Josep Borrell entre las meninas y el fausto

Martes, 27/08/2024 07:08 AM

Hay obras y personajes del arte que, creadas en otros tiempos, pareciera fuesen realizaciones del presente. La familia de Felipe IV, conocida como Las Meninas, obra magna del pintor español Diego Velázquez, plasmada en el año 1656, es una de ellas. La otra, es el Fausto, obra cumbre del género literario escrita por Johann Wolfgang von Goethe, publicada en dos partes, en 1808 y 1832.

En, La familia de Felipe IV, el tema central gira en torno de la infanta Margarita de Austria, rodeada de personajes de pequeña estatura (enanos), "Las Meninas", que son sus sirvientes. Obra realista, cuyo análisis histórico nos induce a la búsqueda de los "significados ocultos y los contenidos simbólicos", presentes en ella.

En el Fausto, (Primera parte de la Tragedia (1806) y la Segunda parte de la Tragedia (1832), Goethe haciendo uso de su prodigiosa imaginación, coloca la trama central de su obra en diversos lugares, en escenarios disimiles y contrapuestos, de allí la complejidad de la misma. El cielo, el estudio, el suicidio. En el estudio de su realidad, a Fausto, el caniche se le transforma en diablo. Lo que lo conduce a hacer un trato con él para que el "demonio", mientras esté en la tierra, cumpla a cabalidad sus órdenes.

Esto es a lo que normalmente llamamos "pacto con el diablo". Ya que, Fausto que es, "un doctor atormentado, desesperado por la insuficiencia de conocimiento que él consideraba que tenía sobre aspectos científicos, humanos y religiosos"; sin embargo, "ambicionaba ser conocedor de todo lo que puede ser conocido, lejos de propósitos morales"; lo cual, "era un reto para Mefistófeles"; por lo que: "Lograr desviar al ser humano favorito de Dios sería un gran éxito para el diablo"; situación ante la cual, "Mefistófeles hace un pacto con Dios consistente en medir las fuerzas entre ellos para ver si Fausto sucumbe o no a las tentaciones de lograr la inmensidad de conocimientos sin esfuerzo, por el atajo de lograrlo sin merecerlo, con la ayuda del demonio".

Pues bien, Josep Borrell, el flamante Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad Común, desde el año 2019, ha asumido el rol de jefe de "Las Meninas" y de ser "Mefistófeles". Es la voz oficial de esa comparsa de "enanos" que es la Unión Europea; y, danza al compás de las ordenes que le dicta su Fausto, el gobierno de Estados Unidos.

Josep Borrell, es un político experimentado. Como militante del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ha ocupado varios cargos. Fue Secretario de Estado de Hacienda (1984- 1991). De ser crítico de la ortodoxia neoliberal, se convirtió en un iracundo converso, recuérdese su prólogo al libro de Tony Blair: La tercera vía.

Entró a la "corte neoliberal", por la puerta grande. Se convirtió en un personaje cuya imagen le concedía, al neoliberalismo europeo, un "rostro fresco y progresista". Recuérdese que, la socialdemocracia internacional había perdido la mayor parte de su fuerza, el PSOE se había convertido, prácticamente, en su último bastión.

Pero, Josep Borrel, no solo ha sido ambivalente y débil en su pensamiento ideológico. Lo ha sido, igualmente, en su militancia política. En 1998, gano las elecciones primarias del PSOE para ser su candidato a la Presidencia del Gobierno español en el 2000 y renunció. Su argumento fue: no contar con el apoyo de la dirección del partido y, de manera particular, de Felipe González.

Desde que ocupa el cargo de Alto Representante de la Unión Europea ante la comunidad internacional, se siente fuerte. Pretende dar clase sobre asuntos políticos, relaciones internacionales, derechos humanos, y, ahora hasta de historia colonial. Pero, no ha logrado verse completo en el espejo de la vida.

Bien sabe que, como mayordomo de estado, administrador del servicio doméstico, "Las Meninas", de esa "cofradía" imperial llamada la Unión Europea; y, como obediente Mefistófeles, en su ambición enfermiza de poder, terminó siendo un vulgar "caniche" del imperio estadounidense.

Si Velásquez y Goethe estuvieran entre nosotros, Josep Borrell, le serviría de modelo para rehacer sus obras.

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