¡Venezuela es Amor!

Miércoles, 05/07/2023 06:45 AM

Estamos apreciando en el ámbito nacional e internacional como a través de bocanadas de infamias lanzadas por individuos a los cuatro vientos desprovistas de un contexto válido e histórico, agreden al pueblo.

Apátridas que buscan disuadir al Pueblo Venezolano con su malicia criminal desinformando con el aval del poder mediático que el Estado de Derecho y Justicia Social que vivimos los habitantes de la República Bolivariana de Venezuela es inexistente.

La Constitución de 1999 ofrece en su articulado o en sus 350 artículos los lineamientos de los Poderes Públicos, al tiempo que regula el protagonismo y la participación de la ciudadanía.

Son normas constitucionales que según su lectura advierten que el Estado Venezolano está blindado con una ingeniería constitucional infranqueable.

No hay ningún resquebrajamiento en nuestro Estado de Derecho, aunque estas sabandijas discursean que el hilo constitucional está violentando en un escenario en que el también criminal poder mediático continúa en su agenda fascista exacerbando la tranquilidad del Pueblo Venezolano.

Sabemos que desde el año 1998 con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de la República se ha mantenido el orden constitucional, con la excepción de la incidencia golpista del 2002.

Los apátridas que no son otra cosa que unas alimañas, están haciendo el trabajo injerencista contra Venezuela que le ha ordenado el sanguinario imperialismo que lidera Washington.

El apátrida es un vampiro chupa sangre que fungen ser más papista que el Papa, pues se erigen como sujetos por encima del bien y del mal, fingiendo una moral y una ética inquebrantable, pero en realidad son unos vulgares fantoches cabeza huecas que atacan y agreden a la Patria de Bolívar inmisericordemente.

Además, estos disociados sicóticos en su carrera hacía la muerte, de una manera criminal y desenfrenada anhela una invasión militar extranjera en contra de su propio país, ¿es esto normal?, nos preguntamos, sobre todo en una mente sensata y en pleno siglo XXI.

¿Quiénes son estos pendencieros?

Si hacemos historia y nos remontamos al golpe de Estado de abril de 2002, durante ese régimen de facto, efímero, el empresariado golpista (recordemos que un expresidente de Fedecámaras asumió la presidencia) con sus lacayos apátridas, en la primera intervención televisiva del dictador fascista que se juramentó unilateralmente como presidente, en las primeras de cambio un cuadro del Libertador Simón Bolívar que estaba en la parte de atrás de la silla presidencial lo colocaron en el piso, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de un solo plumazo fue derogada, la frase "República Bolivariana" la pulverizaron y disolvieron los poderes públicos, entre otras criminalidades.

Esta crueldad contra el Pueblo de Venezuela, no ha cesado.

Del mismo modo, en el plano internacional algunos régimenes e instituciones imperialistas han pisoteado la gesta independentista de Latinoamérica, han mancillado la memoria de Bolívar, la heroicidad del Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, entre otros tantos héroes y heroinas de la República Bolivariana de Venezuela.

La independencia de nuestro hemisferio está cubierta por caminos de sangre, por las tantas batallas cuerpo a cuerpo que con valentía y heroísmo nuestras mujeres y nuestros hombres que conscientes de que su destino era la muerte la asumieron, sacrificándose en gloriosas batallas para erradicar todo viso de dominación y colonización. Esta es la historia independentista que tanto odia y ataca el fascismo.

Eduardo Galeano, en su renombrado libro "Las Venas Abiertas de América Latina", narra los asesinatos a mansalva de esa colonización que trajo en su seno la desaparición de la faz de la tierra de etnias, el asesinatos de millones de hermanas y hermanos, saqueos, explotación, esclavitud, un exterminio total contra nuestros primeros pobladores.

El espejo que describe Galeano es un reflejo de esas matanzas que jamás logrará el perdón de Dios.

Escudriñando ese salvajismo, Galeano describe la muerte de Túpac Amaru, un aguerrido indígena catalogado "padre de todos los pobres y de todos los miserables y desvalidos", quien al ser apresado por los realistas, dijo con despreció a su carcelero: "Aquí no hay más cómplice que tú y yo; tú por opresor, y yo por libertador".

Túpac fue sometido al suplicio, junto con su esposa, sus hijos y sus principales partidarios, en la plaza de Wacaypata, en el Cuzco, le cortaron la lengua y ataron sus brazos y sus piernas a cuatro caballos, para descuartizarlo, pero el cuerpo no se partió. Lo decapitaron al pie de la horca y enviaron la cabeza a Tinta. Uno de sus brazos fue a Tungasuca y el otro a Carabaya. Enviaron una pierna a Santa Rosa y la otra a Livitaca. Quemaron el torso y arrojaron las cenizas al río Watanay. Se recomendó también que fuera extinguida toda su descendencia, hasta el cuarto grado.

Esta historia de crímenes es la que avalan los apátridas. En nuestra historia allí está la manera brutal y salvaje sobre la muerte de José Félix Rivas, lo decapitaron y le frieron la cabeza. Allí está la laguna de los Mártires en Juan Griego, donde masacraron y quemaron más de 500 indígenas, en el estado Nueva Esparta.

Durante el "puntofijismo" el crimen perpetrado contra el periodista Fabricio Ojeda, torturado y descuartizado, el asesinato de Alberto Lovera, lanzado desde un helicóptero en Barcelona, estado Anzoátegui, despedazado, el vil asesinato de Jorge Rodríguez, son miles los asesinatos que han cometido los enemigos del pueblo mucho de ellos impunes.

Esta historia sangrienta es la que combatieron las venezolanas y los venezolanos con sus propias vidas y no la van arrancar de las páginas de la historia y tampoco van hacer retroceder al Pueblo Venezolano al "puntofijismo", porque este Pueblo le dice a los apátridas: ¡No volverán!

La fortaleza del sistema democrático en Venezuela y de su robusto Estado de Derecho y Justicia Social no está en discusión, ni entredicho. Por el contrario, el Estado venezolano es una muestra en el ámbito internacional de una nación apegada a la Constitución y con un resplandor de justicia social y paz, edificada en una nación que ha hecho de la práctica de la democracia que sea participativa y protagónica y al mismo tiempo el vehículo para la transformación de la sociedad para alcanzar "la mayor suma de felicidad posible", como lo asentó nuestro Libertador Simón Bolívar, pues para este universal e insigne hombre patriota a carta cabal:

"Sólo la democracia es susceptible de una absoluta libertad, que define como el poder que tiene cada hombre de hacer cuanto no esté prohibido por la ley".

Más claro no canta un pueblo: ¡Venezuela es Amor!

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