Epígrafe
"O inventamos o erramos", Simón Rodríguez
La opresión lleva en sus entrañas a su contrario: Socialismo.
La propia incapacidad del capitalismo salvaje por resolver los problemas más graves de la mayoría de la población mundial, la propia lógica del sistema neoliberal puesta al desnudo por Carlos Marx, impide que bajo el régimen capitalista se pueda erigir una sociedad de dimensión humana, libre de la explotación del hombre por el hombre, discriminación de la mujer, libre del fascismo, libre de la miseria de los cientos de millones de personas, como precio para mantener los niveles de vida que disfruta el imperialismo a sus anchas y a expensa de las naciones más pobres de las llamadas del "tercer mundo".
La teoría de Marx continúa siendo la única que nos permite analizar, aprehender e interpretar los cambios estructurales que experimentó el capitalismo salvaje a finales del siglo XX y hoy nos facilita tomar el pulso de su proyección presente y futura.
Fidel Castro y Ernesto "Che" Guevara, expresaron desde los primeros años de la década del 60 la necesidad del análisis crítico en la construcción del socialismo y denunciaron los peligros que acarrea andar por los caminos trillados del neoliberalismo, la historia les ha dado la razón. El Che profundizó en el estudio de la teoría e hizo de ella un arma para la construcción de la nueva sociedad.
El Che junto a Fidel se percataron del estancamiento, esquematismo y dogmatismo en que había caído una importante corriente del pensamiento revolucionario, por lo que ambos Camaradas han de considerarse como los precursores de un nuevo enfoque en las ciencias sociales y en particular la economía y la política socialista, en lo que respecta la teoría y la práctica de la construcción del socialismo.
El Che no creía que el desarrollo económico fuera un fin en sí mismo. El desarrollo de una sociedad tiene sentido si sirve para transformar a la persona, si le multiplica la capacidad creadora, si lo lanza más allá del egoísmo. El tránsito hacia el reino de la libertad es un viaje del yo al nosotros. Y este viaje no puede realizarlo el socialismo con "las armas melladas que nos legara el capitalismo", porque no se puede avanzar hacia una sociedad más humana si se organiza la vida socialista como una carrera de lobos al igual que en el régimen capitalista.
Por ello no es de extrañar que el Che diera origen a un marxismo que privilegiara al ser humano y que rechazara tanto al liberalismo pragmático individualista como a las diversas interpretaciones del marxismo dogmático, mecanicista, enajenante, que impone un colectivismo que aplasta las individualidades, "son hombres los que se mueven en el ambiente histórico", dijo.
El socialismo del siglo XX también se perdió porque no fue capaz de crear un modelo de funcionamiento y desarrollo económico eficiente basado en principios distintos a los del capitalismo salvaje, con su propia lógica y dinámica; un sistema económico que no se basara para su funcionamiento en las categorías del neoliberalismo y en las concepciones de progreso y de cultura que el capitalismo posee.
El socialismo real del siglo XX no pudo parir un sistema económico que generara nuevas relaciones económicas de producción y nuevas relaciones sociales, éticas, entre las personas, entre los productores, entre los obreros y demás clases, capas sociales presentes en el período de transición socialista, diferenciadas del sistema capitalista.
"El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación. Marx se preocupaba tanto de los hechos económicos como de su traducción en la mente. El llamaba eso un hecho de conciencia. Si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición pero deja de ser una moral revolucionaria", advirtió el Che.
Uno de los logros del neoliberalismo ha sido la manipulación de las instituciones estatales, la propiedad privada y la opinión pública. El neoliberalismo invirtió centenares de millones de dólares desde los años 80, con el objetivo de dominar la formación de la opinión. En los últimos años se ha originado una concentración de los medios de comunicación en manos de la oligarquía imperialista sin precedente en la historia.
Menos de 40 individuos inescrupulosos dominan más del 80% de los medios masivos de comunicación, esto es: TV, Internet, la prensa diaria, revistas, radio, editoras de libro y cuatro hojas más de etcétera.
El gran capital continúa comprando casi todas las editoriales del mundo e imponiendo su discurso ideológico, tanto en lo que se publica, como en lo que se vende y se lee. Se va sometiendo a las poblaciones del mundo utilizando el uso brutal de la fuerza como hemos presenciado a lo largo de la década de los noventa, hasta con métodos más finos que nos convierten en ciudadanos consumidores, obedientes, pero cada día más pobres espiritualmente.
Lanzan a la juventud al consumo desenfrenado de drogas y de cualquier bien material superfluo y al empobrecimiento total de su espiritualidad así como su formación cultural humanista.
Hay muchos individuos que desean ver compendiado un programa de acción que ofrezca el camino concreto, alternativo al actual estado de cosas. Tambien hay muchos, que comienzan a despertar de la etapa de desaliento aplastante en la que nos impusieron no pensar y aceptar al modelo de globalización neoliberal como lo menos malo, se trató de una etapa en la que la ideología neoliberal inmovilizó a grandes mayorías en los años noventa, con su imposición de un pensamiento único, en la que muchos en contraposicion anhelan hoy una luz para remontar el túnel en el que nos estaba sumiendo el neoliberalismo.
Creemos que estamos en la etapa del despertar, de búsqueda, de volvernos a ilusionar, de volver a potenciar individual y colectivamente la imaginación creativa para afrontar todos los grandes retos para preservar inclusive la naturaleza y al género humanos.
Hemos venido aceptando la materialización del capitalismo salvaje y participando en diversas medidas en la relegación de los valores humanos elementales, de la espiritualidad en una escala nunca antes vista y avalando pasivamente la imposición de una cultura dominante creada y propagada desde los centros del poder mundial, que niega todo pensamiento contrario al fascismo, que enajena al ciudadano, impidiéndole pensar con cabeza propia para decidir libremente.
Hemos presenciado en la últimas décadas, que los países imperialista, que son a su vez los grandes productores de armas, como EEUU, Gran Bretaña y Francia, que producen el 80% del total mundial del armamentismo y también son los que desatan las guerras para que se consuman sus armas y volver a producir más y aumentar las ganancias de su criminal negocio.
La década de los noventa se inició sin el socialismo como protagonista y finalizó con el capitalismo salvaje como único actor y causante de muchas guerras desatadas por el neoliberalismo, con el saldo de miles de muertos, heridos y lisiados de por vida.
La globalización última del capitalismo salvaje está cambiando la naturaleza del poder, hemos presenciado en la última década del siglo XX una disminución considerable del poder por parte de los estados nacionales. Hemos presenciado que no existen diferencias sustanciales en las decisiones tomadas y la conducta, entre gobiernos de izquierda, de centro o de derecha. La nueva relación de poder de la globalización obliga a pensar más en buscar una nueva relación de poder en la sociedad para subvertir la existente.
El capitalismo salvaje no tiene nada humano que ofrecerle a nuestros pueblos y del fracaso del socialismo real debemos sacar las lecciones para no volver en el presente ni en el futuro a él.
El socialismo real fracasó porque utilizó en gran medida los instrumentos capitalistas para su funcionamiento, incluyendo las tecnologías que dañaron seriamente el medio ambiente y no fue capaz de desarrollar una sociedad democráticamente protagónica, participativa, un sistema de dirección económico acorde con su esencia, una cultura alternativa a la del régimen capitalista. No sólo no se eliminó la alienación capitalista, sino que la incrementó, creando una nueva alienación.
Las limitaciones a la libertad individual de la clase trabajadora y demás personas que voluntariamente participaban en la creación de una nueva sociedad, en el sueño de hacer realidad la utopía, la instrumentación de mil limitaciones burocráticas y arbitrariedades, crearon un aire de asfixia que llevó a los pueblos al colapso. Y con la población alienada y limitada su libertad, no se puede hablar de una sociedad socialista.
El socialismo se hace voluntariamente y no convirtiendo al pueblo en una inmensa cárcel, llena de medidas arbitrarias burocráticas y policíacas, que limitan el movimiento libre de sus ciudadanos, tanto al interior de los pueblos como al exterior, y del exterior al interior, la participación real popular y el control popular de sus dirigentes.
El análisis sereno de esta experiencia contribuirá a las generaciones de nuestro siglo XXI acercarse a un sistema más humano y que no conduzca a la humanidad a un suicidio ético y ecológico.
El ideario del marxismo, su teoría, su análisis filosófico, el materialismo dialéctico e histórico, el devenir, las acciones revolucionarias a desarrollar y acrecentar, ocupan un lugar destacado en la tarea del perfeccionamiento del pensamiento y de la ética socialista, en la búsqueda de una sociedad participativa y protagónica, con rostro humano, que los pueblos del mundo finalmente se merecen.