¿Y si gana Maduro?

Lunes, 15/07/2024 05:23 AM

Hablan los mandamases del poder, con certitud envidiable:

—Vamos a revolcar a la oposición ultraderechista, Nuestra victoria será indiscutida y contundente.

Se les ve impertérritos, firmes, impávidos. Y todos nos preguntamos: ¿sólo farolean o creen lo que dicen? Porque si creen lo que dicen, debe ser que saben algo que nosotros no.

¿Es que han medido con minuciosa e irrebatible precisión la eficacia de su maquinaria partido-Estado? ¿La han contrastado con las cifras que, presumiblemente, ofrecen todas las encuestas? ¿Acaso la big data —de la que ahora son amos y señores— les ha anunciado algún arcano que los mortales no alcanzamos a intuir? ¿Están dispuestos a pasarse de la raya a tal punto que su victoria sea irrebatible e irreversible, usando y abusando del poder como nunca antes? ¿Van a boicotear el voto de los opositores tanto como para que los diez, quince puntos de diferencia puedan ser compensados?

Pero ellos no son precisamente idiotas. Un cuarto de siglo en el ejercicio del poder lo prueba. Su Sala Situacional debe haber en algún momento puesto sobre la mesa el escenario de perder. ¿Qué pensarán hacer si una inmanejable avalancha de votos en contra, incluso proveniente de las filas de los acólitos de la "revolución" (como los militantes adecos con Chávez en 1998), hace inútiles sus truculencias electorales de última hora? Imagino que por eso los seis meses entre los comicios y la asunción del poder por el presidente electo. Procurarán negociar. Y, por el bien del país, ojalá que así suceda. Y que la oposición escoja la conciliación e incluso el cogobierno (o el co-Estado), es decir, la vilipendiada cohabitación, en vez de irse por el tortuoso sendero del aquí y ahora, pidiendo renuncias anticipadas que no tendrán lugar y dando rienda suelta a la lógica de la venganza y de la tierra arrasada. Porque si la oposición propicia neciamente un choque de trenes, como luego de la victoria de 2015, a los chavistas, ante el costo de ser perseguidos con saña, con riesgo de cárcel, extradiciones, confiscaciones, disoluciones, etc., les queda el recurso de los otros cuatro Poderes con los cuales enfrentar el peligro, sin descartar el juicio al presidente electo, vía Fiscal, TSJ y Asamblea Nacional. Los otros cuatro Poderes… y uno quinto que no es un detalle: la Fuerza Armada, que tal vez no sea propiamente socialista, pero (al menos en un trozo muy grande de sus mandos principales) chavista es.

Como lo que es igual, no es trampa, igual actitud: negociar y acordarse con el adversario, debería uno requerir de la oposición si es que, sin "trucar" los votos pero abusando del poder (algo que, según sabemos por anticipado, le es "natural" al modelo de partido-Estado en el que el chavismo-madurismo cree con abrasadora convicción), Maduro gana las elecciones, así sea por estrecho margen.

Creo, dicho sea de paso, que ése no es el plan de un sector importante de la oposición. En el escenario de ser derrotados, los extremistas de toda la vida organizarán "guarimbas", vocearán denuncias de fraude, promulgarán bandos con apelaciones a una intervención imperial de sus cada vez más esquivos socios en Washington. Pero eso tenderá a morir por inanición. Entonces, …entonces…. de nuevo habrá que levantar la tesis que tenemos años defendiendo: que el cambio en Venezuela solo será posible si también el chavismo-madurismo cambia, es decir, si el PSUV forma parte constitutiva de ese cambio; si, no sólo con la palabra sino con la acción, se le persuade de que la fractura del país entre revolucionarios y contrarrevolucionarios, izquierdas y derechas, patriotas y apátridas, a nadie sirve, tampoco a los jerarcas de un régimen autoritario que por más origen electoral que tenga no tiene destino como no sea mutar a una democracia que lo sea de veras, con alternancia de todos en el ejercicio del poder, respetuosa de la Constitución, de la institucionalidad y de los derechos humanos, y a una economía social de mercado, acompañada de un vigoroso Estado de bienestar, sin duda, pero plenamente de mercado.

Debe ser triste ganar una elección sólo a cuenta de razones logísticas, sin el afecto ni el entusiasmo de las grandes mayorías nacionales, como creo sería el caso de una eventual victoria del PSUV el 28J. Maduro y sus adláteres deberían pensárselo dos veces. Pero, si a cuenta de que no hay garantías por la parte contraria, deciden arrebatar e imponerse a la fuerza (a través de esa fuerza silenciosa que es el abuso de poder y el uso del Estado para sus fines partidistas), habrá que proseguir en la prédica a futuro a ver si estos oficiantes de la nomenklatura optan por abandonar el palacio y volver a la gente, de donde alguna vez salieron. Todavía están a tiempo. Antes o después del 28J.

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