Por las recientes declaraciones de García Linera ¿Cómo enfrentarse a Dios y no ser excomulgado?

Viernes, 05/01/2024 05:18 AM

"Las izquierdas, si quieren consolidarse, deben responder a las demandas por las que surgieron y, si quieren en verdad derrotar a las extremas derechas tienen que resolver de manera estructural la pobreza de la sociedad, la desigualdad, la precariedad de los servicios, la educación, la salud y la vivienda. Y para poder realizar eso materialmente, tienen que ser radicales en sus reformas sobre la propiedad, los impuestos, la justicia social, la distribución de la riqueza, la recuperación de los recursos comunes en favor de la sociedad".

https://jacobinlat.com/2024/01/02/si-las-izquierdas-quieren-derrotar-a-la-ultraderecha-tienen-que-ser-radicales/

Lo anterior es parte de un trabajo de Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia, que no difiere mucho de lo que tantos han dicho; el mismo Chávez, antes que el boliviano dijese eso, solía decirlo de manera hasta repetitiva. De modo que uno puede decir ante esas expresiones del compañero de Evo Morales, "no hay nada nuevo bajo el sol". Pues, según nuestra experiencia y percepción, no se trata de saber qué es lo por hacer, sino pareciera, según mi experiencia, el quid del asunto, no es tanto lo por hacer, sino el cómo, con quién y el debido ritmo.

No creo que las izquierdas al llegar al poder, pierdan el interés que antes tuvieron y renuncien de antemano "a las demandas que antes las movió". Eso, con perdón, me parece demasiado simplista. El asunto parece ser de otra manera. Como que no es con esquemas mentales, fórmulas pre elaboradas, como aquella de la lucha armada y la creencia que la sociedad se cambia de manera explosiva, con un rayo o una fuerte carga de dinamita, sino que lo radical consiste en un proceder, propuestas y fines que se pongan en marcha de manera insistente, firme, con la velocidad pertinente que, tome en cuenta los vericuetos y dificultades del camino y no en un imprimir velocidades altas sin contar lo que hubiera haber más adelante. Como tampoco caer por inocente y conformarse con llegar al poder y dejarse atrapar por quienes me ayudan a permanecer en él a cambio de dejar que todo acontezca como ellos determinen.

La experiencia venezolana, sin ir muy lejos, aunque pudiéramos hablar de la Guerra Federal, en la cual resultaron "victoriosos", los "herederos de Zamora", terminó en un fracaso y convalidación de lo antes existente, salvo en un cambio de actores. Y si comenzamos a reflexionar a partir de 1958 hasta ahora mismo, pudiéramos descubrir que sabiendo lo que debía hacerse, pues estaba escrito en abundancia, quienes pudieron hacerlo o la historia le encomendó la tarea, nunca supieron "el cómo".

Y si hablamos de Bolivia, partiendo del cambio sustancial que significó el arribo de Evo Morales a la presidencia de Bolivia, seguimos por la narrativa del golpe contra él, en el cual factores de su partido, a nuestro parecer como que jugaron a dos cartas, como para que ahora Luis Arce esté en el poder, Evo en la oposición y García Linera diciendo lo que acaba de decir, llegaremos a la misma conclusión, no hemos sabido acerca del cómo hacer.

La nota que sigue, referida exclusivamente a la historia venezolana, en buena medida habla de cómo no se trata de buena voluntad, programas y hasta diagnósticos precisos, sino el saber hacer en el momento que lo demandan las circunstancias.

A Pérez Jiménez, en gran medida, le tumbó el movimiento popular. Pueblo y ejército, actuando casi cada uno por su lado, convergieron en aquel movimiento que tuvo su cúspide en enero de 1958. Por supuesto, en eso jugaron rol importante los grupos económicos internos y el capital internacional; en lo que Nelson Rockefeller, entonces muy vinculado a Betancourt, por el desgaste de la dictadura, puso su fuerte cuota.

Es verdad que, los dirigentes de todo aquello, como la dirección del PCV, siendo su Secretario General Pompeyo Márquez, la de AD, con el muy joven Simón Sáez Mérida, habiendo tenido el mérito que eso significó, también cargan con la responsabilidad de haber mandado a replegar todo aquello, sin presentar al gobierno emergente, en el cual nunca tuvieron influencia alguna por falta de atrevimiento y audacia, un programa de gobierno que garantizase las conquistas populares y vivo el reclamo de las mismas. Mientras que los factores económicos, sobre todo por intermedio del grupo Mendoza, llamado así por Eugenio Mendoza, que había estado en muy buenas migas con la dictadura, entra en el nuevo gobierno a seguir imponiendo su dirección y aspiraciones. Fue una clase audaz, con mando y claridad.

Aquella izquierda, de la cual la mayoría ha muerto, otros quizás "mascan el agua", nunca tuvieron la entereza de reconocer que se equivocaron y dejaron a la Junta Patriótica, esa a la que en veces se suele elogiar para darle a uno que otro más méritos de los que en verdad tuvo, actuar más de las veces como santo que sale a recorrer el pueblo en tiempos de pandemia o de catástrofe o comparsa en carnaval. Si hacemos un balance real de la actuación de aquella dirigencia, incluyendo al organismo antes mencionado, en el manejo de la coyuntura inmediatamente posterior al 23 de enero, encontraremos fundamentalmente errores y conductas pusilánimes. Los integrantes de la Junta Patriótica misma, en segundo término, empezando por su presidente accidental aquella semana, Fabricio Ojeda, tuvieron la responsabilidad que aquello sucediese. Y no caeremos en el extremo de la crueldad.

Y lo que es peor. No mucho tiempo después, ya en la muy nombrada década del sesenta del siglo XX, casi la misma gente y los mismos partidos, incurrieron en errores hasta peores que los ya referidos para convertir una crisis donde el gobierno de Betancourt estaba asediado por los reclamos reales, sentidos del movimiento popular, como el costo de la vida y los salarios, entre otros, en un triunfo para aquél y una derrota descomunal para éste.

Pero los derrotados por Betancourt, que los llevó al único terreno donde podía hacerlo, el de la violencia, contando él con el aval legal de las armas, expresado en aquello que mal suelen llamar lucha armada, fueron sustituidos por otros, que lejos de recomponer táctica y estrategia, optaron por seguir en lo mismo, arrastrando errores y derrotas por largos años, que cual desquiciados contaban como triunfos, hasta que Chávez les sacó de aquella pesadilla, habiendo aprendido él de su propio error.

Los primeros convencidos de la derrota, terminaron divididos en dos bandos. Uno, que al final de su vida optó por incorporarse a las huestes del enemigo y para ser aceptado, lejos de reconocer que su táctica y proceder estuvieron siempre muy lejos de lo que debía hacerse, prefirieron cubrir de loas a quienes fueron sus "enemigos". Así, Petkoff y Pompeyo, para nombrar dos solamente, terminaron por difundir la versión que aquellas derrotas no se explican por la incompetencia de ellos sino por la superioridad y grandeza del enemigo; así convirtieron a Betancourt casi en su héroe. Es la fórmula que hallaron para ser admitidos y entrar en su universo y quizás, ese es su sueño, en sus panteones.

En el segundo lote, quienes se quedaron en la izquierda, dicho así por hacer más fácil el entendimiento, hay por lo menos dos narrativas diferentes.

La primera es la de aquella que aun habiendo dejado la lucha armada porque estaba derrotada y hasta perdonada por los gobiernos que a sus practicantes les veía ya casi en la indigencia, indefensión y nada peligrosos, arrinconados en la ciudad, continuaba soñando con la heroica guerra venida de las montañas como quien en ella engendró aquellos sueños. Por esto mismo, tampoco estaba en capacidad y disposición de asumir la revisión de su actuación pasada y reconocer los errores. Y al presente, todavía eso no reconoce ni revisa. Sigue soñándose una guerra que le garantice el poder y haga verdad sus viejos sueños.

La segunda narrativa de este lote es la que en privado, entre viejos compañeros y hasta amigos intelectuales, incluyendo de derecha, reconoce que aquello fue todo un disparate. Pero nada escribe, publica y menos se expresa verbalmente en público. Es un tabú. Porque todavía están vivos o presentes muchos de los personajes que aquellos dogmas engendraron, temen les expulsen de esas iglesias, hasta estremecer la conciencia de mucha gente y ser objeto de adjetivaciones idiotas como las de reformistas, revisionistas y otras del arsenal apropiado para esos casos. ¿Cómo enfrentarse a Dios y no ser excomulgado?

Pero si en algo hay coincidencia entre estas dos narrativas, es en la valoración de la coyuntura mundial y la convicción que el socialismo, aquel derivado de las tesis marxistas y los seguidores del maestro alemán, es realizable a corto plazo y sólo hace "falta construirle", un "echarle bolas", porque el capitalismo está en retirada y disueltas las bases que le sustentan.

Coinciden en creer que el socialismo existe, está instalado en algunos puntos del planeta. Uno no sabe dónde, ellos sí.

No hubiese nada de malo en esto, si ellos se limitasen a soñar, como cuando se veían o ven subiendo a sus dioses a los montañas con su fusil, aunque fuese mal guindado al hombro y casi de inmediato, en el mismo sueño, se veían y ven bajar victoriosos, aplaudidos y rodeados por las multitudes, a lo que le daban tanto valor como que sólo eso bastaba. Pero la cosa no termina ni se queda allí, sino que ajustan su táctica, su accionar diario, como quien ya están dadas las condiciones todas para ejecutar esa tarea pese la terca realidad le diga lo contrario.

Porque esta poética y soñada visión está acompañada de otra, la que les "enseña", sin ningún género de dudas, que el capitalismo es como una casa tan vieja y derruida que basta empujarla con una mano para que se venga al suelo y siendo así la realidad, lo que implica que dentro de ella ya las fórmulas, la conciencia, las formas y relaciones de producción, el estado colectivo están listos, "radicalizar el proceso" para en breve declarar el socialismo conquistado.

Son pocos, en ese universo, que viendo a chinos y vietnamitas, optar por caminos distintos a los que suele transitar la ortodoxia, basada en ese diagnóstico del cual ya hemos hablado, entienden que nada de eso es cierto y hace falta una revisión profunda, hasta cambiar los lentes y un recomponer la marcha, el estilo, el discurso y las propuestas inmediatas.

Es ese pues un mundo formado por dos grandes bloques, el de los ex izquierdistas que viendo que el mundo no funcionó como le decían sus viejos manuales y sus llaves no servían para abrir puertas, optaron por tocar en la de los espacios contrarios, allí se arrodillaron hasta que al fin les dejaron entrar, es decir se fueron para la derecha y el otro, el de quienes siguen anclados en el pasado, dan tumbos y siguen, hasta como gozosos, "cosechando fracasos".

Chávez y quienes le acompañaron íntimamente, en buena medida, también supieron, como ya dije, que el "secreto" estaba en hacer lo que García Linera proclama y hasta pudiéramos decir que lo intentaron, pero también fallaron en lo mismo, en no saber exactamente el cómo, para que incluso lo que empezaron hacer perdurase.

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