El Legado Político de Carlos Lanz: La Democracia Protagónica

Domingo, 10/07/2022 10:03 PM

El Legado Político de Carlos Lanz: La Democracia Protagónica

Roberto López Sánchez

Conocí a Carlos Lanz en 1982 en el Cuartel San Carlos, cuando visité a mi hermano Carlos que estaba detenido allí acusado de rebelión militar. Luego de eso pasé a la clandestinidad y no volví a verlo hasta 1989, en los pasillos de la UCV. En esa oportunidad fue que pudimos tener por primera vez una conversación política. Me causó muy buena impresión su sencillez, en medio de un discurso que se mostraba como muy coherente pero que no presumía de verdad absoluta. Yo venía saliendo de once años de militancia en Bandera Roja y allí estaba cansado de ver a "cuadros" políticos que se expresaban como dueños de la verdad y conocedores de todo, cuando en términos estrictos eran personajes considerablemente precarios en lo teórico y muy mal sistematizadores de sus propias experiencias en la lucha armada.

Aunque no conozco en detalle cómo fue la evolución del pensamiento político de Carlos Lanz, deduzco que durante su última estadía en el San Carlos (1976-1985) evolucionó hacia una perspectiva teórica ubicada en el marxismo crítico (Gramsci, Lukács, Luxemburgo, etc.). En más de un momento de los últimos 30 años, le escuché presentarse como "marxista gramsciano".

Cuando Carlos Lanz sale de la cárcel en 1985, constituye, entre otros, con algunos camaradas que provenían de Bandera Roja, como Roland Denis y Luis Villafaña, el grupo conocido como Desobediencia Popular, y comienzan a editar una revista teórica muy importante, Cuadernos para el Debate – Ediciones Primera Línea. En esa segunda mitad de los 80 los llamados "desobedientes" van a estremecer todos los dogmas teóricos tanto de la izquierda foquista como de la izquierda reformista. A través de esa revista se expone una visión del marxismo que se integraba histórica y culturalmente con la realidad de los pueblos latinoamericanos, incorporando visiones indigenistas, afroamericanas y bolivarianas, además de integrar la crítica que desde el marxismo europeo se había realizado por más de medio siglo a la experiencia de la URSS y demás países "comunistas".

El aporte que considero fundamental en este campo de la teoría de la revolución para Venezuela y toda Latinoamérica, fue la propuesta de una Nueva Cultura Política, expresada a partir de la Democracia de la Calle, que se expresó en las protestas populares que en toda Venezuela se generalizaron a partir de 1987 (del estallido estudiantil conocido como el "marzo merideño").

Ante la ampliación de la lucha de clases como respuesta a los paquetazos neoliberales que se sucedían en toda Latinoamérica, Carlos Lanz y el grupo Desobediencia Popular introdujeron el debate sobre qué tipo de democracia es la que figura como objetivo de los procesos de transformación social empujados por las movilizaciones populares. En ese debate se fortaleció la democracia participativa o democracia de la calle como el paradigma político-organizativo enarbolado por los movimientos sociales que enfrentaban en toda Latinoamérica los paquetes económicos neoliberales impuestos por el Fondo Monetario Internacional.

En agosto de 1988, unos meses antes del estallido social del Caracazo, "Desobediencia Popular"[i] postulaba la Democracia de la Calle como "la necesidad de gestar un hombre, una clase, un pueblo, verdaderamente participativo y crítico…que pugna por ejercitar a los sectores populares en el papel de protagonistas fundamentales de la hora actual y de los tiempos subsiguientes, no como respuesta a la crisis política vigente, sino más bien como superación del orden que alimenta y estimula la misma" (Cuadernos para el Debate, 1988: 74).

Carlos Lanz publicó en febrero de 1998 un folleto (Propuesta de Nueva Cultura Política) que resumía todo ese programa político de Desobediencia Popular de los años 80 y 90, cuestionando la llamada "partidocracia" (hegemonía de los partidos políticos) y sometiendo a la crítica las concepciones tradicionales de la izquierda, en la cual predominaban postulados burocrático-paternalistas vinculados a la división social del trabajo (separación de las tareas intelectuales y manuales, contradicción teoría-práctica, divorcio sujeto-objeto, etc.), se confrontaba con el monopolio y la jerarquía del saber propio de las vanguardias autoproclamadas, con conceptos como "el partido educa a las masas", con el verticalismo, las órdenes inapelables, el control de la opinión, la distorsión comunicativa, la centralización en lo organizativo.

Desobediencia, que cambió su nombre en los 90 a Proyecto Nuestra América, enarboló esa Nueva Cultura Política, que combatía la enajenación de los activistas, realizando propuestas que evitaran la concentración del poder de decisión en pocas manos. Al reivindicar que "todos somos políticos", criticaron a la partidización y el estatismo que sustituían el interés general por el interés particular, que confundía partidismo con política y despolitizaba a la sociedad civil. Apuntaron a redefinir la política con nuevas estrategias participativas, que impidiera que los asuntos públicos siguieran estando en manos de burócratas y cogollos partidistas que monopolizaban el poder. Buscaban convertir a la política en una práctica digna y pertinente para la comunidad organizada.

El Proyecto Nuestra América reivindicó la herencia histórica de la democracia obrera[ii] (elección directa de todos los cargos; rendición de cuenta; revocatoria del mandato) y las nuevas demandas de una política antiburocrática (rotación de los cargos, delegación funcional, libre juego de las ideas, democracia del saber). En base a estos principios de organización se buscaba el control sobre la delegación del poder y salvaguardar la soberanía política del pueblo.

En términos históricos, el Proyecto Nuestra América fue la primera fuerza política que postuló la Democracia Participativa y Protagónica como nuevo proyecto republicano ante la crisis que vivía el modelo puntofijista, crisis agudizada a partir del Caracazo en febrero de 1989. En esta formulación teórica tuvo un rol muy destacado Carlos Lanz, junto a otros dirigentes de Desobediencia Popular.

Algunos de estos principios de la democracia de la calle, como el referéndum popular, la revocatoria del mandato y la rotación en los cargos, fueron recogidos en artículos de la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela aprobada en 1999 (artículos 70 al 74, 95). Pero las formas de representación política asumidas por las nuevas constituciones surgidas de los procesos constituyentes en Venezuela, Ecuador y Bolivia continuaron mediadas por los partidos políticos, dándole continuidad en este aspecto a la vieja representatividad partidista de las democracias liberales occidentales.

La Democracia de la Calle, expresada en la rebelión popular de El Caracazo, y formulada luego como Democracia Participativa y Protagónica, inspiró el proceso constituyente que se vivió en Venezuela en 1999, aunque como ya dijimos, sus postulados no fueron integrados totalmente a la nueva constitución, resultando un híbrido que finalmente ha permitido la continuidad del viejo modelo partidocrático que originalmente se había criticado. Específicamente, la representación mediante partidos políticos era uno de los aspectos claves que debían suprimirse al avanzar a una democracia realmente participativa.

La democracia participativa, implica la desaparición de la "política" como una esfera para la actuación de especialistas (desaparición de los políticos profesionales), lo que Marx llamó la "reabsorción de la sociedad política en la sociedad civil"; lo cual involucra regresar la política a los ciudadanos, incluye el convertir a la política en asunto de toda la sociedad, una sociedad politizada y no sólo de "especialistas". Sobre el concepto muy conocido de que toda especialización puede esconder un mecanismo de dominación. Esto no se opone a la existencia de partidos (pueden existir múltiples partidos como expresión de las múltiples propuestas ideológicas sobre la sociedad), sino a que los partidos ejerzan la "representación" de la sociedad, mediante la profesionalización de la política. La democracia participativa implica que un carpintero, con 30 años trabajando como carpintero, pueda ser electo como diputado, como alcalde, como presidente, sin ser "político profesional", y que después de haber ejercido esa "representación" (diputado, alcalde, presidente), pueda regresar tranquilamente a seguir trabajando como carpintero; (obviamente, esta es tan solo una de las formas de manifestación de la democracia participativa, ya hemos mencionado todo el resto de principios básicos de la misma). Estos principios de organización los recogió Marx de la experiencia de la Comuna de París, pero también fueron desarrollados y ejecutados en Latinoamérica en la revolución boliviana de 1952 (para colocar un solo ejemplo).

La democracia participativa y protagónica que postuló Carlos Lanz y el Proyecto Nuestra América (que a partir del 2002 pasó a denominarse Proyecto Nuestra América – Movimiento 13 de Abril), constituyó un programa revolucionario distanciado completamente del modelo leninista-estalinista predominante en la izquierda mundial, que parte de considerar la "necesidad" de un partido de vanguardia, para "dirigir" un proceso de transformación social.

La democracia de la calle se concibe como la acción organizada de los ciudadanos para asumir el poder político como "vanguardia colectiva", sin jefes autoproclamados y sin dirigentes eternos.

Recordamos aquí aspectos de la crítica al concepto de "partido dirigente" que los rusos deformaron hasta el extremo y terminaron creando una nueva clase social dominante que a través del partido controlaba el estado y la sociedad toda:

"Cuando examinamos la preeminencia de los ‘jefes’, especialistas y caudillos, o cuando condenamos los crímenes de la burocracia, la pedagogía paternalista, la manipulación informativa, hay que romper con la tradición acomodaticia que culpa de ello a Stalin u otros personajes, y no ubica que se trata del CONJUNTO DE RELACIONES SOCIALES, siendo importante entre ellas las diversas derivaciones de la división social del trabajo como relación SUPRAPERSONAL, la cual consagra la separación entre las tareas manuales e intelectuales, divide las tareas de dirección de las de ejecución, las cuales se expresan en la ESTRUCTURA ORGANIZATIVA, EN LAS FUNCIONES Y EN LOS CARGOS. La parcelación de la tarea, la jerarquía y el monopolio del saber, el control de las decisiones, la manipulación informativa, no se pueden combatir sólo con prédicas ‘morales’ o personificadas, sino que se requiere ubicar las prácticas sociales, las estructuras que le sirven de soporte y los sujetos sociales que las realizan. Esto no excusa las responsabilidades individuales…" (extraído del documento "Presupuestos teóricos y metodológicos de la organización alternativa", publicado por Carlos Lanz en 1992 con motivo del IV Seminario sobre el Proyecto 92, en el capítulo subtitulado: "Algunas precisiones teóricas e históricas en torno a los errores de las experiencias socialistas y sus implicaciones organizativas").

El Proyecto Nuestra América – Movimiento 13 de Abril, tuvo su último pleno nacional en enero de 2007, en Carora. A partir de allí una parte de sus miembros se integraron al PSUV y otros continuaron una militancia autónoma en diferentes movimientos sociales. En lo personal estuve en el Proyecto Nuestra América desde 1989 hasta 2007. En los últimos años, el respaldo que Carlos Lanz continuó dando al gobierno de Nicolás Maduro, que terminó imponiendo un programa político y económico totalmente alejado de lo propuesto en el proceso constituyente de 1999, nos alejó completamente, y no volví a verlo desde finales de 2014.

No obstante, en respeto a nuestra relación personal por tantas décadas, estuve estos dos años exigiendo que el Estado abordara la investigación sobre su desaparición. Mi opinión sobre la versión que ha dado el fiscal general el pasado 6 de julio, la aportaré en otro escrito.

Por ahora, reivindico estos aportes teóricos fundamentales que realizó Carlos Lanz en el marco de la intensa lucha de clases que se escenificó en Venezuela entre 1987 y 1999. Para la historia, el nombre de Carlos Lanz Rodríguez figura como uno de los dirigentes principales de esa enconada lucha social que desarrolló el pueblo venezolano desde las calles de toda Venezuela durante unos quince años, y que culminó con el proceso constituyente convocado por el presidente Chávez en 1999 y que permitió la aprobación del marco legal constitucional que, lamentablemente, hoy ha quedado como letra muerta por la acción de facto del gobierno de Maduro.

"En el 27 de febrero hubo un aprendizaje colectivo, que se hizo espontáneamente, que se hizo sin la conducción de nadie, que le probó a todos los malditos que siempre le han querido ponerle jefes a la gente, que es posible que la gente aprenda por sí misma, y que más que jefes lo que la gente necesita son grandes orientadores, grandes maestros que no solamente enseñen, sino aprendan…". Roland Denis. Dirigente de Desobediencia Popular y editor de la Revista Cuadernos para el Debate. Documental "Venezuela 27 de febrero, de la concertación al desconcierto". 1990.

Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 10 de julio de 2022

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[i] Desobediencia fue duramente reprimida por el Estado venezolano al ocurrir el Caracazo. Sus principales dirigentes fueron perseguidos, detenidos, torturados salvajemente, y pasados a tribunales militares. Entre los detenidos y torturados estaban Roland Denis, Yanco Verastegui y Sergio Rodríguez Yancen. Carlos Lanz Rodríguez, con auto de detención de un tribunal militar, logró evadir la persecución desde una obligada clandestinidad. La editorial Primera Línea fue asaltada por la Disip y todos sus equipos de reproducción fueron confiscados por el gobierno de Carlos Andrés Pérez.

[ii] Lecciones de democracia obrera que Carlos Marx sistematizó de la experiencia de la Comuna de París, en su obra "La Guerra Civil en Francia". 1871.

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