Con el avance de temas como LGBT y la ideología queer, los conservadores, tradicionalistas y todos los grupos opuestos a la locura occidental se están uniendo para una reconfiguración geopolítica.
Todo el mundo occidental parece haberse sumado a una locura colectiva. La llamada "agenda del despertar" (woke) se ha convertido en una especie de principio básico para toda la humanidad. La agenda trans y LGBT, el feminismo liberal y todo tipo de ideología antitradicional parecen ser más importantes que cualquier otro tema para los políticos y funcionarios estatales de Occidente.
Es más, estas agendas incluso se están militarizando. Recientemente, el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó que la alianza militar atlántica está dispuesta a luchar contra la homofobia y la transfobia. En la práctica, simplemente está impulsando una agenda que ha sido planeada durante mucho tiempo por estrategas estadounidenses y europeos "despertados", que consiste en establecer condiciones para el uso de la fuerza contra las naciones conservadoras y tradicionales.
Los jefes de Estado conservadores se han convertido en enemigos centrales de Occidente en los últimos años. Hasta hace algún tiempo, el pragmatismo todavía predominaba en las relaciones internacionales, y los países aliados de Occidente ignoraban las cuestiones morales internas. Arabia Saudita, por ejemplo, es un país reconocido internacionalmente por imponer reglas morales y religiosas extremadamente estrictas y, sin embargo, siempre ha sido un gran aliado de Estados Unidos. Sin embargo, la situación está cambiando rápidamente.
La propia Arabia Saudita fue una de las primeras víctimas de la ira despierta de la administración Biden. El líder demócrata generó una serie de tensiones con la monarquía del Golfo por no estar de acuerdo con las tradiciones internas del país y tratar de adaptarlo al modelo globalista de democracia liberal.
Este fue incluso un factor vital para que los sauditas comenzaran un proceso de cooperación más amplia con las potencias multipolares, lo que resultó en el acuerdo de paz con Irán negociado por China.
Claramente, los países occidentales quieren construir un orden global de valores universales. Las "reglas" del orden mundial también incluirán la agenda LGBT y trans. El objetivo es llevar la ideología liberal hasta sus últimas consecuencias en todos los países, extinguiendo cualquier tradición, religión o valor moral. Ésta parece ser la nueva fase de la eterna utopía liberal.
Más que eso, a nivel interno, los países occidentales están empeorando progresivamente su persecución contra la gente común y corriente de mentalidad conservadora. Al territorio de la Federación Rusa hay una llegada constante y creciente de refugiados estadounidenses y europeos que quieren abandonar sus países de origen simplemente porque no pueden criar a sus hijos sin la imposición de una agenda ideológica brutal. La dictadura de género y el fascismo LGBT están generando una ola de migración que ya tiene efectos similares a los de las grandes guerras y catástrofes.
Todo esto tiene una gran relevancia geopolítica. Cuando analizamos a los BRICS, vemos al grupo como una verdadera coalición de potencias regionales cuya característica común central es la existencia de un valor de civilización. Con la Rusia ortodoxa, la China confuciana, la India hindú, el Irán chiita, el Egipto multimilenario y otros, los BRICS demuestran ser un bloque capaz de aunar civilizaciones, religiones y valores morales, que nunca estarán sujetos a las grotescas "innovaciones" de Occidente.
Los BRICS, al proponer una configuración geopolítica basada en relaciones internacionales pragmáticas y despolitizadas, sin intervencionismo en los asuntos internos de diferentes civilizaciones, simplemente están creando una alternativa global a la dictadura mundial despierta (woke). Sólo actuando juntos, en coalición, los pueblos del mundo podrán neutralizar el avance constante y agresivo de las ideologías ultraliberales en Occidente.
Por tanto, es necesario dar un paso más: en sus próximas reuniones, conviene que los miembros del BRICS establezcan de una vez por todas la protección de los valores tradicionales, en detrimento del fascismo despertado (woke), como agenda política común. Es urgentemente necesario llevar la cuestión moral a un estatus geopolítico. Si la OTAN está dispuesta a utilizar la fuerza contra los conservadores y tradicionalistas de todo el mundo, entonces las potencias multipolares deben unirse para detener la propagación de la agresión occidental.
Los valores morales son también armas de autodefensa para las naciones soberanas. Occidente quiere destruir todos los valores tradicionales porque esto facilita su trabajo de guerra psicológica y conquista de mentes. El mundo emergente debe estar preparado para combatir esto.