A mi amiga Amaranta Rojas por Andrés Giussepe o el buen manejo de las contradicciones

Sábado, 24/06/2023 04:15 AM

Amaranta es una joven, vieja amiga, a quien profeso un tierno y profundo afecto. Quienes la leen, pero no la conocen íntimamente, pudieran forjarse opiniones acerca de ella, muy lejanas de lo que es. Pues su posición política, por demás conocida, ya habla de una militante de las mejores causas. Sólo que Amaranta, que es margariteña y lo es tanto que, después de haber vivido por los alrededores de El Tigre o El Tigrito, donde tenía una finca, volvió a su lar nativo. Y las margariteñas, como las cumanesas, mis paisanas, siempre han dicho que al hablar "no tienen pepitas en la lengua". Y no es que eso digan, sino que de esa manera actúan, "nada se les queda adentro", pues si algo les sobra es la sinceridad. Como también la firmeza en la defensa de lo creen justo y necesario.

Es decir, margariteñas y cumanesas, cuando arrancan a hablar, no se paran en hueso y por eso, que puede ser una virtud, dicen lo que les "sale del alma", sin pensar lo que en el aludido pueda causar.

Hace dos días escribí un artículo, todavía no lo he publicado, espero el momento oportuno, dirigido a mi amigo entrañable Juan Veroes, por uno que él escribió, donde se refiere a lo que él llama "El mejor artículo de orientación ideológica-política que he leído en los últimos años en Aporrea". No lo he publicado, porque estoy revisando cuidadosamente el manejo del lenguaje, de manera que no se me escape ninguna palabra, menos frase, que pudiera herir a mi buen amigo. Dado que, en buena medida, no comparto la concepción que emana del trabajo que Veroes tanto elogia.

Lo de Amaranta es más sencillo de abordar, pues es menos complicado, tanto que se trata de un simple asunto de formalidades, de manejo de las comunicaciones y contradicciones.

A finales de la década del cincuenta, recién caído Pérez Jiménez, estando los jóvenes que luego formamos el MIR en AD, solía pasar "calenteras" de marca mayor con el entonces Secretario General del PCV del Estado Sucre, en Cumaná y los jóvenes que con él solían andar, por su persistente proceder, nada inteligente y escasamente político, de acusarnos de "pro imperialistas" y de derecha, dado que no asumíamos estrictamente la posición de ellos. Debía saber bien aquel señor, pues sobrepasaba los 50 años, y por ser miembro del Comité Central del PCV, lo que pasaba en AD y lo que nosotros representábamos y pensábamos. Era infantil, pretender que nosotros, hablásemos públicamente contra Betancourt y la línea general del partido, tal como ellos lo hacían.

Desde mi temprana juventud, cuando me acerqué a la política, una de las primeras cosas que escuché y hasta leí en los manuales, era aquella manida frase de "hay que saber manejar las contradicciones". No obstante, a lo largo de mi vida, si algo no ha sabido la izquierda o nunca lo ha aprendido, es justamente eso, el manejo de las contradicciones y aceptar las diferencias y más si son insustanciales, de estilo o formalidad para cuidar algo muy importante.

Justamente el mismo día, el 22 de junio pasado o anteayer, aparecieron en Aporrea, dos artículos, uno de Valdez y el otro de Andrés Giussepi, los cuales puse en twitter, porque usando cifras, desmienten la validez de los argumentos del monetarismo y particularmente de Jesús Farías, al abordar la situación económica y particularmente el asunto salarial. Y nombró a Farías porque es él quien suele referirse a ese asunto que los demás miembros del gobierno y hasta dirigentes del PSUV eluden. Incluso escribí dos (2) artículos, uno publicado y otro por publicar, sobre la economía toda y el salario, fundamentados, en buena medida, en los de ellos.

En otras oportunidades, he compartido los argumentos de Giuseppi, quien suele ser un crítico del manejo monetarista gubernamental, pero en esta oportunidad ha sido más enfático que antes.

Pero al enjuiciar al personaje del cual hablamos, hay que considerar que es un militante del PSUV y él, como muchos otros, hasta ahora han puesto empeño, han creído prudente, mantenerse en el seno de ese partido, cobijados bajo la herencia de Chávez, pugnando por una orientación que les satisfaga y se corresponda con los intereses colectivos. Eso mismo parece pensar Pascualina Curcio, Valdez, Tony Boza y seguramente una buena cantidad de militantes de ese partido. No tengo motivos para pensar ni decir lo contrario.

Tuve la oportunidad, hace más o menos dos años, de asistir a un evento, no convocado por el PSUV, donde los personajes antes nombrados expusieron sus ideas sobre materia económica y específicamente la salarial, posiciones que, en buena medida, hasta donde alcanza mi poca inteligencia, comparto. La asistencia fue nutrida y pude comprobar estaba formada, casi en su totalidad, por militantes de aquel partido.

Al revisar la historia de Venezuela, particularmente en lo que respecta a aquellos asuntos en los cuales participé, si algo juzgo sin duda como un error garrafal, fue nuestra decisión de irnos de AD a formar otro partido, cosa que el mismo PCV, en lo que respecta a su alta dirección, también sostuvo, más que parecía un segundo partido comunista. Habían razones, fuerzas, fundamentos, condiciones reales para quedarnos y hasta lograr expulsar a Betancourt o hacerlo renunciar a la militancia.

Cuando Giussepi, Valdez, Boza y Pascualina, cuidando ciertas formalidades a las que las obliga la militancia, hacen valientemente, pues eso tiene un alto costo, críticas a las políticas económicas del gobierno, volviendo a mi juventud, valoro enormemente esa actitud y me siento tentado a elogiarlos y hacerles saber cuánto de valioso, meritorio, hay en sus gestos.

Ellos, es lo que percibo, fundamentado en lo que he podido tener acceso y por mi propia experiencia, contrarios al proceder de María Alejandra Díaz, valoran necesario mantenerse dentro del partido y dar en ese espacio la lucha correspondiente. Si yo estuviese en edad de militar, lo que implica andar en la calle y mezclado dentro de las multitudes, les acompañaría, pues más vale tener a quien hablarle, entre tanta gente hay quien escuche y esté dispuesto a uno escuchar, que convivir en la sana paz de los cementerios y en los espacios apropiados para no pecar. Por supuesto, esto no significa una censura a María Alejandra Díaz, ella tendrá sus razones para justificar y validar el paso que dio y más si lo dio en una dirección pertinente.

Las críticas que ellos hacen a política económica de su partido, dado es el asunto que más conocen, siendo como son egresados universitarios en economía, aparte de estar ajustadas a la verdad, tienen mucho valor político, tanto que como ya dije, mi artículo de ayer, sobre la política económica del gobierno y en particular sus relaciones con Fedecámaras y el asunto salarial, están fundamentadas en lo central y medular de sus opiniones y propuestas.

Por eso, mi querida Amaranta, algunas expresiones o posiciones, como la relativa a Jorge Rodríguez, hay que interpretarlas dentro del rol que la gente como Giussepi juegan. No me cabe la menor duda que ellos, los tantas veces nombrados, saben bien que, como lo confesó el propio Diosdado Cabello, no sé exactamente con qué intención, no es Jesús Farías el faro de la política económica que predomina en el gobierno. Pero sucede que, cuando se desempeña el papel que ellos han asumido, la concepción que manejan, el universo en el cual están inmersos, el público en particular al cual está dirigido su discurso, es necesario que el lenguaje cuide las formas y mantener cierta coherencia con la estrategia y sueños que se anidan,

Perdona querida amiga que yo, que tanto hablo en privado contigo, no lo haya hecho esta vez. Pues he creído necesario que esto se haga público y tratado seriamente, con la sana idea que mucha gente, trate de entender que, esos personajes, como Valdez y Giussepi, pese no estén exactamente en la misma parada, si tienen por lo menos por ahora la misma ruta que muchos que están fuera del PSUV, pues su lucha por el salario y otras aspiraciones son inherentes a todos los revolucionarios y gente de buena fe. Y hay que estar conscientes que, pese algunas veces manejen un discurso donde usan expresiones, asumen posiciones que nos parecen ajenas, estamos en el deber de valorar el rol que ellos desempeñan, el espacio donde se mueven y el público al cual se dirigen.

Si bien es cierto aquello de Machado, "caminante no hay camino, se hace camino al andar", también es verdad que, ya otros han andado y nos dejaron su experiencia.

Espero mi buena y jocosa amiga que, esta perorata, iniciada precisamente en un estilo jocoso, en la mitad del camino se volvió seria y hasta un poco ruda. Estoy consciente de eso y lo acepté porque hablamos de un asunto serio y que no me conforma decírtelo a ti sola, sino a muchos que quiero afinen su interpretación de lo que acontece. Por lo menos, es lo que yo, honestamente, creo. Es decir, tómalo como que no me dirigí a ti, sólo léelo, como si tú no hubieses sido mencionada.

Tu amigo y hermano que bien te valora y quiere, como por demás lo sabes.

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