Los conceptos de dictadura del proletariado o de hegemonía de Gramsci, suponen que, tal forma de gobierno o concepto de Estado, la ejerce el proletariado y para decirlo a nuestro gusto, los trabajadores. El término de hegemonía en Gramsci particularmente, supone un proceso de cambios, concebidos, madurados, puestos en práctica y aceptación colectiva, tanto en lo económico, relaciones de producción, como en lo cultural. Pienso ahora, en el emerger de los artesanos, sus talleres y hasta sus aprendices y trabajadores, lo que no fue creado por Estado alguno, más bien nacido como en paralelo, dentro del modelo dominante y hasta "misteriosamente", en las villas, fuera de los feudos y control de los amos que llevó al capitalismo y la "dictadura burguesa". La dictadura o hegemonía, después que la maduración la haya hecho posible y no impuesta, supone sólo una transitoriedad y un período dinámico de cambios, pues ella se genera para la construcción de una sociedad que, disolviendo la propiedad privada sobre los medios de producción, habiendo nacido y con bríos nuevas relaciones, generaría un ambiente de igualdad relativa y de libertad, contrario al habitual concepto de dictadura y la hegemonía, vistas las cosas desde la perspectiva o experiencia del capitalismo y la sociedad de clases.
Pues la dictadura y la hegemonía suponen un ejercicio del poder, mediante distintos organismos, en el cual el pueblo, los trabajadores, a través de mecanismos muy ágiles, cristalinos, respetados y "escuchados", disponen lo que haya que hacer, de manera que siendo así, la existencia y procederes sujetos a tal cosa que, hasta disolverían al viejo Estado o la dictadura misma, que, como las relaciones capitalistas se hace inservibles. Salvo que el Estado, en manos de un grupo burocratizado, opere como si fuesen las masas, el pueblo, los trabajadores todos, lo que implica restarle a ese universo su derecho sobre los medios de producción y todo lo que eso implica. Lo que en definitiva significa quedarse en la misma dictadura y hasta con consecuencias más graves. Justo lo que ha sucedido en todos los ensayos conocidos.
Pero antes de continuar quiero dejar algo claro, no voy a apelar a nadie, pues quienes esto lean, saben del proceder de tal razonamiento. Eso sólo es posible "cuando se haya alcanzado el mayor, más alto desarrollo de las fuerzas productivas". Y esto implica también, los valores culturales del hombre: Y este nivel de cambio estructural y humano, no es un asunto de fuerza y violencia, sino de convivencia en la especie humana que observa, genera nuevas formas a las cuales la vanguardia no puede ignorar. Por medio de la violencia, no se puede cambiar a un trabajador analfabeta o no; a uno impregnado de los valores del capitalismo, partidario de una opción diferente. Podrían obligarlo a fingir, pero no hacerlo distinto, tanto como para emprender las tareas del cambio.
En todo caso, la vanguardia dirigente, el partido o partidos habiendo accedido al manejo del Estado, están también, inevitablemente sujetos y hasta determinados, por las relaciones de producción y la cultura prevaleciente. Es eso una particularidad de la lucha de clases. Que si no se cambia en función de los intereses y la cultura correspondiente al todo, seguirán como al inicio y terminarán frustrados y actuando en contrario de los fines antes previstos.
Pese Marx haya hablado de un Estado de transición, durante el cual el Estado asume el control de la propiedad, la palabra misma, transición, define claramente unas circunstancias y un tiempo; esas circunstancias no son ajenas al modelo existente, contra el cual se luchará por cambiar y el tiempo, indeterminado, estará sujeto a muchas circunstancias hasta imprevistas. Pero también define que ese Estado, actuará de conformidad a los intereses de la nueva clase que asume la hegemonía, en función de la construcción colectiva de unas relaciones de producción diferentes. No obstante, el proceso de cambio debe dar muestras que quienes ejercen el rol de dirigentes, actúan en función de los intereses de la nueva clase hegemónica y atendiendo exclusivamente a sus reclamos y, en consecuencia, produciendo cambios que den muestras sin duda, que se marcha hacia el socialismo y no eternizarse en el capitalismo de Estado, en la dirigencia de una casta burocrática que se atornilla y quiere quedarse bajo el control.
Una vanguardia, dicho así para darle valor moral al asunto, y no una casta burocrática, que asume el Estado, pues eso sería inevitable y necesario, no debe hacerlo sobre la base de sus particulares intereses y concepciones individuales y grupales, que en buena medida, están influidas por la cultura prevaleciente en el modelo a sustituir. Pues si así fuese, como ha solido suceder, no se trataría de una "dictadura del proletariado" y tampoco una hegemonía de la misma clase, sino de una vanguardia, un grupo de individuos que manejan los recursos públicos; en esta caso me refiero de manera específica a los capitalismos de Estado.
Por eso, en esto entra en el asunto, lo que en nuestra constitución, la bolivariana, se llama "lo participativo y protagónico"; lo que tampoco está referido a una mera formalidad sino al hecho que los trabajadores y la gente toda, porque en la sociedad los partidarios y potenciales partidarios del cambio están más allá del concepto de "proletariado", definido en función del trabajador fabril. Es decir, desplegar toda una organización que empieza en el partido o los partidos por el cambio, que pudieran ser todos, pues el movimiento es constante, el hoy es distinto al ayer, para que la vanguardia no sea más que un ejecutor de lo que el colectivo decide. Porque solo será posible el cambio verdadero, si en él va recogido, expresado el deseo, las aspiraciones, creaciones, construcciones, planes desarrollados y la disposición de la determinante mayoría. No se trata de atropellar a nadie, reprimirla, sino suplantar el modelo existente por uno nuevo, creado en base al trabajo común y la aceptación colectiva. El pueblo acuerda, formula, construye, acoge, a aprueba, hasta la maceración completa y el Estado va recogiendo aquello, dándole forma en la legalidad, por lo coercitivo.
Entender que una vanguardia tiene el derecho y la certeza de imponer cambios, lo que implica el riesgo de no ser aceptados racionalmente y menos ser asumidos en la práctica y acción por el colectivo, supone exponerse al fracaso y correr el riesgo de volverse autoritaria, pese no haya ese sido su deseo.
En el lenguaje coloquial solemos decir, "el ojo del amo engorda al caballo", cualquiera pudiera pensar y hasta decir que tal expresión, de hecho, tiene una connotación capitalista o asociada a la propiedad privada, pero poéticamente va más allá de eso. Tanto que pudiera a aplicarse, sin esfuerzo alguno al tema que tratamos, pues la propiedad que se asigna al Estado, está sujeta a la transitoriedad, dentro del modelo aún capitalista, dado que este no es la clase proletaria o trabajadora y menos de la que emana la producción de riqueza. Pero éste, el Estado, está en la obligación de convertir aquella propiedad, en una relación socialista, en la medida que el amo dicta, sugiere las normas y procedimientos para engordar al caballo, donde los trabajadores manejen las empresas y decidan allí cómo criar al caballo; el proceso productivo todo en función del interés común, cuidando los particulares de la empresa socializada, para que no quiebre ni decaiga y menos sea objeto de decisiones individuales o grupales como la corrupción y la apropiación particular indebida o sujeta a decisiones del Estado, actuando como propietario o dueño, que la afecten. Como destinar los fondos o recursos de la empresa para fines distintos a ella, disponer de lo que queda después de su contribución con el Estado prevista en las leyes, habiendo un presupuesto nacional y terminar dejando a la empresa sin materia prima ni recursos de otra naturaleza, porqué quien tomó la decisión, desde arriba, eso le trae sin cuidado. Él no es el amo del caballo, sólo es un burócrata que tapa un hueco con lo primero que se le ocurra o halle a mano, por no haber hecho previsiones presupuestarias y disponer como si fuese propietario.
La circunstancia que el proceso hacia la hegemonía ponga en manos del Estado la propiedad transitoria de los medios de producción, lo hace con la finalidad que éste, dirigido y ordenado por el colectivo, según el aprendizaje, paulatinamente la transfiera, en la medida se vayan dando las condiciones materiales y culturales, a la clase, en forma de organización o distribución socialista. No se trataría, de ser todo ese sueño posible, como se ha venido practicando, lo que ha llevado a fracasos y quiebras dolorosas y hasta frustraciones colectivas, que la vanguardia o la casta burocrática se asuma como eterna propietaria. En Cuba se suele decir, "ellos", hablando de quienes dirigen, "hacen las veces que nos pagan y nosotros que trabajamos".
He leído a alguien en las redes, con unos enormes pergaminos, decir en un artículo, que sólo mediante la violencia es posible construir el socialismo. Es decir, el personaje de marras, a esta altura, pese todo lo sucedido, insiste en lo mismo. Hace un balance, para justificar su posición o mejor lo que cree una alternativa novedosa e infalible, de las experiencias de Ecuador, Chile, Chile, Perú. Donde, pese los triunfos electorales nada significativo, se ha alcanzado. No tengo idea exacta, como ha podido él determinar la intimidad de esos procesos, para hacer afirmación tan contundente. Pues cree, dentro de su oscura ortodoxia, que en esos países, estarían dadas todas las condiciones para transformar el modelo a socialista, sólo falta como "un ingrediente de violencia".
Para él nada importante estaría ocurriendo y menos para crear bases para un cambio sustantivo que al cuadro ya existente en Latinoamérica y el mundo, cuando la hegemonía capitalista declina, se le agreguen los triunfos de Petro en Colombia y Lula, en Brasil. Eso habría que desbaratarlo porque es un esfuerzo inútil. Es este pensamiento de "intelectuales", de esos que citan a Marx, destacando la edición de los libros, años y páginas, formalidades de la academia, un volver al pensamiento izquierdista de la década del 60, y más atrás, a los tiempos del estalinismo, que nada bueno dejó y si un movimiento popular destruido y las vanguardias de la izquierda atomizadas.
El personaje citado acude a Marx para apoyar su formulación y nos trae lo siguiente; "Como dijera Marx, sin cortapisas, dando paso al pensamiento revolucionario: "No se trata de reformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva".
https://www.aporrea.org/ideologia/a312920.html
El verbo abolir en castellano significa "suspender o dejar sin vigor una ley o una costumbre mediante una disposición legal".
Es dudoso que Marx, de pensamiento dialéctico, creyese en ese como mágico, contingente, recurso de abolir, que pese sea por efecto de un acto legal, lo es coercitivo y violento, sin tener absolutamente nada en la mano para hacer la respectiva sustitución. Alguien dijo una vez, creo habérselo leído a Domingo Alberto Rangel, que el nacimiento y el socialismo lo es, el aparecerse a la vida, es un acto violento. Si se le pregunta a médicos y enfermeras y por supuesto a las parturientas, eso confirmarían, pero el nacimiento, el parto, es la expulsión de una nuevo ser viviente que antes, con paciencia, se ha engendrado en el seno materno y ya ha llegado al estado de salir a jugar su rol en la vida. El acto de abolir que, por la existencia de una forma nueva, saludable y probadamente en ascenso, tanto tiende a imponerse en las relaciones, sería por la ley, emanada del Estado y lo coercitivo que, en este caso implica el acto violento. No por disparos de cañones, menos por relámpagos, como espera Toby Valderrama o destrucción de lo existente como Coloussi, tiros débiles y gimientes de fusiles manejados por barbudos. Pues "establecer una sociedad nueva", no es traerse una hecha e implantarla en los espacios abandonados, solitarios y destruidos, sino construirla dentro de la vieja o paralela a ella atendiendo a la realidad y dialéctica.
Parte I: https://www.aporrea.org/ideologia/a313897.html
Parte II: https://www.aporrea.org/ideologia/a314127.html
Parte III: https://www.aporrea.org/trabajadores/a314385.html
Parte IV: https://www.aporrea.org/ideologia/a314876.html
Parte V: https://www.aporrea.org/ideologia/a314998.html
Parte VI: https://www.aporrea.org/ideologia/a315293.html
Parte VII: https://www.aporrea.org/actualidad/a315527.html
Parte VIII: https://www.aporrea.org/ideologia/a315971.html