En el futuro muy próximo no será posible la política, sin la fundamental participación de las computadoras.
Hoy, el político, que sólo es político, ni siquiera es político. Es más el principal entorpecimiento del progreso es la ignorancia de los políticos acerca de los avances de la ciencia.
A medida que las aspiraciones humanas crecen, la paz depende cada vez más del desarrollo científico.
Cambio es sinónimo de ciencia y tecnología.
Y el destino del mundo se perfila en los gabinetes de investigación: nos encontramos creciente e indisolublemente ligados a la inventiva y creatividad de unos pocos hombres, especialmente de aquellos que se adentran en los misterios del cerebro humano.
Luis Alberto Machado (1979). El Derecho a ser Inteligente en La Revolución de la Inteligencia
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América Latina está viviendo una terrible crisis política, económica, social, cultural y ambiental. Pareciera que nos hemos hundido en la sima de averno no cómo simple retórica filosófica o literaria para engrosar una prosa que transmita una simple reflexión ¡No! Y es que la continuidad hegemónica del poder de individuos que se han adueñado de países como Cuba, Nicaragua o Venezuela, o en contraste de democracias vacuas y convertidas en estólidos ensayos sólo nos han llevado por el constante camino del hambre, la miseria la emigración, y la destrucción de nuestros pueblos ancestrales, a partir de la contaminación de nuestros recursos naturales.
Y es que la única razón de esta interminable tragedia, que sólo ha sido matizada con un excesivo jingoísmo a partir de las luchas históricas que se concretaron fundamentalmente en el siglo XIX, citando nombres de Simón Bolívar, José de San Martín, Bernardo O´Higgins, Francisco Morazán, o Agustín de Iturbide, entre otros; no sólo es la muestra de un agotado discurso de una clase política convertida en bolonios, sino que la praxis de lo que algunos siguen llamando "derecha" o "izquierda", o también en eufemísticas definiciones de "conservadores" y "progresistas", la única realidad es que ambas ideologías son un palíndromo político en sus contextos de ineficiencia, ramplonería, corrupción y violaciones de derechos humanos.
Por ejemplo, que, en Cuba, la autollamada "revolución" luego de 64 años en el poder, muestre cifras récord de migración [1], al igual que Venezuela [2], y que además sean complementadas según Transparencia Internacional como el país más corrupto de América Latina [3], sin obviar la cantidad de expatriados, incluyendo sacerdotes y obispos en Nicaragua que han sido objeto de todo tipo de violaciones de derechos humanos, y en donde estos tres países han sido denunciados ante instancias internacionales de mantener presos políticos, es claro que definir a estos totalitarismos como "progresistas", no sólo es una barbarie contra el pensamiento de sus libertadores, sino una monserga de bazofia política que intenta seguir engañando a quienes han sido y siguen siendo víctimas de tales "gobiernos".
Y si bien, el oxigonio de naciones mencionadas son las que llevan la principal orientación de malignidad en el campo político, económico y social; el resto de las naciones aún basadas en componentes democráticos, tampoco han podido sortear sus principales problemas sociales. De hecho, la inflación, el desempleo, el extractivismo, la corrupción, los homicidios, el contrabando y el narcotráfico son problemas que parecieran no tener fin en cada contexto territorial. Así, no es casualidad que en América del Sur, países como la propia Venezuela junto con Colombia, Brasil, Ecuador, Perú y Bolivia, y Chile en menor medida, son naciones que prácticamente a diario conciben protestas de grupos indígenas que rechazan las pretensiones de expoliar los recursos naturales de sus zonas originarias y territoriales, menoscabando los derechos de tales grupos, y perjudicando de manera importante la flora y la fauna de semejantes espacios, sin que existan mecanismos de estricto control ambiental, que puedan equilibrar la explotación de recursos naturales sin perjudicar la esencia del corazón y el pulmón biológico que están ubicados en esta geografía del planeta. Incluso, es tal el rechazo por estas perspectivas de explotación que Panamá, recientemente, fue marco de numerosas protestas, y no precisamente en los espacios ancestrales, sino en sus principales urbes, exigiendo a los políticos una concepción ambiental que no viole derechos humanos y permita el desarrollo de la naturaleza en plena armonía con la vida.
Por supuesto, que, ante tales disyuntivas, que se extienden desde México, donde el narcotráfico, las mafias y los desaparecidos son una permanente cacoquimia que siempre está presente en cualquier gobierno del país azteca, hasta una Patagonia que pareciera volver a tener interés por los actuales presidentes de las naciones australes, en relación con sus alteraciones climatológicas y particulares especies de fauna terrestre y marina; implican que más allá de cualquier analogía y similitud en las acciones de gobierno de los gobiernos latinoamericanos, aún no marcan un acercamiento ideológico y tampoco de políticas públicas.
Y mientras esto ocurre, hay algunas iniciativas de algunos Estados, que basadas en contextos de autonomía de desarrollo, como las llamadas Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) que se llevan a cabo en países como Uruguay, Colombia y Honduras, y tímidamente en otras naciones del continente que están marcando un espacio distinto porque como lo señalaba Luis Alberto Machado (ob.cit); están validando la ciencia y el conocimiento en todas sus estructuras contemporáneas, donde la tecnología y el pensar se han convertido en escenarios fundamentales para alcanzar altos niveles de bienestar y desarrollo, y donde el "pensar" de los políticos tradicionales y consignados en burocracia, ha quedado excluido, y por ende, aunque existen obstáculos, no ha sido razón para detener los importantes avances que se están llevando a cabo sobre esos espacios, y donde el equilibrio ambiental, y los respetos sobre las comunidades originarias ha sido unión de excelencia para transformar la realidad de América Latina, deteniendo la emigración y generando empleos similares en los existentes de las llamadas naciones de primer mundo.
Para equilibrar América Latina en todos sus componentes de vida y ambientales, es necesario que se vaya Nicolás Maduro y cambiar la casta política, y acabar con el desfasado concepto de "izquierdas y derechas" por uno que marque gobiernos con lo que hemos llamado, pensar y praxis en libertad, desde el camino hacia el BCD: Bienestar, Crecimiento y Desarrollo. Seguiremos ampliando el tema
@vivassantanaj_
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[3 ]https://twitter.com/dw_espanol/status/1752773612912726488