Crítica Revolucionaria a la Consigna de "Defensa de la Democracia" en Venezuela

Martes, 27/08/2024 12:49 PM

En los últimos años, la crisis en Venezuela ha suscitado debates intensos dentro de la izquierda internacional sobre la estrategia adecuada para enfrentar al régimen de Nicolás Maduro. Una de las consignas que ha ganado terreno es la de la "defensa de la democracia", especialmente frente a las crecientes tendencias autoritarias del gobierno venezolano. Sin embargo, desde una perspectiva marxista revolucionaria, esta consigna plantea serias contradicciones y peligros que deben ser abordados con rigor teórico y político.

La Naturaleza de la Democracia bajo el Capitalismo

La democracia, tal como se manifiesta en las sociedades capitalistas como la venezolana, es una democracia burguesa, es decir, un sistema político que, aunque formalmente incluye mecanismos de participación como el sufragio universal y la representación parlamentaria, está estructurado para preservar y proteger los intereses de la clase dominante: la burguesía. Esto significa que, en última instancia, la democracia bajo el capitalismo no es más que una fachada que legitima la explotación y el dominio de la clase capitalista sobre el proletariado y otras capas sociales oprimidas.

Carlos Marx, en su obra seminal "El Manifiesto Comunista", ya advertía sobre la función del Estado en la sociedad burguesa, describiéndolo como "el comité que administra los asuntos comunes de toda la clase burguesa". En otras palabras, el Estado bajo el capitalismo no es un órgano neutral que puede ser utilizado para fines revolucionarios; es una herramienta al servicio de la reproducción de las relaciones de producción capitalistas y de la perpetuación del poder de la burguesía. Este análisis es clave para entender por qué los marxistas revolucionarios no pueden apoyar incondicionalmente la defensa de la democracia en abstracto como lo están haciendo algunas organizaciones de izquierda en Venezuela, sino que deben contextualizarla dentro de la lucha de clases y los intereses de la clase trabajadora.

El Estado según Lenin: Un Instrumento de Dominación de Clase

Vladimir Lenin, en su obra "El Estado y la Revolución", desarrolló y profundizó el análisis marxista del Estado, argumentando que el Estado es un producto del antagonismo irreconciliable entre las clases sociales. Para Lenin, la función esencial del Estado es la de mantener la dictadura de la clase dominante, ya sea la burguesía en el capitalismo o el proletariado en el socialismo. Lenin fue tajante al afirmar que el proletariado no puede simplemente tomar el control del Estado burgués y utilizarlo para sus propios fines; debe destruirlo y reemplazarlo con un nuevo tipo de Estado: un Estado obrero basado en la democracia directa y la participación activa de las masas trabajadoras.

Este enfoque es crucial cuando analizamos la situación en Venezuela bajo el gobierno de Maduro. Si bien algunos sectores de la izquierda proponen la defensa de la "democracia" frente a las amenazas, lo cierto es que la "democracia" que se defiende en este caso es, en el mejor de los casos, una democracia burguesa limitada y deformada por la crisis estructural del capitalismo venezolano. Apelar a la defensa de esta democracia, sin más, significa, en la práctica, defender al Estado burgués venezolano que sigue preservando las relaciones capitalistas de producción y, por tanto, perpetuando la explotación de la clase trabajadora.

La Ilusión de la Democracia Burguesa y la Necesidad de la Democracia Obrera

Una de las mayores trampas en las que pueden caer los movimientos revolucionarios es la de crear ilusiones en la posibilidad de utilizar la democracia burguesa como un fin en sí mismo. Es cierto que las luchas por derechos democráticos (libertad de expresión, asociación, derecho a huelga, etc.) son importantes y deben ser defendidas, pero siempre con la claridad de que estas son conquistas parciales y temporales que dependen en todo momento de la correlación de fuerzas.

Los socialdemócratas ven cada victoria de los trabajadores como una confirmación de que la democracia funciona e intentan sembrar ilusiones en la democracia parlamentaria burguesa en el movimiento obrero. Los comunistas revolucionarios explicamos que esas victorias son en primer lugar temporales y pueden ser revertidas en cuanto la correlación de fuerzas gire hacia la burocracia del Estado o la burguesía.

Hay periodos de reflujo político entre la clase trabajadora y otros de efervescencia política. La correlación de fuerzas nunca es constante, es dialéctica y depende de muchos factores internacionales y nacionales. Por lo tanto la única forma de que las conquistas sean realmente irreversibles es que la clase trabajadora se organice como clase dominante con su propio Estado dirigido por ella misma basada en la democracia proletaria. De ahí el segundo punto, esas victorias son una escuela de aprendizaje para la tarea mayor de la clase obrera, tomar el poder por medio de la revolución proletaria. Para nosotros los comunistas a diferencia de los reformistas son sólo pequeñas escaramusas frente a la gran batalla por delante por la transformación socialista de la sociedad. Una escuela donde los trabajadores forjan sus mejores cuadros y su vanguardia, es decir preparando a su estado mayor obrero contra el estado mayor de la burocracia y los capitalistas.

En el caso de Venezuela, las conquistas sociales alcanzadas durante la primera fase de la Revolución Bolivariana han sido, en gran medida, revertidas bajo el gobierno de Maduro, no solo por la crisis económica, sino también el giro a la derecha, por la naturaleza burguesa y autoritaria del Estado. La represión de las luchas obreras, la criminalización de la disidencia y la concentración del poder en manos de una élite burocrática son expresiones claras de un régimen que, bajo la retórica socialista, sigue operando dentro de los límites del capitalismo.

Los marxistas revolucionarios debemos, por lo tanto, luchar por cada conquista democrática y social que beneficie a la clase trabajadora, pero siempre explicando que estas conquistas son efímeras y que solo pueden ser verdaderamente defendidas y ampliadas en el marco de una lucha revolucionaria que apunte a la transformación socialista de la sociedad. La defensa de la democracia obrera, es decir, de un sistema donde los trabajadores controlen de manera directa y participativa las decisiones políticas y económicas, debe ser el objetivo estratégico de cualquier movimiento revolucionario.

El Caso de Maduro

El gobierno de Nicolás Maduro representa un caso típico de bonapartismo burgués, donde el poder ejecutivo se erige como un árbitro que, aunque aparentemente neutral, en realidad preserva las condiciones necesarias para la supervivencia del capitalismo en crisis. Bajo su mandato, el aparato estatal ha sido utilizado para reprimir tanto a la derecha tradicional como a la izquierda crítica, consolidando un poder centralizado que, lejos de empoderar a las masas, las subordina a los intereses de una élite que maneja el Estado en beneficio propio.

Es en este contexto que la consigna de "defensa de la democracia" o "respeto a la constitución" se revela como insuficiente y potencialmente peligrosa. Defender la "democracia" en abstracto en Venezuela hoy significa, objetivamente, defender el Estado burgués y sus instituciones, que siguen siendo instrumentos de opresión y explotación.

La "Democracia" como Trampa Ideológica

En el contexto venezolano, la consigna de "defensa de la democracia" puede funcionar como una trampa ideológica que desvía a la clase trabajadora de sus verdaderos intereses. Al centrarse en la defensa de un sistema que, aunque disfrazado de democrático, sigue siendo capitalista y opresivo, se corre el riesgo de legitimar el Estado burgués y sus estructuras, perpetuando las condiciones que han llevado a la actual crisis.

Es fundamental entender que la burguesía, cuando siente amenazada su posición de clase dominante, no duda en sacrificar la democracia formal para preservar sus intereses fundamentales. En Venezuela, la burguesía ha demostrado tanto su incapacidad para gobernar de manera directa.

La Democracia Obrera como Alternativa Revolucionaria

Para los marxistas revolucionarios, la verdadera defensa de la democracia no puede separarse de la lucha por el socialismo. Esto significa que no defendemos la democracia burguesa, sino que luchamos por una democracia obrera, una forma de gobierno donde el poder real esté en manos de los trabajadores y no de una élite económica o política.

La democracia obrera implica la construcción de un Estado basado en consejos de trabajadores (soviets), que funcionen como órganos de poder directo. Este tipo de organización permite que las decisiones políticas y económicas sean tomadas por los propios trabajadores, en lugar de ser delegadas a una burocracia separada de las masas.

Lenin, al reflexionar sobre la Revolución Rusa, subrayó que la tarea de los revolucionarios no es simplemente conquistar el poder estatal dentro del marco de la democracia burguesa, sino destruir ese marco y reemplazarlo con un nuevo tipo de Estado, basado en la democracia obrera. Este enfoque es crucial en la lucha contra regímenes bonapartistas como el de Maduro, que, bajo la apariencia de defender la nación y el pueblo, perpetúan las estructuras de poder que oprimen a la clase trabajadora.

Desafíos y Estrategias en la Lucha contra el Bonapartismo Burgués

La lucha contra el bonapartismo burgués en Venezuela no puede reducirse a un enfrentamiento entre fuerzas políticas dentro del marco de la democracia burguesa. Por el contrario, debe enfocarse en la construcción de un poder alternativo desde abajo, basado en la organización independiente de la clase trabajadora. Esto implica revitalizar los sindicatos, fortalecer los movimientos sociales autónomos, y desarrollar formas de democracia obrera que desafíen el poder del Estado burgués.

Además, es crucial que esta lucha esté acompañada por una crítica sistemática de la democracia burguesa y por la promoción de la democracia obrera como una alternativa real. Los revolucionarios deben explicar que cualquier conquista obtenida dentro del marco de la democracia burguesa es provisional y puede ser revertida tan pronto como la correlación de fuerzas vuelva a ser favorable para la burguesía o la burocracia estatal. Por lo tanto, las luchas por mejoras inmediatas deben ir acompañadas de una estrategia de largo plazo que apunte a la transformación socialista de la sociedad, esto es lo que en la práctica el Programa de Transición de trotsky.

El enfoque correcto para los marxistas revolucionarios en Venezuela no es la defensa de una democracia burguesa vacía, sino la lucha por la construcción de un poder obrero que pueda desafiar y eventualmente destruir el Estado burgués. Esto requiere una estrategia que combine la lucha por mejoras inmediatas con la organización de los trabajadores en un movimiento revolucionario capaz de tomar el poder y transformar la sociedad.

El bonapartismo burgués de Maduro, lejos de representar una alternativa viable para las masas populares, es una expresión de la crisis del capitalismo en Venezuela y de la incapacidad de la clase dominante para gobernar de manera directa. En este contexto, la defensa de la "democracia" en abstracto se convierte en un arma de doble filo, que puede desarmar políticamente a la clase trabajadora y fortalecer las estructuras de poder que la oprimen.

Los revolucionarios deben rechazar cualquier ilusión en la democracia burguesa y centrar sus esfuerzos en la construcción de un poder obrero que sea verdaderamente democrático y capaz de llevar a cabo la transformación socialista de la sociedad. Solo a través de la lucha consciente y organizada de la clase trabajadora será posible derrotar el capitalismo y abrir el camino hacia una sociedad libre de explotación y opresión.

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