¿Qué diría Chávez de todo esto? Esta es una pregunta que a mucha gente asalta con frecuencia. Ayer, por lo de Lacava y sus figuras asociadas a la superioridad del capital y las multinacionales, aquellas contra las cuales Julio Cortázar creó su Fantomas, William Castillo calificó al gobernador de Carabobo de "pueril y dependiente del Big data".
No cuesta nada concluir, con el permiso de Castillo, que lo llamó ignorante y sujeto a la cultura del imperialismo, por lo que también remarca su intención de ideologizar en ese sentido. Y esto no es nuevo, ese personaje lleva mucho tiempo con lo del Conde Drácula, como emblema de su proceder ideologizante para aterrorizar, forjarse la figura de superhéroe que ahora, al fin, exhibe. Esto tiene mucho sentido o relación con el hecho sorprendente que alguien, no sé quién, le asomó como candidato para sustituir a Maduro. ¿Qué diría Chávez? Sería la última vaina que al Comandante le echaran.
Y es digno de mencionar como María Gabriela Chávez, quien había permanecido silenciosa todo este tiempo, pese las persistentes y abundantes difamaciones de las cuales es víctima, esta vez protestó, yo diría sin duda que, con contundencia, por el asqueroso uso que se hizo de la figura de su padre. Bien sabe ella que, por su formación cultural, el comandante, no hubiese aceptado que le ridiculizaran de esa manera y menos le asociasen a esos símbolos del poder imperial para, como dice Castillo de Lacava, "ideologizar en favor del enemigo".
He observado que si algo o alguien encarna todo lo contrario a Chávez es Lacava, por su manera de hacer política, desbordándose en mal gusto, ramplonería, exhibicionismo, visión contraria a la del comandante y una ordinariez poco común, pese según lo que he leído, procede de familia muy "acomodada".
Nunca he podido explicarme por qué Lacava en el Psuv, el partido de Chávez, hace función de dirigente. Pudiera explicarme sea uno de esos mal llamados "burgueses revolucionarios", recostados al poder para hacer negocios, pero no en ese rol que juega en el que, para desgracia del movimiento popular carabobeño, ha alcanzado "éxitos", justamente por ese rol de ideologizar y, hasta en veces, de payaso que desempeña.
Buena gente del gobierno, desde que Enrique Dussel, vino aquí y "puso su huevito" o habló de la descolonización, ha estado empeñada en la tarea de hacer lo que se pueda y cree o interpreta en función de eso.
Pero sucede, esa es una de las debilidades que he percibido en Dussel, que descolonizar es como poner nuestro esfuerzo todo, es deshacernos de cuanto tenga tufo a la colonización y los colonizadores, en nuestro caso lo español, lo que sería toda la herencia cultural, sin exclusiones. Como un hacer tabla rasa, obviando que de aquellos elementos o herencia de la vieja cultura española que uno heredó o la sociedad toda, están en todas partes. Pues hay mucho de cierto en lo dicho por J.M. Briceño Guerrero, citado por Ludovico Silva en "La identificación americana con la Europa segunda", y con lo que en buena parte éste se muestra de acuerdo, "Al observarnos a nosotros mismos para reconocernos y saber quiénes somos, salta a la vista que somos europeos. Lengua y vestidos, religión y arquitectura, arte, instituciones políticas, escuela y cementerio dan testimonio inequívoco de nuestra pertenencia al ámbito cultural europeo". Acerca de eso dijo Ludovico, "De acuerdo, pero esto debe matizarse" y agrega, "sin embargo. Yo creo que desde el principio el autor hubiera debido hablarnos de nuestro mestizaje".
Las dos propuestas son acertadas. Pues sin duda, somos un pueblo, una cultura mestiza. Hay de lo español, de lo Europeo en casi todo y de los pueblos originarios.
De la colonización nació un mestizaje en todos los espacios y ámbitos de la vida, lengua, cocina, hasta el caminar, cultura en general y continuó luego con la llegada de oleadas de seres humanos de espacios distintos a la vieja España, sobre todo cuando en Europa, los civilizados se cayeron a bombas y terminó EEUU cayéndoles encima y luego aquí brotó a borbotones el oro negro. De donde descolonizar no sería como un hacer borrón y cuenta nueva, volver a las etnias originarias. Pese eso pareciera interpretar alguna gente. Un volver a la vieja cultura de nuestros pueblos originarios, particularmente venezolanos, mayormente recolectores y nómadas.
No siendo así, entonces no tendríamos que renunciar tampoco a la urbanización y arquitectura colonial que heredamos, en buena medida hermosa, de lo que bien suele hablar mi amigo, paisano y colega de esta página Marín Lista.
Eso de cambiar a fenómeno geográficos, espacios, que resultaron de la colonización y pervivieron en la medida que se profundizaba el mestizaje, lo que implica que llegamos a internalizarlos tanto que, resulta difícil aceptar de manera racional y definitiva ciertos cambios, por eso y por lo intrascendente. Seguro que en Caracas, pese el empeño oficial, buena parte, sino la mayoría, de la gente, sin que esto lo determine la política y la polarización, sigue llamando al hermoso cerro caraqueño El Ávila. ¿Cómo nos sentiríamos los cumaneses de muchas generaciones, hasta llegar a las vieja donde me cuento, si al río de mi niñez, del pasarlo de "banda a banda" en tiempos de crecidas y recoger los frutos que la corriente traía de allá arriba, le cambiasen el nombre Manzanares para ponerle otro, solo porque por Madrid pasa uno con ese nombre?
Porque descolonizar no es eso. Quienes seria, sensatamente, hablan de eso se refieren a prácticas, acciones, que pese el tiempo transcurrido siguen perviviendo y hasta se reforzaron con el paso del tiempo. Se imbricaron dentro del modelo capitalista, porque le sirve de manera perfecta o este se fundamentó en ellas para crecer y desarrollarse. El imperialismo emerge de las prácticas del modelo mercantil de la etapa colonizadora y el centro o país eje del capital imperial, es hijo de la ciudad imperial del modelo anterior y de cuyas entrañas nació.
Descolonizar es ser antiimperialista y contrario a toda medida que, en el ámbito internacional, un país, donde sus clases dominantes acumulan el resultado del trabajo mundial y que en lo interno, una región, valiéndose de su influencia en el poder, reciba desmesurada y desproporcionadamente el beneficio del trabajo de todos, Y es descolonizar, formar hombres identificados con su espacio inmediato y nacional como para reclamar y luchar por ellos de manera equilibrada.
Descolonizar no sería negar lo que sucedió, como que hubo aquello que Darcy Riveiro llamó un desfase, que una cultura superior o con mayor fuerza, recursos y tecnología se vino de pronto y sacó a las nuestras de su camino. Por eso es valedero admitir lo dicho por J.M. Briceño Guerrero y Ludovico Silva.
De lo que si no cabe duda es que descolonizar no es tomar los mamotretos inventados por el capital dominante para adherirnos, amarrarnos férreamente por la vía cultural y dominar por el engaño a las multitudes.
¿Cómo entender a los descolonizadores ideologizados, para usar una palabra usada por William Castillo para reclamar al gobernador de Carabobo, el señor Lacava, que se valen de figuras inventadas por el capitalismo para meternos en la cabeza su rol de superiores, invencibles y a quienes debemos toda adoración? ¿Cómo admitir que quienes hablan de descolonizar y hasta de antiimperialismo asuman para sus luchas las figuras, símbolos de poder y supremacía, raza superior que inventó el capitalismo para embelesarnos y hacernos sentir inferiores? ¿Cómo admitir una dirigencia dentro del movimiento revolucionario cuya cultura es la misma de los grupos dominantes del imperialismo?
¿Cómo comprender que quienes creen fundamental para descolonizar es dejar de llamar Ávila, como los caraqueños desde cientos de años, a la montaña en cuya falda creció su ciudad, mientras su dirigencia hace honor a los símbolos imperiales de hoy? ¿Cómo aceptar que a mí Manzanares le cambien de nombre, mientras cierta dirigencia usa símbolos del poder imperial para idiotizara nuestra gente?
¿Cómo entender eso, mientras los "descolonizadores" como Lacava y otros que no nombro por delicadeza, asumen para sus promociones figuras inventadas por la cultura imperialista, pues son de ella, para mandarnos su mensaje de poder y hasta superioridad?
No hay duda que lo de descolonizar de Dussel, lo que parece como ambiguo y pareciera referido a un tiempo y realidad pasada, que no lo es, sólo que así se le interpreta por conveniencia, para seguir en lo mismo, pero que remozada, esclarecida, la propuesta, tendría cabida y perfecta vigencia, en más que cambiarle el nombre a las cosas, accidentes geográficos, avenidas o ríos o destruir estructuras nacidas de aquellos tiempos, de cuando los españoles y sus inmediatos herederos ejercían el mando, sería deshacerse de los valores contrarios a la nacionalidad, independencia y soberanía que ahora de verdad nos amenazan y nos sujetan por el cuello, como quedó demostrado en el diálogo de México. Y más si esos valores intentan sembrar en la mente de la las nuevas generaciones que todo queda sujeto a lo azaroso y a la espera de un héroe que vendría a salvarnos. O más pragmáticamente que, ya está aquí, asociada a las personas que con ellas se identifican. Escoja ya usted, descolonizado entre estos héroes, no hay otra alternativa. Y entre esos héroes, en distintas versiones esta Lacava, un extraño injerto en las filas de Chávez.
Seguro alguien preguntará ¿y por qué éste la cogió con Lacava y no con Súper Bigote? y en eso tendría mucho de sensatez. María Gabriela Chávez, discreta y con todo derecho, reclamó por su padre y de esa manera juzgo eso que William Castillo llamó ideologizar, juicio y hasta condena que va más allá del gobernador de Carabobo.