El Nerón Milei

Martes, 12/09/2023 05:13 AM

En Argentina se escucha a Javier Milei gritar: “viva la libertad ¡carajo!”. Frase que estremece el corazón de cualquiera, pues “libertad” es hermosa, como palabra, derecho y placer.

El grito vociferante de Milei está incompleto. Debería gritar: “viva la libertad económica, ¡Carajo!”, para que quien la escuche se interese en comprender la diferencia entre precio y valor, las interacciones entre la oferta y la demanda, la gravedad en alterar el costo real ante la especulación, y la importancia de cubrir la necesidad antes que el lujo.

Las características políticas y económicas de la República Argentina provienen y son una consecuencia de su pasado como destino de inmigrantes. Todos concuerdan que es un país de inmigrantes a inicios del siglo XX, al punto que hay una costumbre, que pareciera gestada desde una ley, cuando se bautiza o presenta al recién nacido con un nombre español como Javier o Diego o Gabriela para argentinar un apellido italiano, como Milei o Maradonna o Messi o Sabatini, además de muchísimos otros apellidos de origen francés, o alemán, o croata, o inglés, o ruso, etc.

Cada inmigrante europeo del Siglo XX llegó a América con la misión, necesaria y noble, de enviar remesas a la familia dejada en Europa, por lo tanto, la primera acción una vez empleado o produciendo fue, y sigue siendo, cambiar los pesos por divisas. Hoy, si la tercera o cuarta generación de argentinos descendientes de inmigrantes son tan argentinos como el mate, todavía la primera acción económica es cambiar pesos a dólares, para ahorrar en dólares. Se ha sumado a la costumbre familiar, la necesidad de seguridad económica y, porque no decirlo, la moda.

Todo el torrente de divisas que entra a la argentina regresa al exterior por la vía de cuentas bancarias, por la compra de tecnología y por complementos de materias primas. Es una demanda de divisas extraordinariamente alta e injustificable, pues Argentina es un enorme productor de alimentos, con un desarrollo tecnológico y científico propio muy bueno. Así que, la devaluación crónica del peso argentino es un tema difícil de explicar desde el punto de vista gubernamental, burocrático y tecnocrático, y aún más difícil de aceptar si se intenta explicar de la manera suicida como lo acabo de escribir aquí. Más adelante escribiré sobre la corrupción, el tema desvía el análisis.

Vuelvo al punto de la libertad económica y el incompleto grito de Javier Milei, precandidato presidencial.

Si se le pregunta el significado de libertad económica a alguien que ha estudiado formal o informalmente el tema, seguramente responderá que es la reducción o eliminación de barreras para la producción y el comercio, y si se le presiona, terminará afirmando que el liberalismo es eliminar la intervención del Estado o los gobiernos en la economía.

Ahora, si se le pregunta a la misma persona si es conveniente eliminar a la policía, y que cada quien, o cada grupo, se organice para garantizar su propia seguridad contra la delincuencia, si el conocedor no tiene dinero para cubrir ese costo, seguramente responderá que la seguridad policial es algo que debe garantizar el gobierno.

También es condicionada la respuesta del conocedor cuando se le pregunte la conveniencia liberal de eliminar las aduanas pues, si vive de revender productos importados responderá sí, pero si es un productor de materia prima o de productos terminados, responderá que no.

La libertad económica total implica eliminar impuestos, permisos y aranceles. Si se eliminan los impuestos el dinero no retorna al Estado, por lo tanto, el costo de la seguridad, de la educación y de la salud pública solo las puede cubrir el gobierno mediante dos formas: 1, emitiendo moneda y 2, siendo empresario, con empresas publicas rentables. La primera forma causa inflación para todos y la segunda competencia para el sector privado, ambas conspiran contra la economía privada.

Dejar hacer o dejar pasar tampoco es libertad económica, pues si alguien produce alimentos, por ejemplo, debe ser fiscalizado. Si va a producir drogas, cigarrillos o licores debe contar con el permiso de la colectividad, representado en alcaldías o gobiernos. Si va a construir edificios para viviendas, alquileres, hoteles o galpones industriales, debe presentar documentación que certifique calidad y pertinencia, y por supuesto pagar impuestos, pues quien supone puede emprender negocios de este tipo debe demostrar capacidad financiera para solventar la posibilidad de causar daños ambientales o a seres vivos, y el impuesto debe convertirse en un fondo para revertir o para contener el daño.

También es muy importante comprender que un arancel es un impuesto para encarecer productos importables. Se encarece artificialmente para proteger al productor nativo, desestimular a los empresarios revendedores de mercancía importada e inducir a los consumidores a comprar productos nacionales.

Con este humilde repaso de conceptos básicos solo pretendo aclarar que la palabra libertad ha sido usada para sustituir a la palabra “gratis”. De allí que en el idioma inglés exista “freedom” y “liberty”, aunque los gringos usen freedom para confundir cuando hablan de libertades políticas y sociales.

cuando Milei grita “viva la libertad ¡carajo!”, causa en los angustiados por los reveses económicos de Argentina una sensación de lucha, pues la frase contiene un meta-mensaje que hace suponer que el actual y los anteriores gobiernos han sido opresores y tiranos, no solo económicamente, sino en todos los sentidos, cuando la verdad es que la alternancia entre gobiernos de derecha y de izquierda ha provocado la crisis económica y moral, pues lo que uno hace el otro lo desase.

Si Milei gritase “viva el relajo ¡carajo! entraría en resonancia con su aspecto físico y gestual. Y también con sus modales, pues a pesar que dice una que otra verdad idealizada por la escuela del pensamiento económico liberal, no menos cierto es que él es innecesaria y extremadamente ofensivo.

El problema inflacionario de Argentina proviene de una compulsiva avidez por dólares, al punto que es como una droga que el gobierno sale a buscarla para entregarla a la sociedad y calmar la ansiedad. De allí viene el pujo de Milei por dolarizar la economía. Un error conceptual imperdonable para un economista, pues si bien es cierto que se estudia economía para “predecir” y hacer negocios en el momento más oportuno, también es una premisa que se estudia economía para evitar las catástrofes sociales.

Imagine por un instante que se elimina el Banco Central Argentino y la moneda local, dejando solo como circulante al dólar estadounidense, y si lo desean pueden incluir al euro; por ley de Murphy, llegará el día que el gobierno no tendrá liquidez para pagar salarios o pensiones y entonces arderá Troya, como le ocurrió a De la Rua, en el 2000.

Pasará, seguramente pasará, pues para tener dólares hay que vender bienes en el exterior y cobrar a tiempo, y que no se produzca o no se cobre o no se page a tiempo es altamente probable.

Otro elemento que el economista especialista Milei extravía u omite en sus modelos matemáticos es que un gobierno, del signo que sea, debe atender al pueblo, construir carreteras, edificaciones públicas, subsidiar servicios y bienes de primera necesidad y subvencionar iniciativas científicas, así que necesita crear dinero que se pueda gastar en la economía interna, dinero que en moneda local puede ser tanto como se necesite y en divisas tanto como se disponga como excedente y, para que sobren dólares hay que “echarle bolas” a la producción, la exportación y la comercialización, además de ligar que los clientes del mundo se mantengan en paz y prosperidad.

Cuando arda Buenos Aires, antes dije Troya, pero pudiese decir Roma, pues ya sabríamos quien será Nerón, nadie va a aceptar que la culpa es del mercado internacional, ni de la casta política desplazada, la gente, que voto o no voto por Milei, lo juzgará y hasta ese día la libertad avanzará, y no solo se detendrá, sino que desaparecerá como partido político.

Cualquier economista sabe del poder hegemónico dado a los EEUU luego de la Segunda Guerra Mundial, poder detonado con bombas atómicas, pero también detonado cuando, después de inundar al mundo con dólares sin respaldo legal, se dio a sí mismo el poder de una moneda fiduciaria capaz de marcar el precio de todas las materias primas, especialmente de la más importante, el petróleo.

Sabe cualquier economista que los gringos pueden comprar lo se les dé la gana cuando se les dé la gana con tan solo emitir dólares, y aquí uso el estilo Milei para expresarme, disculpen, lo que equivale a deberse a sí mismos. Ya el mundo lo sabe y lo comprende.

La verdad ha salido a la luz y la primera reacción fue el nacimiento del Euro, que trajo como consecuencia la crisis del 2008, para quien no lo vea no esté de acuerdo lo invito a revisar el caso con frialdad. La segunda reacción fue la retoma de la explotación de reservas propias de los EEUU, en 2014, pues los EEUU ya no pueden comprar petróleo ni a precios por debajo del valor real ni pueden comprarlo, descaradamente, con dólares recién emitidos, esto lo resumió Obama en el discurso ante la Unión de 2015 cuando dijo “ya no podemos depender del petróleo ajeno”. Y la tercera es la conformación de un grupo económico nuevo y poderoso, los BRICS.

El actual gobierno de Argentina ha logrado ser aceptado en el grupo BRICS, no por simple amistad política, sino porque Argentina es un importante productor de alimentos, con tecnología y tradición propia.

Cualquier economista puede inferir, sin necesidad de modelos matemáticos sino con una revisión histórica y filosófica que, con los BRICS, en poco tiempo habrá otra moneda internacional, otras fuentes de financiamiento alternativas al FMI y, lo más importante, un intercambio comercial directo, sin sanciones ni extorsiones ni leyes extraterritoriales gringas.

Esperemos que el pueblo argentino sepa resistir a la tentación, y no sucumba ante el espejismo de una dolarización. Maldición ya relatada en el cuento del Rey Midas, aquel que todo cuanto tocaba lo convertía en oro, hasta sus alimentos. 

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