Pese los tiempos que corren, la cercanía del 28 venidero y el cuadro existente, voy a correr el riesgo de abordar un problema que podría ser como llover sobre mojado y, lo que es peor, que nadie se empape, no de agua, sino de lo que voy a decir y hasta se me interprete de manera convencional, dada las tensiones. Es posible que, mi empeño se vea truncado ante la fortaleza de la barrera emocional que divide en varios fragmentos, cual archipiélago griego, a los venezolanos de buena voluntad.
Primero abordaré en esencia el asunto del sectarismo y como este atrae las derrotas y a la larga la soledad. Luego, por parte, lo referente a los otros asuntos del título. Sólo me anima estimular la discusión y ayudar a comprender que muchas de las cosas que ahora hacemos, antes alguien, hasta uno mismo, las hizo y los resultados que de ellas obtuvimos. Si pocos lo leen no importa, diré como le escuché una vez a un valioso intelectual, quien dictó una conferencia para educadores, que habló para muy pocos, cuando se esperaba concurriesen muchos, "me conformo con haber puesto un huevito".
Un viejo amigo, compañero de militancia en AD y luego en el MIR, a quien le envié un trabajo anterior que aborda más o menos el mismo tema, que ahora me ocupa y quien hasta donde sé, está muy vinculado a quienes gobiernan, me llenó de satisfacción, pues pese mis críticas contra el muy mal manejo de la política de aliados desde el sector oficial, me respondió que le parecían interesantes mis opiniones y las había enviado a alguna gente para su posterior discusión. Esta circunstancia me animó a insistir de alguna manera sobre el tema, con la esperanza que pueda contribuir a abrir sanas discusiones que conduzcan a hacer correcciones necesarias.
Pero como en ese anterior trabajo, del cual pondré el enlace para que el lector interesado pueda llegar a él, https://www.aporrea.org/ideologia/a268984.html, hablé de la revisión necesaria de la conducta de ese universo que llaman izquierda, que no sólo está compuesto por quienes gobiernan o a estos apoyan, lo que sería la primera revisión por hacer, llama con urgencia también a darse un paseo por el pasado, que ya es como un museo a nuestra disposición, para encontrar por lo menos lo que no debe hacerse.
La definición de izquierda pareciera que demanda una revisión, al margen de la vieja y gastada historia de donde se deriva el término. Pues ella pareciera haberse convertido en una valla o pared que separa a quienes tienen motivos para unirse por un largo espacio de lucha; pues hay como demasiados intereses comunes y pareciera esto ser ignorado.
Vuelvo con una anécdota de nuestra militancia en AD. Recuerdo que, en el Estado Lara, el control del partido se lo disputaban la gente del Grupo ARS, liderado por Raúl Ramos Jiménez y la "Izquierda", por Domingo Alberto Rangel. Los liderazgos a los cuales hago mención tenían entonces connotación nacional y los menciono para ayudar a mejor comprender mi observación. Lo que llamábamos la "vieja guardia" y hasta los "bueyes cansados", calificativos que se aplicaban a la tendencia que lideraba Betancourt, no tenían nada que buscar en aquel pugilato que se daba en el espacio del tamunangue. También es bueno saber que, tal confrontación estaba centrada entre los grupos dirigentes o si se quiere de vanguardia, en ella para nada participaba la multitud que se sentía tentada a votar por AD. Si quisiera ser más preciso y hasta convencional por eso del uso del calificativo de izquierda, en ese momento en Lara, pugnaban por el control del partido, dos grupos que deberían haber sido uno solo o lo que es lo mismo, no había motivos sustantivos para tal pugnacidad; la contradicción era inventada, abortada, por lo personal y grupal.
En una convención regional de ese Estado, en el momento de escoger la directiva del Partido, la izquierda y los "arsistas", quienes también merecían ser merecedores del mismo calificativo y consideración, como lo demostraron los hechos posteriores, sin comprender en su verdadera esencia y dimensión los motivos de la disputa global, presentaron candidaturas opuestas, mientras la "vieja guardia", el grupo Betancourt observaba. De aquella disputa salió "ganando", pongo la palabra entre comillas por razones que el lector comprenderá, la tendencia que lideraba Domingo Alberto Rangel, "la izquierda". Las comillas tienen una intención reflexiva.
Según versión oral de un viejo e ilustre compañero ya fallecido, de mucho rango dentro de AD y más en aquella "izquierda", por lo que solía compartir en buena medida y tiempo los espacios de Betancourt, éste le comentó con evidente sorna la satisfacción que le produjo aquellos resultados. Imagino al entonces presidente, por otro lado, diciendo algo consolador a Ramos Jiménez, acompañándose con alguna de las tantas expresiones peyorativas que le eran habituales contra la izquierda, en este caso, "los cabezas calientes".
En verdad, verdad, bien lo supo el expresidente, aquel de "disparen primero y averigüen después", aquel enfrentamiento sólo llevó a ahondar artificialmente las diferencias entre quienes deberían estar unidos.
Hago este comentario, porque en aquella oportunidad se daban los pasos para la Convención Nacional del Partido, la cual estaba convocada y en lugar de buscar acuerdos entre quienes teníamos muchas cosas en común para derrotar al verdadero enemigo, que no era otro que Betancourt y los suyos, aliados declarados del imperialismo, como lo demostró la historia, jugamos tal como éste quiso y nos desgastamos peleando entre nosotros por pequeños espacios. A esa convención que aludí que se hizo en un viejo cine, creo que por los alrededores de San Agustín – no soy muy bueno para identificar con precisión los espacios caraqueños, salvo aquellos por los cuales habitualmente transité -, los "arsistas" y la izquierda éramos la mayoría. Por otro lado, estaba la tendencia aún muy débil y poco definida del maestro Prieto, quien tendía todavía a conciliar con Betancourt y los suyos, igual que procedía Ramón Quijada y su fuerza del sector campesino, en buena medida estimulados por nuestra intemperancia, sectarismo y poca disposición a hacer necesarias y nada innobles concesiones.
En aquella convención, Betancourt y los suyos consiguieron lo que hoy parece insólito, que "arsistas" e izquierdistas, es decir, casi el mismo bando, aunque se puede decir sin duda, el mismo bando, se declarasen la guerra a muerte, un poco por lo acontecido en Lara, mientras la derecha se colocaba en el medio y haciendo las veces de punto de referencia y unidad.
Nunca voy a olvidar, apenas tenía unos 20 años, y asistía allí como delegado por mi estado natal, Sucre, siendo miembro de la Comisión Nacional de Organización de la juventud, aquel discurso vacío, inocuo de Raúl Leoni llamando a la unidad y convirtiéndose entonces él, quien ejercía la presidencia del partido, pues Betancourt sólo se ocupaba de la presidencia de la República, y sus seguidores en el punto de referencia para llegar acuerdos y de esa manera, la derecha, siendo minoría, nos derrotó a ambos, pues alcanzó la mayoría en la Dirección Nacional como garantía que predominase la unidad.
Tampoco olvidaré a aquel combativo Domingo Alberto Rangel, como asustado por el temor que se dividiese el partido y la responsabilidad que eso significase para él, el cual dividimos no mucho tiempo después, dando pasos atrás y sin encontrar, como los mismos "arsistas", nuestros aliados naturales, convertidos artificialmente en adversarios, donde apoyarse. Todo aquello fue resultado del sectarismo mutuo y la incapacidad para definir y decidir acertadamente en torno a la política de aliados. Por lo que se toma por enemigo a quien de uno discrepe, aunque sea en algo insignificante y no esté dispuesto a cumplir nuestras órdenes a rajatabla.
Quiero recordar, como dato curioso, que cuando Domingo Alberto y sus más cercanos se fueron del MIR, por lo mismo, no haber sabido manejar las diferencias, y me refiero a todos los bandos en pugna, por aquello de una "presunta guerra necesaria", se fueron a formar un nuevo y pequeño partido, sin éxito alguno, con los del grupo ARS, también salidos de AD, poco tiempo después de nosotros casi por las mismas razones que nos motivaron a nosotros, llamado el PRIN o el del "Caballito". Allí fueron ellos, como los otros, a acumular sus desechos o frustraciones. Fue el pago por no saber manejar acertadamente las relaciones en el momento oportuno. Quienes se quedaron en el MIR continuaron en lo mismo, como dividiéndose por cualquier motivo y buscando más que amigos multiplicar y fortalecer los enemigos.
Aparte del sectarismo grupal que hace ver como enemigo a todo aquel que no "esté de acuerdo con uno en todo, que termina en ganarse muchos traidores y hasta tener que volverse cómplices, aunque sea por omisión, de unos cuantos delincuentes, en medio del carnaval electoral, se valora a los potenciales aliados de manera puramente cuantitativa. Como si ese fuese el valor determinante para asumir la tarea del cambio. Es un proceder capitalista. Tanto tienes, tantos vales. Por eso a un individuo o grupo, pese el valor cualitativo que encierre, las enormes potencialidades que le adornen para ayudar a abordar la tarea si no de cambiar la sociedad por lo menos a mover las fuerzas sociales, la capacidad de creación e inventiva para construir una obra global que nos haga avanzar y llene de satisfacción a todos, se le margina porque no dan para llenar las urnas electorales, sólo porque pudiera discrepar de la mayoría. Y para más señas aquellas discrepancias con quienes tienen el control pudieran ser únicamente en cosas hasta subalternas.