De los garrafales errores de la izquierda, la que como la derecha privilegia violencia y división. Bolívar y Ponte (VI)

Viernes, 02/09/2022 03:32 PM

Persiste la idea que el socialismo es una tarea correspondiente a la voluntad de una vanguardia que accede al poder y logra aglutinar las fuerzas que sean necesarias, como fuerzas armadas y cierta cantidad de militancia para desempeñar cargos y hasta ejecutar ciertas tareas en la calle y poner en práctica un modelo, el mismo que ha fracasado en muchas partes, porque no tiene validez ni sentido dialéctico; lo que significa no están dadas las condiciones, como que las fuerzas productivas "no han alcanzado el desarrollo necesario"; en los obreros mismos prevalecen las ideas del capitalismo, lo que incluye la de la ganancia fácil, sin trabajar, como suele hacerlo mucho explotador y no hay el más mínimo índice de cultura colectivista, pese paralelo a ese discurso corra otro, hasta pronunciado por los mismos personajes, según el cual sólo el pueblo, las masas, son las llamadas a darle vida y forma a la nueva sociedad en un proceso creativo, de aprendizaje y adaptación de largo alcance y que emerge de la sociedad vieja, tal como una enredadera y va desarrollándose, tomando los espacios, lo que existe y sigue siendo necesario, hasta dejar lo viejo y agotado oculto, sin luz ni aire hasta hacerlo perecer.

Reconocimos que más que la habilidad de Betancourt, en aquellos momentos de fines de la década del cincuenta y comienzos de la del sesenta, por lo que al de Guatire se le reconocen grandes méritos y hasta se le llama falsamente "el padre de la democracia", lo que predominó fue la torpeza de la izquierda venezolana y el dejarse manipular por el injerencismo soviético a través de la dirigencia cubana. Si Betancourt logró que AD, la suya y el Pacto de Punto Fijo, subsistiesen por años y se mantuviesen en el poder y hasta impusiesen el programa de sustitución de importaciones, fue "ayudado" por los errores de la izquierda. El "Caracazo", con todas sus conocidas características, fue una muestra como la izquierda era un fantasma, una imagen difusa, una diezmada e inútil fuerza, llegada a eso a fuerza de cometer errores por sus malos análisis y predicciones.

En Venezuela, se tumbó a Pérez Jiménez, porque ya se le había convertido, como suele suceder en estos casos, en una pieza incómoda a los EEUU, acumulado una extendida y profunda inconformidad en el seno del ejército venezolano, pero también es bueno decirlo, uno que nunca ha sido en mucho parecido a los del resto de los países del continente, pese la ideologización de las agencias gringas que manejan esos asuntos. Pero también porque Betancourt, había logrado concebir, con su amigo Nelson Rockefeller, una nueva historia para Venezuela, tuvo una propuesta realizable aunque ello significase atar el país al modelo rentista.

Claro, es preciso y obligatoria admitir que, el PCV y la Juventud de AD, partido éste entonces dirigido por Simón Sáez Mérida, un joven que había heredado la visión que antes tuvo Leonardo Ruiz Pineda, de abandonar el aventurerismo, el terrorismo, la simple conspiración militar y en fin el vanguardismo que la izquierda de los 60 volverá a asumir, jugaron un rol fundamental el derrocamiento de Pérez Jiménez, al impulsar la lucha de los trabajadores y estudiantes en las calles para despertar al pueblo todo y darle ánimo y respaldo popular a la vanguardia militar que consumó el golpe militar del 23 de enero de 1958.

En este asunto, hay que abordar, aunque sea brevemente, el rol de la Junta Patriótica, organismo que si bien tuvo en verdad un rol por demás informal, un simple mecanismo de comunicación y publicitario entre las masas que se movilizaban en la calle bajo el control de la dirigencia juvenil del PCV y AD, las fuerzas armadas y eso que entonces solían llamar "las fuerzas vivas", al frente de la que entonces, el 23 de enero de 1958, apareció por azar Fabricio Ojeda, pues era un cargo rotativo, el cual el mencionado ejercía apenas desde unos pocos días atrás, tuvo mucha responsabilidad, como los partidos mismos, en lo de llamar a las masas a replegarse una vez caído Pérez Jiménez y asumido la Junta de gobierno. Es inadecuado y acomodaticio al hablar del 23 de enero y Fabricio Ojeda, por el interés de exaltar a éste y descalificar a la dirigencia política progresista, incluyendo a la de AD y el MIR, se haga recaer la culpa de la indecisión, inhibiciones y aplacamiento de la exaltación popular sólo a los partidos políticos.

Todos ellos, Pompeyo, máxima figura del PCV, quien hizo famoso el seudónimo de Santos Yorme, Simón Sáez Mérida, "el cabezón", Secretario General de AD, aun muy joven, tanto que Betancourt, cuando le conoció en el aeropuerto de Maiquetía, no podía imaginarse que fuese aquel muchacho quien dirigió en la última etapa clandestina, atendiendo a la línea que había implementado Leonardo Ruiz Pineda, contraria a la terrorista suya, como Fabricio Ojeda, son igualmente responsables de la línea trazada a partir del 23 de enero, la de replegar a las masas, apresurar un llamado a elecciones, sin que el movimiento popular aprovechase aquella contingencia para asegurar algunas conquistas. El 23 de enero, terminó en un fracaso y en eso, como los partidos vanguardias AD y el PCV, tuvo también gran responsabilidad la Junta Patriótica encabezada accidentalmente por Fabricio Ojeda.

No mucho tiempo después, unos meses apenas, los guerrilleros cubanos entraron triunfantes a La Habana. Batista también había caído en desgracia y el gobierno estadounidense, ayudó a aquel desenlace, porque nunca esperó que sucediesen los acontecimientos posteriores. Es elemental pensar que si EEUU entra en ese conflicto en favor de Batista, con la tenacidad y fuerza que ahora lo hace en cualquier parte y como antes, cuando impulsaba golpes de Estado a diestra y siniestra, difícilmente aquel grupo guerrillero hubiese tenido éxito y hasta posiblemente allí se hubiese producido un desenlace diferente. El gobierno de EEUU se hizo la ilusión, se equivocó, como suele hacerlo, o no imaginó lo que sucedería con posterioridad. Y lo acontecido posteriormente fue el resultado del ecumenismo sobre la dirigencia cubana de la Revolución Bolchevique que, pese el estalinismo y todo lo que eso significó y significa, seguía todavía siendo una referencia importante para la izquierda latinoamericana y las presiones de las viejas clases propietarias cubanas, emigradas a Estados Unidos y concentrados en Miami, que reclamaban y exigían su retorno en iguales condiciones.

Los golpes de Estado como los de Guatemala, para deshacerse de Jacobo Arbenz, la prolongación de "Chapita" Trujillo, los tantos golpes militares dados antes y después, como los derrocamientos de Bosch en dominicana y hasta de Allende, la invasión a Granada, hablan por sí solos, de la misma manera que instalaron y mantuvieron largas dictaduras en el sur, en Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay.

Por la experiencia vivida con Cuba, los gobiernos de Estados Unidos, hicieron todo lo posible para derrotar, hasta con la fuerzas de un ejército corrompido y desmoralizado como el de los Somoza, al movimiento guerrillero de la fuerza sandinista y, aún después, volvió por sus fueros con los "contras", para lo que logró hasta incorporar a combatientes antes contrarios a la vieja dictadura familiar. Sólo que el somocismo carecía del más mínimo apoyo popular por la inmoralidad que todo representaba, tanto que sus gobernantes eran unos simples capataces al servicio del gobierno de EEUU. No es mala idea, recomendar, por mis gustos por la literatura, leer la excelente novela de Sergio Ramírez, ex presidente nicaragüense, en el primer gobierno de Daniel Ortega, con el título, tomado de un poema de Rubén Darío, quien es uno de los personajes en la misma, ¿Margarita, está linda la mar?, una buena referencia, dado que ahora Ramírez, hace oposición el gobierno de Nicaragua y está en buenas pases con el gobierno del país donde vive, EEUU.

El rompimiento del nuevo gobierno cubano con Estados Unidos en tenso momento de la guerra fría y la manifiesta disposición de la URRSS a "prestarle apoyo incondicional y por demás generoso" a aquél, en el mismo momento que se empezó a implantar el bloqueo a la isla y se desarrollaban los movimientos de liberación y contra el racismo en África, convirtió en nosotros, por efecto ecuménico, a Cuba, los cubanos y su "exitosa" forma de lucha, en el ideal para "hacer una revolución y cambiar la sociedad", porque dimos por un hecho que allá, eso se estaba produciendo, de acuerdo a los ideales del marxismo y todo lo bello y poético que implica el sueño socialista. Todo lo que en la URRSS, bajo el mandato de Stalin, más por desconocimiento nuestro que por otra cosa, nos parecía lo más parecido a nuestro sueño. Y juzgamos a nuestro ejército como si fuese el de Batista o de Somoza, uno de invasión, contrario a los ideales nacionales, hasta al bolivianismo mismo, al cual había que destruir. Y hasta más que el sentimiento, por supuesto la realidad, prevalecía la fórmula impuesta desde afuera.

En los finales de la década del 50, gran parte de la del 60, del siglo pasado, entre los "revolucionarios", prevalecía la idea que Bolívar "era una antorcha apagada", esa era la frase que se usaba. Para aquellos tiempos, el costoso error de Marx, implícito en la obra "Bolívar y Ponte", donde el genial pensador alemán concibió un Bolívar absolutamente equivocado y contrario a la dialéctica misma, a su propio pensamiento, dentro de la izquierda se le daba un enorme valor. Y fue este, otro "garrafal error de la izquierda".

Nota : Las partes del I al VI, pueden leerse siguiendo estos enlaces:

Parte I: https://www.aporrea.org/ideologia/a313897.html

Parte II: https://www.aporrea.org/ideologia/a314127.html

Parte III: https://www.aporrea.org/trabajadores/a314385.html

Parte IV: https://www.aporrea.org/ideologia/a314876.html

Parte V: https://www.aporrea.org/ideologia/a314998.html

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