Esta es una versión al español de una de las editoriales escritas por Daniel De León en el periódico "The People" (El Pueblo). Esta editorial fue publicada el 31 de diciembre de 1893. En ella De León trata, a partir de un caso concreto, la diferencia entre el socialismo organizado y el socialismo de Estado, y las consecuencias de este último para los trabajadores. Este artículo, escrito hace 110 años, resulta muy esclarecedor y nos ayuda a comprender el resultado del experimento político de estos últimos veinte años en Venezuela. Actualmente, la clase trabajadora está llegando a comprender que le vendieron la idea del socialismo de Estado como el socialismo. Tal como señala De León, la situación de la clase trabajadora fue empeorando en la medida que el Estado se fue volviendo propietario capitalista de más empresas. Los trabajadores ahora están sintiendo con mayor rigor los efectos negativos del socialismo de Estado sobre su bienestar.
Daniel De León nació en Curazao el 14 de diciembre de 1852 y falleció en 11 de mayo de 1914. Su familia se mudó a Nueva York cuando él era un niño. En esa ciudad se unió al Socialist Labor Party, en el que militó hasta su muerte. Lenin se refirió a Daniel De León como: "el más grande de los socialistas modernos, el único que ha añadido algo al pensamiento socialista desde Marx".
Socialismo de estado--Tome nota
Daniel de León
Los salarios de los bomberos de la compañía Toledo, St. Louis & Kansas City Railroad fueron reducidos $21 al mes. Esta reducción fue efectuada con el propósito de aumentar los salarios de los empleados superiores (oficinistas y funcionarios) quienes son los familiares, hijos, sobrinos, hermanos y amigas de la clase semi dominante y dominante, las personas a quienes les resulta imposible ser capitalistas "independientes", pero no abandonan el instinto capitalista de querer vivir del sudor de la frente de los trabajadores.
La compañía Toledo, St. Louis & Kansas City Railroad está en las manos de un receptor, un receptor tiene la naturaleza de un funcionario del gobierno; por lo tanto, se puede decir que la vía está controlada por el gobierno.
Entonces aquí tenemos una ilustración esclarecedora del Socialismo de Estado, y de lo que la clase trabajadora puede esperar de tal sistema.
El socialismo organizado, es decir, la socialdemocracia, según como es representada por los partidos socialistas del trabajo del mundo, es el movimiento de la clase trabajadora para ganar por sí misma la posesión de la tierra y todos sus instrumentos de producción con el fin de abolir el sistema bajo el cual una clase trabaja y tiene hambre, mientras la otra holgazanea y festeja; bajo el cual mientras más duro el trabajo, menor es la paga; bajo el cual una clase privilegiada es alimentada y las masas son mantenidas en dependencia. El objetivo del socialismo organizado es la cooperativa o la comunidad socialista, donde el explotado no puede existir porque los explotados no tendrían ningún suelo sobre el cual pararse.
Pero hay en el aire una buena cantidad de ideas socialistas flotantes, toscas, vaporosas, desorganizadas, y quienes son contagiados por tales microbios son propensos a imaginar que, como toda propiedad colectiva presupone una cierta autoridad dirigente central, la propiedad estatal, la propiedad del Estado, tal como está constituida actualmente, de la tierra y de la maquinaria de producción es socialismo. Esto es una grave confusión de pensamiento, pero lo peor son las tácticas falsas a las que puede conducir. Entre muchos, quienes deberían estar en el campo del socialismo organizado, luchando del lado del Partido Socialista del Trabajo, pero que todavía están afuera, no pocos creen en una nacionalización "gradual", "una cosa a la vez" de las industrias. Y viendo ahora este nuevo partido entonces que, de las muchas que surgen y se derriten, propone poner bajo la propiedad del Estado una o dos industrias—los trenes, por ejemplo—ellos llegan a la conclusión que tales partidos son "socialistas", que "ellos siguen nuestro camino", y culpan al socialismo organizado por no seguir esa línea.
Lo que está sucediendo ahora con los bomberos y la compañía Toledo, St. Louis & Kansas City Railroad debería ser una revelación esclarecedora sobre el asunto del socialismo de Estado en contraste con los fines y principios expresados por el socialismo organizado. La línea del ferrocarril en cuestión está ahora bajo el control del Gobierno, y aún el tratamiento que reciben los bomberos es, si es algo, peor que lo que ellos recibían cuando personas privadas la controlaban.
El Estado capitalista es un individuo privado capitalista agravado. Si una industria es puesta en manos del gobierno por un parido capitalista, el trato de los trabajadores será sino ligeramente, si es que los es, un poco mejor que antes; ningún partido que no lleve a cabo un programa completo para la propiedad colectiva nunca sería, o podría ser controlado—conducido y dirigido—por la clase trabajadora misma; todo esquema de nacionalización será capitalista en su naturaleza, será perjudicial para los trabajadores, y su perjuicio se incrementaría en proporción a como una industria después de otra pase a ser propiedad del Estado, porque la transferencia sería realizada bajo principios capitalistas por funcionarios capitalistas.
El Estado no puede ser depurado de alma capitalista sino por la clase trabajadora, y no hasta que éste sea controlado realmente por ella. Con ella en el poder y sólo entonces, puede ser alcanzado el objetivo del movimiento socialista internacional organizado y la mancomunidad cooperativa erigirse.
La propiedad estatal de las industrias bajo la propiedad capitalista del Estado sería socialismo de estado—un sistema de esclavitud más intolerable que cualquiera que el mundo haya experimentado.