la esclavitud, hasta el punto de quererlas no sólo para los demás, sino también para sí mismos?"

Y la pregunta originaria de Reich fue:

"¿Cómo es posible que la fabricación y la formación de las estructuras psíquicas de la capa que soporta a una sociedad convengan, con la misma exactitud que las piezas de una máquina de precisión, a la organización económica y a los objetivos de la clase dominante?".

Entendida así, la ideología no es mera máscara y negación mentirosa de la realidad, sino "fuerza histórica material" que se vuelca sobre la economía y lo social, creación de la "disposición y deseo libidinal de las masas al fascismo", movimiento, positivamente determinado por el orden histórico, que engendra esa identificación entusiasta con el ideal fascista.

Analizar lo subjetivo es, desde el punto de vista de Reich, investigar tal estructura psíquica e ideológica desde una perspectiva histórico-genética. Hablar de formaciones ideológicas dominantes es mucho más que hablar de "formas sociales de consciencia", de intereses manifiestos, de reflexión y auto-reflexión; es plantearse a fondo la cuestión del inconsciente político (Jameson dixit), de la actuación de dispositivos de censura-represión-incitación, de proscripciones y prescripciones (poder per-axiológico para Rigoberto Lanz), de la interiorización del poder social por medio de la servidumbre voluntaria o la sujeción inconsciente, ahora incuestionada, que adquiere la forma del "método fundamental de la dominación social".

Es allí donde vuelve a resonar la preocupación de Marx: el peso de las generaciones muertas que oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Las revoluciones apelan a los espíritus del pasado, pero eso es solo hacer poesía del pasado, veneración supersticiosa del pasado, y no poesía y praxis del porvenir.

La organización de la subjetividad, como producto histórico-social, interioriza la organización social de los conflictos que dan paso a una forma de dominación histórica.

Se trata de un sometimiento interiorizado, de una servidumbre inconsciente en un trasfondo de voces en lucha entre lo colectivo y lo subjetivo, un conflicto donde la forma de los social-dominante triunfa sólo bajo la forma de transacción, de un compromiso inestable o parcial, donde se mezclan estados momentáneos de complicidad y rebeldías parciales y fugaces.

De forma que la producción histórica de la subjetividad, está atravesada por tensiones y luchas, como un proceso para nada armonioso, en donde entran en escena un conjunto complejo de elementos afectivos, imaginarios, ideológicos y sensibles de la historia de los "vencedores y vencidos".

La patina o revestimiento de integración armoniosa de tales tensiones, es solo una "coraza protectora" que pretende reducir ansiedades, pulsiones y angustias, de la presencia de lo social-dominante como fenómeno conflictivo, transformándolo en idílica forma de sumisión al paraíso idealizado en la fantasía protectora o aseguradora.

Es la trivialidad que se repite ante la vivencia existencial de una terrible privación material en las condiciones de vida o en la privación de derechos en la esfera política, propia de la típica respuesta al saludo:

¡Hola, ¿cómo estás?! ... Respuesta automática: - Cada día mejor, mejor imposible, excelente, todo bien-.

El tan olvidado e ignorado Marx decía en el tomo I de "El Capital": "…en el transcurso de la producción capitalista, se va formando una clase obrera que, a fuerza de educación, de tradición y de costumbre, se somete a las exigencias de este régimen de producción como a las más lógicas leyes naturales".

Y esto hace de las formaciones ideológicas, sublimaciones de la vida material inmediata, un sistema de juicios evaluativos, representaciones, postulados axiológicos, estereotipos, clichés, de normas para la acción a través de los cuales se ejerce la hegemonía, en un situación configurada por espacios tensionados de relaciones jerarquizadas, semejantes a como las han descrito Adorno y Horkheimer: "cada quien está encerrado en un sistema de relaciones institucionales que forman un instrumento hipersensible de control social".

La eficacia de las formaciones ideológicas dominantes reside en la capacidad de modulación, integración y reconciliación del oprimido con sus condiciones y relaciones de opresión. Allí no sólo hay sometimiento y rebeliones, sino también complicidades y sumisiones, grados y variaciones.

Entre la vivencia y la experiencia de la opresión y la puesta en discurso y de intelección de tal vivencia y experiencia, aparece precisamente la mediatización de la "opacidad ideológica" que se torna segunda naturaleza: inmediatez, una capa-pantalla de códigos, representaciones y estereotipos disponibles "a la carta", generados incesantemente por los dispositivos y aparatos que regulan, proyectan e interiorizan la producción, circulación y recepción de mensajes, sentidos y significaciones sociales en determinadas relaciones sociales en función de reproducir, normalizar y naturalizar.

Todo esto lo interpretó de manera bastante enrevesada un filósofo checo Karel Kosik como "mundo de la seudoconcreción". En la actualidad, tal "seudoconcreción", tal mundo es, para ilustrarlo con una cifra sólo metafórica: un 80 % de "Gel mediático" (Barreto Cipriani dixit), canalizado a través de la omnímoda presencia del teléfono inteligente (Smartphone), una Tablet o un computador portátil, y las inercias de los dispositivos precedentes anclados en las pantallas televisivas y las escuchas radiofónicas.

Tal gel mediático, Gramsci lo llamaba cemento ideológico, penetra y se solidifica asegurando una modalidad de conformidad social, de consumidor y ciudadano ejemplar.

Sin embargo, no hay que ser necesariamente pesimistas con relación a las posibilidades de corte y ruptura de tal esfera-pantalla-capa de opacidad ideológica y reproducción ideológica, al menos de los aspectos más superficiales de tal coraza de mediatización protectora; pues reposan en una red de relaciones de poder, que condensan tensiones, conflictos y oposiciones, que día a día aparecen, se desarrollan, estallan ocasionalmente y se desvanecen en los intersticios de los llamados a "la paz, la concordia, la estabilidad y la tranquilidad social", en los sistemas de equilibrio provisionales que se instituyen en la inmediatez (normalización, naturalización) de la experiencia cotidiana a partir de cada uno de las directrices-instrucciones que las autoridades responsable hacen a "la calma, el orden y la cordura".

En esto consiste, la labor permanente de apaciguamiento en las sociedades con sistemas de dominación, explotación y desigualdad de clases, género, raza, etnia, edades, etc. Su contracara son los fenómenos de resistencia, sabotaje, estallido, protesta, conflicto y estados de rebelión, como finalmente los llama Dussel.

La perspectiva teórica de Gramsci ya no tiene como punto de partida un "ser de la clase" al que le faltaría conciencia para constituirse en "sujeto de la clase", sino que toma como punto de partida el hecho de que la clase se encuentra tramada de ideología y de modos del deseo materializado históricamente, producida y reproducida de forma social material.

La relación entre campos, procesos y estructuras socioeconómicas, las esferas institucional-regulativas y socio-simbólicas están marcadas por condicionamientos recíprocos y retroacciones circulares, no por determinismos ni reduccionismos en un solo sentido.

Analicemos la exposición sumaria de Engels (de la coordinación y relaciones entre lucha teórica, lucha política y lucha económica), con una de las contribuciones más importantes para el análisis de las situaciones políticas elaboradas por la tradición marxista: el análisis de situaciones y relaciones de fuerzas de Antonio Gramsci.

  1. ANALISIS DE SITUACIONES Y RELACIONES DE FUERZAS

Gramsci señala que hay que exponer lo que se debe entender en política por estrategia y por táctica, por "plan" estratégico, por propaganda y por agitación, por orgánica, o ciencia de la organización y de la administración en política. Todo esto tiene relación con la pequeña política y la gran política.

Los elementos de observación empírica en los varios grados de relaciones de fuerzas, deben comenzar por las relaciones de las fuerzas internacionales (¿qué es una gran potencia, las agrupaciones de Estados en sistemas hegemónicos y, por tanto, acerca del concepto de independencia y de soberanía por lo que hace a las potencias pequeñas y medias). Luego de esta primera aproximación, es preciso pasar a las relaciones objetivas sociales, o sea:

  1. Grado de desarrollo de las fuerzas productivas,

  2. Las relaciones de fuerza política y de partido (sistemas hegemónicos en el interior de los Estados) y a las relaciones políticas inmediatas (es decir, potencialmente militares).

Gramsci hace una serie de observaciones sobre las concatenaciones entre las relaciones internacionales, sobre las innovaciones orgánicas en las estructuras económico-tecnológica y como modifican sus expresiones técnico - militares. Nadie puede dudar hoy que una transformación técnico-militar está vinculado a determinadas fuerzas productivas.

También refiere en las concatenaciones entre posición geográfica de un Estado nacional y tales innovaciones estructurales, así como las retroacciones entre las sobreestructuras (políticas) y la estructura económico-social, de la política sobre la economía. En todo este análisis, Gramsci llega a decir:

Cuanto más subordinada está la vida económica inmediata de una Nación a las relaciones internacionales, tanto más representa un partido esa situación y la aprovecha para impedir la llegada de los partidos adversarios al poder. También llega a decir

"…a menudo el llamado "partido del extranjero" no es precisamente el que se indica como tal, sino el partido más nacionalista, el cual, en realidad, más que representar las fuerzas vitales del país, representa la subordinación y sometimiento económico a las naciones o a un grupo de naciones hegemónicas".

Aquí, hay que ser muy precavidos con la idea de "nacionalismo" en el plano de los discursos y la propaganda. Pues incluso vociferando el nacionalismo se puede estar negociando la subordinación y sometimiento económico. De nuevo, importa menos lo que dicen que lo que hacen.

También Gramsci se refiere al prólogo a la contribución a la crítica a la economía política de 1859 de Marx:

"El problema de las relaciones entre la estructura y las superestructuras es el que hay que plantear y resolver exactamente para llegar un análisis acertado de las fuerzas que operan en la historia de un cierto período, y para determinar su correlación. Hay que moverse en el ámbito de dos principios: 1) el de que ninguna sociedad se plantea tareas para cuya solución no existan ya las condiciones necesarias y suficientes, o no estén, al menos, en vías de aparición o desarrollo; 2) el de que ninguna sociedad se disuelve ni puede ser sustituida si primero no ha desarrollado todas las formas de vida implícitas en sus relaciones (controlar la exacta enunciación de estos principios)."

Por lo pronto no profundizaremos esto acá sino cuando abordemos el análisis del texto originario de Marx más adelante. Dice Gramsci, en el estudio de una estructura hay que distinguir entre los movimientos orgánicos (relativamente permanentes) y los movimientos que pueden llamarse "de coyuntura" (y que se presentan como ocasionales, inmediatos, casi accidentales).

Los fenómenos de coyuntura, para Gramsci, dependen a su vez de movimientos orgánicos, como lo hace la gran política sobre la política menuda (pequeña política), sobre una crítica política de minutos, al día, que afecta a pequeños grupos dirigentes y a las personalidades inmediatamente responsables del poder, pero su significación histórica depende de que tengan o no un gran impacto y alcance histórico.

Allí Gramsci, no hace las distinciones entre acontecimientos o eventos menudos, situaciones, coyunturas y movimientos de las estructuras; distinciones que fueron muy relevantes en la obra muy posterior del profesor Carlos Matus en el siglo XX. Pero hay conexiones evidentes.

Podemos decir que situarse solo en la escena política, en la fachada ideológica, en la epidermis de la historia, en situarse en el plano de las "feno-situaciones", en el terreno del comentario de lo noticioso, la actualidad-espectáculo, las declaraciones, actos y medidas políticas, en medio de la subsunción de tales momentos de la puesta en escena en los dispositivos mass-mediáticos y los nuevos ecosistemas de redes digitales. Eso es pura política ocasional. Administración de la pequeña política.

Para Gramsci, los fenómenos orgánicos son otra cosa muy distinta, producen una crítica histórico-social profunda que afecta a las grandes agrupaciones sociales, a las grandes estructuras económico-sociales orgánicas, mucho más allá del personal inmediatamente responsables y más allá del personal dirigente.

Cuando una crisis se prolonga durante decenios (como ocurre actualmente con el capitalismo rentístico) significa que se trata de contradicciones en el plano de las estructuras históricas, no de las fachadas ideológico-políticas.

Allí, las fuerzas políticas actúan para la conservación y la defensa de las mismas, incluso tratando de sanarlas y superarlas dentro de ciertos límites. Como gatopardo: cambiar todo para no cambiar nada.

Esos esfuerzos incesantes y perseverantes de las fuerzas políticas a través de sus acciones y decisiones (puesto que ninguna forma social confesará nunca que está superada) constituyen el terreno de lo coyuntural y lo situacional, en el cual se organizan las fuerzas antagónicas, donde en lo inmediato, se expresan y desarrollan una serie de polémicas ideológicas, religiosas, filosóficas, políticas, jurídicas, mediáticas, etc., cuya concreción puede estimarse por la medida en la que consiguen ser convincentes, y cuando logran alterar la disposición de las relaciones de fuerzas; y por tanto, cuando existen ya las condiciones necesarias y suficientes para que puedan, y por tanto deban, resolverse históricamente determinados problemas (dice Gramsci: todo incumplimiento del deber histórico aumenta el desorden existente y prepara catástrofes más graves).

En el análisis de las situaciones y relaciones de fuerzas, Gramsci llama a hallar una relación justa entre lo que denomina un "movimiento orgánico" y lo que constituyen meramente fenómenos ocasionales; esto es, para determinar en una "red analítico-causal", las causas mediatas y los factores eficientes inmediatos, para evitar tanto "el exceso de economicismo" o de doctrinarismo pedante; y en otro caso, el exceso de "ideologismo".

En un caso, se sobrestiman las causas mecánicas, en el otro, se exalta el elemento individualista e individual. Todo esto en el marco general de su interpretación de las relaciones entre estructuras económico-sociales y sobre-estructuras político-ideológicas.

La distinción entre "movimientos" y hechos orgánicos, y movimientos y hechos "coyunturales" u ocasionales tiene que aplicarse a todos los tipos de situación, no sólo a a) aquellos en los cuales ocurre un desarrollo regresivo o de crisis aguda, b) a aquellos otros en los cuales se verifica un desarrollo progresivo y de prosperidad, así como c) a los de estancamiento de las fuerzas productivas.

En nuestro contexto cabe la pregunta: ¿Qué ha ocurrido con las fuerzas productivas venezolanas en estos últimos nueve 9 años? Las estadísticas no necesariamente engañan.

Para Gramsci, difícilmente se establecerá de un modo exacto el nexo dialéctico entre los dos órdenes de movimiento; y si el error es ya grave en la historiografía (el estudio de la historicidad-constituida), lo será aún más en el arte político (la intervención en la historicidad-constituyente); es decir, "cuando se trata de construir la historia presente y la futura".

Cabe aquí recordar lo planteado por Marx cuando se habla de la "poesía del porvenir" y las mentalidades del pasado, de las actitudes y posiciones tradicionalistas. Si los hombres y mujeres fueran solo marionetas de la historia-constituida, de lo objetivo, solo habría que esperar a la fatalidad o la providencia.

Pero cuando son los propios deseos y las propias pasiones inferiores la causa del error, se trata de lo que se conoce como subjetivismo: se sustituye al análisis objetivo por el autoengaño y la voluntad arbitraria y caprichosa. Dice Gramsci: "también en este caso muerde la víbora al charlatán; es decir, el demagogo es la primera víctima de su demagogia".

Ni objetivismo mecánico ni subjetivismo arbitrario. Esa es la lección.

Luego Gramsci se detiene a realizar un breve análisis de la situación de Francia luego de la gran revolución de 1789 hasta llegar incluso a la Comuna de París en 1871

"Realmente las contradicciones internas de la estructura social francesa que se desarrollan a partir de 1789 no encuentran una composición relativa hasta la tercera república, y entonces Francia tiene sesenta años de vida política equilibrada después de ochenta de agitaciones de onda cada vez más larga: 1789, 1794, 1799, 1804, 1815, 1830, 1848, 1870. Precisamente el estudio de esas "ondas" de diversa oscilación permite reconstruir las relaciones entre la estructura y las superestructuras, por una parte, y, por otra, entre el desarrollo del movimiento orgánico y el movimiento coyuntural de la estructura. Puede decirse, por de pronto, que la mediación dialéctica entre los dos principios metodológicos enunciados al comienzo de este apunte se puede descubrir en la fórmula político - histórica de la revolución permanente".

Recordemos tales premisas: 1) ninguna sociedad se plantea tareas para cuya solución no existan ya las condiciones necesarias y suficientes, o no estén, al menos, en vías de aparición o desarrollo; 2) ninguna sociedad se disuelve ni puede ser sustituida si primero no ha desarrollado todas las formas de vida implícitas en sus relaciones. Son premisas presentes en el importante prólogo a la contribución a la economía política de 1859 de Marx, una suerte de canon central de la concepción materialista de la historia que tendremos que analizar.

Y es allí cuando Gramsci pasa a cuestionar lo que considera una interpretación (comprensión-explicación) superficial de la historicidad constituyente y constituida.

"A menudo se lee, en las narraciones históricas, la expresión genérica "relaciones de fuerzas favorables, desfavorables a tal o cual tendencia". Así, abstractamente, esta formulación no explica nada, o casi nada, porque se limita a repetir el hecho que hay que explicar, presentándolo una vez como hecho y otra como ley abstracta y como explicación. El error teórico consiste, pues, en dar un canon de investigación y de interpretación como si él fuera la "causa histórica"."

III.- GRADOS Y MOMENTOS FUNDAMENTALES DE LAS RELACIONES DE FUERZAS:

Lo que hay que explicar entonces son las condiciones a través de las cuales hay relaciones de fuerzas favorables o desfavorables. Por eso, en la "relación de fuerzas" hay que distinguir varios momentos o grados, fundamentalmente éstos:

1) Una relación de fuerzas sociales estrechamente ligada a la estructura económico-social, objetiva, que es independiente de la voluntad de los hombres, y que puede medirse con los sistemas de las ciencias exactas o físicas. Allí la demografía y la geografía social juegan un papel fundamental.

Sobre la base del "grado de desarrollo de las fuerzas materiales de producción" se tiene una primera consideración de las agrupaciones sociales que nacen de los procesos materiales y de la división social del trabajo, cada una de tales agrupaciones representa una función y ocupa una posición dada en cada uno de los momentos: la producción, la distribución, la circulación y el consumo.

Todo este sistema de estratificación, clasificación, de diferenciación capas, fracciones, sectores y situaciones objetivas de clase, da lugar a una trama de relaciones nada más y nada menos: una realidad rebelde; que nadie puede modificar por capricho o antojo; por ejemplo, dice Gramsci: un número de las empresas o de sus empleados, un número de las ciudades con la correspondiente población urbana, etc.

Toda esta división y clasificación estratégica fundamental, permite estudiar si en la sociedad existen las condiciones necesarias y suficientes para una transformación; es decir, permite controlar el grado de realismo y de operatividad de las diversas ideologías nacidas en su mismo terreno de las diferencias, tensiones, oposiciones y contradicciones que la división social de trabajo y las relaciones entre grupos, sectores y clases ha engendrado durante su desarrollo.

¿Qué significa "operatividad de las diversas ideologías"?

Significa nada más y nada menos si las polémicas ideológicas expresan y traducen movimientos ocasionales o movimientos orgánicos, si traducen contradicciones de las estructuras económico-sociales y del momento hegemónico de la política.

Pero la relación momento económico-corporativo e ideologías espontaneas requiere precisiones adicionales. Aquí estamos, en primer lugar, en el análisis de clases, clasificaciones, sectores y estratificaciones. De allí deriva otro análisis: el análisis de necesidades, demandas, aspiraciones, intereses, percepciones, representaciones, expectativas e imaginarios.

El terreno de las formas sociales de conciencia es donde los grupos humanos adquieren conciencia del conflicto y tratan de resolverlo. Este es propiamente el terreno de las posicionamientos ideológico-teóricos, posicionamientos que nacen del propio mundo de vida, de la propia existencia social, y de las relaciones trabadas en el plano de las clases, clasificaciones y estratificaciones. Pero nunca debemos olvidar, que también es producto histórico de las luchas en la esfera socioeconómica, política e ideológica-teórica. Donde hay ideas dominantes, no sólo ideas de las clases dominantes, hay ideas-fuerza.

2) Un segundo momento ya no es el análisis de situaciones de clases, grupos y sectores, sino el de la relación de las fuerzas políticas, esto es: la estimación del "grado de homogeneidad, de autoconciencia y de organización" alcanzado por los varios grupos sociales ya como fuerzas políticas enfrentadas, en oposición, alianza o conflicto. Este es el terreno de las identificaciones, interpelaciones, agenciamientos y representaciones ideológico-políticas.

Este momento puede analizarse a su vez, distinguiendo en él varios grados que corresponden a los diversos momentos de las formas sociales de la conciencia política colectiva, y de su actuación social, tal como se han manifestado hasta ahora en la historia:

  1. El primero y más elemental es el económico-corporativo. Gramsci dice: un comerciante siente que debe ser solidario con otro comerciante, un fabricante con otro fabricante, etc., pero el comerciante no se siente aún solidario con el fabricante; es decir se siente la unidad homogénea y el deber de la unidad del grupo profesional (ocupacional), pero todavía no la del grupo social más amplio como sector o clase. Aquí, la palabra clave es sentimiento y concepción de solidaridad de oficio.

  2. Un segundo momento es aquel en el cual se conquista la conciencia y sentimiento de la solidaridad de intereses de todos los miembros del grupo social, pero sólo el terreno meramente económico-reivindicativo y dentro del marco político establecido. En este grado se plantea la cuestión del Estado, pero sólo en el sentido de aspirar a conseguir una igualdad jurídico -política con los grupos dominantes, pues lo que se reivindica es el derecho a participar en la legislación y en la administración, y acaso el de modificarlas y reformarlas, pero aun dentro de los marcos fundamentales existentes.

  3. Un tercer momento que es el momento hegemónico, es aquel en el cual se llega a la conciencia, identidad y racionalidad histórica de que los mismos intereses corporativos propios, en su desarrollo actual y futuro, superan el ambiente corporativo, meramente económico, y pueden y deben convertirse en los intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase política, paso claro de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas, en la cual las ideologías antes germinadas en el mundo de vida económico-social, se hacen ahora "movimiento de movimientos", "partido político". Allí chocan y entran en lucha, hasta que una sola ideología de ellas, "o, por lo menos, una combinación de ideologías, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el área social", determinando ahora "la unidad de los fines económicos y políticos"; junto a la "unidad intelectual y moral". La lucha desborda el plano económico-corporativo; las resistencias y rebeldías, adquieren dimensión de proyecto político, y pasan al plano "universal": se crea la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados:

"El Estado como organismo propio de un grupo, está destinado a crear las condiciones favorables a la máxima expansión de ese grupo; pero ese desarrollo y esa expansión se conciben y se presentan como la fuerza motora de una expansión universal, de un desarrollo de todas las energías "nacionales", es decir, el grupo dominante se coordina concretamente con los intereses generales de los grupos subordinados. La vida estatal se concibe como un continuo formarse y superarse de equilibrios inestables (dentro del ámbito de la ley) entre los intereses del grupo fundamental y los de los grupos subordinados, equilibrios en los cuales los intereses del grupo dominante tienden a prevalecer mientras existan soluciones de compromiso con los intereses económico-corporativos de los grupos subordinados."

Gramsci continua en su análisis con una relación entre la implicación horizontal y vertical según las actividades económico-sociales (horizontales) y según los territorios (verticales), combinándose y escindiéndose por modos varios. Las relaciones internas de un Estado-nación se entrelazan las relaciones internacionales, creando nuevas combinaciones originales e históricamente concretas de relaciones de fuerzas.

Una ideología nacida en un país desarrollado se difunde en países menos desarrollados, gravitando en el juego local de combinaciones entre relaciones de fuerzas. También tales ideologías pueden funcionar como "partido político internacional" que actúa en cada nación con todas sus fuerzas internacionales concentradas.

Esta relación entre fuerzas internacionales y fuerzas nacionales se complica todavía más por la existencia, dentro de cada Estado, de numerosas secciones territoriales de variada estructura y diversas relaciones de fuerza de todos los grados.

3) Finalmente, el tercer momento es el de la relación de las fuerzas político-militares, que es el inmediatamente decisivo en cada caso.

Dice con extremo realismo político Gramsci, que el desarrollo histórico oscila constantemente entre el momento económico-corporativo y el momento político-militar, con la mediación del momento hegemónico "unidad de fines económicos y políticos, junto con "la unidad del liderazgo intelectual y moral".

En este tercer momento de la coerción organizada en las relaciones de fuerzas, hay que distinguir dos grados:

  1. el militar en sentido estricto, o técnico - militar,

  2. el grado que puede llamarse político - militar.

En el desarrollo de la historia esos dos grados se han presentado con una gran variedad de combinaciones. Dice Gramsci que un ejemplo típico, que puede servir como paradigma-límite, es el de la relación de opresión militar de un Estado sobre una Nación que esté intentando conseguir su independencia estatal. Allí la relación no es puramente técnico-militar, sino político-militar.

Una opresión de tal naturaleza es inexplicable sin un estado de disgregación social del pueblo oprimido, sin la pasividad de su mayoría; por tanto, no podrá conseguirse la independencia con fuerzas puramente militares, sino que harán falta fuerzas militares y político militares para recuperarse de tal catástrofe.

Una Nación oprimida no tiene que esperar, dice Gramsci, a que, en la lucha por la independencia, un estado hegemónico "le permitiera" organizar su propio ejército en el sentido técnico de la palabra". La independencia nacional es un asunto fundamentalmente político, e incluso puede darse el caso en que puede contar con un propio ejército y que esto sea admitido por la nación hegemónica, pero eso significa que ya gran parte de la lucha, habrá sido ya combatida y ganada en el terreno político-militar. Primero, la preeminencia de la política, luego lo técnico-militar. Y aquí también la política, requiere de concepciones e intereses sumamente claros con relación a la independencia.

IV. OBSERVACIONES SOBRE LAS SITUACIONES DE CRISIS

Finalmente, Gramsci hace profundas observaciones sobre las situaciones de crisis: ¿Son las crisis históricas fundamentales determinadas inmediatamente por las crisis económicas?

"Puede excluirse que las crisis económicas inmediatas produzcan por sí mismas acontecimientos fundamentales; sólo pueden crear un terreno más favorable para la difusión de ciertos modos de pensar, de plantear y de resolver las cuestiones que afectan a todo el desarrollo ulterior de la vida estatal. Por lo demás, todas las afirmaciones relativas a los períodos de crisis o de prosperidad pueden provocar juicios unilaterales."

Una crisis económica fundamental genera grandes rupturas en el equilibrio social precedente (un pacto social tácito), y eso supone determinar cuáles grupos, sectores y clases soportan los sacrificios y las cargas inevitables para poner de nuevo a flote la estabilidad económica de un Estado y de una sociedad.

"En cualquier caso, -la ruptura del equilibrio de fuerzas no ocurrió por causas mecánicas inmediatas de pauperización del grupo social que estaba interesado en romper el equilibrio y que de hecho lo rompió, sino que ocurrió en el marco de conflictos superiores al mundo económico inmediato, relacionados con el "prestigio" de clase (intereses económicos futuros) y con una exasperación del sentimiento de independencia, de autonomía y de poder."

De tal manera que una crisis social no genera mecánicamente una crisis política, sino que pasa por la mediación economía-política, por la cuestión de cómo el malestar o el bienestar económico es causa de nuevas realidades histórico-políticas, por el problema de la correlación de fuerzas en sus varios momentos y grados.

En situaciones de crisis económica y social, de ruptura del equilibrio social, comienzan un conjunto de impactos, repercusiones y manifestaciones concretas en las "fluctuaciones de coyuntura"; situaciones fluidas de desagregación y recomposición del conjunto de las relaciones sociales de fuerza, en cuyo terreno se produce el paso de esas correlaciones económico-sociales a correlaciones políticas de fuerza, para culminar en las correlaciones militares decisivas.

Es allí donde opera, ahora sí, la expresión política de la crisis (la crisis se hace crudamente política: una cuestión de disputa por el poder y el Estado, lo cual involucra los momentos hegemónicos y la cuestión de las ideologías) y también pasa a determinar las relaciones de fuerzas político-militares.

Esta es la diferencia, por ejemplo, entre los hechos del 27 de febrero de 1989 y los hechos del 4 de febrero de 1992 en Venezuela. La protesta social no es equivalente a insurgencia política. En el primer caso, se expresó, como acontecimiento, la ruptura del pacto social y de una situación de equilibrio precedente. En el segundo caso, ya se expresa como acontecimiento la ruptura del balance de poder político, aparece el momento político-militar, una cruda crisis de hegemonía y autoridad.

Si ese proceso de desarrollo: de tensiones, contraposiciones y contradicciones se detiene en un determinado momento, o no genera una ruptura superadora (ya que tal proceso tiene por actores a los hombres, a la voluntad y la capacidad de los hombres), Gramsci plantea que la situación dada es inactiva y pueden producirse conclusiones contradictorias: a) la vieja sociedad resiste y se asegura un período de "respiro", derrotando o exterminando físicamente a la élite adversaria y atemorizando a las masas de reserva; o b) bien se produce la destrucción recíproca de las fuerzas en conflicto, con la instauración de la paz de los cementerios, que puede incluso estar bajo la vigilancia de un centinela extranjero.

Lo que ocurrió en Venezuela luego del año 1992 fue precisamente tal "respiro político", en un cuadro de debilitamiento y crisis de representación de los partidos AD Y COPEI. Caldera intento correr más la arruga. Pero sigamos analizando.

Gramsci pasa a realizar "la observación más importante que hay que hacer a propósito de todo análisis concreto de las relaciones de fuerzas": esos análisis no pueden ni deben constituir fines en sí mismos (a menos que se esté escribiendo un capítulo de historia pasada, de historicidad-constituida), sino que sólo cobran significación si sirven para justificar, apalancar o intervenir en una iniciativa de una voluntad colectiva. Unidad de la lucha teórica y la praxis económica y política, para Engels.

Los análisis de las relaciones de fuerzas muestran cuáles son los puntos de menor resistencia a los que pueden aplicarse con más fruto las fuerzas de la voluntad colectiva organizada, sugieren las operaciones tácticas inmediatas, indican cómo se puede plantear mejor una campaña de agitación política, qué lenguaje será mejor comprendido por las muchedumbres, etc. Se trata de la inserción del análisis de coyuntura en un campo de luchas.

El elemento decisivo de toda situación política, es la fuerza permanentemente organizada y predispuesta desde mucho tiempo antes (planificación estratégica de situaciones) para actuar en una situación estratégica determinada, fuerza social y política que puede ser lanzada hacia adelante cuando se juzga que una situación es favorable ("y será favorable sólo en la medida en que exista una fuerza así y esté llena de ardor combativo").

Por eso la tarea esencial, como también lo afirmó Engels, consiste en curarse sistemáticamente y pacientemente de formar, desarrollar, homogeneizar cada vez más y hacer cada vez más compacta y consciente a un agrupamiento organizado de combatientes políticos: un movimiento político con sea resultado ascendente de multiformes movimientos sociales, con una sólida columna vertebral: los trabajadores y trabajadoras; que tenga claridad en la lucha teórica, en la lucha económica, en la lucha política, y en la lucha político-militar, si fuera también el caso.

Esta es la diferencia entre un partido de militantes que arrastra tras de sí la participación y movilización de multitudes, y un partido de retazos multiclasistas o de burócratas con clientelas electorales.

Finaliza Gramsci tan importante escrito con lo siguiente:

"Los grandes Estados han sido grandes precisamente porque estaban en cualquier momento preparados para intervenir eficazmente en las coyunturas internacionales favorables, y éstas eran favorables para ellos porque los grandes Estados tenían la posibilidad concreta de insertarse eficazmente en ellas."

Quiere decir, que cuando una coyuntura internacional es desfavorable, es también porque un Estado no estaba preparado o capacitado adecuadamente para ejercer la posibilidad concreta de insertarse eficazmente en ella. No es una fatalidad o una predestinación, sino la manifestación de una debilidad político-económica, de voluntades y capacidades.

V.- ALGUNAS CONCLUSIONES PROVISIONALES

Leyendo a Engels y a Gramsci podemos decir que no hay ámbito de la realidad histórica ni política que no requiera entonces de los esfuerzos por elucidaciones teóricas, incluso en las propias esferas de las ciencias, técnicas, humanidades y las artes. Despreciar aquella "lucha teórica", es dejar cortas de mira a la "lucha política" y a la "lucha económica", para no hablar de todos los ámbitos enumerados.

Lo que plantean Engels y Gramsci es suficientemente claro para la "lucha ideológico-teórica": La investigación teórica con compromiso militante implica potenciar el movimiento del bloque social-popular, lo que no significa subordinación mecánica alguna a imperativos inmediatos y circunstanciales de cualquier aparato político, o realizar la tarea de propaganda difusiva (como ocurre en las agrupaciones políticas articuladas a la tradición del marxismo soviético y sus derivaciones).

Basta referir a los lectores a tal documento de Engels, para que indaguen su contenido y contexto histórico:

"Sobre todo los jefes deberán instruirse cada vez más en todas las cuestiones teóricas, desembarazarse cada vez más de la influencia de la fraseología tradicional, propia de la vieja concepción del mundo, y tener siempre presente que el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir, que se le estudie."

Engels dice claramente: "el socialismo desde que se ha hecho ciencia, exige que se le estudie, es una nueva concepción del mundo".

¿Qué podemos decir de tal afirmación en pleno siglo XXI?

Hay en Engels una contraposición entre vieja concepción del mundo, y lo que Gramsci denominará luego, una reforma intelectual y moral que da paso a una nueva concepción del mundo.

Decir "reforma intelectual y moral"; frase extraída de Renan en el universo de discurso de Gramsci no implicaba un cambio gatopardiano, significaba alteración, transfiguración y mutación de principios y fundamentos conceptuales.

Si gustan las complejidades verbales: transformación de los principios "ontológico-epistemológicos" de una concepción del mundo. Quiere decir, resolver las siguientes cuestiones: ¿Qué conocemos? ¿Cómo lo conocemos?, junto con: ¿Qué transformamos? ¿Cómo lo transformamos? ¿Es posible cortar-romper con la opacidad ideológica, con la doxa que prevalece en la "inmediatez"?

En la última entrega nos concentraremos en los aportes del archivo Marx-Engels para intentar dar respuesta a algunos aspectos de estas candentes cuestiones. También la investigación teórica es parte de la aquella lucha teórica.

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