Al poder intrínseco de los medios de información y las redes sociales se les suma el poder de engañar y mentir con facilidad que tiene la lógica del capital. Y es fácil engañar y mentir cuando la gente se acostumbra a ello. Todavía más cuando el mejor ejemplo que recibimos de nuestros líderes es que se puede vivir así sin consecuencias, que la vida es eso, una farsa, todos podemos ser lo que no somos en nuestras mentes, arrastrando una vida devaluada; la ventaja de nuestros líderes sobre sus gobernados es que ellos no la arrastran, retroalimentan sus vulgaridades con dinero y ventajas, que no todos tenemos. Al común de los pobres les toca vivir la aspereza de la realidad, quizás ésto les reste vulgaridad a sus vidas, pero su verdad es llevar una vida dura.
La porción del país que se resiste a despreciar la realidad, lucha porque la palabra de un individuo adquiera sentido en los hechos y en las acciones humanas, en particular la palabra de los líderes. Muchos no sabemos qué hacer con un nacionalismo sin nación, con un patriotismo sin patria, con la soberanía sin poder, con la dignidad sin pundonor. El dinero, el vicio, la distracción de todos los fines de semanas, lo comprenden todo, como si el mundo se fuera acabar mañana… Se dice que una idea poderosa sostiene en pie al más enfermo, pero, una idea poderosa es hoy una experiencia rara, en este pueblo enfermo.
Aparentar es moneda corriente, la mentira fácil. Por un lado el presidente y sus ministros se dicen socialistas pero confiscaron las prestaciones sociales de miles de trabajadores, públicos y privados, y a eso lo llaman “crecimiento económico”, “economía real”, “prosperidad económica”, como si la palabra contuviera y diera el fruto de lo que promete, a todos y de forma equitativa. A veces ni siquiera promete, de lo confusa y falsa que es. En todo caso la promesa, la palabra empeñada es para los inversionistas y mercachifles, para los que pueden, más tienen y pagan a sus facilitadores sus favores como parte de su inversión.
El discurso suplanta la realidad del país, todo se enreda y se desenreda en el discurso, los discursantes rara vez toman partido por la realidad real, o apuestan a sus realidades personales, por sus propias verdades, rara vez cobran conciencia de ellas y de cómo los afecta, como si percibieran todo más “claro” desde un ojo desconectado de su cuerpo; el cual siente y padece por allá, tirado en un rincón;… un ojo “objetivo”.
La palabra tiene sentido en “la vida”, la vida es el principio y fin de todo, pero la “conciencia social”, desde donde salen estos discursos, las promesas más osadas y los deseos, está condicionada por la vida material, por las relaciones sociales, de producción y su formas civiles, y la mayoría de ellos “ordenan el mundo” olvidando cómo esas relaciones han hecho cuerpo en nosotros, cuán atontados estamos de tanto obedecer al orden civil y político que nace de nuestras relaciones de producción (ca pi ta lis tas), y del cual formamos parte, el orden social que forma nuestra conciencia pequeñoburguesa. En resumen, no son discursos revolucionarios los que hacen nuestra conciencia, son cálculos teóricos sin carne y sangre, o directamente embustes, o deseos que se expresan en voz alta.
La verdad, que nos toca todos los días el estómago, que nos hinca las arterias y los nervios, nos obliga a leer todo al revés. Donde dice maduro que la economía crece nosotros leemos que la miseria se profundiza, la del trabajador y la de los más débiles, porque no es posible que crezca la riqueza, el lucro de los empresarios sin abaratar el costo de la fuerza de trabajo, reduciendo los sueldos y eliminando todo tipo de beneficios laborales – y sin exoneraciones de impuestos y aranceles a los empleadores, sin subsidios, sin “estímulos” liberales por parte del gobierno –, sin violar los principios humanistas de la Constitución a favor de la codicia de unos pocos: ¡la lógica del capital!
Cuando Maduro habla de soberanía es porque se está privatizando otra porción de Venezuela. Hablan de soberanía petrolera porque de hecho la tiene EU, quien otorga las licencias para explotarlo a Chevron, a Repsol, a todo el que se las solicite o se les antoje.
Cuando hablan de paz en Miraflores es porque aumentó la represión en las calles: ¡fácil!, cuando se quiere disimular algo se declara lo contrario, ¡y funciona!, si es una declaración oficial es automáticamente verdadera,… o falsa, si viene de Mayami o Madrid. Y viceversa. La verdad siempre estará arrinconada y abandonada.
…Estas navidades serán terribles para la mayoría de la gente común, entonces, Maduro las obliga y adelanta mediante un decreto. En “el líder”, esa la sensación de que “puedo cuando quiero” no tiene límites, sobre todo para sumar disparates – Un ministro cooperante decreta el motopiruetismo como deporte nacional y manda a construir en todo el país pistas para su práctica. Siguiendo esa lógica, lo mismo se podría hacer con las rumbas de fin de semana, o el juego de lotería… aunque ya los casinos existen de forma nacional, gracias a Maduro y Delcy y su idea “lumpen marginal” de desarrollo económico –
Aparentemente no somos muchos los que quisiéramos ver a alguien desmontar esta farsa, no somos muchos los que admitimos que estamos emboscados por la mentira. El 4 de febrero de 1992 Chávez descubrió el velo de una mentira al asumir toda la responsabilidad de sus actos y hacer una promesa que luego cumpliría. ¡Eso es lo que necesitamos ahora para sanear al país!, ¡un acto de honestidad, un ser valiente capaz de hacer y cumplir promesas!, serio, que no necesite de un alter ego de plástico para convencer a los más tontos, púdico, que lea sus discursos para que no se pueda retractar con facilidad de sus palabras.
Necesitamos a Chávez vivo.