¿Ha habido comunismo en Venezuela? Crónica de un paro. Venezuela en una encrucijada

Viernes, 01/09/2023 04:58 AM

En el artículo anteriormente publicado bajo el título "El lenguaje y los hechos. El golpe del 2002 contra Chávez. Carta de Alexis Márquez Rodríguez al cubano Fernández Retamar", comenté que se trataba de una pequeña parte de un libro que publiqué en Amazon en el 2013, a manera de prueba. Es un trabajo sencillo, corto, de unas 140 páginas.

Tenía mis dudas, y pese tener entonces en mi archivo ya 5 novelas y una numerosa cantidad de trabajos de los cuales he hablado en otras oportunidades, opté por enviar este, al cual nunca le he dado mucho valor, a manera de ensayo. La vida nunca me ha sido fácil y siempre dudo que los dados corran a mi favor. En parte por esto, escribí mi novela "Los Perdedores", publicada recientemente por el perro y la rana".

No tenía la certeza que ese proceder me diese resultados económicos y siempre he preferido, no teniendo recursos para editar mis trabajos en físico, bien para venderlos o regalarlos a los amigos en determinadas oportunidades, que el Estado lo edite, pese eso tampoco a uno produzca beneficios. Pero prefiero que sea al Estado, sin importar quién gobierne y no las entidades privadas.

Por lo anterior y lo desconfiado que uno suele ser, es parte de nuestra cultura, sobre todo ante el modelo económico, hice esa prueba con ese trabajo que, como ya dije, nunca salió ni siquiera en parte en los medios venezolanos. Es decir hice una prueba con un trabajo inédito.

Como dije en la nota anterior, por el atractivo título, el momento histórico que vivíamos en Venezuela, la resonancia del mismo en el mundo todo, pensé que lograría vender unos cuantos ejemplares.

Este sueño mío se fortalecía cuando revisaba en la web y hallaba el libro exhibido en distintos sitios y procedentes de varias ciudades del mundo. Algo que me llamó la atención es que, en determinados puntos de venta, se le ofertaba en cifras relativamente elevadas de hasta 70 dólares. Mi infantil lógica me llevó a pensar que, pasado el tiempo, ofertado en esa como muy elevada cifra, significaba que se estaba vendiendo en buena cantidad.

Pasados los años, creo que unos más de 10 y no habiendo recibido nunca información de Amazon acerca del destino de mi libro, el cual sigue siendo exhibido, opté por solicitar se me informase acerca de lo que era de mi incumbencia. Me quedé con la boca abierta cuando me dijeron que en todo ese tiempo, como el transcurrido posteriormente a eso, jamás nadie compró un ejemplar. No sé si los lectores no le prestaron interés por saber la poca calidad del escritor o por el alto precio. Sé de lo atractivo del título, sobre todo para aquél tiempo. Por lo que siempre me he dicho, si nadie lo compra, es lógico pensar que unas de las razones pudiera ser el alto precio. Eso me han dicho amigos y hasta familiares que viven en Europa y quisieron comprarlo, pero les era muy costoso. ¿Siendo así por qué no bajarle el precio? Son los lógicos mecanismos de la oferta y la demanda. Pero como decía una inolvidable amiga en sus tiempos de muchacha, "Sabrá Dios y canta Lucho".

No he podido acceder al contrato que firmé con Amazon y en consecuencia detalles de las obligaciones que contraje, pero por el tiempo transcurrido y el no haberse vendido ni un ejemplar, en consecuencia supongo que eso me restituye el derecho de hacer con mi trabajo lo que me parezca, como ponerlo por partes en este medio. Además, ayudo a Amazon a quitarse un estorbo de encima.

Antes del paro

Los acontecimientos del 11 de abril descubrieron ante los ojos del observador común, una profunda grieta en el frente militar. Los altos mandos del ejército, con algunas excepciones, se manifestaron contra el presidente Chávez. Altos oficiales como Rosendo y otros tantos, que parecían formar parte del entorno íntimo del Presidente, se plegaron a las fuerzas opuestas a éste. Rosendo, González González, etc., quienes habían sido acusados de actos de corrupción por la oposición y al presidente Chávez de haber tendido sobre ellos un manto de clemencia y complicidad, aparecieron en el grupo fundamental de opositores en la tarde de aquel día convulsionado. El general en jefe Lucas Rincón, contado entre los pilares del régimen, tuvo en aquellos acontecimientos una conducta que aún parece preñada de dudas y desaciertos.

Los análisis e informaciones posteriores que uno leyó en la prensa nacional, hablaban de manera homogénea, que una mayoría determinante de oficiales de nuestras fuerzas armadas era opuesta a la continuidad del régimen. Se hablaba, en distintas fuentes, de tres tendencias. Una opositora y partidaria de deponer al presidente, a la que se le atribuía carácter de mayoría determinante. Otra alineada con aquel, a la que se le asignaba una fuerza menguada y, finalmente aquella calificada como institucionalista, apegada a los principios constitucionales y demás disposiciones de las leyes de la república, ostensiblemente menor que la primera. Hasta leímos en una revista de circulación nacional un comentario, inserto en la columna de un conocido periodista y comentarista político, que se ha manifestado más cerca del gobierno que de la oposición, sin dejar de ser crítico de aquel, una lista de generales activos y bajo el mando de tropa, clasificados de acuerdo a las categorías arriba mencionadas, donde el gobierno aparecía muy débil en el frente militar. Esta misma fuente aseguraba que en la fuerza aérea, Chávez sólo tenía adversarios.

A la aparente inseguridad militar, a eso que llaman la correlación de fuerzas, se unían otros factores que hacían de la situación venezolana muy confusa y hasta delicada.

El gobierno, por diversas circunstancias, no había podido reducir el cuadro de dificultades que afectaban a la sociedad venezolana y que, en su mayoría determinante, heredó del pasado. Opositores al gobierno hablan de aumento del desempleo, pobreza crítica, inseguridad personal, delincuencia y otros problemas, mientras que el oficialismo argumenta que sufrimos los efectos de las malas políticas anteriores y señala cifras y metas como triunfos de la "revolución". En todo caso, es obvio que padecemos dificultades y carencias que justifican la inconformidad de la población.

Pero esa inconformidad adquiere distintos signos. Una observación superficial y rápida denota el significativo respaldo con que cuenta el presidente en los sectores menos favorecidos en la distribución de la riqueza y más afectados por aquellas dificultades y carencias.

Al inicio de su mandato, el presidente Chávez gozó de un respaldo antes no experimentado por presidente alguno en la historia nacional. Pero no es verdad que, como dicen algunos de sus adversarios, también quienes no votaron por él, optaron por respaldarle para que cambiase lo que habría de cambiar para modernizar y desarrollar a Venezuela. Llegado el momento de elegir la Asamblea Nacional Constituyente, las fuerzas opositoras presentaron sus candidaturas y obtuvieron casi el mismo porcentaje de votos que en los anteriores comicios. Tales resultados parecieron repetirse en el referéndum y en la posterior relegitimación de los poderes, pese a que este último acto electoral se produjo después del primer cisma importante en el Polo Patriótico y la candidatura del comandante Francisco Arias Cárdenas, antiguo aliado de Chávez, desde el alzamiento de 1992, surgió para recoger el sentimiento anti chavista.

De modo que parece desacertado afirmar que el presidente Chávez, desde su ascenso a la presidencia, gozó del respaldo de "todos" los venezolanos para que condujese el proceso de cambios que él mismo antes había prometido.

Pero es obvio, demasiado evidente, que el respaldo al presidente ha disminuido ostensiblemente. Quienes opinan al respecto, con encuestas en mano, señalan cifras diferentes. Pero por encima de ello, se percibe sin mayores dificultades ni complicaciones, que el presidente ya no tiene aquel respaldo casi apabullante de los primeros años. Parte de la clase media venezolana que antes le apoyó, en un importante porcentaje le ha retirado su respaldo. En los últimos meses ha descendido el apoyo al presidente.

¿Comunismo en Venezuela?

Un sector de la oposición al gobierno, ha planteado con insistencia, quizás con demasía, que al país le acecha el comunismo. Como no estamos en los tiempos de la guerra fría, del muro de Berlín y la URSS, se mira hacia Cuba y se asegura que el presidente de Venezuela intenta importar el modelo de esa isla.

Si algo desea Fidel Castro, sin tener que hacer concesiones a la moral y sus principios más internalizados, creen muchos con convicción, es salir de la situación en que se encuentra atrapado que impide el desarrollo y crecimiento de la sociedad cubana. Grandes esfuerzos ha hecho para atraer capitales de Europa, hoy ubicados en el sector turístico y se ha visto obligado a flexibilizar el modelo nacido en los años sesenta. Hoy comprenden en Cuba, por la terquedad de la historia, que sin capitales ni facilidades de acceso a las nuevas tecnologías y al mercado mundial, es imposible producir la felicidad y la satisfacción que los pueblos demandan. No hay dudas que en Cuba, desde el seno mismo del gobierno, hay aspiraciones de cambio y deseos de insertarse en la economía mundial como lo viene haciendo con éxito China. Y se percibe así, porque los pueblos no tienen vocación de suicidas o masoquistas.

Y en el caso venezolano, ¿es posible pensar siquiera un instante que el colectivo venezolano estaría dispuesto a adoptar sin motivos ni justificación alguna, la situación que ahora existe en Cuba?

La respuesta parece obvia. Pero hay más. Si se estudia la praxis gubernamental, no las expresiones del presidente que en fin de cuenta no pasan de ser manifestaciones emocionales, nadie serio y que se respete así mismo, podría afirmar que en ella existen atisbos de comunismo. Algunas cosas tomadas de las leyes aprobadas por la Ley Habilitante, como en la Ley de Tierras o de Pesca, para exhibirlas como manifestaciones extremistas o muestras de comunismo, parecen conservadoras y hasta tímidas, si se les compara con disposiciones del ramo que rigen en Estados Unidos. Hay quienes afirman, entre adversarios y afines al presidente, que la ley anterior que regía la materia era más avanzada que esta Ley de Tierras.

No obstante, el asunto de la importación del castro –comunismo, es argumento que se maneja con insistencia y parece haber prendido en sectores de la clase media, donde con razón se reacciona con indignación y hasta temor ante tal amenaza.

Las reiteradas y manifiestas muestras de afecto del presidente Chávez por Fidel Castro y la experiencia cubana, sirvieron para que un sector de la sociedad, sobre todo aquel que maneja los medios, reviviese los rencores de los tiempos de la Guerra Fría. En América Latina y particularmente en Venezuela, estábamos aprendiendo a convivir con Cuba y admitir que los cubanos eran responsables de su proceso y los llamados a decidir sobre su futuro. Hasta hace poco la sociedad venezolana, casi abrumadoramente, reconocía y celebraba los éxitos cubanos. Había admiración difundida en casi todo el cuerpo social por un país que, en medio de grandes dificultades y carencias, se medía de igual a igual con las grandes potencias en el mundo del deporte. Muestra de un esfuerzo gigantesco y una disciplina digna de imitar. No se ponía en dudas los avances en materia de salud y medicina, reconocidos por los organismos internacionales y los logros en materia de educación que hicieron de Cuba una especie de Meca para los educadores de Venezuela y América Latina, quienes hasta con sacrificio allí acudían en gran número a observar, estudiar, debatir y absorber nuevas metodologías de aprendizaje.

Por supuesto hablamos de los tiempos de la URRSS, del Estado Soviético, el cual no dudaba en invertir en Cuba lo que fuese necesario para mantenerla estable y satisfecha. El Estado, dueño del capital, invertía según su lógica y conveniencia sin limitaciones de clase.

En la carta que el profesor Alexis Márquez Rodríguez, dirige a su "amigo" cubano Roberto Fernández Retamar, sostiene que "como reacción a la forma como Chávez ha manejado las relaciones bilaterales con Cuba, el tradicional sentimiento anticomunista del pueblo venezolano, se ha puesto en evidencia incluso de manera violenta".

Sorprende a uno, como un humanista de la talla del antiguo director de Escuela de Periodismo de la UCV, individuo de número de la Academia de la Lengua y comunista, según su confesión, percibe el problema de manera tan parcializada.

Es verdad, como ya dijimos, que Chávez ha incurrido e incurre en el error, de meter a Cuba y a Fidel en cualquier asunto y con excusas baladíes. Pero también es verdad que, como era de esperarse, sus opositores, entre los cuales cuentan los grandes medios de comunicación, entre ellos "El Nacional", han tomado de modo persistente esas "infantiles" excusas para crear una matriz de opinión adversa a Chávez y la propia Cuba. Por eso, la versión de Alexis Márquez, luce interesada y para decirlo con un término puesto de moda, sesgada.

Tampoco es verdad aquello que el pueblo de Venezuela haya puesto de manifiesto su repudio a Cuba, "incluso con la violencia".

Toda opinión ajustada, nada prejuiciada, debe entender que esa reacción se ha dado en un sector de venezolanos, no entre todos los venezolanos. Y se ha dado en aquel sector que Alexis Márquez califica "tradicionalmente anticomunista". El pueblo venezolano, de manera aplastante, generalmente ha votado contra los comunistas, sin olvidar que en las elecciones de 1958, el PCV, fue la primera fuerza electoral en el Distrito Federal, pero decir que ha sido "tradicionalmente anticomunista", luce como una exageración, un extremismo, que no resiste un análisis crítico e histórico. Tanto es pueblo aquel universo que respalda al presidente, como lo es el que lo adversa. No importa que uno viva en el este y el otro en el oeste de la capital caraqueña, para tomar a esa ciudad como una referencia.

Europa, por lo menos en materia de negocios y turismo, ha procedido sin prejuicios desde hace años y hasta parte de sus capitales acuden a la isla antillana a participar en áreas que el régimen les abre espacio

En los Estados Unidos, después de la disolución de la Unión Soviética, la caída del muro de Berlín y la debacle del mundo comunista, comenzó a verse a Cuba con otra óptica. Ya para el Departamento de Estado, hoy inmerso en una conflictividad de otra naturaleza en el Medio Oriente, Cuba no es la cabeza de puente de un mundo comunista no existente y tal es así, que las relaciones necesarias entre ambos países hoy tienen otro carácter.

Según informaciones procedentes del país norteño, Otto Reich, norteamericano nacido en Cuba, no contó con el respaldo necesario en el Senado para que el presidente Bush le designase a un cargo para manejar en primera línea los asuntos de ese país con América Latina. Y según la prensa americana, porque se piensa que no se condujo adecuadamente y con equilibrio propio de un diplomático, en los asuntos que tuvieron que ver con Cuba y Nicaragua.

Capitalistas norteamericanos, en número importante, hoy manifiestan interés en que se revise la política frente a la patria de José Martí y se abra posibilidades de intercambio e inversión. No es un secreto para nadie que la marcada influencia del voto de origen cubano en Miami y la radical oposición que allí persiste frente al gobierno cubano, son motivos que han privado en la conducta cautelosa que en este asunto aún mantiene la Casa Blanca.

Como una muestra importante de lo que estamos sustentando, acudimos a una cita de Domingo Alberto Rangel, quien en la revista "Quinto Día", del viernes 24 de enero de este año, dice: "intereses y sectores norteamericanos muy influyentes promovieron hace meses una feria agrícola de Estados Unidos en La Habana. A ella concurrió el señor Ventura, gobernador de Minnesota, quien cuando Bush lo censuró por tal conducta, le dio una respuesta elocuente: "Voy a donde haya un mercado para nuestros granjeros y Cuba es, señor Presidente, el mejor mercado del Caribe para nuestros productores de trigo" ("Quinto Día", 24-01-2003. Pág. 4).

De manera que las acusaciones de comunismo o importación del modelo cubano a Venezuela, asunto que no plantea el sector más lúcido y coherente de la oposición, no es más que una consigna para sumar adeptos.

Por último, los mismos que hacen circular la especie según la cual existe un proyecto para instaurar el comunismo en Venezuela, aceptaron con la debida naturalidad, como lo hicimos todos, que el presidente CAP, sobre todo en su primer gobierno, aquel "de la gran Venezuela" y las nacionalizaciones, se ufanase de su amistad con el presidente cubano. Y los encuentros frecuentes, tenidos como furtivos, dentro de la mayor discreción, a los que se le atribuía fines además de políticos, personales o amistosos, no produjeron ninguna reacción ni denuncias de existencia de planes inconfesables. Se les vio como actos muy propios de la especie humana, dignos de respeto y tolerancia.

Nota leída aproximadamente 1801 veces.

Las noticias más leídas: