Entiendo perfectamente que se le exija al CNE o al gobierno, pues todos sabemos que no existe en Venezuela independencia de poderes, pese a lo que ordena la Constitución de 1999, que se publiquen los resultados de los escrutinios de las elecciones presidenciales, tabulados como lo ordena la ley y como siempre se había hecho. El “siempre” tiene como excepciones solamente a los comicios claramente irregulares y bufos, como el de la elección de la última “Constituyente”, que hizo de todo menos presentar algún cambio de la actual constitución; ni siquiera de una coma o algún otro gazapo que se hubiera pasado. Nada de nada. Pero, para no desviarme del tema, una cosa es que sigamos exigiendo el cumplimiento de las normas electorales, y otra muy distinta es que nos obliguemos a sólo hacer eso en el escenario político actual.
Basta ya de tener que leer, de gente inteligente y luchadora, que se está indebidamente “pasando la página”, o que se quiere cohonestar el “fraude” electoral habido o el “robo” de las elecciones hecho por el gobierno, cada vez que nos atrevemos a proponer acciones, para enfrentar un futuro real, cualitativamente distinto a todo lo que veníamos experimentando en los últimos años. Leerlo de quienes desde 2002 abrazaron la tesis insurreccional o golpista o de confrontación violenta, o una mezcla de todas ellas, y fracasaron estrepitosamente, no nos produce mayor angustia, pero que otros sectores lo hayan comenzado a hacer y muestren una vehemencia digna de mejores causas, sí nos preocupa, porque lo que viene es mucho más difícil y complicado que lo que hemos vivido. ¡Y miren que hemos vivido cosas!
Es necesario, aunque algunos no lo entiendan y lo vean como una traición, superar el duelo, rabia, desesperanza o cualquier otro sentimiento negativo, producido por el “robo” de las elecciones, y pasar a proponer acciones concretas para enfrentar el futuro. Hay que dejar la inmovilidad para pasar a la defensa del resto de democracia que nos queda, del cumplimiento de la Constitución, de resistencia ante futuras acciones gubernamentales ilegales, contrarias al interés de la nación y del pueblo pobre. No se debe permitir que se termine de cerrar la vía democrática, por lo que habrá que participar en las elecciones venideras así estemos seguros de que el gobierno terminará imponiéndose. Hoy, más que nunca, hay que reforzar las luchas populares por las reivindicaciones concretas de la gente: sueldos y salarios, protección social, seguridad personal, educación, salud y servicios públicos de agua, electricidad, gas doméstico, transporte y vialidad.
La unidad de quienes ponemos los intereses nacionales por delante de cualquier cosa es imprescindible. Esa unidad no sólo puede ser vista como de sectores políticos, sino como unidad social. No es la lucha sólo de los partidos, que además están muy debilitados y sin credibilidad suficiente. Es una lucha con la gente, no con las organizaciones no gubernamentales ni eso que han llamado sociedad civil, sino con la gente, con los vecinos, con los trabajadores, con los empresarios que quieren crecer con Venezuela, con los movimientos sindicales de base, con los estudiantes. Sin distingos ideológicos, ni partidistas. En escenarios donde confluyan los venezolanos de manera amplia y plural, sin restricciones, hermanados por la solución de los grandes problemas nacionales.