Eclipsando el futuro de libertad e independencia que Bolívar y Miranda soñaron

Miércoles, 16/10/2024 04:43 AM

La hegemonía de la narrativa que prioriza el interés del capitalista, ya sea a nivel individual o institucional, ha dominado el discurso global desde finales del siglo XIX, relegando a un segundo plano visiones alternativas de desarrollo.

 Esta imposición ideológica, que ha conquistado y sometido otros discursos, ha eclipsado los proyectos de emancipación y autodeterminación que surgieron con las revoluciones liberales. La narrativa de la libertad y la independencia, arraigada en las ideas de Miranda y Bolívar, fue sustituida por la del desarrollo económico, en una perversión que sugiere que este último puede alcanzarse sin poner en cuestión las estructuras de poder existentes.

Así que mientras nuestros libertadores lucharon contra el feudalismo y la esclavitud, nosotros nos enfrentamos a un capitalismo que, conserva mecanismos de dominación como la explotación y que todavía utiliza estructuras de refuerzo como la religión con su efecto alienante.

Ya para mediados del siglo XX la tendencia de una narrativa capitalista a hacerse dominante o hegemónica, a opacar o hacer menos visibles otras historias o posibilidades de desarrollo, se hizo más intencionada y digamos, cruel, en la medida que la opción ideológica del socialismo fue tomando cuerpo y avanzando mundialmente. 

Sin embargo la narrativa de que el interés superior del capitalista garantiza el bienestar social logró recuperarse con la caída de la Unión Soviética y prevalece hoy en la mayor cantidad de países del mundo.

De esa manera se convirtió en la visión aceptada, oficial, siendo promocionada por gobiernos, grandes corporaciones, que por medio de ella influyen en cómo se observan y se piensan los eventos y las realidades sociales, tanto en las instituciones como en la vida pública. Se logró por medio del silenciamiento de voces y experiencias que no se alineaban con ella y las historias de grupos marginados, minorías o comunidades con perspectivas diferentes fueron ignoradas y deslegitimadas. Mucho más la de los partidos revolucionarios o progresistas que no solo se ven ignoradas sino perseguidas y asesinadas.

Al eclipsar otras narrativas, se limita la capacidad de las personas para imaginar otros futuros o un futuro alternativo al que estamos viviendo y que queremos que mejore o queremos mejorar. Quieren que se pierda la esperanza.  Si solo se presenta una forma de entender el mundo, y las personas tienen dificultades para organizarse o resolver problemas o ser gobernados en ella, se afincaran en los nuevos hechos que emerjan para lograrlo. Una nueva realidad politico social será necesaria y nada podrá detenerla.  

Las narrativas, sin embargo, deben estar respaldadas por hechos. No puedes prometer libertad sin otorgarla, ni derechos sin garantizarlos. La desigualdad económica genera resentimiento y cuestionamientos. Cuando las promesas no se cumplen, las narrativas se desmoronan y dan paso a nuevas, más realistas.

Eclipsar otras narrativas y futuros alternativos, como hace hoy el capitalismo, implica que una visión del mundo puede dominar y limitar la diversidad de experiencias y posibilidades por un tiempo para que un grupo social prevalezca y otros grupos sociales no puedan ver, palpar la nueva realidad que ha ido creciendo y que ya es posible que pueda expresarse. Llegará solo con una revolución.

 

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