Septiembre y los Allende: a 50 años del golpe fascista en Chile

Lunes, 11/09/2023 06:56 AM

Hoy se cumplen 50 años del sangriento golpe de Estado al presidente mártir, Salvador Allende, y es impostergable adentrarnos en la importancia del mes de septiembre en el proceso que vivió Chile entre 1970 y 1973, además del significado del referido ciclo de 30 días en la familia del médico y líder del gobierno de la Unidad Popular. Septiembre es el noveno mes del año en el calendario gregoriano y el séptimo del calendario romano (de allí el origen de su nombre). Septiembre en el hemisferio norte es el comienzo del otoño y en el hemisferio sur es el inicio de la primavera. Tal día como hoy, hace cinco décadas, el fascismo mostró su ruindad al bombardear el Palacio de La Moneda y asesinar a Salvador Allende, Presidente Constitucional de la República de Chile. ¿Era casualidad que el derrocamiento de Allende tuviese lugar en el mes de septiembre? ¡Para nada! La "vendetta" de la derecha chilena -y sus amos del Distrito de Columbia- debía consumarse en septiembre porque dicho mes simbolizaba demasiado en el devenir revolucionario comandado por la Unidad Popular, que era el universo de organizaciones políticas que apoyaba a Salvador Allende: Partido Socialista, Partido Comunista, Partido Radical, MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitaria) y API (Acción Popular Independiente).

El 4 de septiembre de 1970 fue un hito para la izquierda chilena y mundial: por primera vez un movimiento integrado por marxistas y otras corrientes revolucionarias, se hacía del éxito electoral en el marco de una democracia burguesa La Unidad Popular obtenía -a través de su candidato Salvador Allende Gossens- 1.070.384 votos o el 36,2% de los sufragios emitidos.durante esa histórica jornada. Nunca antes un militante marxista se había hecho del triunfo en un proceso comicial presidencial, al menos en un país occidental. Por lo tanto, el mes de septiembre se convertía en un estandarte de la lucha de los pueblos por una sociedad más equitativa en una nación austral donde los pobres eran cada vez más pobres y los ricos, cada vez más ricos. El odio visceral de la burguesía chilena a septiembre adquirió ribetes psiquiátricos, ya que septiembre era el pobre con esperanza, el obrero con optimismo, el campesino con alegría, el niño con una sonrisa y la mujer con beligerancia. Septiembre era el baño de realidad donde las clases dominantes se negaban a mojarse: la chusma, el "hoi polloi", sólo sirve como mano de obra para la explotación o como guarismo desechable para las estadísticas de escritorio. Había que destruir septiembre como faro de la clase proletaria en Chile y el resto del orbe. De hecho, antes del golpe del 11 de septiembre de 1973 hubo maquinaciones conspirativas 12 meses antes y éstas fueron conocidas como "Plan Septiembre", no obstante, fueron develadas y no lograron concretarse. Para más inri, la separación entre las efemérides del 4 de septiembre (victoria de la Unidad Popular) y el 11 de septiembre (golpe contra Allende), es de siete días exactos o una semana. ¿Azar? ¡Claro que no! La sempiterna motivación ha sido borrar del mapa cualquier vestigio del gobierno popular. .

Septiembre, para la familia Allende, también ha sido de rosas y espinas: la hija de Salvador Allende, Beatriz Patricia, nació un 8 de septiembre de 1943 y era también médico como su legendario padre. Apodada como "Tati", fue militante del Partido Socialista, mano derecha del presidente y una extraordinaria revolucionaria. Famosa es la anécdota de cuando el traidor de Augusto Pinochet fue a la casa de El Cañaveral, a las afueras de Santiago (capital de Chile), para pedirle a Salvador Allende que pospusiese el llamado a plebiscito que estaba pautado para el lunes 10 de septiembre de 1973. Justo el sábado 8 de septiembre se celebraba el cumpleaños número 30 de Beatriz y la festejaban en la referida residencia que era propiedad de Miria Contreras ("Payita"), secretaria privada de Salvador Allende y amiga íntima de éste. Pinochet arribó a dicho sitio junto con otros militares, y solicitó al presidente que aplazara la convocatoria a referéndum que éste tenía programada para el lunes 10 hasta el martes 11. Arguyó Pinochet que debía resolver todavía algunos asuntos en el convulsionado ámbito castrense y no era conveniente aún realizar ese tipo de anuncios. Salvador Allende aceptó cándidamente la "sugerencia" del desleal y cayó en su trampa: el golpe estaba fijado para el martes 11 de septiembre y la "recomendación" de Pinochet sólo buscaba ganar tiempo. El presidente deseaba someter su mandato a la voluntad popular y el plebiscito buscaba la convalidación o el fin de su gobierno. Estaba de cajón que si Allende hacía alusión al referéndum el lunes 10, el golpe del martes 11 se habría desactivado de inmediato. Por desgracia, Beatriz Allende nunca superó la trágica muerte de su padre, aquel 11 de septiembre, y se quitó la vida años más tarde en Cuba. Sólo tenía 34 primaveras. Ella es una víctima directa del fascismo chileno promovido y financiado desde la Casa Blanca.

Laura Allende Gossens, hermana de Salvador Allende y tía paterna de Beatriz, hizo carrera política en el Partido Socialista de Chile y fue diputada por tres períodos consecutivos entre 1964 y 1973. Nació un 3 de septiembre de 1911. Al momento del golpe, en 1973, acababa de cumplir 62 años. Laura Allende fue encarcelada por los fascistas durante dos años y luego expulsada del país. Vivió en México y después en Cuba. Al enfermar de cáncer quiso regresar a Chile, mas el régimen militar no lo permitió; en 1981, Laura Allende se suicidó y dejó una misiva de despedida a Fidel Castro. El fascismo se cobraba otra víctima entre las miles que ya habían fenecido en Chile a manos de la sanguinaria junta militar amparada por Washington.

Augusto Pinochet desarrolló -como la abyecta burguesía que lo manejaba- una enfermiza obsesión con septiembre y en dicho mes cometía sus más sonados asesinatos políticos: a Salvador Allende lo masacraron en La Moneda el 11 de septiembre de 1973; al cantor Víctor Jara lo mataron el 16 de septiembre de ese mismo año. Lo quemaron, le fracturaron los dedos, le cortaron la lengua y le propinaron 44 balazos. Pablo Neruda, insigne poeta y ganador del Premio Nobel de Literatura, falleció el 23 de septiembre de 1973 y no fue por "tristeza" ni por el cáncer de próstata que lo aquejaba, como se comentó al principio. Hay evidencia de que fue envenenado por agentes de la naciente dictadura. El general Carlos Prats, antiguo Comandante en Jefe del Ejército y ministro del Interior de Allende, pereció en un atentado el 30 de septiembre de 1974, en Buenos Aires, Argentina. Orlando Letelier, quien fuese canciller y embajador del gobierno de la Unidad Popular, fue asesinado el 21 de septiembre de 1976, nada más y nada menos que en Washington DC, la capital de Estados Unidos. Lo que se comentaba en los años posteriores al golpe de 1973, era que los revolucionarios chilenos (dentro y fuera del país) respiraban de relativo alivio cuando expiraba el noveno mes del año, puesto que "Pinochet sólo mataba en septiembre".

Septiembre es alegría y tristeza, luz y sombra, dulzura y amargura, vida y muerte. El fascismo ha tratado de robarnos septiembre:desde aquel instante de gloria que conquistaron la Unidad Popular y Allende en 1970. Septiembre no sólo ha sido júbilo y dolor para nuestro Chile sino también para los Allende: tres desgarradores decesos (Salvador, Beatriz y Laura) son imputables a la junta militar encabezada por Pinochet que obedecía a sus jefes yanquis en la urbe del Potomac. Más de 40 mil detenidos-desaparecidos tiñen de rojo el prontuario de los militares que fueron instrumento vergonzante de la oligarquía local y el imperialismo estadounidense. Los asesinatos políticos de Pinochet en septiembre son el abyecto clímax de un odio delirante a la clase trabajadora y su genuina lid por la abolición de la explotación. Proclamaba Allende, en un día como hoy hace 50 años: "(...) Mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre a construir una sociedad mejor (...)". Que septiembre siga siendo inspiración para que se abran las vastas arboledas por donde marchen hombres y mujeres libres determinados a edificar un mundo socialista: sería la mejor forma de rendir tributo a los Allende. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

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