El fascista y el Revolucionario (contrastes)

Lunes, 09/09/2024 04:33 AM

"El Ur-Fascismo puede volver todavía con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo". Umberto Eco.

En momentos en los cuales la arremetida fascista está en pleno apogeo, en muchos espacios del mundo, en particular en América Latina y El Caribe, es importante dejar, como una máxima, el pensamiento de Bertolt Brecht, que dice: "Luchar contra el fascismo es luchar contra el régimen de propiedad capitalista". Por eso, nada de ligereza, nada de confusión y nada de estar con la moda, cuando se haga uso de la palabra fascista.

El semiólogo, filósofo y escritor italiano, Umberto Eco, en dos textos: un discurso pronunciado el 24 de abril de 1995 en la Universidad de Columbia, y un artículo escrito en Nueva York, para la New York Review of Books, analiza las características del fascismo

Aquí, agregaremos algunas otras de las características de un fascista y su contraste con la de un revolucionario.

Un fascista.

Comenzamos con un principio.

El fascismo, como ideología y movimiento político, ha dejado una marca profunda y oscura en la historia mundial. Por eso, es importante comprender los rasgos psicológicos que caracterizan a los individuos con tendencias fascistas porque eso puede ayudar a identificar y contrarrestar estas ideologías antes de que se propaguen.

Sus características:

-Un fascista ontológicamente es capitalista, es profundamente egoísta, yoísta, negador de la otredad y de la alteridad y es, además, practicante del odio y del desprecio.

-Un fascista aplica el culto a la personalidad.

-Un fascista es narcisista por antonomasia, esto es, es vanidoso e insensible a los otros.

-Un fascista utiliza el yo todo el tiempo, se considera el centro del universo.

-Los fascistas suelen deshumanizar a aquellos que consideran enemigos, justificando así la violencia y la represión.

-Para un fascista, el sufrimiento humano es visto como un medio necesario para lograr sus objetivos políticos.

-Un fascista desarrolla el odio y como dijo el mismo escritor francés André Glucksmann: "El odio existe; el odio no respeta nada; el odio juzga sin escuchar; el odio no atiende a razones; odio, luego existo".

Y, también, como dijo Umberto Eco: "El Fascismo crece y busca el consenso explotando y exacerbando el natural miedo de la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El Fascismo es, pues, racista por definición".

Todos esos rasgos identificaron, por ejemplo, a Benito Mussolini y Adolfo Hitler y, hoy en día, a Javier Milei.

Un revolucionario

Características

-Un revolucionario no es monosílabo, no puede ser yoísta, egocentrista; tampoco binario, es decir, no ve la vida, la sociedad, el mundo, en blanco y negro, en bueno y malo; o en Dios y el Diablo. El revolucionario está convencido, más bien, que existe el gris, pero también otros colores.

-Un revolucionario debe saber tener oídos, o sea, saber "escuchar" la voz del otro; es decir, trascender la fenomenología, incluso la dialéctica, y buscar construir otro marco categorial desde el cual sea inteligible esta voz que me cuestiona, que en primera instancia es sólo un grito o un reclamo y que cuestiona la certeza de la ontología de la subjetividad moderna (La otredad y la alteridad). Es lo que en el texto ¿Qué significa pensar desde América Latina? de Juan José Bautista se llamaría la analéctica, esto es, pensar qué parte de esa dimensión de realidad que no está incluida en mi mundo y que es revelada únicamente a partir de la palabra interpeladora del otro.

-Un revolucionario practica la otredad, esto es, no sólo reconoce que el otro existe en términos físicos u orgánico, sino que también lo considera en términos de sus sentimientos, de sus dolores, pasiones, amores, desamores y, sobre todo, problemas.

-Pero también practica la alteridad, esto es, es capaz de colocarse en el lugar del otro y por eso, más que el yo, utiliza el nosotros.

-Por eso, el revolucionario está comprometido con los desvalidos, los de a pie, los descamisados.

-El revolucionario en un mundo de conflictos, en un mundo de víctimas y verdugos, como sugirió Albert Camus, nunca se sitúa en el bando de los verdugos, y aplica la solidaridad.

En conclusión, si un revolucionario, quiere realmente combatir a un fascista, nunca puede estar asumiendo posturas que se asemejen a la que este practica.

Y, por último, recordar siempre que los rasgos psicológicos del fascista no están presentes solo en quienes se definen como radicales, sino también en un sinnúmero de personas y colectivos que aparentemente defienden otro tipo de valores, pero se comportan de forma totalitaria.

*Sociólogo. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor Titular jubilado, ex director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV y analista nacional e internacional.

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