“Cuentan que Zeus castigó a Prometeo porque le robó el fuego y se lo dio a los hombres (no había mujeres en el mito griego). La cosa es que Prometeo era inmortal y encadenarlo a una roca no era pena suficiente. El tiempo no le afectaba. Así que cada día, un águila le devoraba el hígado, que noche tras noche se le regeneraba, para que el águila se lo volviese a triturar al día siguiente”. Fin de la cita. Anónimo.
Nicolás Maduro fue elegido por primera vez presidente de Venezuela en el 2013, después de la muerte de Hugo Chávez; pero las cosas no le han sido fáciles. Ha quedado políticamente muy claro una y otra vez que Maduro enfrenta una tarea verdaderamente hercúlea. Venezuela es uno de los países más convulsionados políticamente del mundo.
El gobierno de Nicolás Maduro es el primero en la historia de Venezuela en recibir sanciones económicas, experimentado un ciclo de hiperinflación que lleva más de 6 años, surfeando una crisis tras otra.
Maduro ha enfrentado cuestionamientos a su legitimidad desde su primer día de gestión, sanciones e inestabilidades económicas, protestas de calle, investigaciones de La Haya etc.
Con todo esto encima, el presidente Maduro se mantiene en el poder, reiterando promesas en los cinco consensos frecuentes de recuperación económica para este año 2024, y depuración en la burocracia administrativa, y un liderazgo con “mano de hierro” desde el Palacio de Miraflores.
Sus dos mandatos han estado llenos de retos, con pruebas hechas desde diferentes ángulos, lo que ha fortalecido su liderazgo en el PSUV, ahora en pleno desarrollo, buscando consolidar su candidatura presidencial por tercera vez este año 2024.
En su gobierno, ha sido un experto en: “esquivar todas las crisis a lo largo de estos ya casi finalizados 12 años de mandato constitucional”.
Nicolás Maduro asumió la presidencia venezolana antes de ganarla por votación. La muerte de Chávez, con él como vicepresidente del poder ejecutivo, dio paso a que asumiera el cargo en marzo de 2013.
Luego, un mes después derrotó al candidato presidencial opositor Henrique Capriles Radonski.
En 2019, bajo la administración del presidente estadounidense Donald Trump se aplicaron sanciones contra las instituciones políticas y financieras del gobierno de Maduro. El gobierno de Maduro las consideró como “un bloqueo” y las culpó de la crisis económica nacional.
La era de Nicolás Maduro ha estado marcada por una economía “golpeada” con un tipo de cambio especulativo en los precios de venta al público.
Venezuela experimenta una alta inflación este 2 de enero del 2024, donde todos los “neo colonizadores comerciantes árabes y chinos”, aumentaron sin escrúpulo algunos los precios, alcanzando un nivel jamás visto en el país, el alza de precios supera el 1000 %, una de las más altas del mundo.
El país entró este año 2024, en un proceso como hiperinflación, una inflación fuera de control y sin tendencia a equilibrarse. El bolívar, la moneda nacional, se ha depreciado sin pausa por la subida del dólar con un salario mínimo mensual equivalente a 3 dólares. Más de 80 % de la población tiene salarios que no pueden cubrir la canasta alimentaria. El Estado no ha logrado resolver los problemas económicos primarios.
Otra tarea hercúlea a resolver es la migración sin precedentes. Al menos 7,2 millones de venezolanos han emigrado de su país por la crisis política, económica, y social. Se trata del “peor éxodo del mundo” desde un país sin conflicto armado.
La oposición venezolana no ha logrado desalojar a Maduro del poder a pesar de calificarlo como un “usurpador” de la Presidencia y de denunciar la ruptura del orden constitucional.
Maduro ha sobrevivido políticamente a las protestas de calle de 2014 y 2017, a un atentado con drones cargados de explosivos en 2018, al desconocimiento de su legitimidad en 2019 y un intento de golpe de Estado cívico militar en su contra ese mismo año. Gran parte de la responsabilidad de los fallos políticos de la estrategia contra Maduro son de la misma oposición. Maduro no se ha encontrado con una oposición que se le oponga realmente.