Socialismo: estrategia de la acción Política redentora de la humanidad

Martes, 15/10/2024 06:02 AM

El socialismo debe convertirse en  una “idea rectora” para la acción política.  Nada se hace con entender la mecánica de la lógica del capital si no hacemos nada por cambiarla. Pero para eso necesitamos saber hacia dónde nos dirigimos, cuáles son las armas de lucha y los valores que las justifican, y cuáles son los principios que hay que respetar (los principios ideológicos no son eternos pero hay que agotarlos antes de cambiarlos).

Por qué hablamos de la “lógica del capital”. La acumulación del capital obedece a una lógica que se extiende desde el robo de la plusvalía, pasando por el consumismo como peste social, hasta el desarrollo de la llamada inteligencia artificial. La lógica del capital supone la manipulación del imaginario colectivo (porque a eso no se lo puede llamar consciencia) y la alienación respecto al “para qué” del trabajo humano. Hay una perfecta lógica en todo esto, que explica la desigualdad social, la ganancia como moral, la acumulación del capital, la explotación, la depredación de los recursos naturales.  Y como lógica hay otra lógica que la contradice, esa lógica es el socialismo,  la lógica socialista, en el sentido más ideológico del concepto.

El ideal del socialismo existe como un conjunto de valores humanos y hay que realizarlo,  fundarlo “paso a paso, sin aminorar el ritmo”, dentro y fuera de nosotros. No hay individuo nacido en este tiempo que no esté contaminado de codicia (“la codicia  arraiga hondo”, dicen), de un individualismo mezquino, de vanidad; contra estos vicios, el socialista debe cultivar la temperancia. Pero lo que hacemos  hacia dentro nos toca reproducirlo hacia afuera, de eso se trata la política, la verdadera política con “p” mayúscula, civilizar.

Mientras, el ideal capitalista es una forma de fundamentar  la desigualdad social, los privilegios y la explotación; fundamentar lógicamente una “ética del capitalismo” como la llamaría Emeterio Gómez, el viejo ideólogo de izquierda devenido en furioso neoliberal ( y ahora sustituido por Wilmer Castro  Soteldo y su “burguesía revolucionaria”). El ideal  capitalista es un conjunto de mentiras que mantienen a muchos embobados, como, por ejemplo, la idea burguesa de libertad y la idea burguesa de democracia, o sea, la alternabilidad de los gobiernos, el gatopardismo, “cambiar para que nada cambie”.

A los socialistas nos corresponde cambiar el mundo sobre una base ética radicalmente contraria al capitalismo, mientras al capitalismo corresponde  justificar lógica y éticamente  sus descalabros – las guerras, el hambre, el exterminio humano, la desigualdad social y el racismo, la degradación de la naturaleza –. Dos ideales enfrentados: uno revolucionario y el otro supremacista y utilitario. Dos lógicas y dos ideales que se niegan entre sí.

También se trata de dos temperamentos, el fatalismo capitalista y la pasión revolucionaria.

La revolución es una pasión, no puede ser otra cosa. No puede haber revolución en el escéptico en el cambio social. Y los cambios sociales han sido hasta hoy producto de la acción humana. Hoy vivimos un momento extraordinario y definitorio para que se dé un cambio revolucionario hacia el socialismo (no  hay otro concepto que defina mejor lo opuesto al capitalismo), si no, viviremos en la barbarie dependiendo de un atajo de locos, como antesala al fin de la humanidad. Los ejemplos de barbarie sobran pero el fin será uno solo y definitivo.

En Venezuela los socialistas contamos con la estrategia del socialismo y con el Plan de la Patria de Chávez, como “idea rectora” para la acción Política. Sin este puerto no habrá viento favorable, todo análisis y esfuerzo por comprender la realidad será siempre desesperanzador e inútil. De nada sirve comprender cómo vamos a perecer, lo que importa es saber para qué y cómo vamos a luchar a fin de no perecer. Mientras haya humanidad hay esperanza.  

VOLVAMOS A CHÁVEZ 

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