La mentira más manida y rumiada por la transnacional antibolivariana es calificar al Gobierno de Venezuela como una "dictadura".
Esta transnacional con núcleo directivo en la cúpula imperialista global, tiene sus medios de guerra informativa (control cognitivo-sensible) y sus acólitos políticos, propagandísticos, intelectuales, oenegés y actores en organismos multilaterales, que, rigurosamente coordinados por el Departamento de Estado y el Pentágono, se activan y pronuncian en simultáneo.
La filosofía comunicacional de este complejo político-militar-cultural antibolivariano es de origen nazi, siguiendo al pie de la letra los principios de propaganda formulados por Goebbels; recordemos:
1.- Principio de simplificación y del enemigo único: "Maduro es un dictador".
2.- Principio del método de contagio: "los bolivarianos son un peligro para la democracia".
3.- Principio de la transposición: (acusarnos de sus propios crímenes) "no respetan los derechos humanos".
4.- Principio de la exageración y desfiguración: "en Venezuela hay desaparecidos".
5.- Principio de la vulgarización: que parte de la premisa nazi de que "toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar".
6.- Principio de orquestación: "Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad".
7.- Principio de renovación: la (des) información debe emitirse a velocidad vertiginosa para que las respuestas del atacado no puedan contrarrestar las acusaciones. Los bolivarianos sabemos (lo vengo diciendo hace tres décadas) que el escándalo es noticia, la aclaración no. El fascismo de nuevo cuño practica la calumnia porque su razón de ser es la destrucción del proyecto emancipador.
8.- Principio de la verosimilitud: inventar razones desde fuentes diversas con informaciones fragmentarias.
9.- Principio de la silenciación: además de falsear las realidades, deben silenciar las noticias positivas de Venezuela, matando de hecho la libertad de información. Los fascistas de hoy son los que más gritan y manosean la palabra "libertad".
10.- Principio de la transfusión: difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes brutales, haciendo del odio la principal motivación: chavistas tierrúos, "enchufaos", como argumentos para liquidarnos, tal cual hicieron durante las guarimbas con el joven Figuera y decenas de motorizados de los barrios populares.
11.- Principio de la unanimidad: llegar a convencer a un grupo de personas, que estas aberraciones son el pensamiento de la mayoría, "lo normal".
Todos estos principios de guerra psicosocial han sido puestos en práctica por la mediática hegemonista contra la democracia venezolana.
II
Desde sus orígenes etimológicos y conceptuales en la antigua Grecia y el Imperio Romano, las acepciones de democracia y dictadura, como todas las categorías sociopolíticas, han tenido distintas connotaciones en la evolución histórica de las ideas y las instituciones. La era social parida con la Revolución Francesa y la Ilustración, la Revolución Industrial en el modo de producción, modificaron los contenidos del universo sentipensante occidental, por el salto definitivo del modelo feudal monárquico religioso a la sociedad capitalista, en que esas definiciones maduraron hacia la interpretación que predominó en el siglo XX, consolidándose en las décadas posteriores a la denominada "Segunda Guerra Mundial".
Ese cambio paradigmático ocurrió en el breve -pero relevante- periodo en que la burguesía fue clase revolucionaria o -al decir de algunos autores- ejerció su papel "creador".
Pero, llegando al punto, al día de hoy, ¿quiénes acusan a la democracia venezolana de ser una "dictadura"?
Para resumir, respondamos con una seria, reflexionada, y brevísima clasificación:
1) Los principales promotores de las más sanguinarias dictaduras del mundo
2) Los herederos políticos de aquellas dictaduras que violaron masiva y cruelmente todos los Derechos Humanos
3) Los actuales perpetradores de las más bestiales prácticas contra la humanidad
III
Los principales promotores de las más sanguinarias dictaduras del mundo.
Bolívar los descubrió muy temprano: entre 1818 y 1829 El Libertador analizó concienzudamente la actitud ("infame") de los Estados Unidos, permitiéndose hacer aquella predicción irrebatible hasta el instante que escribo este texto: "destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad". La "libertad" que grita un fanático derechista en el sur martirizado.
Los Estados Unidos (y sus congéneres, ingleses, más…) impusieron en Nuestra América todas las dictaduras: léase bien, todas. La "Operación Cóndor", oficiada por el criminal Henry Kissinger, fue la transnacional contra los Derechos Humanos más compleja, engranada, coordinada, y efectiva, de todo el siglo XX.
Las víctimas fatales son decenas de miles, y van desde la Patagonia a Roma y Washington, desde el Pacífico Sur al Atlántico Norte. Las prácticas atroces son innombrables. La destrucción de procesos democráticos de verdad en Guatemala, Dominicana, Haití, Cuba, Nicaragua, Panamá, Chile, Brasil, y otros, dejó un saldo trágico en términos humanitarios que aún no se supera, ni se castiga, ni se sabe del todo.
No voy a repetir las frases cínicas dichas por presidentes gringos sobre "sus dictadores". Ni enunciaré la larga lista de intervenciones yanquis para imponer dictaduras que han tratado autores más calificados como Fay Beto.
Tan manipulador como torturador el criterio imperialista que calificó a Salvador Allende como un "peligro", es el que acusa a Venezuela de "dictadura". Visualicemos a Pinochet y Videla recibiendo la comunión tan angelicalmente. Y sigamos creyendo en la "democracia" made in USA.
IV
Los herederos políticos de aquellas dictaduras que violaron masiva y cruelmente todos los Derechos Humanos.
Estemos claros: la ultraderecha no se suicida, no siente empatía, no es capaz de arrepentimiento, ni de constricción. Pero si sabe mutar. Y, sobre todo, engañar.
Es como la fábula del batracio generoso y la impulsiva ponzoña incontrolable.
La transnacional antibolivariana está repleta de estos herederos y viudas del fascismo, ahora trasmutados en elegantes o estridentes "defensores de la democracia".
El modelo liberal burgués, posicionado en el discurso de la sociedad internacional domesticada como pensamiento único, como dictadura "blanda" de la ideología del capital, la raza blanca y la cultura eurocéntrica, ha permitido que la nueva (y rancia) militancia del nazismo y el fascismo, se legitime a través de partidos políticos legales, pero con prácticas proscritas en el Derecho Internacional precisamente para evitar la repetición de esos flagelos brotados de lo peor del género humano: el supremacismo racial que requiere la destrucción del otro.
Este peligroso sector, creciente en países europeos como advierte sabiamente Ignacio Ramonet, actúa unánime contra la Revolución Bolivariana en foros derechistas y parlamentos donde ejercen influencia. Paradójico, ¿verdad?
V
Los actuales perpetradores de las más bestiales prácticas contra la humanidad.
Por último, algo en que la opinión dominante impuesta por la transnacional antibolivariana es unánime: la complicidad con el crimen de lesa humanidad más atroz del siglo XXI y que viene continuado desde hace setenta años: el genocidio contra el pueblo palestino ejecutado con saña, premeditación y alevosía por el brazo del sionismo imperialista en Medio Oriente llamado Israel.
¿Acaso hay algún sustento moral o político para pontificar sobre "democracia" en los cómplices expresos y silentes de esta catástrofe humana cometida bestialmente ante la mirada inerme de esa cosa llamada "comunidad internacional"?
Esa fuerza terrorista atómica llamada Israel, impune y prepotente, está haciendo hoy con Palestina, lo que en su momento definieron los nazis contra el pueblo judío como la "Solución Final": el exterminio total de una parte ancestral y esencial del género humano.
VI
¿Quiénes de estos nos darán lecciones de democracia?
VII
La República Bolivariana de Venezuela, existente desde el 15 de diciembre de 1999 por el ejercicio democrático más profundo y amplio de nuestra historia, ha realizado una treintena de procesos electorales que acumulan el reconocimiento mayoritario de nuestro pueblo, incluidas las organizaciones políticas de oposición que en ese periodo han logrado importantes victorias estadales, municipales y legislativas, todas bajo la potestad constitucional del Poder Electoral (CNE), quinto y autónomo de nuestra estructura republicana soberana.
Escogimos ese camino sin aceptar presiones de nadie, y lo hemos conservado pese a los empellones conspirativos del imperialismo gringo que nos ha azotado con sus medidas criminales para causar un castigo colectivo indiscriminado contra la venezolanidad en términos de las condiciones materiales de vida y del prestigio que nuestro gentilicio se ganó en dos siglos de épica emancipatoria valorada por toda la buena humanidad en la figura indestructible del Libertador Simón Bolívar.
Nicolás Maduro, un líder surgido hace medio siglo de las luchas juveniles, estudiantiles y sindicales, formado como lugarteniente del Comandante Eterno Hugo Chávez, sabe más de democracia que todos los habladores de paja, politiqueros amaestrados, espadachines del teclado y francotiradores de prensa, que lo intentan ofender y deslegitimar llamándolo "dictador".
A todos los hemos visto caer como hojas secas en el otoño.
VIII
El que se mete con Venezuela se seca.
No es brujería. Sépanlo. Es en serio.
Uno de los primeros gringos bichos de uña que conspiró contra Bolívar fue el agente destacado en Bogotá William Henry Harrison, actor clave en la "Conspiración Septembrina" y en la trama urdida para asesinar al Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.
El tipo -entre otros premios- llegó a la presidencia de Estados Unidos.
Cosas de la vida, pasó a la historia como el presidente más breve de la nación norteña. Murió de neumonía tres días después de asumir el cargo.
IX
Escuchen y lean: ¡Venezuela se respeta!