Bruselas, 16 de octubre de 2023
Entiendo la política como un acto de fe, como un peregrinar por la esperanza. Como una entrega al otro. El dar de sí, sin esperar del otro nada a cambio. Me desparramo en los anales de la historia del pensamiento humano y me percato de que somos un enjambre que, en algún momento existió un mundo informe sin sentido ni silencio, el no ser, pero que un rayo divino fecundó, con el auxilio de los arquitectos del universo, la semilla que germina en la flor de loto. Esto lo encuentro cuando examino la tradición de antiguos pergaminos de origen tibetano. Y más acá en el tiempo histórico hago mío el saber de la Biblia que es un libro de las tres culturas orientales que convergieron en concierto: la judía, la cristiana y la islámica. Y la Biblia se ha utilizado para promover guerras e invasiones, verbigracia en la América precolombina, como también para predicar contra el exterminio de las poblaciones indígenas en Nuestramérica y la conquista de las Américas, como lo hicieron los frailes Bartolomé de las Casas y Luis de Vitoria.
La lucha por la preservación de la dignidad humana atraviesa los predicamentos de todas las religiones y culturas. En "El Ramayana", Tulsidas nos habla de la devoción como atributo del amor. Dice: "Un hombre sin devoción es como una nube sin agua… El señor conoce los sufrimientos de su gente. Él dará fin a tus sufrimientos."
Y en el "El Canto del Señor" del Bhagavad Gita se protesta contra la injusticia. Condena a "Ellos, [que] están cegados por la codicia y ni siquiera pueden verse a sí mismos".
Cuando reflexiono sobre estos predicamentos del amor y la fraternidad humana, me propongo repudiar los dictámenes de la hipocresía y procuro que mi eco esperanzado pueda aportar un granito de arena, tal vez infructuosamente en el habitáculo de Dios.
Otro asunto es la dignidad del hombre; ese gran milagro y ser maravilloso. Zoroastro decía que el alma era alada e invitaba a sus discípulos a "rociar las alas con las alas de la vida." Actuemos, pues, en concordancia con aquellos fundamentos filosóficos que nos hacen amar al prójimo como a nosotros mismos.
Cuando supe, mi querido amigo y camarada Juvencio, que habías decidido emprender nuevos periplos por el firmamento estrellado, recordé los momentos existenciales en los cuales compartimos los mismos predicamentos políticos y filosóficos. Desde muy joven compartí contigo esperanzas libertarias. Tú, como presidente de la Federación de Centros de la UCV, y yo como presidente del Comité Unificado Regional Estudiantil (CURE) del Estado Trujillo, que agrupaba a los centros de estudiantes de educación media. Te conocí, por primera vez, cuando se realizó un evento nacional que congregó a dirigentes estudiantiles de izquierda en la UCV.
En el acto de clausura llevaron la palabra tú Juvencio y Miguelito Bernal, presidente del CURE en el Distrito Federal.
Al retornar a mi tierra trujillana, los dirigentes estudiantiles que asistimos al evento del CURE en Caracas fuimos detenidos por la DIGEPOL en una alcabala en Valencia, a saber: Jorge Valero, Luis "Pelito de Cochino" Briceño, Luis Lobo y Bagdolio Ríos. Nuestros huesos fueron a parar a los sótanos de la sede nacional de la DIGEPOL en Los Chaguaramos. Tenía yo 16 años. Gracias a tu intermediación ante el diputado José Vicente Rangel pude ser liberado a los tres meses.
Desde entonces mantuve contigo, Juvencio, una profunda amistad y camaradería. Coincidimos en las corrientes internas de la Juventud Comunista y luego cuando fundamos el UPA y el MAS.
Escribía las notas que están al comienzo de este escrito cuando tu hija Camila informa que has emprendido el rumbo hacia la eternidad.
Y como quiera que mis reflexiones políticas y filosóficas retratan tu conducta humana he decidido dedicarlas a tu bonhomía y patriotismo sin mácula. Estuviste siempre al servicio de los mejores intereses del país. Asumiste el ejercicio político con honestidad suprema. Cultivaste amistades en todas las banderías políticas. Por eso "todos a una", como dice Fuenteovejuna, te rendimos tributo en esta hora.
Condolencias desde mi corazón a Ibis, Arlette, Camila y Fernando.