El Arado y el Mar

Mérida, una víctima más del madurismo

Miércoles, 24/05/2023 06:58 AM

No vamos a referirnos sólo a las calamidades materiales que se padecen en Mérida y que, sabemos, se sufren en todo el país. Hoy hablaremos, desde esta meseta, cobijados por el Pico Bolívar, del impacto terrible sobre la dignidad de un pueblo, el arrase de su autoestima, la pérdida de la esperanza.

Ayer, a las 10 de la mañana, reuní fuerzas y salí de la casa, y lo que vi fue espantoso, y lo que no vi lo fue aún más.

Las calles desoladas, una ciudad fantasma, sin un alma en la calle, sin un carro, nadie, nadie. Da tristeza lo que han hecho con Mérida, la de las cinco Águilas Blancas y el vigor estudiantil, la rebeldía de los jóvenes insuflándole decoro a la ciudad, la de la Universidad orgullo de Venezuela. Ahora, íngrima, agonizando.

Y nadie dice nada, ni una pinta juvenil, ni un grito que rasgue el silencio de la entrega, ni un poema en griego de los estudiantes de Humanidades. Eso es lo peor, la aceptación de la infamia, la sumisión a la canallada. No hay dirigentes, no hay resistencia. Eso es lo peor, la misma situación se derrama en todo el país, no hay noticias de rebeldía, todo es silencio, aceptación.

¿Qué nos pasó, cómo fue que llegamos a esto? Venimos de un gobierno, Chávez, que supo emocionar, no sólo al país, sino a la América toda, al mundo, que nos devolvió la esperanza, nos dio razones para vivir, para luchar. Y de pronto, en poco tiempo llegamos a esto, la Patria se desdibuja, se pierde ante nuestras narices. ¿Será esto un castigo por la audacia de querer liberarnos del capitalismo?

Dónde están los dirigentes chavistas que le deben a Chávez no dejar a su pueblo sólo a merced de la canalla, tienen el deber de señalar el camino para salir de este abismo; dónde está su PSUV, que tolera sin una queja, sin una alerta, este desastre. Todos narcotizados con unas próximas elecciones, esperando que alguien nos resuelva lo que nosotros no somos capaces ni siquiera denunciar. Silencio.

Mérida, lamentablemente, no está sola en esta debacle, lo que nos sucede a nosotros lo padece el país entero, y la falta de dirigentes no es algo local, es nacional, sólo voces aisladas, gritos que rompen la madrugada y luego son aplastadas por los robots del internet. ¿Para dónde va el país? Lo hemos dicho desde aquí, desde la Sierra Nevada, este camino es el de la desaparición, la Patria entregada; es el camino para el surgimiento del fascismo, que se impondrá, se impone ya, sin resistencia.

Es urgente, en ello va la vida, va la existencia del país, de nosotros, de los hijos, que surja una dirección, una esperanza, que rompa con la cobardía, con la ambigüedad. Vivimos tiempos extraordinarios, es necesario actuar ya, salir del madurismo, desconocer al gobierno, el Estado sumiso, desechar las ilusiones de poder salir de este pranato por otra vía que no sea ¡renuciarlo!

Ayer salí a las 10 de la mañana de mi casa y recorrí las calles desoladas, pasé el viaducto y llegue al Rectorado, me senté frente a la Gobernación, y les juro que oí el bullicio de la protesta estudiantil, sus reclamos de dignidad, su pasión en las calles con consignas altruistas… y se me llenaron los ojos de lágrimas, porque supe que no todo está perdido mientras existen jóvenes, mientras existan dirigentes valientes capaces de asumir sus compromisos históricos, hay esperanzas.

¡CHÁVEZ, ESPERANZA!

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