Preguntarse si Alberto, a quien conocí como un comunicador social de izquierda muy perpicaz, agudo, a veces hiriente y quizá muy radical para mis gustos, para referirse a algunos temas o juzgar a cuánto opositor ha enfrentado, y si en concreto hizo apología o no al nazismo cuando vanaglorio a Hitler en un Twitter que después borró a lo mejor no sería una tarea difícil de valorar y seguramente condenar.
No luce muy comprensible y mucho menos aceptable que un humanista de izquierda se le ocurra sostener que a ese señor desquiciado y líder del nazismo alemán se haya muerto prematuramente y que además no haya podido completar su obra que resultó francamente macabra porque exterminó no solo en su Criminal Holocausto a 6 millones de Judíos, hecho por el cual es citado en los anales de la Historia, pero extrañamente ocultan que al bravio pueblo Ruso y a su ejército Rojo le costó la cifra de más 20 millones de víctimas para acabar con el Fuhrer Alemán y así con la II Guerra Mundial.
Por lo tanto, creo que Alberto para condenar el criminal e inexplicable Holocausto del Estado Sionista de Israel sobre el territorio Palestino de Gaza que en solo dos meses ha costado la vida de más 6.000 niños inocentes y 21.500 palestinos no combatientes y bombardear incluso hospitales y matar médicos y paramédicos que atienden a las víctimas de Netanyaju que en pleno siglo XXI no tenía porque sublimar y mucho menos "glorificar" a un criminal de la talla de Adolf Hitler.
Que además ese Holocausto del Estado de Israel sea ejecutado con la mayor vileza e impunidad y flagrante violaciones a decenas de
Resoluciones de las Naciones Unidas y todo el; derecho humanitario incluyendo la Convención de Ginebra y sus protocolos que deben ser respetados en conflictos armados o guerras de cualquier naturaleza y origen y que esos crimines de Lesa Humanidad no hayan podido pararse y mucho menos se haya logrado que el Estado de lsrael y su líderes sionistas se les haya librado código rojo de aprehensión como criminales que son para ser juzgados y condenados por la Corte Penal Internacional o por un Tribunal Ad Hoc, y por el contrario sigan recibiendo apoyo militar y financieros de Estados Unidos, el Reino Unido y buena parte de los países que integran la OTAN, seguramente debe haberle generado al articulista in comento un sin fin de repudio y justificado rechazo contra el sionismo lo que tampoco nos daría licencia para terminar juzgando a Hitler casi como un benefactor de la humanidad; lo cual es un verdadero contrasentido desde cualquier punto de vista.
Pero en mis años de lucha por los ddhh, compartida con mi hábito de escribir y opinar en artículos publicados en diarios y hoy en día en algunas redes sociales, confieso que soy y siempre seré enemigo de cualquier forma de linchamiento moral por decir algo o expresar un pensamiento inapropiado o vertir opiniones odiosas o contrarias a nuestros principios éticos y morales; por muy estrafalario que incluso parezca.
Creo que las libertades públicas de una verdadera democracia da pie para que quienes opinen y piensen distintos a nosotros puedan cuestionarnos con ideas y argumentos sin tener que recurrir a las ofensas, maldiciones o agresiones de cualquier especie.
Por lo tanto, debo decir mi extrañeza de los conceptos vertidos por Alberto Aranguibel sobre el Hitler y el tema de los Judíos, pero me parece también desproporcionada la reacción de algunos personas detractores de lo que escribió el comunicador y diputado de nuestra Asamblea Nacional .
La reacción de algunos connotados funcionarios de nuestro Gobierno para juzgar las infeliz benevolencia e impropia exaltación de Adolfo Hitler que un Twitter expuso el polémico compatriota Alberto Aranguibel me resultó también extraña y por decir lo menos muy fuerte.
Lanzar al ostracismo político cuasi perpetuo para repudiar y condenar esas ideas calificadas por muchos como anti semitas tampoco me resultan comprensible y mucho menos cuando quien las condena lo hace desde una especie de púlpito de la verdad única, dónde no hay derecho a defenderse y mucho menos a la replica al estilo de los otroras tribunales de la Inquisición.
"Podra no estar de acuerdo con lo que dices pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo" sostuvo como axioma Voltaire y a ese principio me acojo a la hora juzgar lo que parece apropiado o no de una opinión, mucho más si como ocurre lamentablemente en la actualidad, con una curiosa tesis que pareciera volverse doctrina de nuestro Ministerio Público, se pretenda ver en toda opinión adversa, por muy contraria que parezca a nuestros valores y principios éticos o a las buenas costumbres como un un delito de promoción y exaltación al odio entre habitantes que recién se legislo precisamente para evitar las campañas de odio instigadas por la oposición política para promover una guerra civil entre Venezolanos y que contempla penas hasta de 20 años de cárcel.