De los garrafales errores de una izquierda “épica”, la que como la derecha privilegia violencia y división (IV)

Jueves, 18/08/2022 01:45 PM

"Hoy amanecí de bala", como dijera el poeta Valera Mora, "amanecí bien magní­ficamente bien todo arisco hoy no cambio un segundo de mi vida por una bandera roja". Y en esto, tiene valor el reciente triunfo del movimiento popular en Colombia.

Me puse a meditar, más ahora que estoy obligado a hacerlo para llenar mis vacíos, disipar los recuerdos que me entristecen, cuando estos se sobreponen a los bellos y alegres, lo que suele suceder, pues hay en ellos como una continuidad, unos van detrás de los otros de manera inevitable. Es como si para entristecerse hay que estar alegre y viceversa. Y por eso pensaba, ¿cómo hacerse hombre sin haber sido primero concebido en el vientre de una madre con la necesaria mediación del padre? Y luego vivir como niño e ir aprendiendo, o mejor, creciendo en todos los sentidos, hasta llegar a ser hombre. Sin obviar que en éste mucho habrá del niño y en veces hasta demás. Y como uno observa, sin muchos estudios, simplemente conviviendo con los seres vivos, como ese proceso, llamémoslo de crecimiento, lo envuelve todo y a todos. No hay en eso saltos. Y cuando uno llega a la escuela y medio estudia, se percata que las sociedades humanas, desde las primeras comunidades hasta hoy, han obedecido a un proceso, llamémoslo por convencionalismo, sin convicción absoluta, de crecimiento, similar al del hombre individual y colectivo.

Los actos de violencia, por esta misma, solo producen cambios formales, como que una casta o grupo dirigente, nación, individuo, se impone sobre otra y otros. Un dictador es derrocado para imponer a otro o una forma de gobierno menos rigurosa, represiva y hasta más condescendiente y permisiva con quienes se le oponen o piensan distinto, tanto que les permite agruparse, organizarse y opinar con libertad, con la ayuda de militares que a su vez dieron ese golpe y, en esta etapa de la vida, una forma de relación política y clase política dirigente se sobrepone a la otra en una relación nada distinta con la capitalista que sigue inalterable. Aunque también, poéticamente, así como se suele llamar al parto, al nacimiento de un nuevo ser vivo, pudiera serlo el proceso de cambio del estado de una fruta verde a madura y el de un modelo de sociedad a otro pese, aquel y éste, deban cumplir ciertos ritos, como esperar se den las condiciones y quedar sujetos al tiempo. Habrá un momento de cambio sustancial y definitivo, pese cueste percibirlo. Las palabras dialéctica y hasta movimiento, tengo la sospecha, algo tienen que ver con esto, no importa si uno piensa en Marx o Hegel. ¿Qué es entonces exactamente revolución o revolucionario? ¿Un hecho trascendente, un acontecimiento tan radical e imprevisible como la creación que sólo se dio en 7 días ó una suma de ellos, uno tras otros, más no como si fuesen siameses?

Recuerdo ahora como tantas veces a John Reed, "El Rojo" y sus "Diez días que conmovieron el mundo", lo que al final, aunque unos años después culminase todo aquello en el estalinismo, porque nunca la sociedad cambió, sólo mutó del capitalismo individual al del Estado y lo primero, más tarde, reapareció con más fuerza y poder, desde las entrañas de lo existente. Y todo el tiempo el poder individual se mantuvo intacto; para decirlo como ahora, nunca hubo lo "participativo y protagónico, sino lo viejo de "El Estado soy yo".

El modelo estalinista, fue un parto extraño. No nació niño o como en los árboles no apareció primero una incipiente forma, como una florecilla, sino nació hecho hombre o todo hombre o fruto ya maduro o casi, como en el árbol. No hubo experimentos, primeras plantaciones, ritos, formalidades, obligaciones, proceso natural, sino como por arte de magia o autoritarismo, se decidió que todo fuese de repente socialista. Y hasta se elaboran constituciones donde eso declaran, sin serlo si nos atenemos a las relaciones de producción y la estructura en general. Como si teniendo apenas 10 años y, en general, la conducta inherente a esa edad, me declaro o declaran mayor y con los rasgos todos propios de esa etapa de la vida humana, pero en la práctica sigo siendo el niño verdadero

Procediendo de acuerdo a lo anterior, siendo tales cosas imposibles, optaron por expropiar a todo el mundo, por un acto de fuerza y con ella misma a cada quien pusieron donde les pareció conveniente y eso lo llamaron socialista. Era una cosa como pegada con saliva de loro, pero con la fuerza del discurso y la amenaza. En Cuba parecieran repetir tal proceder, por lo que si uno lee las declaraciones del sociólogo cubano Frank García, percibe como que si todo vuelve a su lugar de origen porque así no era, como no fue en la URRSS. https://www.aporrea.org/ideologia/n375869.html

El niño declarado hombre siguió siendo lo que es y uno "no puede pedirle peras al horno".

El tránsito del socialismo al capitalismo, al margen de cualquier otra consideración, pareciera demandar pasar por un proceso de aprendizaje, cambios en la manera de relacionarse la gente, los trabajadores entre sí, la clase dirigente y hasta una nueva forma de relacionarse con los medios productivos, como cuidar de ellos, aprender a entenderlos como suyos, en una visión colectiva, no individual, bien internalizada y a distribuirse el producto del trabajo de manera que prevalezca el equilibrio, como que nadie se sienta subestimado o ajeno al estímulo necesario para rendir lo máximo y sentirse ganado a crecer. Lo que en un determinado momento, el Estado habrá de regular sin que sus decisiones contradigan o choquen con las decisiones del colectivo, guiado este por la realidad, la que no borra las diferencias por caprichos o sueños sin sustento. Por supuesto, esto implica que la vanguardia no crea el poder, la producción social son suyos y propicios para llevar una vida muelle. Y el Estado lejos de sentirse dueño, debe entender y habituarse a ceder control y autoridad plena, sólo juega el rol del arbitraje. Pero hay algo más, por la naturaleza del capitalismo y su predisposición o no dejarse vencer y menos ignorar por el vecino, parece saludable tomar en cuenta las relaciones con él, para hacer la vida por lo menos soportable. Y el vecino pueda no sea muy fuerte pero aliado y en connivencia con quien sí lo es. Pero tampoco es bueno que, para neutralizar a ese vecino, tengamos que postergar los sueños y, para ello someter a nuestra población a los más duros sacrificios hasta que el vecino y vecino del mío, terminen alguna vez en la vida siendo mis aliados.

El discurso, los gestos y disposiciones que esperan que, la buena fe y hasta la generosidad, "emerjan de inmediato", como el cambio mismo inventado, no bastan, pues no son tampoco los medios adecuados.

Violencia tiene muchos significados y diferentes formas de manejarla. Como que es violento pretender que la gente que ha vivido por años inmersa en el capitalismo y sus valores, hechos y realidades, dentro de los cuales nacieron, cambie de un día para otro porque el Estado así lo ha decidido. Asumir así la vida y las aspiraciones de cambio, engendran y reproducen más violencia y destrucción. El estalinismo fracasó y derivó en una dictadura o en lo fue, por creer que el cambio dependía de las decisiones que la "vanguardia", dicho así por cumplir ciertas formalidades, tomase a su libre antojo y pensar que las multitudes asumirían aquello automática y disciplinadamente; lo que en realidad fue una manera grotesca de manifestar desprecio y subestimación del movimiento popular y eso que llamamos participativo y protagónico, que es inherente, lo que es inherente a éste , que incluye a quienes pertenezcan o no al partido o tendencia que gobierne.

Violencia, fuerza, sustento, no son exactamente lo mismo. La fuerza y el sustento de la tecnología; el poder derivado de la organización popular que se despliega en lucha por sus conquistas, derechos y el inherente a la creatividad, reorganización de las fuerzas productivas en unas relaciones que impulsen un cambio, como una nueva distribución de los beneficios y un poder en el aparato estatal equilibrado dentro de lo que le corresponde, no siendo propietario, son otra cosa, que cualquiera, poéticamente pudiera llamar una nueva hegemonía, lo que no me gusta, pese lo haya planteado Gramsci, pues supone esta, la hegemonía, no igualdad sino sería la sustitución del poder de un grupo por otro. Aunque se supone, tendría una existencia transitoria, pero nunca darle el vulgar y extendido concepto de violencia, a eso que muchos le otorgan valor sustantivo, determinante en el cambio, sino un proceso paciente de asimilación. El fuego, con toda la violencia que encarna o comporta, es esencial para, como catalizador, impulsar muchos cambios, pero a sus anchas y libre albedrío sólo comporta destrucción. Es decir, el fuego puede ser o no violento. Es un catalizador que apresura, ayuda al cambio, pero pudiera ser violencia dependiendo como se le maneje o se desate.

La fuerza que hay en lo coercitivo, el poder del Estado, puede servir para darle sustento, valor y permanencia a los cambios habidos en la mente colectiva, maneras nuevas de relacionarse los pueblos, la sociedad nueva, pero no los engendra. Su fuerza sería para hacer el arbitraje en el cambio.

En Cumaná solíamos decir, "carburo no madura". Es decir, se le puede utilizar, como solían hacer los bodegueros, para apresurar un proceso similar o parecido a la maduración de esa fruta, por lo menos eso solía ver y percibir en mi barrio, pero estos nunca llegaban al estado ideal que se alcanzaba mediante el proceso natural. La falsa e impuesta madurada con carburo nunca alcanzaba la dulzura que le es inherente a los frutos y solían llenarlos de pelotas. De la misma manera, quizás, eso lo sabrán bien los psicólogos y psiquiatras, se puede "madurar" a un niño como con carburo, uno de esos métodos sería la violencia, pero tampoco sería mediante lo que demanda la sensatez, aprender y aprehender, viviendo con normalidad y particularmente observando, haciendo e incorporando todo aquello al ser humano que madura con normalidad y hasta esperando que pasen los años y estos hagan su trabajo dentro del modelo de sociedad y entre la gente, con su proceso cambiante inherente a la misma dentro del cual se vive y convive.

En "Un mundo Feliz", Aldous Huxley, nos mete en la "fantasía", de cómo los hombres se pueden reproducir en serie y de una vez determinado su rol, lo que no fue más que una visión irónica donde "la organización de la sociedad es determinada desde el nacimiento. El estado mundial manipula la reproducción para garantizar personas perfectamente adaptadas a su posición social, designados con letras del alfabeto griego, desde los Alfa, destinados a la dirigencia, hasta los Épsilon, diseñados para las tareas más peligrosas y repetitivas. Esta planificación de tipo genética se complementa mediante el condicionamiento por medio de la hipnopedia, la enseñanza durante el sueño, que inculca consignas y la educación."

Parte I https://www.aporrea.org/ideologia/a313897.html

Parte II https://www.aporrea.org/ideologia/a314127.html

Paarte III https://www.aporrea.org/trabajadores/a314385.html

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