Moral y Ética Socialista según el Guerrillero Heroico, Ernesto "Che" Guevara

Viernes, 12/01/2024 01:01 PM

Hablar de moral y ética es un tema bastante empinado, toda vez que por razones muy diversas el pueblo venezolano históricamente estuvo envuelto en una moral y una ética que no emergió del modelo socialista, sino que la hemos arrastrado desde la época del llamado modernismo que alumbró el capitalismo salvaje.

Dejemos que el propio guerrillero heroico Ernesto "Che" Guevara nos ofrezca una visión sobre la moral y la ética socialista de la revolucionaria y el revolucionario.

El Che actuaba como pensaba, así lo dejó plasmado en su carta de despedida a sus hijos e hijas en la que les dice:

"Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y ha sido leal a sus convicciones".

El Che durante toda su vida procuro ser coherente entre los principios que pregonaba y su modo de vida. De hecho, su mirada acerca de la sociedad socialista que había que construir no quedaba por fuera de su formación como revolucionario.

El Che entendía que una verdadera revolución no es sólo profunda en transformaciones económicas y políticas, sino que además, debe ir acompañada de una nueva moral y una nueva ética, de una nueva subjetividad, del desarrollo de la conciencia en el se construyen nuevos valores de acuerdo a una sociedad basada en la cooperación y el trabajo común.

Desde la perspectiva filosófica la ética tiene que ver con el sentido del "obrar bien", de acuerdo a los valores morales que se establecen en una sociedad en su momento histórico determinado.

No todas las sociedades tienen los mismos preceptos morales, porque no todas desarrollan los mismos valores. En la lucha por construir una nueva sociedad, libre de explotación y opresión, emancipada de las taras del egoísmo, la vanidad, el individualismo, es necesario construir esos valores y realizarlos en el proceso de destrucción de lo viejo y construcción de lo nuevo.

Aquello que Antonio Gramsci consideró que sobre la revolución hay una transformación y al mismo tiempo una refundación moral e intelectual.

La lucha por el desarrollo de una conciencia que vaya avanzando en colocar los postes de lo nuevo, necesita de ejemplos concretos para ofrecer ese horizonte de lo posible. Y es en esa idea que la vida del Che está atravesada por la búsqueda de la ejemplaridad permanente. Ya sea en la actitud durante sus viajes por América Latina o en su lucha por expandir la revolución a otros países.

Su ejemplo permanente es el de la humildad, la sencillez, la austeridad. Cuenta entre sus anécdotas, que en una reunión que analizaba un informe de una empresa de productos farmacéuticos en 1963, siendo Ministro de Industrias en Cuba, había un termo con café sobre la mesa y cuando se le preguntó por qué no se servía un café porque se iba a enfriar respondió: "caballeros, tienen que aprender muchas cosas, el café no alcanza para todos los que participan en la discusión del informe".

Esta coherencia no era una pose, ni respondía a una vocación de sacrificio en sí mismo. Por el contrario, esa conducta sacaba del "más allá" una ética centrada en la igualdad, en la felicidad colectiva como objetivo de vida, en una conciencia profundamente humanista que buscaba acercarse a lo mejor del género humano.

Pregonaba que debemos desarrollar nuestra propia ética revolucionaria y llevarla adelante en cada uno de nuestros actos y estar conscientes de que ese camino no estará exento de errores, de contradicciones que debemos asumir, sin creernos infalibles.

Para el Che el capitalismo y el imperialismo, no sólo producen mercancías y ganancias, producen una subjetividad según sus propios valores que se expresan en el aislamiento, el individualismo, la inestabilidad, la inconstancia, en el egoísmo, la envidia, la hipocresía y cuatro hojas más de etcétera.

Construir una ética militante, será una de las mejores armas y una de las mejores defensas contra cualquier vacilación que el camino hacía la victoria final nos ponga por delante.

La revolución la hacen las mujeres y los hombres con una visión integradora, contextualizada de la historia, sin apartarse de su condición humana, en el entendido de que las revolucionarias y los revolucionarios son los mejores de la especie humana porque están dotados de "grandes sentimientos de amor", como lo subrayó el Che.

 

 

 

 

 

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