“Tu pueblo no aguanta más, Señor
A cambio de petróleo y gas venden el país”.
Estas líneas, traducidas del portugués, pertenecen a la canción titulada “Vendem o pais” (Venden el país) del gran rapero mozambiqueño recientemente fallecido Azagaia. Edson da Luz —como era su verdadero nombre— murió el 9 de marzo a los 38 años de edad. Azagaia fue un rapero activista que ha empoderado a millones de personas con canciones que desafían a la clase dirigente e inspiran a la movilización popular. La explotación de Mozambique por parte de las industrias extractivas, como las del petróleo y el gas, es un tema recurrente en sus letras. Tras conocerse la muerte de Azagaia, miles de personas salieron a las calles para homenajearlo y para protestar contra las estructuras de poder que él solía criticar de manera tan constante y elocuente. El Gobierno mozambiqueño respondió a las protestas con un brutal operativo de represión: [la policía] lanzó gases lacrimógenos y balas de goma, golpeó a decenas de manifestantes y arrestó a varias personas que se encontraban participando de las manifestaciones.
La muerte de Azagaia coincidió con dos acontecimientos que reafirman la importancia de algunos de los tópicos principales de su música. El primero de ellos fue el ciclón Freddy, una devastadora tormenta que batió varios récords meteorológicos mundiales y que azotó, no una, sino dos veces el sur de África. El ciclón provocó la muerte de más de 500 personas en Malaui, Mozambique y Madagascar y obligó a más de un millón de personas a abandonar sus hogares. El segundo acontecimiento fue la publicación del Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, un organismo internacional que fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 2007. Este informe resume casi una década de investigación científica internacional sobre el cambio climático y advierte —como nunca antes— sobre la imperiosa necesidad de una acción climática mundial inmediata y concertada.
El ciclón Freddy es el fenómeno ciclónico de mayor duración del que se tiene registro hasta la fecha, así como también el de mayor energía ciclónica acumulada. La tormenta fue bautizada como “ciclón Freddy” el 6 de febrero, cuando comenzaba a desarrollarse frente a la costa noroeste de Australia. El devastador ciclón se dirigió hacia el oeste por el océano Índico, cobró fuerza debido a las temperaturas históricamente altas de esa superficie oceánica y tocó tierra en el país insular de Madagascar el 21 de febrero. Luego de eso, azotó durante cinco días las costas de Mozambique, donde causó fuertes inundaciones, y luego se retiró hacia las aguas del canal de Mozambique, donde cobró nuevamente potencia. Justo cuando la policía mozambiqueña reprimía las protestas que se desataron tras la muerte de Azagaia, el ciclón Freddy tocaba tierra nuevamente y causaba nuevos estragos en Mozambique y en el sur de Malaui durante otros cuatro días, antes de finalmente disiparse. Actualmente, el Programa Mundial de Alimentos y otras agencias de ayuda humanitaria intentan llegar a las personas que quedaron aisladas por las lluvias torrenciales, las inundaciones y los deslizamientos de tierra.
El ciclón Freddy es un claro ejemplo de las advertencias incluidas en el nuevo informe emitido por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Al publicarse el informe, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió: “La tasa de aumento de la temperatura en el último medio siglo es la más alta en 2000 años. Las concentraciones de dióxido de carbono están en su punto más alto en al menos dos millones de años. La bomba de tiempo del cambio climático está en marcha”. La ciencia es inequívoca: la humanidad está causando una catástrofe climática y nuestra ventana para evitar daños irreversibles se está cerrando rápidamente. Es importante destacar que las poblaciones de los países pobres del llamado Sur Global, son las más afectadas por la crisis climática, pero son las que menos han contribuido a las emisiones globales de carbono. Este es el perdurable legado que el colonialismo y el sistema de extracción de recursos ha dejado en estos países, como tan bien lo describen las canciones de Azagaia.
En un artículo en honor a Azagaia, la activista por la justicia climática Dipti Bhatnagar, que vive en Mozambique, escribió: “Tantas personas y comunidades en nuestros países, especialmente en África, son invisibles; provocan compasión cuando un ciclón mortal las golpea, pero a la semana siguiente son olvidadas”. En conversación con Democracy Now!, Bhatnagar expresó: “A medida que la crisis se profundice, la indignación de la gente va a ir en aumento. La juventud va a estar cada vez más indignada. Necesitamos iconos culturales como Azagaia. Necesitamos espacios de encuentro. Necesitamos desarrollar propuestas constructivas para que la gente se involucre, se movilice y luche contra las injusticias que están sucediendo. Y los poderosos lo saben”.
En Estados Unidos, se está abriendo un nuevo frente para combatir al poder enquistado. La organización Third Act, fundada por el escritor y activista contra el cambio climático Bill McKibben, intenta inspirar a las personas de más de 60 años para que se sumen a la lucha contra el cambio climático. Durante una entrevista con Democracy Now!, McKibben expresó al respecto: “Third Act reconoce que tanto los jóvenes, como las comunidades más afectadas [por la crisis climática] y las comunidades indígenas han estado liderando [la lucha] contra el cambio climático. Pero a veces les falta el poder estructural necesario para forzar los cambios al ritmo que necesitamos. Las personas mayores contamos con el poder estructural que se necesita. Hay 70 millones de estadounidenses mayores de 60 años. Ese es un gigante dormido”.
Esta semana, Third Act lanzó una jornada nacional de protesta denominada “Stop Dirty Banks”. En al menos 30 estados de Estados Unidos se llevaron a cabo protestas frente a las sedes de grandes bancos como el Chase, el Citibank, Wells Fargo y el Bank of America, para exigirles que dejen de financiar proyectos de combustibles fósiles. McKibben explicó: “Aquí en Washington D.C., por ejemplo, varias personas se sentarán en sillas mecedoras para bloquear el acceso a los bancos. Estas personas mayores que se sentarán hoy [para protestar], a su vez se están poniendo de pie como nunca antes”.
El secretario general de la ONU, António Guterres, afirma que el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático es “una guía práctica para desactivar la bomba de tiempo del cambio climático. Es una guía de supervivencia para la humanidad”. La movilización popular y la organización de base son claves para lograr una transición justa y equitativa que nos aleje de los combustibles fósiles. Como repite el estribillo de una de las canciones de Azagaia: “¡povo no poder!”; ¡el pueblo al poder!