El sistema Socialista no en un dogma

Jueves, 05/10/2023 05:47 AM

El proceso socialista que se ventila en Venezuela suscita de parte de la derecha fascista la mayor hostilidad y el mayor odio de toda la cofradía burguesa e imperialista, por ser una filosofía, un sistema sustentable, humanista, contrario a sus intereses egoístas e individualista, a lo que se suma su aniquilación.  
 
De un modo o de otro, la burguesía defiende la esclavitud asalariada que por cierto es bastante notoria, mientras que el socialismo le ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. 
 
Esperar del socialismo imparcialidad en una sociedad de explotados y explotadores; sería la misma ingenuidad que esperar del capitalismo imparcialidad en cuanto a la conveniencia de aumentar los salarios de los trabajadores, en detrimento de las ganancias del capital.
 
La historia de la filosofía y la historia de las ciencias sociales enseñan con toda claridad que no hay nada en el marxismo que se parezca al "sectarismo", en el sentido de una doctrina cerrada en sí misma, rígida, surgida al margen del camino real del desarrollo de la civilización universal. Al contrario, el genio de Carlos Marx, estriba precisamente en haber dado solución a los problemas planteados por el género humano.
 
Su doctrina apareció como una continuación directa e inmediata de las doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo. La doctrina de Marx es de una avanzada cosmopolita toda poderosa por ser exacta. Es completa y armónica, que desvanece el entramado de la historia y ofrece a las mujeres y a los hombres una concepción del mundo integral, al tiempo que es intransigente con toda la superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa.
 
El marxismo es un arma extraordinaria de conocimiento de la humanidad y para la humanidad. Marx y Engels hicieron del Manifiesto Comunista un libro que no debe faltar en las manos de ningún revolucionario u obrero consciente.
 
En cualquier sociedad las aspiraciones de los unos chocan abiertamente con las aspiraciones de los otros, la vida social está llena de contradicciones; asimismo, también se produce una sucesión de periodos de revolución y reacción, de paz y de guerra, de estancamiento y de rápido progreso o decadencia; el marxismo ofrece el hilo conductor que permite comprender la existencia de leyes en ese aparente laberinto: la lucha de clases.
 
En Venezuela quienes estamos atentos sobre lo que representa y es el proceso socialista que se ventila, es una fuerza revolucionaria más que suficiente para no dejarnos vencer por un modelo en decadencia que sólo profundiza la pobreza y las desigualdades que eventualmente colocaría en una situación de exterminio toda forma de vida: el depredador, criminal y egoísta sistema capitalista. 
 
El miedo que se le ha inoculado a los pueblos sobre el socialismo hay que contrarrestarlo a través de todos los medios de comunicación que podamos hacernos.
 
Insistimos nuestra doctrina no es un dogma, sino una guía para la acción. Esto es un aspecto del marxismo que se pierde con mucha frecuencia. Y al perderlo de vista hacemos del marxismo una cosa unilateral, deforme, le arrancamos su espíritu, su alma viva, socavamos sus bases teóricas más profundas: la dialéctica; la doctrina del desarrollo histórico multilateral pleno de contradicciones, en fin, quebrantamos su ligazón con las tareas prácticas determinadas de la época, que pueden cambiar con cada nuevo viraje de la historia. Hay quienes justamente pierden de vista esa parte del marxismo.
 
Hoy millones de venezolanos han despertado de un largo sueño alienante, lo que ha permitido fortalecer al socialismo, por eso hay que avanzar sin tregua, pero ya de un modo mucho más seguro, más consciente, con mayor confianza y con mayor consecuencia.
 
Por eso no podemos caer en la diatriba de las bajas pasiones humanas con que nos contaminó el egoísta y asesino sistema capitalista. No hay nada más importante que la cohesión de todos los revolucionarios consciente de la profundidad de la crisis y de la necesidad de combatirla para salvaguardar el legado de Hugo Chávez, cerrándosele el paso a la derecha fascista y también incluye a los  "compañeros de ruta" desfigurado por la burguesía.

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