Antes de explicar órdago, hay que explicar "mus". El mus es un juego de naipes de origen vasco. De ahí el refrán que dice: "El que al Mus juega ceñudo, su mujer lo hará cornudo". La palabra mus viene del vasco mux y este del francés mouche (mosca). Este es un juego de apuestas. Cada apuesta es un envite. Cuando la apuesta es por todo el juego, se llama órdago. La palabra órdago viene del vasco hor dago (ahí está). En estos tiempos, esta palabra se usa en la expresión "lanzar un órdago", como un sinónimo de "un desafío a apostarlo todo". Fin de la moraleja.
La vida pública venezolana se suele describir de manera infame como “cogollos políticos”. Ahí, sobran personajes que emulan sin saber, y sin querer, el perfil de Simón Bolívar, “el libertador el más importante”. Se trata de personas que están dispuestos en un ‘topo a todo’ para lograr ser vistos, percibidos, y lograr su objetivo de ponerle la mano al botín. Quizá el ejercicio del poder público es el que más se presta para lograr satisfacer las ansias de protagonismo, y de la riqueza fácil. En la ciencia se requiere genialidad e igual ocurre con el arte, así como con el vasto universo de las humanidades.
En la vida pública, mediante el robo de los dineros públicos, se logra ser “viralizado”. Se puede lograr el encumbramiento, pero no la inmortalidad, ni la trascendencia, en el sano ejercicio del poder.
La vida pública no es vida política; al menos no necesariamente. La política es un ejercicio extraordinariamente humano que amerita sacrificios, y hasta privaciones. La política es una de esas supremas manifestaciones de lo humano, y lo divino. La política es estoicismo. Se puede hasta incursionar en la vida pública sin sentido político.
La política es amplitud de criterios, sensibilidad humana, y vocación para servir a los demás. Cuando se sirve a los demás, se puede perder tiempo, esfuerzo, dinero. Cuando se hace política no necesariamente se logra el deseado protagonismo alacrán.
Hacer lo contrario es caer en la corrupción, servirse de los demás, aprovecharse de la buena voluntad, y de la buena fe de la ciudadanía, es propio de los politiqueros de baja calaña. El politiquero del albañal se viste con los ropajes de la política para engañar, mentir y traicionar. La politiquería es el recurso para beneficiar camarillas de corruptos, y obtener obscenos privilegios a como dé lugar, como lo exhiben los alacranes impunemente. Distinguir entre política, y politiquería es fundamental si tenemos en cuenta el factor poder.
El poder siempre va de la mano de la política, aunque no necesariamente. Se puede hacer política sin tener el poder, aunque sus resultados no suelen ser los mismos. Cuando se hace política, y se tiene poder, los resultados se potencializan. Los resultados son mayores cuando se hace política porque cuando se hace política, se hace gestión de gobierno.
Cuando se tiene poder, y se actúa con lo ilógico de la corrupción politiquera, los resultados también se elevan en forma negativa. La politiquería y el poder corrupto juntos, llevan a concentrar privilegios perversos, pero con un enorme costo para la sociedad, que sufre de hiperinflación, malos servicios públicos, pérdida de la calidad de vida etc.
Este costo es social, y hace metástasis en la economía, y esta adquiriendo dimensiones de órdago. Los vehículos, vestidos, y prendas de alta gama que exhiben los alacranes politiqueros no salen de la nada, no salen como el conejo de la chistera, por arte de magia. Los privilegios de estos alacranes los paga la sobreviviente sociedad venezolana entera.
Los privilegios de vivir bien, y con calidad de vida en la sociedad venezolana no son execrables per se.
Quienes trabajaban y se esforzaban en el siglo XX, para levantar a su familia, casi siempre obtenían resultados extraordinarios, en la medida que ese esfuerzo era extraordinario. Un empresario que se sacrifica duramente trabajando en un riguroso proceso de acumulación, puede tener privilegios legítimos, cosas que los politiqueros no pueden tener o ni siquiera soñar, sino fuera por el saqueo del erario publico.
Las riquezas producidas por el esfuerzo creador, no necesariamente son función de los sacrificios para obtenerlos. Las riquezas pueden ser superiores al esfuerzo o pueden ser inferiores al sacrificio.
Grandes empresarios, científicos, pedagogos, inventores o genios del arte, han dado más de lo que han obtenido, y muchos han acabado arrollados por la miseria.
El que incursiona en la vida pública lo hace con fines políticos o politiqueros. El político sirve a los demás. El politiquero alacrán, se sirve de los demás. El político hace equipo porque reconoce el valor de los demás. La diferencia entre estos dos es abismal.
No obstante, no todo es negro o es blanco. Los matices están a la orden del día.
He visto, en estos últimos años en la Venezuela en crisis económica, alacranes que se afanan en la obtención del poder. Desean ser protagonistas, se esfuerzan por abandonar el distante mundo del perraje del que creen ser su pobreza mental. En su ensimismamiento, sintiéndose como pelusas de otoño, se afanan por salir de su miseria mental. Esta es una de las variantes de la politiquería: acceder al poder (público), para ser rico, para lograr notoriedad, para “ser importante”. Esto nos muestra el perfil trágico de unos sujetos que desean convertirse a toda costa, en unos “lideres importantes”. El pobre alacrán de marras de la inhabilitación, es el vivo ejemplo de un politiquero arrastrado, que ya se encuentra en las antípodas de la política. Esto nos muestra con asco, una de las más tristes facetas de la naturaleza humana. Nos muestra soberbia, arrogancia, todo lo contrario de lo que es la política.
Hoy en pleno año 2023 de este siglo XXI, la esfera política venezolana requiere de humildad. Ese valor es de enorme relevancia en el arte, y en la ciencia política, para tratar los asuntos públicos. La política requiere de esa humildad que permita la tolerancia, el ánimo incluyente, y el reconocimiento del valor de los demás.
Hacer política con sinceridad, buscando ser útil a los demás venezolanos para que no sufran por esta calamidad, esto lleva a trascender, aunque no busquen ese fin.
La política es voluntad y vocación de servicio. La voluntad política es tolerancia, ánimo contemporizador, defensa de ideales. La política es idealismo. La política es construcción de grandes acuerdos, es diálogo, es suma de esfuerzos y de múltiples voluntades. La política, en síntesis, es procesamiento de la unidad fundamental, afectiva, y efectiva.