El capitalismo “recupera” todo. Unos de sus métodos más efectivos de recuperación por daños ideológicos y económicos al sistema – del “efecto Chávez”, por ejemplo – es apelar a la falsa democracia, que se coloca por encima de todo, y produce una sensación de libertad y competencia sanas, las elecciones para alternar distintos gobiernos pero administrando una misma opción política, social y económica: la lógica del capital.
Fedecámaras no cambió, Maduro y el madurismo sí. No es que hay una Fedecámaras buena y otra mala. Algunos piensan que hay una Fedecámaras más inteligente porque ahora se acerca al gobierno de Maduro en vez de hacerle una oposición violenta, como lo hicieron con Chávez, se saltan el hecho de que Chávez fue contrarió las apetencias de los empresarios y por eso conspiraron duro contra él hasta que lo mataron, y que Maduro, a diferencia que Chávez, ha hecho todo lo contrario. Realmente lo que ha pasado con el organismo empresarial es que el madurismo con sus devaneos capitalistas se fue acercando a sus intereses de clase, y no al revés. Maduro liberalizó la economía, hizo de los bancos agentes cambiarios y les dio los dólares de la renta, los dejó hacer la política laboral y dirigir todos los procesos económicos, es por eso que Fedecámaras muestra ahora un rostro amable. Pero el capitalismo no experimenta cambios en su naturaleza, más bien es como el alacrán, o el tiburón, una máquina depredadora eficiente. Un empresario que coloque por encima de la ganancia sentimientos altruistas muere, se lo tragan sus competidores.
Esa sensación de estar experimentando cambios positivos en los empresarios forma parte del optimismo miserable que inocula el capitalismo –la fuerza de su lógica – a los renegados a él, los hace ver todo al revés, los hechiza, y donde el capitalismo se está fortaleciendo, otros solo ven un avance de la democracia, paz y armonía.
Si uno pierde su tiempo una tarde en ver televisión nacional pareciera que en nuestro país y dentro de la sociedad no pasa nada serio, que todo está más bien que mal. Hay un consenso en los medios en que las cosas están mejorando, que habrá elecciones, que se restaura la paz política, que hasta los empresarios condenan las sanciones a Venezuela, vuelve un sentimiento de unidad. Hasta el periodista más radical es tolerado por el gobierno y éste le otorga al gobierno el beneficio de la duda respecto a sus malas intenciones, como es el caso de los colectivos delictivos empoderados en Petare, ¡hay que ayudar al gobierno a gobernar, a combatir la corrupción y la delincuencia! Sin embargo no es más que una sensación, una percepción mocha de la realidad – de los efectos del capitalismo –, superficial, autocomplaciente. Las contradicciones sociales que el capitalismo produce ahora, la exclusión, la pobreza “crítica”, son la realidad real, la cual concentra energías destructoras que pueden estallar en cualquier momento en episodios de violencia encadenados. Pero, para postergar eso están las elecciones, para que la fiesta electoral, el juego electoral, junto al carnaval, la serie del caribe, semana santa, el día de los enamorados, y del padre y la madre, extiendan el hechizo, posponga el estallido social hasta someter definitivamente cualquier gesto de rebeldía, dentro de la tiranía burguesa de la falsa democracia o del fascismo, claro y raspao.
El supuesto acercamiento de Fedecámaras al gobierno es tan emocional y conmovedor como falso. Fedecámaras busca una oportunidad de negocios con un gobierno liberal, francamente servil a sus peticiones. Basta que el gobierno controle o intente controlar sus ganancias para que comiencen a conspirar, se intensifique o vuelva “la guerra económica”, para que aparezca el alacrán y lo pique con su ponzoña en la espalda. Es el mismo sentimiento que nos conmueve con el triunfo de Venezuela en la Serie del Caribe.
El triunfo de Los Tiburones de La Guaira en la Serie del Caribe da el efecto de una borrachera que al siguiente día, al volver a la realidad, nos deja el cuerpo descompuesto, y la realidad es que ese triunfo es fatuo, más personal que nacional, más comercial que social, ¡un triunfo prestado!; como dice la canción, al otro día, y con la resaca acuesta, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza, y el señor cura a sus misas, al día siguiente todo sigue igual que siempre, nos damos cuenta de que nada ha cambiado, que hay que decidir si comprar el lesartán y las aspirinas o sardinas y un pedazo de queso, buscar la plata para pagar la bolsa del clap, los zapatos de los niños, aceite para freír, jabón para lavar, la bombona de gas, comprar megas para pagar la luz, al día siguiente otra vez se desatan los demonios.
El optimismo debe ser fundamentado en acciones personales, pero más allá, sociales. Las cosas no mejoran porque Venezuela gane la serie del caribe, y Fedecámaras condenen las sanciones, mejoran porque todos estamos luchando para vivir en una sociedad más sana y justa, más racional, más igualitaria. La paz no la funda Fedecámaras, se conquista luchando por justicia social e igualdad social. Paz cuando haya una sociedad sin privilegios. Venezuela es un hervidero de contradicciones, si no cambiamos el modelo político y económico de Maduro y Fedecámaras, se agotará el encantamiento democrático, va haber una reacción social violenta en contra, y Maduro y Fedecámaras mostrarán su verdadera naturaleza capitalista, un fascismo sin maquillajes.
Es preferible luchar con Chávez, bajo su luz, que ser sometidos por el fascismo, esclavizados por la furia capitalista.
VOLVAMOS A CHÁVEZ