El socialismo en naufragio o perdido como el hijo de Lindbergh y la macolla petrolera ofrecida a los obreros petroleros

Viernes, 26/05/2023 05:03 AM

"Esta más perdido que el hijo de Lindbergh". Aquella expresión, emergida de una tragedia muy publicitada, se volvió un famoso refrán. Se le usaba cuando uno u otro cualquiera se mostraba enredado o confundido sobre cualquier asunto.

En el liceo o en los espacios donde solíamos reunirnos a estudiar, cuando alguien exponía sus ideas u opiniones sobre algún tema o no la hallaba la forma de resolver un problema matemático y se le percibía confundido, alguien indelicado, como era común entre nosotros, la mayoría, le detenía diciéndole:

-"No sigas que estás más perdido que el hijo de Lindbergh".

Lindbergh, como sabemos, fue un célebre piloto norteamericano que, por primera vez, atravesó el atlántico, desde EEUU a París, en un avión monomotor, llamado "El espíritu de San Luis". El mismo que, aproximadamente, si mi memoria no me falla, aterrizó en Venezuela en 1935, en los tiempos de Gómez y, en cierto modo, su visita sirvió para que el gobierno diese pasos importantes para modernización y ampliación de la fuerza aérea venezolana ya existente.

Lindbergh llegó a Maracay el día 29 de enero de 1928, a las 6 y media de la tarde, ya a oscuras. Llevaba hora y media de retardo. En el campo de aviación lo esperaban el general Juan Vicente Gómez y sus ministros, el embajador de los Estados Unidos y una muchedumbre que corrió a rodear al Espíritu de San Luis en cuanto tocó tierra". https://prodavinci.com/los-dos-viajes-de-lindbergh-a-venezuela/

Como la famas trae sus desgracias, en veces aparejadas a ella y al dinero que suelen juntarse, llaman la atención y generan malestares, no siempre todo es placentero, a Lindbergh, le secuestraron un hijo, el cual apareció varios días después, no muy lejos de su casa, asesinado, aparentemente fue asfixiado.

La desaparición del niño fue algo como misteriosa, la búsqueda policial fue intensa y exaltada por los medios, que todos los días hablaban del asunto. De allí nació aquel como macabro refrán que, con el tiempo, disipadas las sombras y referencias a la tragedia misma que envolvía, se volvió algo habitual y hasta expresamente sano, pese lo sarcástico y el origen.

Todo lo anterior viene a cuento, porque si alguien pareciera estar más perdido que el hijo de Lindbergh, son quienes se han creído con el derecho exclusivo de opinar y hasta decidir, en determinados momentos, cómo construir el socialismo. La mayoría lo creen como una obra a ejecutar bajo los designios de un plano extendido sobre una mesa y las decisiones de una vanguardia "iluminada" que aquel interpreta y uno o dos de ellos, ponen el dedo y deciden "por aquí van los tiros". No importa si el plano y en el sitio que este marca, donde se pusieron los dedos, hay una montaña de rocas inaccesible e indestructible. Es decir, el socialismo es una conquista destinada al alcance de los elegidos que marcan el camino y determinan los procederes, los demás, la gente sólo cuenta para ejecutar las órdenes, pues por decisión de la vanguardia, todo brotará de la tierra, de las macollas y la acción de la violencia. El ruido de los fusiles, los gritos de consignas y el "mande jefe", como en la película de Cantinflas, "El gendarme desconocido".

El presidente Maduro, en uno de esos "arranques" emotivos y, en veces, hasta generosos, llenos de buena intención y optimismo que suelen asaltarlo, cuando se entusiasma, y todavía está ausente o inactivo quien se encargue de "volverle a la realidad", a la suya y haga desistirlo de lo que significó ese arranque de entusiasmo que lo impulsó a ofrecer días atrás algo que no convenía a los planes, ofreció una "macolla" de pozos petroleros, creo que habló de unos veinte de estos por cada una de ellas, para servir de soporte o garantía de las prestaciones sociales de los trabajadores del área.

La palabra macolla, como ya dije, en el discurso u oferta presidencial o en el lenguaje del área petrolera está asociada a un conjunto de pozos, los que imagino cercanos, dentro de un área determinada.

Según el Drae, la palabra en cuestión significa "Conjunto de vástagos, flores o espigas que nacen de un mismo pie".

En mi barrio cumanés, cuando niño, supe de la palabra, pero referida a un conjunto de vástagos de cambur, zumbí o "topocho", como le llaman los caraqueños y hasta plátano.

Pero también, en el lenguaje coloquial, que se empeña en ser demasiado rico, no por él mismo, sino por la magia poética de la gente, pasó a ser utilizada como sinónimo de cogollo o pequeños grupos que se forman, ponen de acuerdo, para decidir por los demás y hasta hacer planes con el puro interés de sus integrantes. Tanto que casi llegó a reemplazar, en muchos casos u oportunidades, a la palabra banda, cuando se habla de grupo de delincuentes de delincuentes. En la política macolla es sinónimo de cogollo o de pequeños grupos de personas que se asignan el mando y el control.

De manera que, en el lenguaje popular venezolano, hablar de un cogollo, bando o macolla, es como lo mismo.

No obstante, cuando se habla de manera como muy específica, especializada y técnica de un grupo de pozos petroleros, que posiblemente subsisten en un determinado espacio, la palabra toma otro significado, se torna como especializada, técnica, decente y hasta tolerable, como cuando se refiere a vástagos de flores o matas de cambur.

He recordado esto y lo traigo a este trabajo, no por la oferta presidencial, dado que quizás por no haber sido yo, obrero petrolero, lo que me hubiese gustado, pues en los viejos tiempos era ese mundo como el de una élite, tanto que una vez, comenzando el gobierno de Chávez, escuché a alguien, en una esquina de Barcelona, hablándole a un grupo de trabajadores cesanteados venidos de otras partes del país, decir "nosotros estamos aquí porque queremos ser obreros petroleros y no otra cosa", por lo que escribí un artículo humorístico o pretendiendo que así fuese, titulado "trabajar solo en petróleo", sino por la respuesta de "La Federación de Trabajadores Petroleros están elaborando propuestas para que la clase obrera asuma no sólo la producción, sino también la administración de los recursos de la macolla petrolera Cacique Chaima".

https://www.aporrea.org/trabajadores/n383143.html

La propuesta de la "Federación de los Trabajadores Petroleros", que no se hizo esperar y que es como un recoger el guante lanzado al aire por el presidente, la aplaudo y respaldo. Por supuesto, dados mis malos hábitos de no siempre estar de acuerdo con todo ni fácilmente, dado que no me dejo llevar por mis arranques emotivos, mi respaldo estaría condicionado. Que la "clase obrera", como dice la "Federación" asuma la producción y administración de la macolla, lo que significaría que, los beneficios también correspondan a quienes fungen de propietarios de la empresa explotadora, la ponen a producir y administran, después de pagar pertinentemente, por medio de lo determinado en las leyes de impuestos, al propietario verdadero, el pueblo de Venezuela. En este caso, el producto a extraer, no podría socializarse a través de esas simples macollas, pues pertenece al pueblo todo, pero si los medios utilizados para el procedimiento y el producto extraído en cuanto mercancía. Por lo que sería valedero que, los trabajadores participen como manejadores, administradores del negocio y el Estado se limite a cobrar lo que le corresponde de acuerdo a lo constitucional y las leyes. Quedando claramente advertido que el derecho a extraer y negociar el producto corresponde a los trabajadores todos para los efectos de garantizar sus prestaciones sociales.

Pero eso tampoco significa que, "la Federación", deba asumir el rol de productora, administradora y menos dueña, como pudiera pensarse, dada la tendencia muy internalizada a "cambiar para que nada cambie", como que el poder, derecho del Estado, se transfiera a la "Federación de Trabajadores", sino que sean los trabajadores todos, quienes participan directamente en la explotación de las macollas y quienes no, los beneficiados y administradores de las políticas, de lo extraído y vendido. Que sean ellos, en Asambleas debidamente organizadas, quienes decidan la forma de manejar y hacerle contraloría a la empresa, determinar sus políticas, operatividad, objetivos y formas de distribuir y administrar los beneficios, después de pagar lo correspondiente a quienes intervienen directamente en el proceso productivo y lo correspondiente al propietario del hidrocarburo, el pueblo de Venezuela, de acuerdo a lo dispuesto en las leyes relativas a la rama y el impuesto sobre la renta.

Lo anterior significa en primer término que, la gerencia o gerencias del área inherente a esas macollas, deben ser designadas por los trabajadores propietarios del derecho de explotación y no el gobierno y tampoco la "Federación de trabajadores". Pues sería esta una forma eficiente de darle muerte a las "macollas" dirigentes que, como los individuos o el Estado, se hacen propietario de los medios de producción, los beneficios y hasta nombran gerentes que actúan de acuerdo al interés de quienes allí les ponen y hasta deciden como si eso les perteneciese.

De esa manera, tal como proponemos, manejar las "macollas" de petróleo de manera contraria a como lo hacen las eternas macollas con el todo, estaríamos injertando en el modelo, una pequeña raíz, que pudiera y debe, en el futuro, extenderse como una macolla, pero de formas de producción y convivencia socialista.

Espero pues que el presidente no se retracte, tampoco que a la macolla le nombre un o unos jefes escogidos por él o recomendados por quienes le rodean; tampoco caiga en la tentación de entregársela a la Federación, lo que sería como lo mismo, sino que innove en una forma que más se parezca al socialismo, a un poner un huevito, como le oí decir a un importante intelectual y docente argentino en un acto en Caracas donde hizo una brillante exposición sobre el verdadero aprendizaje. Pues sería esa una forma de sembrar una semilla que se extienda como una macolla en todos los espacios productivos, pues el socialismo no se decreta, no se impone, sino se engendra, siembra y hasta con sutileza, no es verdad que sea indispensable, para iniciarse, el catalizador de la violencia en su versión más hostil. Y por último, nuestra constitución lo facilita y legaliza.

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