La Revolución Bolivariana corre peligro

Martes, 28/02/2023 02:28 PM

"De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: De la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra." Mario Benedetti.

A un año de cumplirse la operación especial de Rusia en Ucrania, el lenguaje, emitido por los principales voceros de los países que luchan por la hegemonía del mundo, y que más se escucha y lee por los medios de comunicación y las redes sociales, es que el planeta Tierra avanza hacia una guerra nuclear. La palabra que parece está vedada es la paz.

De allí que, se debería difundir con mucha fuerza que, sin una teoría profunda del respeto y la consideración hacia los otros, los conflictos no dejarán de estar en el orden del día.

Traslado ese escenario al terreno político de Venezuela y con la mira puesta en las elecciones presidenciales del año 2024, donde la revolución bolivariana se juega su futuro, encontramos que, por un lado, el sector de la oposición, totalmente fragmentado y que, además, sufre del "síndrome colonial", esto es, no hace nada sin que su amo (Estados Unidos) se lo mandate y permita, y, por otro, las fuerzas que conforman el progresismo, están sumidas en un lenguaje de descalificación entre sus integrantes, que genera mucha incertidumbre y es poco conveniente para el futuro próximo.

Debe entenderse, de una vez y para siempre, que todo lo que se base sobre el desconocimiento del otro no es lo recomendable, porque el otro existe y por tanto hay que comprenderlo, conocer y entender su mentalidad, inquietudes y aspiraciones.

Hay que saber "escuchar" la voz del otro; es decir, trascender la fenomenología y la dialéctica, y buscar construir otro marco categorial desde el cual sea inteligible esta voz que me cuestiona, que en primera instancia es sólo un grito o un reclamo y que cuestiona la certeza de la ontología de la subjetividad moderna. Es lo que en el texto ¿Qué significa pensar desde América Latina? de Juan José Bautista se llamaría la analéctica (Enrique Dussel), esto es, pensar qué parte de esa dimensión de realidad que no está incluida en mi mundo y que es revelada únicamente a partir de la palabra interpeladora del otro.

En política hay que ser profundamente tolerante, esto significa que "mis oídos se acostumbren a escuchas lo que no me gusta": Difícil pero necesario.

Más tarde o más temprano, deberíamos admitir que, sin una teoría profunda del respeto y la consideración hacia los otros, el pensamiento —y en especial la teoría política— se vuelve una especie de sucedáneo del verbo pensar, una reiteración de pensamientos sin pensador que no logra salir del anonimato insensato, mortecino o alucinado. Repertorios de ideas repetidas, pero no vividas.

Es absolutamente normal, y así debe entenderse, que quienes tienen función de gobierno asuman, con mucha pasión y entusiasmo, la defensa de la política que está en desarrollo y, en particular, la más sensible: la económica. Para eso son gobierno y están convencido de las bondades de esa política. Nada cuestionable en ese sentido. Pero, ojo, eso no puede ni deber hacerse sobre la base de la descalificación del otro, de la soberbia, prepotencia, de supremacismo, basado sólo en apoyos políticos que se ha ido logrando y no en razonamientos de peso. Recordar siempre que: "Culto no es aquel que lee más libros. Culto es aquel que es capaz de escuchar al otro" (Eduardo Galeano).

Aquí, en nuestro país, lo que está prevaleciendo, a propósito de la discusión sobre el tema salarial, es acusaciones de todo tipo. De un lado, se habla de "tarifados", "pagados", "trasnochados", agentes de la CIA o que le hacen el juego a las medidas coercitivas de EEUU, y, de otro, también se habla de traidores y neoliberales.

Sobre esta última tipología, algunos comentarios. En relación con los traidores debe decirse que, por paradójico que parezca, este es transparente, salta la talanquera y se aposenta en la acera del frente y por eso realmente es un ser que debe ser despreciado y aborrecido; pero el neoliberal, se mimetiza, sigue en las filas revolucionarias vociferando que es socialista y, lo peor, es que, si además cumple funciones de gobierno, hace política pública y afecta al pueblo llano, al que siempre se ha resteado. Vale entonces la siguiente pregunta: ¿Quién es más peligroso?

Para responder esa interrogante, digamos con Noam Chomsky, que el sistema neoliberal protege a las minorías opulentas en detrimento de las mayorías. Hugo Chávez dijo: "El neoliberalismo es el camino que conduce al infierno". José Saramago "La alternativa al neoliberalismo se llama conciencia". El Papa Francisco diría: "Un capitalismo salvaje ha enseñado la lógica de las ganancias a cualquier costo, de dar con el fin de conseguir sin pensar en la explotación de las personas y vemos los resultados en la crisis que estamos viviendo".

Por último, habría que comentar que se le hace un flaco servicio a la Revolución Bolivariana, ante el pueblo trabajador que ha estado resistiendo y requiriendo aumentos de salarios, que estos no se pueden producir hasta que la producción nacional no se incremente, pero al unísono se anuncia que el Producto Interno Bruto (conjunto de bienes y servicios que se producen en Venezuela) creció, por ejemplo, en el año 2022, por encima del 15 del PIB. Eso, en nuestra modesta opinión, es una mala propaganda política y no suma votos, los resta más bien. Porque el problema de fondo, estructural, es otro. Como se sabe, Venezuela sigue siendo, aún hoy, una economía rentista y el bloqueo y las medidas coercitivas por parte del EEUU y sus aliados incondicionales, ha impedido que nuestro país realice las exportaciones de forma norma y expedita y, en consecuencia, reciba los ingresos en divisas que se requieren para el normal funcionamiento de la economía nacional, entre ellas enfrentar presupuestariamente los amentos salariales requeridos. Y esto si es absolutamente cierto.

Dicho lo anterior y para que la Revolución Bolivariana, que se la juega fuerte, muy fuerte en el año 2024, pueda seguir brillando en el firmamento, nacional e internacional, y que se avance por las sendas del respeto mutuo y de los acuerdos, y no de las descalificaciones que mucho daño están haciendo, es imprescindible, de vida o muerte, despejar el camino de todo aquello que vuela a obstáculo o a pérdidas de votos.

Y recordar siempre que "cuando el río suena piedras trae".

 

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