Earle Herrera y Luis Britto Garcìa, ironía, desasosiego, pesadumbre o virtud en nuestra “Potencia”

Jueves, 14/07/2022 01:00 PM

Hoy, lejos de haber amanecido “de bala”, como sí lo hizo tantas veces el Chino Valera Mora, por aquella mujer que conoció en el cafetín de la facultad, lo he hecho taciturno y deprimido, por haber recordado a Earle Herrera y su artículo “Potencia”, pero luego repotenciado por Luis Britto Garcìa y su “Venezuela Potencia”. A Earle como que no le gustaba llegásemos a ser potencia, pues estas lo son porque se fundamentan en la sumisión y explotación de otros. Para èl “el concepto "potencia" se me asociaba inmediatamente al de imperialismo, fuese yanqui o soviético, como lo tildaban los camaradas chinos de los tiempos de Mao y la revolución cultural. La palabra me remitía inmediatamente a otra: "satélites". Toda potencia seria, incluso las socialistas, debían tener sus países satélites.”

            Observe el lector, como Earle, se refiere a los chinos, pero “a los de los tiempos de Mao”.

            Es como natural, nada mágico, uno espere de un hombre de la altura de Earle Herrera, optar por el creacionismo de Vicente Huidobro, en lugar del pragmatismo y dogmatismo que parecen rodearle o mejor dicho que quisieran cercarle. Pues según èl, Cuando el sustantivo se adjetiva, languidece. Y el adjetivo, lo dijo Huidobro, cuando no da vida, mata.” Que parecen reproducirse, abrazar todo y todos como la enredadera, tanto que de repente uno mismo y eso puede haberle sucedido al poeta oriental, debe quitársela de encima aunque sea a manotazos. Por eso el repetitivo uso de palabras como socialismo, imperialismo, revolución parecen desgastadas. Pareció preferir, como nosotros, el hacer, según la libre interpretación que hicimos de su estado de pesadumbre y desasosiego al mismo tiempo, que ese adornarse; ahora, con esta palabra, recuerdo a Julio Cortázar en "La vuelta al día en ochenta mundos", con palabras y discursos que nada tienen que ver con el acontecer. Y si como dijo el propio Cortázar, si algo le faltó en su tiempo, a los escritores de nuestros países fue "naturalidad" y es eso "una de las pruebas del subdesarrollo".

            La vida transcurre frente a uno como ella es. No es como uno la imagina y espera que acontezca para atraparla y hacer con ella lo que dictan los sueños y hasta las buenas intenciones. Y un poeta o humano "no puede soportar tanta realidad", como dijo alguien que demandaba cuidado y sutileza en el lenguaje como Eliot. Y cuando un poeta como Earle Herrera, metido en la política, termina por hastiarse escuchando el discurso que no hace nada por transformar el mundo real, pudiera estallar aunque lo haga en ese sentido sutil e irónico de su artículo "Potencia".

https://www.aporrea.org/actualidad/a265389.html

            Pongamos atención a esa nada disimulada y creativa intención de Earle, con perdón suyo si esta vez digo algo indebido que hasta pudiera herirle, cuando cita a Bolívar en "El Manifiesto de Cartagena", en el cual el caraqueño inmenso "intentó", la palabra está escogida con la mayor sutileza que me permite mi bajo "rango", explicar las causas de la caída de la primera república. "Tuvimos filósofos por jefes, dialéctica por táctica, y sofistas por soldados". Y luego, el poeta, para acercarse más a uno, al simple mortal, usó aquella vieja y popular expresión, del lenguaje cotidiano, atribuida a Apeles, de "zapatero a tus zapatos". Es decir, no se puede poner a andar la maquinaria productiva con poetas, el sistema escolar con soñadores y hasta soñolientos y las escuelas de medicina con militares. Como tampoco se le puede hacer al pueblo revoluciones o cambios sustanciales sin tomarle en cuenta. No se trata de diagnosticar la realidad para regodearse en ella, hasta hastiarse, sino cambiarla y para esto habría que crear, a partir de ella, o para volver sobre Cortázar, ser bastante naturales, como entender que en eso el pueblo cuenta de primero.

           "Pertenezco a la estirpe de intelectuales aguafiestas, así nos llaman, difíciles para la lisonja y el aplauso", sentenció, aunque admitió que en eso no era ortodoxo y menos dogmático, de vez en cuando "bato palmas", y por lo menos, eso digo yo también, cuando lo cree necesario.

             Earle no estaba conforme y eso a mí me satisface, porque cómo puede uno, volviendo sobre Eliot y su apego al uso adecuado y pulido del lenguaje, no hartarse "de tanta realidad". ¿Y cómo callarse?

            Claro, Earle fue y es poeta, recuerdo que siendo muy jóvenes, creo que él más que yo, aunque no mucho, todavía en la escuela de periodismo, se ganó un premio municipal de poesía. Aún me veo parado en la parte de abajo de la escalinata de la UCV que lleva a la FCU, cuando me dieron la noticia y me alegré como si me lo hubiesen dado a mí, pese lo vi una sola vez en la vida, aquí en Barcelona, hace como unos 3 años atrás, a las puertas de la "Librería del Sur", en una esquina de la plaza Boyacá. Siendo lo que fue, buen poeta, supo decir las cosas bien, hasta las que le molestaban, tanto como para que quienes estaban dirigidas, si no le hacían caso, por lo menos sonriesen.

             Me gustó hasta su autocrítica, aunque no tuvo ella la vehemencia que muchos esperaban. Por eso citó a Eliot, para quien poema y prosa deben ser igualmente manejados con cuidado y esmero. Pese, según Earle, algunos camaradas le decían que aquellas, sus reflexiones, no debía "plantearlas en esos tiempos", él creía lo contrario, "debí escribirlas ayer".

              Le entiendo como se habrá sentido incómodo con demasiada realidad que el humano "no puede soportar" y la falta de "naturalidad" para abordarla y haber callado tanto tiempo. Aunque por respeto a él, debo admitir que lo hizo, tal como él mismo lo dijo, pero aquel barril de petróleo a 130 dólares, embriagó a todo el mundo, tanto que los piratas invadieron el barco, se llevaron hasta el ancla y nadie supo nada hasta tres días después.

           Volviendo como al principio, me refiero al artículo de Earle, lo de "Potencia", creo que debemos volvernos más humildes, poner los pies sobre la tierra y conformarnos con el hacer lo necesario para que el pueblo se sienta atendido y satisfecho. Y para eso, apelar a la naturalidad nuestra, en el lenguaje de Cortázar y al reconocimiento al derecho de la gente a ajustarse su propio traje.

            Pero para Luis Britto García, en “Venezuela Potencia”, en “Últimas Noticias”, del 9 de julio próximo pasado, ahora mismo, tal objetivo es necesario para redimirnos del tanto daño que nos han hecho y el venezolano disfrute de los recursos que le dio la naturaleza y ayude a los demás pueblos de América Latina dentro del pensamiento bolivariano, no para volverlos satélites como temía Earle; por eso dice,De hecho, sólo hay una manera de evitar que Venezuela se convierta en potencia: ahora que nuestra patria es el objetivo más rico, fuerte y codiciable del mundo: entregar todas sus zonas con recursos económicos, estratégicos o turísticos, a empresas extranjeras que no pagarán impuestos ni estarán sometidas a leyes ni tribunales nacionales ni estarán obligadas a respetar derechos sociales, laborales, sindicales ni ecológicos. Todos los capitales inmundos del planeta vendrán a la rebatiña de nuestros despojos. La principal organización política venezolana del siglo pasado tomó ese camino de remate en baratillo de activos públicos y pauperización de la ciudadanía. Ya sabemos lo que sucedió, y cuánto nos costó recuperarnos.

            El lector no debe pasar desapercibido que, al hablar de “la principal organización política venezolana del siglo pasado”, Britto alude a AD y menos a quienes se refiere o advierte no tomar “ese camino de remate en baratillo”.

https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/pare-de-sufrir/venezuela-potencia-2/

         A buen entendedor pocas palabras, Luis Britto García insiste en denunciar la Ley de ZEE como contrarias al interés nacional y propicia para que la historia del despojo se repita. Y en lugar de convertirnos en una  potencia, para el bien nuestro y el de América Latina y tantos pueblos más, como también hubiese gustado a Earle Herrera y no para someter a nuestros hermanos, volvamos a reponer nuestra vieja y decrépita historia, como quien repite la película.

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