I
Ganar la verdad
El Libertador Simón Bolívar fue pionero del multilateralismo, tal como lo fue del Derecho Internacional Humanitario, de las políticas públicas ecologistas y a favor de los pueblos originarios, entre otros asuntos de gran relevancia y actualidad.
Su convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá -que llega en diciembre al Bicentenario- ilustra exuberantemente la convicción unionista confederal que aún reclama su concreción entre nuestras naciones.
Venezuela mantiene ese espíritu bolivariano, no sólo como Doctrina consagrada en la norma suprema fundante de la Constitución Nacional de 1999; también como valor inmanente a la venezolanidad, constatado en una historia de entrega solidaria al bien común de los pueblos hermanados por el anhelo de emancipación continental.
La presencia del presidente Nicolás Maduro en la Cumbre BRICS de Kazán representa estos elevados principios de nuestro ser colectivo como gentilicio libertador; pero estas cualidades no se consiguen tomando pastillitas milagrosas, ni con falsarias poses maquilladas, ni siquiera con los más avanzados implantes quirúrgicos.
Por eso recordamos la carta de Bolívar a José Rafael Revenga del 25 de mayo de 1820, refiriéndose a la actitud hipócrita del gobierno de Estados Unidos hacia nuestras luchas por la Independencia: “…habremos conseguido la verdad, que en política como en guerra es de un valor inestimable”.
II
Venezuela es un país asediado bajo la modalidad de una guerra híbrida por las potencias imperialistas de Norteamérica y Europa Occidental. El coctel letal ha incluido ataques ilegales a nuestra economía y servicios públicos, actos terroristas de diversa intensidad, campaña de linchamiento contra le venezolanidad por la transnacional mediática antibolivariana, reiterados cercos diplomáticos, entre otras formas de intervención imperialista. Sólo falta la invasión militar directa, que la derecha fascista criolla y extranjera sigue pidiendo abiertamente.
El plan desestabilizador arreció tras la siembra del Comandante Chávez y el criminal Decreto Obama de 2015. Nuestro pueblo bolivariano ha ido venciendo en una resistencia realmente heroica, con el liderazgo del Presidente Maduro. Llegaron al extremo de engendrar un “gobierno interino” que sirvió a nuestros enemigos para robar importantes activos de Venezuela (una de las formas típicas de la acumulación de capital), y ahora, con el desconocimiento del proceso eleccionario del 28 de julio pasado, se preparan para una acción similar (peor) de cara al 10 de enero, cuando se inicia el nuevo periodo presidencial 2025-2031.
Entonces vuelve El Libertador a darnos luces, con ese par de máximas que hacen del bolivarianismo un pensamiento antiimperialista por excelencia: 1) “En Europa todo se hace por la tiranía, acá por la libertad… ellos sostienen a los tronos, a los reyes; nosotros a los pueblos, a las repúblicas; ellos quieren la dependencia, nosotros la independencia”. (Carta a Santander del 23 de febrero de 1825), 2) “…los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”. (Carta a Patricio Campbell, Guayaquil, 5 de agosto de 1829)
Hay quienes en el “Patio Trasero” quieren congraciarse con el patrón. Almas aspirantes de mayoral, o, parafraseando al sabio Juan Germán Roscio, peor que un ejército invasor es una mente colonizada.
III
Paréntesis relevante
Importante en estos tiempos retomar los aportes del brasileiro Rui Mauro Marini, y con él, toda la teoría marxista de la dependencia. Marini introdujo la categoría del sub-imperialismo, definiéndola como “la forma que asume la economía dependiente al llegar a la etapa de los monopolios y el capital financiero”.
El golpe militar de 1964 contra Joao Goulart, inscrito en los planes hegemonistas estadounidenses, amarró la economía y la política exterior de Brasil bajo la égida de la Casa Blanca. Desde entonces, la obediencia fue un afán de premiación de las elites dominantes del antiguo Imperio Luso, resignado al papel de segundón.
IV
Cerremos -por ahora- con más bolivarianismo: “Si los traidores triunfan, la América meridional no será más que un caos; pero, a la verdad, yo no concibo tal triunfo. Unos viles no pueden formar masa capaz de combatirnos”. (Carta a Rafael Urdaneta, Caracas, 14 de abril de 1827)