Huellas que ha dejado la historia sobre el sistema socialista en Venezuela y sobre la lucha contra el fascismo

Domingo, 23/07/2023 05:10 AM

El epicentro central de esta investigación periodística devela que la Revolución Bolivariana no sólo ha venido derrotando al bloque histórico imperialista, sino que además le ha regresado al pueblo lo suyo al ser el factor propulsor de la liberación del opresor imperialista estadounidense, toda vez que se ha centrado en su papel histórico al revivir las luchas por la independencia, la soberanía, la igualdad, la justicia social y la unidad de los pueblos de NuestraAmérica.
 
El poeta Pablo Neruda acerca de Bolívar, nos recuerda que el Libertador ha despertado de nuevo para que el pueblo venezolano y los hermanos y hermanas de la América Latina alcancen la democracia social, participativa y protagónica, que le fueron negados por las oligarquías que se beneficiaron del proceso independentista, por eso, dijo Neruda: “Despierto cada cien años, cuando despierta el pueblo”, refiriéndose al Libertador. 
 
Entretanto, José Martí sobre el Padre de la Patria, manifestó: “Bolívar murió de pesar del corazón, más que de mal del cuerpo, en la casa de un español en Santa Marta. Murió pobre y dejo una familia de pueblos”, es decir, su obra histórica independentista la dejó inconclusa debido a su prematura muerte física y la traición, que luego Chávez tras contextualizar la historia en la que hizo aparición Bolívar quedó redimida por él.
 
La historia Patria sobre la naciente Venezuela quedó devastado por las guerras intestinales contra los colonizadores que llevaron a cabo los patriotas venezolanos liderados por Bolívar.
 
Bolívar, en fecha 10 de julio de 1825, le escribe a Esteban Palacios (su tío), y le advierte: 
 
“¿Dónde está Caracas? Se preguntará Ud. Caracas no existe; pero sus cenizas, sus monumentos, la tierra que tuvo, han quedado resplandecientes de libertad; y están cubiertos de la gloria del martirio. Este consuelo repara todas las pérdidas, a lo menos, este es el mío, y deseo que sea el de Ud.”. 
 
Vaticinaba el inicio de la naciente República. El pueblo gradual y progresivamente comenzó a sentir la independencia y la ruptura de sus cadenas en los siglos de dependencia colonial que marcaron una época de saqueo, explotación, esclavitud y criminalidad, entre otras vicisitudes por el mismo estilo. Tres siglos de dominio quedaron atrás ante una tempestad de glorias producto de la heroicidad de un pueblo que se negó a ser esclavo.
 
“Sin fastos, sin memorias, sin otro antecedente que el ya remoto ultraje hecho a la libertad del nuevo mundo, y las huellas de cien aventureros estampadas en la cerviz de todo un pueblo, nuestra propia historia apenas si era un libro blanco y nadie hubiera podido prever que, no muy tarde, se llenarían sus página de toda una epopeya”, escribió entonces el apóstol de Cuba, José Martí, refiriéndose a la Patria Bolivariana.
 
Sí, estamos saliendo de una crisis histórica, de una nación que venía divida entre buenos y malos, amigos y enemigos, apátridas y patriotas, un pueblo que no podía aspirar una conciencia y un destino espiritual común. 
 
Venimos del árbol de Bolívar por su patriotismo heroísmo como valoración irrefutablemente moral y ética. Aunque hubo otros próceres, entre tantos, está Antonio José de Sucre, a quien Bolívar llamó al Gran Mariscal, “el Padre de Ayacucho y el Redentor de los hijos del Sol”, 
 
La condecoración más relevante para el general Sucre fue el título de Gran Mariscal de Ayacucho otorgado por Bolívar, en fecha 27 de diciembre de 1824, También está el precursor de la independencia Francisco de Miranda,  entre otros antecesores remotos como el Cacique Guaicaipuro que resistió la llegada de los españoles en el año 1540; y otros posteriores como el general Ezequiel Zamora y más adelante tenemos a Argimiro Gabaldón y en nuestros días al comandante Hugo Chávez, quien tenso la liana. 
 
Intelectuales e historiadores desde el siglo XIX han honrado las virtudes del Libertador, Laureano Villanueva, ha sido uno de ellos, al escribir:
 
“Bolívar no cabe en los moldes de la humanidad. Los demás hombres pueden ser juzgados y comparados entre sí, desde Sucre hasta Washington, desde Miranda hasta San Martín, desde Santander hasta Páez. Él es único, incomparable, magnifico, de fuerza sobrenatural, por encima de los hombres y de la historia, como los astros por encima de todas las cumbres de la tierra y por encima de todas las nubes del espacio. Bolívar ocupa un reino aparte entre los hombres y Dios”.
 
Son cualidades de Bolivar que recogen insignes plumas ilustradas, amantes de su pasado bolivariano, justamente Arturo Uslar Pietri, precisó:
 
“Miraba el continente como una unidad y llegó a expresar, en documentos luminosos y todavía plenos de validez, las más vastas y penetrantes concepciones sobre su realidad y sus posibilidades futuras. Lo que realizó en su no larga existencia es desmesurado; lo que dejó como pensamiento político y visión de futuro americano, incomparable y en su mayor parte, actual”.
 
En este recorrido histórico el general Santiago Mariño en 1827 llamó a Bolívar el “hijo el más idolatro” y “Padre de la Patria fundador de nuestra la República”.
 
Bolívar encaja los valores de libertad, igualdad y democracia social, anhelada por siglos por el pueblo venezolano. Su pensamiento que se adelantó a su época encarna una suerte de auxilio para resolver los ingentes problemas económicos y espirituales del pueblo. 
 
En Venezuela antes de la independencia no había un patriota fundador, ni una lucha contra el opresor, ni un destino histórico unificador, la cohesión social la tenía el rey europeo, quienes a ultranza y sin miramiento alguno fueron los promotores de un crimen que aún se mantendrá vivo en los anales de la historia, cometieron el genocidio de etnias indefensas en las que habían niños, niñas, hombres, mujeres y ancianos, a mansalva, e incluso en ese exterminio arrasaron con los valles, bosques y selvas y cuanta riqueza había en Venezuela, hubo también un ecocidio o formó parte del exterminio total. Un siglo XVI de saqueos y crímenes que debe estar presente en la conciencia histórica del pueblo.
 
Venezuela todavía no había nacido en el siglo XVI sino en 1821, con la batalla de Carabobo del 24 de junio, reseña la historia. La Patria tuvo lugar con la independencia por Simón Bolívar. Si bien el orden social monárquico se derrumbó, no así las estructuras de dominación imperantes. La independencia del imperio no concluyó en la libertad e igualdad social anhelada por el pueblo venezolano. A lo que subyacen las fuerzas conspirativas de la oligarquía.
 
Bolívar no pudo controlar las fuerzas de la anarquía propulsadas por la oligarquía que derivarían en el personalismo y las distintas formas de autoritarismo. La Patria no alcanzó la libertad plena. Sin embargo, como héroe indiscutible de proyección universal en la gesta emancipadora de NuestraAmérica, es innegable su estrepitoso triunfo en aras de la libertad de la Patria.
 
Ahí está su inmortal obra emancipadora universalmente reconocida por la humanidad. Simón Bolívar (1783-1830) fue un hombre de pueblo que dedicó su vida a la lucha por la independencia latinoamericana. Fue un hombre que supo advertir las necesidades y urgencia  del continente y sus naciones y por tanto supo definir los objetivos de la lucha emancipadora hispanoamericana y se entregó al logro de ese objetivo, a partir de una visión crítica de los gobiernos y formas de gobiernos.
 
Resulta difícil esbozar el pensamiento ético–pedagógico de Bolívar sin hacer referencia a su concepción de independencia e integración, pues en su visión revolucionaria lo uno está estrechamente vinculada a lo otro formando una unidad en la práctica social que lo guiara en todas sus acciones. La ética siempre estuvo asociada a la independencia constituyendo el objetivo principal de su vida expresado en valores morales como el respeto, el patriotismo, la dignidad, el honor y la honradez, que se configuran en un ideal educativo tendiente a la libertad social y personal.
 
La riqueza teórica adquirida por Bolívar, a través de su maestreo Simón Rodríguez tiene sus antecedentes en las ideas del Ilusionismo, el empirismo y el enciclopedismo y especialmente del legado pedagógico de John Locke (1632-1704) y Jean Jacques Rousseau (1712-1778), de éste consultó al Emilio, el Contrato Social, la declaración de derechos del hombre y el ciudadano, lo cuales de una forma u otra influyeron en su conciencia independentista cuya esencia tendía a subvertir el régimen colonial.
 
El cultivo Bolivariano de la idea de la libertad e independencia estuvo muy vinculado a la educación y la cultura, ambas muy deterioradas en los pueblos latinoamericanos tal como lo certifica en el monumental Discurso de Angostura, en fecha 15 de Febrero de 1819: 
 
“Uncido el Pueblo Americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía, y del vicio, no hemos podido adquirir, ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido, y los ejemplos que hemos estudiados, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición”.
 
La herencia legada por el colonialismo a naciones de NuestraAmérica ha sido generalizada durante años privando a los hombres y mujeres de todo el continente no sólo a la educación espiritual de sus derechos y deberes esenciales, sino también a muchos de éstos a vivir con impotencia ante tales realidades y eso es el resultado de la estrecha visión de los régimenes americanos que se han conformado con servir a los colonizadores y no a servir a los pueblos. Por eso Bolívar al analizar la realidad social latinoamericana consideraba a la educación como una necesidad para el ejercicio de la vida pública vista en dos direcciones, la primera, en la educación que ha de tener el gobernante para orientar los destinos de su nación y la segunda, en la visión que ha de tener el gobierno para potenciar en los ciudadanos una vida con templanza, sabiduría, y valores morales legítimos. Esta idea la esboza en el Discurso de Bogotá en enero de 1815 al referir:
 
“La sabiduría, el valor y la templanza producen en el alma un orden y una armonía en sus funciones, que Platón llama justicia interior .La justicia exteriores solo la realización de un orden análogo en la sociedad. El hombre más justo en sí mismo es también el más justo en sus relaciones con los demás. La justicia lleva en sí la beneficencia. Hay que hacer bien a todos los hombres; no hay que hacer daño a nadie. No se debe volver injusticia por injusticia. La justicia es la reina de la virtudes republicanas y con ella se sostienen la igualdad y la libertad”.
 
Aquí se hace explícita la concepción de justicia que se articula en la trilogía roussoniana: igualdad, libertad y fraternidad, acogida y defendida en su lucha por la emancipación social.
El Libertador consideró la justicia como la virtud esencial, siendo ésta el establecimiento de un nuevo orden que ha de tener en su base el reconocimiento de la igualdad de derechos de todos los seres humanos, la oportunidad y la condición externa para una buena vida. 
 
El logro de la justicia a costa de sacrificio personal es la más elevada virtud que Bolívar tuvo como revolucionario entregado a una causa que lo acompaño en su vida y sus concepciones alumbrado por el sentido de entrega a la Patria y a los ideales más legítimos que haya defendido.
 
El ideal que lo consagró por siempre a la vida sacrificada y entregada a la causa de la libertad está refrendado en su epistolario y que se materializa en ideas muy profundas en torno a la moral y al sacrifico, en sentido afirmo:.
 
“No es para mí un sacrificio, es para mi corazón un triunfo. El que lo abandona todo por ser útil a su Patria, no pierde nada, y gana cuanto le consagra”. Asimismo, dijo que“la vida no tiene precio sino en tanto que es gloriosa”.
 
La conformación de un corpus moral sistematizado no estaba en el centro de la actividad del Libertador, pues para entonces tenía otras urgencias y más que con la teoría estaba comprometido con la transformación de la vida de los hombres y mujeres de NuestraAmérica. En la su accionar revolucionario planteó en varios de sus escritos su concepción ético-moral y como debía estár regida la vida de los ciudadanos y el gobierno.
 
La moral Bolivariana se articula de manera natural con sus aspiraciones de bienestar social y libertadl. De sus sentencias más diáfanas en relación con el ideal moral figura: 
 
“Nada sino las malas acciones, deben molestar a los hombres sensatos”.Le atribuye una importancia capital a la moral, la concibe como el sostén de la sociedad y el fundamento de la vida. En ese sentido señaló que 'la destrucción de la moral pública, causa bien pronto la destrucción del Estado”. 
 
En el Congreso de Angostura ya había planteado: “moral y luces son nuestras primeras necesidades“, aquí está subrayando la importancia de la educación y la necesidad de su preparación para participar en la vida pública porque para él, la educación era fuente liberadora que contribuye con la eliminación de las diferencias entre los hombre, por ello en su práctica política nunca desestimó la educación, por el contrario contribuyó a su desarrollo, a través de la creación de escuelas y universidades, en Guayaquil, Perú, Caracas y Colombia.
 
Bolívar se manifiesta en los cambios sociales, en la eliminación de toda forma de discriminación, en el establecimiento de las indispensables garantías sociales, paz e igualdad de derechos y en esta dirección  apunta valores como justicia, lealtad, la fidelidad en la que justicia se convierta en el núcleo duro de su imperativo ético-moral, toda vez que es la virtud la que concede a cada cual lo que le corresponde.
 
El aspecto moral y la educación ciudadana fueron una permanente preocupación para Bolívar porque veía en ellas el sostenimiento de la causa de la libertad y del individuo mismo. Nótese que Martí en su máxima dijo: “ser cultos es el único modo de ser libres”.
 
La referencia a José Martí (1853-1895) en estas reflexiones más que casual es obligada, pues si en América Latina hay un pensador que se acerca de manera casi natural a Bolívar ese es precisamente  Martí, no sólo por su ideal emancipador y sus ansias de independencia, sino también por la convergencia de sus concepciones éticas y educativas.
 
Pues bien, retomando la crisis histórica que es el epicentro de este trabajo, concluida la guerra, en apariencia, en la que sólo hay desolación, destrucción y la decepción que aguardan a los vencedores incluyendo al propio Bolívar, como lo expresa en sus últimos días, en una carta escrita como por ejemplo, en fecha 9 de noviembre de 1830 escribió al general Juan José Flores, sobre la que citamos el subsiguiente extracto:
 
“Ud sabe que yo he mandado 20 años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos: 1º) La América es ingobernable para nosotros. 2°) El que sirve una revolución ara en el mar. 3º) La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 4º) Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos los colores y razas. 5º) Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán en conquistarnos. 6º) Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, éste sería el último período de la América”.
 
Aunque en la Carta de Jamaica (1815), precisó:
 
“Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua y unas costumbres, debería por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los nuevos Estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, interés opuestos dividen la América…”.
 
En ese sentido el notable intelectual uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015), escribe en su afamado libro Las Venas Abiertas de Latinoamérica (1975) que “la doctrina bolivariana es la lucha por la igualdad, la complementariedad, la inclusión social y la perspectiva de género para todos los países del continente. La mayor suma de felicidad posible para los pueblos que han sido humillados y expoliados por los imperios. La causa nacional latinoamericana es ante una causa social: para que América Latina pueda nacer de nuevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños país por país. Se abren tiempos de rebelión y cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre la conciencia”. Galeano abre también los espacios sobre la crisis histórica en la precedente cita.
 
La suerte está echada, y cada día marca cómo el pueblo venezolano con valentía y gallardía, ha ido inconteniblemente hacía la consolidación de una conciencia social y política.
 
Una conciencia cívica, ciudadana, sobre todo en escenarios de ejércitos mercenarios de la desinformación que editan la realidad a favor de los intereses imperiales que se centra en informaciones parciales o falsos positivos ante el hecho noticioso en la que priva la censura previa y la generación de grandes contenidos hegemónicos y homogeneizadores sobre el pensamiento único en boga impuesto por el neoliberalismo que está auspiciado por EEUU en alianza con el poderío imperialista y los gobiernos satélites. 
 
El poder mediático especialistas en falsos positivos crean imágenes que exacerban la psicosis. La venganza de la historia está demostrando terminará imponiéndose a esa fantaseada realidad.
El desplome hegemónico de EEUU va en caída libre, sin muro de contención que la pueda frenar. La inexorable historia se ha encargado de demostrando fehacientemente, así como el sistema esclavista fue sucedido por el feudalismo, que de la misma manera quedará en la cola del papagayo el neoliberalismo hasta su extinción, que traerá consigo una vida nueva al alumbrar su sucesor: el sistema Socialista.
 
EEUU hasta hace poco era la economía más grande del planeta, con el mayor poderío militar y con el mayor control de los medios de comunicación masivos. Sin embargo, su sistema anclado en sus contradicciones insolubles que no ofrecen alguna respuesta ni tan siquiera a su población está declinando vertiginosamente. 
 
El mismo Estado estadounidense germinó en su avalancha de contradicciones las enfermedades propias del capitalismo por su irracionalidad económica. En su territorio deambulan 40 millones de almas estigmatizada por la pobreza material padeciendo cualquier tipo de vicisitud y al margen de una vida digna, esta cifra equivale a un porcentaje que se sitúa alrededor del 13% de su población. 
 
Su ensañamiento contra los países opuestos a sus planes imperialistas continúa en ebullición. Así, la agenda de EEUU desde la guerra fría ha cambiado de planes pero no de objetivos: la ocupación militar en NuestraAmérica y el Caribe, la cual se ha instrumentado desde la administración de James Monroe, pasando por sus diferentes gobernantes, también ha encontrado en contubernio régimenes títeres para sus objetivos criminales, independientemente de que no va a contener la arremetida del nuevo mundo en alumbramiento. 
 
Esta es la crisis historia que ha generado y cuya dialéctica insalvable e incontenible lo está arrasando de la faz de la Tierra como sistema hegemónico  capitalista. 
 
Su escudo que ha sido su armamentismo a pesar de que se mantiene, no va a parar, la crisis histórica que han creado, crisis que sin tapujo alguno se puede calificar como criminal y apocalíptica. 
 
Acerca de su política belicista instaló unas 900 bases militares esparcidas en diferentes países con el justificativo de controlar el terrorismo y el narcotráfico, como es el caso de Colombia. Pero si se corre el telón quedará al descubierto que tal militarización es un mayor sometimiento de los Estados y en éstos sus pueblos y el control de los recursos energéticos, agua potable y biodiversidad, entre otros tantos recursos naturales. 
 
La enmascarada lucha contra el narcotráfico y el terrorismo no es más que una excusa para amparar una férrea estrategia de control geopolítico y dominio sobre los recursos naturales.
 
Justamente, el Comandante Hugo Chávez, develó e hizo público El Libro Blanco del Comando Sur (2008) que describe el verdadero significado de la presencia estadounidense en las bases colombianas y la estrategia global bélica del imperio. 
 
Señaló el carácter clave de la base de Palanquero en territorio colombiano para las operaciones de reabastecimiento de operaciones de ruta en todo el continente que incluye además el continente africano. 
 
Precisa el referido documento develado por Chavez al ha alusión al hacer alusión al texto: 
 
“En este Libro Blanco está establecido una estrategia para el dominio global, con cálculos de distancia, de abastecimiento, de reabastecimiento por los aviones de transporte, los aviones de combate, los aviones de guerra”. 
 
La estrategia quedó al descubierto y también reveló al otrora presidente colombiano Álvaro Uribe al avalar el intervencionismo militar mediante la presencia de las siete bases militares en Colombia.
 
Por otra parte, en esta fase injerencista de EEUU en América del Sur, con la presencia de tropas en bases colombianas pretende frenar el innegable avance de la Revolución Bolivariana  que es una concepción claramente antiimperialista, que ha sido un desafío para los intereses estadounidenses y sus aliados en la región. 
 
La administración de EEUU opera en una multifacética política abierta de intervención militar, de operaciones encubierta a través de la sociedad civil, de una retórica diplomática aparentemente benigna de sutil persuasión que depende en mucho de la agresiva propaganda mediática. 
 
El imperio ha calificado de enemigos de la libertad a quienes no entran en sus planes y no sirven a la creciente voracidad de sus intereses. Mantiene una libertad inventada para justificar sus desmanes bélicos, que tienen clara expresión en la neoliberal globalización con despiadadas recetas económicas orientadas a estrangular a las naciones libres y soberanas
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La supuesta lucha antiterrorista que EEUU lleva adelante a escala mundial es un mero argumento para justificar esos desmanes injerencistas, intervencionistas y hasta bélicos, contra cualquier país o Estado que decida forjar su propio destino, al margen de la egida estadounidense. 
 
Hay datos históricos que demuestran cómo Venezuela, su población en general vivió cierto letargo tras los régimenes que estaban dentro de la egida imperialista lo que motivo ante los enfrentamientos políticos con todas sus variables incluyendo incidentes criminales, que no fueron motivo de preocupación, pues los interés imperiales estaban resguardado con los régimenes de turno, he ahí como ejemplo el bloqueo histórico que imperó para liberar al pueblo venezolano de la opresión en las diferentes administraciones  fascistas del país.
 
En ese recorrido de presidentes encontramos en principio La Cosiata un movimiento político adverso a Bolívar que desde 1826 hasta comienzo de 1830 tuvo como protagonista al general José Antonio Páez, que traiciona a Bolívar y asume su propio camino en la política al separarse de la Gran Colombia.
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Previamente vale el siguiente antecedente, y es que el colombiano Francisco de Paula Santander tras un complot atenta contra la vida de Bolívar, en fecha 25 de Septiembre del año 1828 y la generala Manuela Sáenz  lo salva de ser asesinado, a quien Bolivar le atribuyó la frase: “La libertadora del Libertador”
 
Los enemigos de Bolívar, encabezados por Santander obcecado por la envidia y los celos, se habían conjurado para darle muerte aquella noche de septiembre, quienes al entrar al Palacio de San Carlos (hoy en día sede de la Cancillería de Colombia), frente al Teatro Colón, Manuela se da cuenta del atentado, y se interpone a los rebeldes, con el fin de que Bolívar tuviera tiempo de escapar por la ventana. Bolívar perdonó a su Judas.
 
Así pues, arrancamos esta trocha de mandatarios desde 1830. Finalizada la primera presidencia de Páez en 1834, es electo José María Vargas para un periodo de dos años, pero debido a la traición y las intrigas renuncia y deja para la historia “el mundo es de los valientes”.
 
Luego es elegido Carlos Soublette (1837-1839), héroe de la independencia al igual que Vargas y también víctima de confabulaciones orquestada por Páez, quien regresa al gobierno (1839-1843), pero, por cosas del destino vuelva a entregar el poder a Soublette (1843-1847). 
 
Llega la dinastía de los Monagas (1847-1858). En 1858 surge la figura de Julián Castro, y a un año de su presidencia estalla la guerra federal que se mantendrá entre 1858 y 1863. En medio de esta contienda surge Manuel Felipe Tovar, igualmente debe renunciar al año debido a las conspiraciones del conservador Páez, quien regresa a la presidencia por tercera oportunidad (1861-1863) y es sucedido por el general Juan Crisóstomo Falcón (1863-1868), hasta que la guerra llega a su fin y el 22 de mayo de 1863 el Tratado de Coche pone fin a la guerra federal. 
 
Finalizada la guerra entre liberales y conservadores, asume la presidencia Antonio Guzmán Blanco, que gobierna desde el año 1870 al 1888, con alternancias de presidentes sustitutos y leales, Francisco Linares Alcántara y Joaquín Crespo, mientras Blanco pasa varios períodos en París.
 
Blanco es sucedido por Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890) y Raimundo Andueza Palacio (1890-1892), entretanto Joaquín Crespo, asume por segunda vez la presidencia (1892-1898). Y es elegido después Ignacio Andrade, quien es derrotado por la intervención de Cipriano Castro (1899-1908), posterior la revolución liberadora que busca derrocar a Castro es contenida por su vicepresidente Juan Vicente Gómez, que seis años después da un golpe de Estado que destituye a Castro y permanece en el poder hasta su muerte en 1935. 
 
Fue una época en la que el pueblo estuvo victimizado debido a la constante lucha por el poder político con innumerables montoneras y alzamiento regionales y locales. 
 
Historiadores han escrito sobre “la guerra de los cien años”, para referirse al período que abarca desde la independencia hasta la guerra federal que establece en esas condiciones un proceso guerrerista que no termina con el pacto de 1863 o Tratado de Coche, historiadores que han contabilizado, además,40 alzamientos mediante la fuerza para cambiar gobiernos. El pueblo venezolano todavía aguardaba el “milagro” para conocer la paz por la que entregó la vida el Padre de la Patria: Simón Bolívar.
 
A la muerte de Gómez sobreviene Eleazar López Contreras (1935-1945), derrocado el 18 de octubre de 1945 por Marco Pérez Jiménez en alianza con el partido Acción Democrática, capitaneado por Rómulo Betancourt, quien asumió la presidencia de la junta de gobierno (1945-1947). Son convocadas la primeras elecciones y le correspondió la victoria a Rómulo Gallegos, que apenas duró meses al frente del Ejecutivo, pues bajo el liderazgo Pérez Jiménez, es derrocado y éste asume la conducción de la nación hasta el 23 de enero de 1958, fecha que ha sido conocida como el fin de las dictadura. 
 
Es designado a Wolfgang Larrazábal mientras se convocaba elecciones. Una vez realizada las elecciones, asume la presidencia nuevamente Betancourt (1959-1963) quien no se vio librado de ataques, pues es uno de los artífices de la democracia representativa en Venezuela, fue quien acuñó la frase “Disparar primero, averiguar después”, y con élla inicia e inaugura la política represiva en Venezuela durante la IV República con un costo de miles de muertos y desaparecidos. A pocos meses de instalado su gobierno, el 12 de enero de 1960, ordenaba  hostigar, reprimir y asesinar a todos sus adversarios políticos,sobre todo a las mujeres y hombres de izquierda. 
 
Le sigue otro adeco, Raúl Leoni (1963-1968) a quien le correspondió contener la lucha revolucionaria de tantos revolucionarios.
En esa tunda, entra el no menos derechista de tendencia o formación cristiana (partido político Copei) Rafael Caldera (1968-1973), quien entrega el poder a otro miembro de AD, Carlos Andrés Pérez (1974-1979), invariable en su línea de acción política para favoreces los intereses imperialista y los de la oligarquía criolla en menoscabo de los intereses del imaginario.
 
Luis Herrera Campins (1979-1984), en un ambiente de corrupción devalúa la moneda para contener la crisis fiscal que galopaba inconteniblemente desmejorando la capacidad adquisitiva del pueblo, y pone fin el famoso dólar del 4,30. 
 
Le entrega la banda presidencial a Jaime Lusinchi (1984-1989), quien le da también continuidad al festín de Baltazar, ante la incontenible corrupción entre otros hechos criminosos. 
 
Por segunda vez, retoma la presidencia Pérez (1989-1993), quien no concluye su periodo toda vez que es juzgado por hechos de corrupción y es separado del cargo por estar envuelto en los delitos de peculado y malversación. 
 
A penas había asumido la presidencia el 27 de febrero sucede el Caracazo que trajo consigo decenas de muertos y heridos, debido a los “ajustes” económicos dictados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que afectaron inmisericordemente al pueblo venezolano.
 
Otro aspecto histórico y desencadenante de la maltrecha democracia representativa, sobre el que seguiremos más adelante profundizando, es que, en fecha 4 febrero de 1992, surge por primera vez la figura del Comandante Hugo Rafael, en compañía de otros oficiales fracasan en el derrocamiento de Pérez. Este hecho también se repite el 27 noviembre.
 
Sin embargo Pérez es sustituido por el adeco Octavio Lepage durante un mes, y el otrora Congreso designa a Ramón José Velázquez (1993-1994) y después de haberse convocado a elecciones retorna para su segundo periodo presidencial, Caldera (1994-1999), que debe soportar la crisis financiera y la de varios bancos intervenidos. 
 
Caldera sobreseyó a los militares que participaron en la asonada de 1992 y más tarde deberá entregar la banda de la presidencia al comandante Chávez, dándose inicio de manera real y en profundidad el desbordamiento del muro histórico que tenía en una situación precaria a las amplias mayorías del pueblo venezolano. 
 
Igualmente reivindica al Libertador sobre el proyecto político de Bolívar, al iniciarse la Revolución Bolivariana.
 
El modelo viejo o neoliberal la historia lo ha develado y ante la crisis histórica que él mismo ha generado de la perspectiva de la dialéctica o en el marco del materialismo histórico, está ahogado en sus propias contradicciones, definitivamente ha comenzado a alumbrarse la Venezuela anhelada por sus libertadores, proyecto que había quedado inconcluso ante el bloqueo imperialista que Chávez retomó al darle continuidad al proyecto Bolivariano.
 
La invasión colonizadora y la resistencia de los pueblos originarios en la que surge la figura emblemática de Guaicaipuro que combatió a muerte la penetración española en el 1540 y arquetipo de la resistencia indígena, marcó el inicio de esta lucha por la libertad emprendida en el año 1492.
 
Durante la segunda mitad del siglo XX Venezuela estaba en una encrucijada sobre su devenir político y social. Al igual que el resto de los países latinoamericanos, dos modelos de organización política y social se encontraban en disputa: capitalismo versus socialismo, a los cuales se alinearon los partidos políticos y otras formas de organización social que se inició en el año1830. 
 
A esta confrontación ideológica se suma el nacimiento de los regímenes fascistas que introdujeron falsos derechos básicos como la capacidad de elegir y ser electo, la libertad de expresión y de prensa, entre otros. 
 
En el caso venezolano, a partir de 1958 con la implosión de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, se instaura el sistema de régimen representativa y en 1961 se promulga la Constitución llamada por Chávez “la moribunda”. 
 
Betancourt inauguró la democracia representativa suspendiendo las garantías constitucionales con el fin de preservar el “orden público”. El recién gobierno se sobrepuso a los valores intrínsecos de la democracia social, tales como el derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad, la libertad de expresión, asociación y opinión y los derechos a la integridad personal y a la vida. 
 
Se produjeron así graves violaciones a los derechos humanos que se perpetraron en  país en el período 1958-1998.
 
Es en el año 2011, a instancia del presidente Chàvez, con la promulgación de la Ley para Sancionar los Crímenes, Desapariciones, Torturas y Otras Violaciones a los Derechos Humanos por Razones Políticas en los años 1958-1998, cuando se inició el camino por la construcción de la Memoria, la Verdad y la Justicia en nuestro país y desde el Ministerio Público se llevó adelante una ardua labor para rearmar los distintos casos de graves violaciones a los derechos humanos, que terminó con la contabilización total de 10.071 víctimas, de las cuales 459 corresponden a desapariciones forzadas de personas (283 identificadas y 176 sin identificar) y 1.425 personas asesinadas. 
 
A todo evento debemos destacar que esto no puede considerarse una cifra cerrada de las víctimas, ya que el terrorismo de Estado trajo el desasosiego y angustia a decenas de miles de personas que fueron sometidas al terror de los cuerpos de seguridad, por medio de allanamiento masivo de viviendas, represión armada, desplazamiento intempestivo de población urbana y rural o privaciones ilegítimas de libertad. 
 
Hoy el ejercicio pleno de los derechos civiles y políticos y de los derechos económicos sociales y culturales están, sin duda alguna, están resguardado tras la promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) que tipifica la agenda de acción de las instituciones del Estado para acompañar las demandas sociales. 
 
Son éstos los principios y valores que motorizan las actuaciones del nuevo Estado que erigió la Revolución Bolivariana bajo la anuencia del imaginario y a solicitud también de Chávez, que permiten un futuro promisorio para éstas  las próximas generaciones, en la máxima Bolivariana que aduce la mayor suma de felicidad posible.
 
Acerca del rescate de la memoria histórica que con mucha firmeza inició Chávez, que trajo como resultado la verdad sobre la criminalidad del “Pacto de Punto Fijo”, el fallecido periodista José Vicente Rangel, señaló:
 
“Venezuela durante cuarenta años, por contraste con lo que consagraba la Constitución vigente para entonces —la del 61—; es decir, el estado de derecho, fue la instauración del terrorismo de Estado. Las prácticas violatorias más degradantes de la dignidad humana fueron ensayadas y aplicadas a conciencia por los factores políticos que controlaban al Estado, los gobiernos de los partidos Acción Democrática y Copei. Una hábil política de engaño, de manipulación de la opinión pública, ocultó al país y al mundo la verdad de lo que sucedía. Por ejemplo: que la figura oprobiosa de la desaparición forzada de personas tuviera en la región sus primeras manifestaciones en Venezuela, en plena democracia representativa, y no en naciones donde, con posterioridad, alcanzaría una monstruosa aplicación, como Argentina, Chile, Uruguay y naciones centroamericanas. Que la tortura se convirtiera en rutina. Que el asesinato de dirigentes políticos y la adopción de los antivalores del universo concentracionario, representado por los teatros de operaciones  y del penal de la Isla del Burro, donde la autoridad militar estaba por encima de la Constitución y resumía los atributos de todos los poderes del Estado, es algo que institucionalizó la más abyecta excepcionalidad e involucró directamente a los militares venezolanos, en una política que concebía al ciudadano, a la disidencia, como enemigo interno. Al que había que combatir mediante el empleo de los métodos aprendidos por los miembros de la institución castrense, en los entrenamientos y manuales sobre contrainsurgencia de la Escuela de Las Américas. Con la aplicación de diversas formas de tortura y la desaparición forzada. Lo que significó la pentagonización de la Fuerza Armada y la alteración de sus funciones específicas. Las consecuencias de ese proceso represivo desnacionalizador, son difíciles de cuantificar. Hay cifras de miles de torturados, de miles de desaparecidos —cuyos cadáveres siguen apareciendo treinta o cuarenta años después—; de víctimas a las que se les aplicó la pena de muerte, de facto, en los comandos antiguerrilleros; de miles de ciudadanos a los cuales se les violó el debido proceso, en fin, todo un amplio mural de sufrimiento, sangre y suplicios, que hoy recoge este testimonial sobre la infamia, con severo sentido de responsabilidad ciudadana y defensa de la institucionalidad democrática”.
 
Las diversas violaciones a los derechos humanos perpetradas en Venezuela durante el período 1958-1998, no se pueden desvincular del escenario mundial y de las circunstancias que predominan en el reacomodo de fuerzas surgido a raíz de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, en el que las potencias triunfadoras dividieron al mundo en sus respectivas “áreas de influencia”. 
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En el caso de los EEUU, potencia indiscutiblemente hegemónica del hemisferio occidental, dicha noción se venía planteando, para América Latina y el Caribe, desde los remotos tiempos de la Doctrina Monroe (1823), lo que fue operativizado en la práctica durante la Guerra Fría con la implementación de distintos instrumentos legales y supralegales con organismos multilaterales que sirvieron de aretes de su política imperial, lo que generó diversos conflictos regionales a la cual no escapo Venezuela a dicha imposición al ser considerada como parte de su “patio trasero”, dada su importancia estratégica como suplidora de materias primas,, principalmente petróle a EEUU. 
 
El período puntofijista representa la concreción de un largo proceso que se caracterizó por el desconocimiento inicial del número aproximado de víctimas (detenidos, torturados, heridos, asesinados, desplazados y desaparecidos), que dejó la política de represión y terrorismo de los régimenes fascistas que se prolongó entre entre el período comprendido entre 1958 y 1998; pero especialmente durante sus primeros treinta años.
 
Época en la que se evidencia las recurrentes omisiones (activas y pasivas) y silencios administrativos en que incurre la Organización de Estados Americanos(OEA), al igual que la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH). Esta corte apenas se pronuncia sobre las graves violaciones perpetradas por los gobiernos de Acción Democrática y el Comité de Organización Política Electoral independiente (Copei), también conocido como el Partido Social Cristiano, con  sólo dos 2)casos, notoriamente públicos e inocultables como: la Masacre del Amparo (1988) y El Caracazo (1989). El resto de las masacres y violaciones no activaron a estos mecanismos supranacionales, creados en 1948, precisamente bajo el supuesto de garantizar la democracia y evitar la repetición de crímenes de lesa humanidad como los cometidos durante la II Guerra Mundial.
 
En este bloque histórico hacia una nueva vida, vida Bolivariana que soñó el Padre de la Patria, siembre ha estado en nuestros días con visos de un debilitamiento irreversible la política de dominación imperial norteamericana 
 
No había concluido la lucha por la emancipación y la independencia de las naciones latinoamericanas del imperialismo español cuando, desde EEUU se planificaba una nueva dominación, una nueva dependencia, un nuevo sometimiento a los pueblos de América, con el objetivo de llenar el vacío dejado por la derrota del imperialismo español. 
 
Dominación que en el transcurso de más de 500 años dejó el terrible saldo de innumerables indígenas exterminados y esclavizados; y otro tanto de africanos y sus descendientes, también asesinados y sometidos a la esclavitud y a la trata de negros; el ecocidio de la naturaleza y el saqueo de nuestras riquezas, que trasladadas a Europa, contribuyeron con la acumulación originaria de capital y el desarrollo del capitalismo europeo y a la cuantiosas pérdidas humanas en la lucha por la gesta independentista. 
 
Se trataba, nada menos, de convertir a las naciones Latinoamericanas, en lo que después ellos mismos denominaron “patio trasero”, e impedir que otras potencias imperiales, fundamentalmente europeas le compitieran esa dominación, para lo cual diseñaron doctrinas,, herramientas y procedimientos jurídicos, políticos y militares que les permitieran y le han permitido, la ejecución de dichos planes, con la complacencia de interlocutores criollos (la misma oligarquía que traicionó a Bolívar) y otros sectores que, colocados en el poder, les han servido de testaferros. 
 
La Doctrina Monroe, sintetizada en la frase “América para los americanos”, fue elaborada por John Quincy Adams, sexto presidente de los Estados Unidos, aunque es atribuida a James Monroe —su quinto presidente— en el año 1823. “América para los norteamericanos estadounidenses” sería la traducción correcta de esta doctrina que en un mismo hilo histórico, entra en correspondencia con la “Doctrina del Destino Manifiesto”, que establece que los EEUU tienen el don de imponer su modo de vida y dominación al mundo y así lo expresan el cumplimiento de nuestro Destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia”.
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Ratificándose principios de dominación hemisférica, en un mensaje ante el Congreso de su país, el presidente Teodoro Roosevelt   en lo que vino a llamarse el “Corolario Roosevelt”, que no es otro que darle continuidad a su intervencionismo en NuestraAmérica, gozando de la más absoluta impunidad.
 
A estas pretensiones, avizorando lo que se cernía sobre nuestros pueblos —una nueva dominación—, el Libertador le sale al paso con claridad histórica en 1828, en carta dirigida al coronel Patrick Campbell, encargado de negocios británicos ante el gobierno de la Gran Colombia donde expresaba premonitoriamente: “Los EEUU parecen destinados por la providencia a plagar a América de miseria en nombre de la libertad”. 
 
Con el boicot o sabotaje al Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por Bolívar en 1826, comienza EEUU a crear las condiciones de dominio sobre NuestraAmérica. Así, se impone el “Panamericanismo” y es derrotada la tesis Bolivariana de “La Patria es la América”, basada en la unidad de los pueblos, para frenar cualquier intento de dominación de potencias extranjeras, teniendo como fortaleza la Gran Patria. 
 
EEUU realizó invasiones, derrocaron y asesinaron presidentes, impusieron dictaduras, aplicaron el bloqueo económico, el aislamiento diplomático y político de gobiernos que no les han sido dóciles o no han servido a sus intereses. Esa ha sido la historia latinoamericana desde finales del siglo XIX en adelante: 
 
Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Cuba pais que además de invadirlo y ocupar su territorio con la base militar de Guantánamo, han tratado de someterla con un inhumano bloqueo económico.
 
México, al que invadieron y arrebataron más de la mitad de su territorio; Grenada, asesinando a su presidente Maurice Bishop, después de ocuparla militarmente; Santo Domingo; Haití, etcétera. Los presidentes Salvador Allende en Chile, Joao Goulart en Brasil, Jacobo Arbenz en Guatemala, Bertrand Aristide en Haití, Juan Domingo Perón en Argentina, Velasco Alvarado en Perú, Juan José Torres en Bolivia, Cipriano Castro, Isaías Medina y Rómulo Gallegos en Venezuela, Juan Bosch en Santo Domingo, es decir, esto es apena una muestra de los gobiernos legítimos que fueron derrocados por la directa intromisión norteamericana en los asuntos internos de de los países de NuestraAmérica, para lograr la subordinación de las naciones latinoamericanas.
 
Las dictaduras y las democracias representativas, son los dos modelos que históricamente ha utilizado EEUU para garantizar su dominio y hegemonía. Estas prácticas, que se hicieron de uso corriente por lo menos desde la segunda mitad del siglo XIX comenzarán a responder en el contexto de crispación generalizada por la Guerra Fría en el siglo XX.
 
Mientras las Fuerzas Armadas de EEUU se reservaban la defensa del hemisferio ante cualquier agresión de otra potencia extranjera distinta a ellos, en deliberada referencia a la extinta Unión Soviética, e inclusiva la China Incluyendo la supuesta “agresión comunista”, las Fuerzas Armadas de los países latinoamericanos, renunciaban por dicha vía a su misión de defensores de su soberanía y al legado de los ejércitos libertadores, plasmado en la lucha de la independencia del imperialismo español, para dedicarse con exclusividad a garantizar el orden interno de cada país, combatiendo a aquellas ideologías, organizaciones o movimientos insurgentes que pusieran en peligro los intereses oligárquicos e imperiales. .
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El  profesor Simón Sáez Mérida en su ensayo “El mito Roosevelt”, al hacer referencia al Departamento de Estado en 1938 redactó un documento secreto en donde demuestra la siguiente determinación: 
“Utilizar al máximo el potencial militar de América Latina y la instalación de bases navales y aéreas para asegurar la estabilidad política de esta región del mundo, crear un clima favorable a los objetivos de los Estados Unidos y controlar toda libertad de acceso a las fuentes de materias primas estratégicas”. 
 
La Misión Militar norteamericana se establece en Venezuela durante el gobierno del general Isaías Medina Angarita, en el año 1943, y permaneció sin discontinuidad en nuestro paí, hasta que fueron desalojadas sus oficinas, en Fuerte Tiuna Caracas en el año 2001, cuando el gobierno del presidente Chávez no renovó el acuerdo de cooperación militar que existía con EEUU. 
 
También en este recorrido histórico sobre la criminalidad estadounidense, encontramos “la Operación Cóndor” que fue un plan de apoyo mutuo contra los movimientos revolucionarios, coordinado por los gobiernos dictatoriales de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, con el apoyo desde luego de EEUU llevado a cabo en las décadas de 1970 y 1980.
No se puede obviar que la dictadura de Pérez Jiménez significó otro gobierno al servicio de los intereses norteamericanos. América Latina vivía la etapa de lo que se llamó con acierto la “Internacional de las Espadas”, dictaduras militares que se hicieron con  los Regí6 de la región. La lucha por el derrocamiento del régimen perezjimenista estaba inscrita dentro de las luchas del pueblo venezolano. 
 
El Partido Comunista de Venezuela (PCV), en el año 1957, diseña una política de unidad de todas las fuerzas que se oponían a la dictadura, incluyendo militares y religiosos, y llama a la formación de la Junta Patriótica y el Frente Universitario. 
 
Monseñor Arias Blanco, en su Homilía en 1957, condena los desmanes de la dictadura, lo que coloca al clero, a partir de ese momento en franca oposición al régimen dictatorial. 
 
El 1 de mayo de 1957 fue el punto de partida de la crisis, que estallará ocho meses después. AD y el PCV realizaron manifestaciones que coincidieron con la Pastoral de monseñor Rafael Arias Blanco. Se denunciaba la situación que sufrían los trabajadores: falta de libertades democráticas, bajos salarios, incumplimiento de los contratos colectivos, entre otras formas de explotación. 
 
A partir de allí, se comienza a dar pasos importantes para unir las fuerzas de los sectores opuestos a la dictadura. La unidad se concreta el 14 de junio de 1957, cuando se constituye la Junta Patriótica promovida por el PCV y conformada por los militantes de los partidos AD, PCV, Unión Republicana Democrática (URD) y el Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei), también conocido como Partido Social Cristiano Copei y un grupo de militares que logro favorecer la formación de comités de resistencia contra la dictadura en fábricas, barrios y en el sector estudiantil. 
 
Surge del seno de ejército una juventud militar liderada por el teniente coronel Hugo Trejo, que se manifiesta en la insurrección militar del 1 de enero de 1958. Aunque fracasa, fractura a la dictadura y va a contribuir, en medio de las diferentes movilizaciones populares y de la huelga general convocada por la Junta Patriótica el 21 de enero, a la huida del dictador el día 23 de ese mismo mes y a la creación de una Junta de Gobierno encabezada por el contraalmirante Wolfgang Larrazábal. 
 
Por otro lado, poco tiempo antes de la caída de la dictadura, en la ciudad de Nueva York, y con la presencia de representantes de los partidos AD, URD y Copei —dejando fuera deliberadamente al PCV—, se convino lo que se denominó el Pacto de Nueva York. 
 
Esto es el acuerdo que tuvo como planteamiento estratégico el capitalismo dependiente, para lo cual se trazan los siguientes objetivos: 
 
aislar y segregar a los comunistas, acabar con la Junta Patriótica, disgregar a la juventud militar patriota y desmovilizar políticamente al pueblo.
 
Es innegable que el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez abre una nueva etapa histórica en el país, es el nuevo amanecer; el de la democracia plena. “por un gobierno democrático y patriótico” era la consigna de la Junta Patriótica. Las cárceles se abrieron, los perseguidos volvieron a sus casas y los exiliados regresaron. La libertad de expresión se hizo realidad. La unidad cívico militar se daba en hechos concretos con brigadas que recorrían y vigilaban las calles con militares y estudiantes. La Junta Patriótica, junto al periodista Fabricio Ojeda y el Teniente Coronel Hugo Trejo, se convertirán en la referencia del liderazgo popular. Por su parte, el PCV y AD crecieron y se hicieron fuertes en el seno del pueblo, lo que aumentó la esperanza. 
 
Estas dos corrientes políticas antagónicas (PCV y AD) la primera de ellas se enmarca en pensamiento bolivariano patriótico y nacionalista y la proimperialista surgida de la doctrinas Monroe y de Seguridad Nacional de EEUU avalada por AD, empiezan de nuevo a manifestarse y entran en escena para disputarse el devenir histórico. 
 
Están por un lado, los que firmaron el Pacto en Nueva York, convocado por el magnate petrolero norteamericano Nelson Rockefeller y ratificado luego en Venezuela en la quinta Punto Fijo —residencia de Rafael Caldera— con los mismos integrantes: Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, representando a los partidos AD, Copei y URD, entre tanto el PCV es excluido.
 
En diciembre de 1958, se llama a elecciones y Betancourt resulta ganador. Con el triunfo estratégico-electoral en las manos, con la fuerza que le daba su partido AD, se lanza a fondo con medidas antipopulares en lo económico, político y social. Exonera de pago de impuestos a las transnacionales e nicia la política económica de sustitución de importaciones y elimina el Plan de Emergencia (proyecto llevado a cabo por la Junta de Gobierno, que tenía como fundamento el aprovechamiento de la renta petrolera para paliar el grave desempleo que dejó la dictadura) por el que miles de trabajadores desempleados obtuvieron empleo y  tener sustento en la grave situación económica que se vivía. 
 
Con esta  medida de Betancourt, los trabajadores fueron lanzados a la calle. Además, se rebaja en un 10% el sueldo de los empleados públicos, lo que trajo como consecuencia manifestaciones estudiantiles y obreras que son disueltas con extrema violencia, dejando un importante saldo de muertos, heridos y detenidos. La manifestación de desempleados ocurrida en la plaza La Concordia (Caracas) el 4 de agosto de 1959, a escasos cinco meses de la toma de posesión de Betancourt, tuvo un número trágico de cuatro obreros asesinados que, con el transcurrir de la semana, aumentó a doce, además de numerosos heridos y detenidos por estos hechos. 
 
Se estrenaba así el recién electo gobierno, en su primer bautizo de sangre. Vendrían más. Las medidas de represión contra el pueblo van a conducir a la división del partido AD y al nacimiento del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en 1960, que va a participar en la oposición contra el gobierno. En noviembre de 1960 se produce la huelga nacional de transporte con un balance trágico de veinte muertos, heridos y presos. Son suspendidas las garantías constitucionales mediante el decreto 402 y se arremete contra la prensa de izquierda, siendo cerrados los periódicos Tribuna Popular de la izquierda. 
 
El 16 de enero de 1961 se aprueba la nueva Constitución (la moribunda) y el 23 del mismo mes, Betancourt suspende las garantías constitucionales nuevamente, por lo cual le atribuyeron el remoquete de la “flor de un día”. Estas suspensiones de garantías se van a repetir quince veces en el transcurso de los cuarenta años de los gobiernos surgidos a partir del Pacto de Punto Fijo. 
 
De alguna manera en este trabajo periodístico hemos  contextualizado la Venezuela prehispánica hasta nuestros días, ya que el bloqueo histórico así como su crisis lo contrarresta el comandante Chávez, quien emerge ante un escenario en el que prevalecía una masiva y consecuente violación de los derechos humanos, como política de terrorismo de Estado durante cuatro largas décadas en Venezuela. Como bien lo certifica también Rangel en su libro “Expediente Negro”, a saber: 
 
“La represión fue una constante durante los gobiernos de AD y Copei. Existió un hilo conductor que siempre se hizo presente y que se explica por la concepción del orden público que ambos partidos manejaron, por la injerencia que organismos de inteligencia de los Estados Unidos que tuvieron en  Venezuela en esa época y por la continentalización de prácticas oprobiosas aplicadas contra la disidencia, como la desaparición de detenidos, la tortura, la incomunicación, la violación del debido proceso y los juicios militares. La impunidad se impuso al Estado de derecho y el sistema democrático colapsó. El trasfondo de esa impunidad determina que se puede establecer un claro contraste ente la sanción de los represores en Chile, Argentina, México, Uruguay, y la total ausencia de justicia en nuestro país. Probablemente el fenómeno obedece a la falta de memoria colectiva. La cultura política que impuso el Pacto de Punto Fijo castró la memoria del venezolano, construyó un muro entre el ciudadano y la conciencia colectiva que borró el recuerdo y nos dejó sin identidad”.
 
Son hechos que la historia avala y certifica. Nosotros venceremos.
 
 

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