La Democracia Liberal se fundamenta en una supuesta defensa de la libertad individual como valor supremo e inviolable. El individuo es asumido como un microcosmos aislado cuyos límites son sus derechos individuales, sus intereses egoístas y su racionalidad para maximizar beneficios, orientados a la defensa de la propiedad privada.
Este carácter inalienable de la libertad nace del pacto por el cual se crea la sociedad civil ya que todos los hombres renuncian voluntariamente al carácter irrestricto de su derecho natural, transfiriéndolo a un poder externo que supuesta mente lo preserva mediante la ley. Surge así el contrato social cuya legitimidad estriba en el acuerdo voluntario de todos los contratantes cuya igualdad viene dada porque todos quedan igualados formalmente ante la ley. Es claro que este contrato social lo que hace es legitimar la propiedad privada de quienes han expropiado a toda la comunidad.
Por lo que la libertad del liberalismo es una libertad negativa, es decir, un derecho inviolable del individuo frente a cualquier amenaza externa particularmente del Estado que le impide desarrollar su iniciativa individual. Es claro que la democracia liberal como forma política del Estado burgués es un mecanismo de defensa de la propiedad e intereses de los capitalistas. La libertad negativa del liberalismo es la autonomía del individuo en la esfera privada frente al Estado y no el derecho de participar activamente en el ejercicio de la cosa pública.
La razón fundamental que tienen los propietarios para la construcción de este poder coercitivo y violento que es el Estado burgués, es la necesidad de defender su propiedad, la cual legitiman con el cuento del convencimiento voluntario de todos. El propio Locke es tajante cuando afirma que: El grande y principal fin de los hombres que se unen en comunidades políticas y se ponen bajo el gobierno es la preservación de sus propiedades. ¿Qué preservan quienes fueron expropiados de todo medio de producción y medio de vida? El Estado es un producto y un medio de defender la propiedad privada, sin importar como fue adquirida, si mediante el fraude o la violencia. El Estado burgués es el producto del pacto de quienes son propietarios para la defensa de sus intereses, sus propiedades y el control y dominación de la sociedad.
La Libertad de Mercado, tanto Hobbes como Locke introducen la idea de mercado como escenario de estimación, competencia, valorización y realización. El mercado, escenario de la compraventa de mercancías, es una mediación necesaria a los propietarios para la explotación del trabajo ajeno y para ocultar todas las formas de expropiación. Pero, además, también es una forma ideológica de legitimación del sistema capitalista pues supuestamente el mercado garantiza la igualdad de oportunidades para todos. Adam Smith, el padre del liberalismo en el terreno económico hace brotar del egoísmo el bienestar general de la sociedad. Dice en su libro El origen de la riqueza de las naciones, Ninguno se propone, por lo general, promover el interés público, ni sabe hasta qué punto lo promueve. Cuando únicamente considera su seguridad sólo piensa en su ganancia propia, es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en sus intenciones al perseguir su propio interés, promueve el de la sociedad de una manera más efectiva que si esto entrara en sus designios.
De esta manera la igualdad formal ante la ley se traslada al mercado, pues éste es el espacio de realización de la iniciativa privada que permite garantizarse lo necesario para preservar la vida y la libertad. Supuestamente mediante la competencia mercantil cada uno obtiene, no sólo el mejor resultado en la defensa de sus intereses, sino, además, contribuye al bienestar de la sociedad, aunque proceda egoístamente.
El neoliberalismo es una actualización del liberalismo. Se basa en la defensa de la libertad individual y en una supuesta búsqueda del bienestar colectivo a través de la libertad de mercado. Su agente social sigue siendo un individuo egoísta, auto interesado, que busca maximizar beneficios con medios escasos. Ni desde el punto de vista teórico ni práctico es posible conciliar la libertad individual egoísta con el bienestar social. Para que estos supuestos fuesen ciertos se requiere necesariamente que la igualdad ante la ley sea real, que el poder sea neutral, que la propiedad privada no genere poder y que el Estado exprese realmente el interés de todos.
El neoliberalismo al igual que el liberalismo clásico combina el principio básico de la libertad negativa con el principio ético de la igualdad de oportunidades. Supuestamente los individuos sólo pueden desarrollar sus capacidades a través de la competencia, la que desarrollada en igualdad de oportunidades garantizaría la creación de una estructura social ética, jurídica y política que permitiría explotar al máximo las potencialidades del individuo.
El neoliberalismo plantea que el papel del Estado debe reducirse a servir de promotor de la competencia y garante de la igualdad de oportunidades para todos, así como del funcionamiento del libre mercado. Pero la experiencia ha demostrado que la competencia sólo genera violencia pues el desarrollo que se logra en de base a la rivalidad que engendra del egoísmo, el individuo aislado desmembrado de su comunidad mediado por el afán de lucro, de ganancia, de poder y de gloria, no permite un desarrollo humano de bienestar a la sociedad. Por el contrario, la sociedad se torna cada vez más caótica y desigual.
El ataque del neoliberalismo a la intervención del Estado en la economía encubre el ataque al Estado de Bienestar y, en general, al Estado democrático. Este ataque es una negación de la ética de los derechos colectivos y de la intervención del Estado en la economía, pues para el neoliberalismo solo la competencia mercantil permite el desarrollo del hombre.
Un verdadero Estado democrático supone la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones que tienen que ver con el bienestar de la sociedad. Ello supone decidir sobre la forma de producción y distribución de la riqueza social y cómo se asume el bienestar social, tanto individual como colectivamente. Pero esto es impensable para el neoliberalismo que sólo respeta la propiedad y los intereses de los capitalistas. Cualquier consideración social, nacional o política que no se ajuste a los intereses de los capitalistas simplemente debe ser desconocida, pues está condenada al fracaso.
El valor de la obra de Hobbes es justamente la compresión de la significación del poder dentro de la moderna sociedad burguesa. Hobbes evita cualquier rodeo para justificar el fin por el poder. Distingue claramente que el mayor grupo de poder es el Estado y por tanto el poder de quienes controlan dicho Estado.
El poder es la llave que abre cualquier puerta y el factor clave para la consecución del consenso necesario para el dominio, control y dirección de la sociedad. El sustento principal del poder es la propiedad. Por su naturaleza social, el poder no sólo tiene la significación de la posesión de la cosa para el propietario, sino también para el que no la posee. Todos quieren tener la propiedad y el poder que aquella otorga. Este principio fundamental de la defensa de la propiedad privada se convierte en el principio fundamental del liberalismo de manera que no pueda ser afectada por ningún poder externo al propietario, ni siquiera por el Estado.
Esta es la explicación de las críticas del papel interventor del Estado en la economía a través de políticas de redistribución del ingreso. La función del Estado debe restringirse al papel de vigilar, pues su participación es directa o indirectamente siempre que signifique una redistribución del ingreso, invade el terreno de la iniciativa y la propiedad privada.
Y si bien esta formulación es general y cobija a toda la sociedad, es obvio que se protege la propiedad de quien la tiene. El Estado concentra el monopolio legítimo de la violencia para hacer respetar tanto la propiedad privada como los contratos y todo el ordenamiento jurídico que se levanta sobre estos.
La concepción liberal reclama entonces un Estado que se abstenga de intervenir en la esfera económica privada, pero que sea fuerte, concentrado en su función de vigilancia y represión. Aunque escueta, esta visión del liberalismo y la democracia liberal nos a permitiendo diferenciarla claramente de la democracia republicana bolivariana como germen de la democracia comunal.