La hora decisiva

Viernes, 26/07/2024 06:13 AM

Venezuela vive una de las coyunturas políticas y sociales más complejas de su historia desde sus tiempos fundacionales. Este domingo 28 de julio, se realizarán unas elecciones presidenciales en las cuales se elegirá no solamente a quien regirá los destinos de la nación durante los próximos 6 años, sino el rumbo que tomará nuestro país entre dos modelos antagónicos de sociedad, de gestión económica y de concepción del ser humano.

Por una parte, el modelo bolivariano, iniciado tras el ascenso al poder del Comandante, Hugo Chávez en 1999 y que se ha desarrollado desde principios del Siglo XXI, se someterá una vez a prueba, ante el escrutinio popular, como lo ha hecho de forma democrática desde sus inicios hasta hoy. Ese modelo de inclusión social, soberanía nacional y reivindicación de las mayorías expoliadas, lo encarna el presidente, Nicolás Maduro, quien ha logrado llevar adelante una nación que ha sufrido uno de los asedios más perversos que haya padecido país alguno y no ha permitido que la el orden republicano sea llevado a un punto de quiebre. Por el contrario, pese a todo pronóstico, Venezuela ha experimentado una paulatina recuperación económica en los últimos años. 

La Revolución Bolivariana es un proceso político que ha emprendido importantes transformaciones y reivindicaciones sociales, teniendo como uno de sus más grandes méritos, la defensa de la soberanía nacional ante las pretensiones de potencias imperiales y poderes corporativos trasnacionales. 

Esta posición histórica, le ha costado al Gobierno Bolivariano de Venezuela, tener que enfrentar durante años de proceso político, diversas maniobras enfocadas a aniquilarlo: Intentos de golpe de Estado, intentos de magnicidios, guerra económica, acciones de desestabilización del país a todos los niveles, traiciones arteras y más recientemente, un paquete de medidas coercitivas unilaterales impuestas por el Gobierno de Estados Unidos, la Unión Europea y otras potencias imperiales, que ha generado una situación de calamidad y sufrimiento para el pueblo llano venezolano, ese que constituye el núcleo de apoyo fundamental al proceso revolucionario.

En contraposición, la opción opositora más favorecida por el capital trasnacional y las potencias que agreden con sanciones y otros mecanismos a la República Bolivariana de Venezuela, la representa el señor Edmundo González Urrutia, como mascarón de proa de la señora María Corina Machado, quien encarna justamente la más fiel representación de esa oligarquía, al servicio de intereses financieros foráneos, que durante lo que va de siglo XXI, no ha escatimado en atentar contra la integridad de la nación en todos los órdenes: Económico, político, social, psicológico, territorial, diplomático, etc. Llegando al gravísimo nivel de alentar en el extranjero no solamente medidas coercitivas unilaterales, sino una agresión militar directa de Estados Unidos en contra de nuestro país. 

En este sentido, está más que claro que tenemos dos opciones claras: 

La primera, enfocada a la supervivencia de una República soberana, que apunta hacia su recuperación económica, guiada por los principios patrióticos que nos legó el Libertador, Simón Bolívar, el Comandante, Hugo Chávez y los mártires y héroes de nuestra historia; orientada hacia un modelo social que apunta hacia la protección de las clases trabajadoras y el pueblo llano, teniendo al ser humano como centro; el cual está encarnado en el presidente Nicolás Maduro Moros y el Socialismo Bolivariano.

La segunda, en contraposición, dirigida hacia el establecimiento en Venezuela de un modelo de entrega de la soberanía nacional al poder corporativo global, y potencias hegemónicas, de renuncia a derechos y garantías sociales históricamente conquistados y a la subordinación de la dignidad y condición humana a los intereses del capital, tal como lo predica el neoliberalismo salvaje que tantos estragos ha causado y sigue causando en contra de los pueblos del mundo. 

Más allá de muchos criterios que podrían ser considerados en esta elección, esta es la disyuntiva real en la que los venezolanos nos encontramos en esta hora decisiva para la patria y su devenir histórico. Tenemos la oportunidad de reafirmar la senda emancipadora que tanto esfuerzo, sacrificio y lucha ha costado, en consonancia con un mundo que avanza hacia grandes transformaciones o permitir que aquellos que representan a quienes han agredido sin piedad a nuestra nación, consigan finalmente su anhelado botín, a costa de lo que podría constituir el retroceso histórico más vergonzoso y deplorable de nuestra historia. Es imprescindible que el clarín bolivariano vuelva a sonar victorioso este domingo 28 de julio, como ya lo ha hecho durante años de Revolución. 

 

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