Diario de una Cuarentena: Capítulo Cuatrocientos Noventa y Ocho

Clodovaldo te la comiste, metiste el dedo en la llaga y suscribo todo lo expresado en tu más reciente artículo en todo y en cada una de sus partes

Martes, 17/01/2023 01:55 PM

A 1.037 días del inicio de la contingencia en la República Bolivariana de Venezuela producto de la pandemia global de la Covid 19, en el inicio de la semana 148 de esta contingencia, y siendo el martes 17 de enero de 2023, estamos como lo diría el periodista Walter Martínez, con los acontecimientos en pleno desarrollo. Y eso ha motivado a que cambie ligeramente la línea discursiva de estas ediciones de esta columna, y es por eso que hoy quiero referirme a un extraordinario artículo que leí y de la autoría de una fina pluma como lo es Clodovaldo Hernández.

Y por eso que al inicio de la edición de este escrito, quise apelar a los frescos y alegres versos de mi mentor, gran amigo, padre, hermano, camarada y compañero como lo es Julián Isaías Rodríguez Díaz. Y así como él se inspiró en el artículo de Clodovaldo para escribir esos versos, eso me inspiró a mí para escribir la columna de hoy y que les comparto en estos instantes.

El artículo que menciono se titula: "Descontento ignorado es ganancia de rivales y enemigos: Una verdad cotidiana". El mismo me llegó por un grupo de whatsapp al cual pertenezco y de ahí empecé a compartirlo por diferentes plataformas y redes sociales digitales donde hago vida.

En el referido artículo, Hernández señala que el descontento puede ser capitalizado por adversarios si es ignorado. Y esta es una realidad que forma parte de nuestra cotidianidad y que los revolucionarios y las revolucionarias de verdad no podemos hacernos de la vista gorda y que nuestros oídos se vuelvan sordos ante un clamor popular que ya luce indetenible.

Es indudable que endosar como lo señala Clodovaldo la protesta popular y que en este momento está siendo ejecutada en buena medida por la derecha, molesta y da mucha rabia. En primer lugar, porque se trata de fuerzas políticas raigalmente antipopulares y contrarias a los intereses de la clase trabajadora. Su apoyo a los más pobres es, a todas luces, hipócrita.

Esta aseveración de este periodista al primero que se la escuché es a mi amigo y hermano Rehyner Medina. Por eso es que nuestro pueblo es sabio.

Y bueno es recordar que estos partidos opositores han impedido una recuperación plena de la economía del país al utilizar para su provecho personal y grupal los recursos que lograron arrebatar al Estado venezolano mediante la ficción del gobierno interino.

Por supuesto que indigna la conducta de los oportunistas, pero es necesario tener conciencia de que es una operación natural, en especial tratándose de una oposición en etapa de estrés postraumático que necesita con desesperación apoyos populares para retomar la denostada senda electoral.

Acá también cabría preguntarnos: ¿Dónde está la posición de los dirigentes sindicales revolucionarios, que pese al respaldo político a la Revolución Bolivariana, tienen posiciones críticas? ¿Por qué esos dirigentes sindicales no se deslindan de dirigentes como Tomás Guanipa, que ha sido uno de los que ha estado más activo e impulsando a través de diferentes plataformas tecnológicas y redes sociales digitales las recientes protestas de educadores de comienzos de este año 2023?

Clodovaldo nos recuerda que, en cualquier sociedad, el costo de la vida es un factor fundamental para la estabilidad política. Tanto que suele ser decisivo en los procesos electorales, incluso en países del norte global, donde los índices inflacionarios se mantienen históricamente dentro de ciertos parámetros.

En el caso venezolano, buena parte de los ataques de los enemigos externos (ejecutados sin piedad por la oposición política y empresarial interna) han estado dirigidos a causar un malestar insoportable en el grueso de la población, a través de hiperinflación, escasez, desabastecimiento y precariedad de los servicios. .

Pero, por la ineptitud de esas mismas fuerzas opositoras y por el nivel de conciencia popular sobre el origen de estos males, no se ha verificado automáticamente la ecuación según la cual el empobrecimiento masivo genera caídas o derrotas electorales de los gobiernos.

En teoría, cualquier administración que pasara por el calvario económico que ha sufrido la de Nicolás Maduro, habría implosionado hace años. Sin embargo, no solo sobrevivió a ese tsunami de calamidades, sino que ha logrado una ponderable recuperación en los últimos tiempos.

Pero, como una paradoja que trae otra dentro, el auge que se ha logrado en algunos sectores de la economía y que se hace evidente en la actividad en las calles y centros comerciales, tiene el efecto colateral de agudizar el descontento de los sectores menos favorecidos por la mejora.

La etapa de guerra económica y el inicio de las medidas coercitivas unilaterales y el bloqueo significaron un empobrecimiento generalizado, que afectó a los más necesitados y también a capas importantes de la clase media. En la fase de recuperación, no todos han podido sacar la cabeza y respirar tranquilos.

La desigualdad, que ya era muy intensa, se ha hecho más notoria debido a la alegre prosperidad de ciertos sectores que han logrado poner en marcha empresas o emprendimientos; tienen ingresos en divisas o se han beneficiado de fondos corruptos.

Los trabajadores que solo dependemos de nuestros salarios en bolívares vemos como estos se reducen cada día, debido a que toda la economía gira en torno al dólar y no hay ya ningún género de control sobre los precios de los bienes y servicios esenciales.

El efecto contradictorio de la recuperación se aprecia en la vida real, pero también es simbólico y se siente con mayor intensidad en temporadas de alto consumo general, como el pasado diciembre. Cierta franja de la clase media derrochó dinero sin reparo y recalcó así la odiosa desigualdad.

Los fastos institucionales y el exhibicionismo individual de algunos funcionarios públicos son factores agravantes de este aspecto simbólico de la inequidad. La gente que sufre grandes privaciones observa este espectáculo con estupor y acumula resentimientos.

Por eso es que ayer cuando se observó la reunión del Presidente Maduro con el Alto Mando Político y Militar de la Revolución e incluso con secretarios generales de partidos integrantes del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar, y el lenguaje corporal, la comunicación no verbal de los presentes y de los que las cámaras enfocaron eran rostros de molestia, de incomodidad; los militares presentes todos cargaban mascarillas, para que no se apreciarán bien los gestos de sus rostros, además de la tensión de lo que seguramente allí se habló, me pareció un error de que allí se habló de todo, menos del aumento salarial.

Y toco el tema del aumento salarial porque como lo señalé en la entrega precedente de esta columna, desde hace días se ha venido creando una expectativa sobre un posible aumento salarial. Y darle largas a ese anuncio, creo que está contribuyendo a exasperar aún más los ánimos que ya de por sí están caldeados por la angustiante situación económica y social del país.

¿Será que el Presidente está prisionero de grupos de poder? ¿Será que en estos momentos estamos sitiados por el bloqueo y la corrupción? Por interrogantes que me surgen producto de estas reflexiones.

Si el tema de la inflación es por la cantidad de bolívares que hay en las calles, de acuerdo a la visión monetarista. Como lo señala mi hermano Rehyner Medina: Si en vez de imprimir más billetes, otra pregunta ¿Si por cada dólar es necesario 20 Bolívares porque no se imprime 20 veces más el cono monetario en bolívares para sopesar el alza del dólar? ¿Será que las matemáticas son diferentes a la economía?

Por eso es que el Arañero de Sabaneta nos lo hacía sencillo, ahora todo es un tabú y más con la ley Antibloqueo dónde creo además q hay cosas q deben ser secreto de estado pero coño lo q está a la vista no necesita anteojos.

Está en juego, no la credibilidad de un gobierno, sino que está en credibilidad de nuestra Revolución Bolivariana. Por eso, y con mucho respeto considero que, o bien se le termina de decir la verdad al pueblo sobre lo que está pasando, sobre la real situación del país producto del bloqueo, de las medidas coercitivas unilaterales; porque el mensaje sobre esta situación al pueblo llano no le está llegando; o en su defecto, si no se tiene a la mano los elementos para hacer los anuncios o dentro de la agenda política mediática no se incluyen los temas que preocupan al ciudadano o ciudadana de a pie, lo mejor y más sano es no crear expectativas sobre medidas o anuncios que no se van a concretar. Esto es como pretender apagar un incendio con gasolina. Y esto lo hago como una humilde recomendación.

Y por eso que Chávez era Chávez, porque cuando éste hacía anuncios, estos se cumplían y mantuvo hasta el último día de su vida terrenal su crediblidad, porque Chávez se cercioraba primero tener todos los elementos para los anuncios asegurados y "amarrados" como decimos coloquialmente, porque él consciente del peso histórico que le tocó cargar a raíz de su liderazgo, sabía que estaba en juego su honor y credibilidad ante el pueblo, que para él era sagrada. Este dato que pudiera parecer una nimiedad es lo que está marcando una enorme diferencia en la actual coyuntura.

Los trabajadores cuyos ingresos dependen exclusivamente de nuestros salarios reclamamos aumentos que reduzcan la brecha creciente signada por el predominio del dólar en las transacciones cotidianas.

Varios economistas o conocedores de las ciencias económicas comprometidos con la Revolución recomiendan adoptar un esquema de indexación salarial. Pero el gobierno se excusa de no dar aumentos puntuales y de no acoger la propuesta de la indexación bajo la premisa de que tales medidas provocarían otra escalada inflacionaria. .

Este argumento ha perdido fuerza porque los más afectados observan que solo los salarios en bolívares están controlados en el país, mientras todo lo demás va por la libre. Y la reducción del poder adquisitivo es tan drástica que en algunos casos el salario no llega a cubrir los gastos de transporte para desplazarse al lugar de trabajo.

Pero coincido con Clodovaldo, cuando esté señala que más allá de la controversia y el necesario debate entre economistas y de la polémica política sobre el oportunismo, es clave que se atienda de una buena vez la grave situación de los trabajadores que reciben exclusivamente salarios básicos en bolívares, entre quienes se encuentran los jubilados.

Es urgente por motivos humanitarios, pues muchas de esas familias ya no disponen siquiera de ingresos para cubrir gastos de alimentación, atención médica y fármacos, siendo especialmente grave el cuadro de las personas de la tercera edad.

Pero también es urgente por motivos políticos porque el clima de conflictividad social puede escalar, sobre todo si se hace más intensa la infiltración de factores partidistas de la ultraderecha, tan inclinados siempre a las salidas violentas.

La expresión de Antonia Muñoz, hecha célebre por el comandante Hugo Chávez, "candelita que se prenda, candelita que se apaga", vuelve a estar en vigencia. Y la mejor manera de apagar las candelitas que aparecen aquí y allá es revisando las causas estructurales del malestar y dándole alguna respuesta, claro.

Por eso es que. Gracias Clodovaldo por tu más reciente columna, y la suscribo en todo y en cada una de sus partes.

¡Bolívar y Chávez viven y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen!

¡Independencia y Patria socialista!

¡Viviremos y Venceremos!

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