Chomsky, académico estadounidense, uno de los lingüistas más famosos del mundo, de la lengua británica, claro. Filósofo, politólogo, intelectual, de origen judío. Tiene ahora 95 años.
Yo soy jurista y antropólogo, y filósofo sin título académico, español de origen celta. Pertenecí a la policía del Estado franquista y luego a la del Régimen actual. Fui abogado de dos empresas de primer orden españolas y de otra de Banca secundaria. Tengo 86 años.
A Chomsky se le considera un gran defensor de la izquierda política global. Se caracteriza por ser un activista polémico y provocador. Yo no he militado en partido político alguno ni pertenecido a Club de ninguna clase. Melómano empedernido, sólo me represento a mí mismo. Chomsky es un Prometeo occidental. Yo, un desconocido pigmeo hispánico que, tras haber participado en las primeras publicaciones en los primeros tiempos de la Era digital, desde hace años sólo publico de vez en cuando en Aporrea.
He estado desde siempre atento a las declaraciones y entrevistas de Chomsky. Nada que objetar… hasta que, precisamente, el paso de los años, la progresiva apertura del objetivo de la cámara mental, la agudización del entendimiento y del juicio personal, han desviado mi atención al siguiente aspecto antes no contemplado…
Así es cómo me he dado cuenta de que siendo Chomsky el principal intelectual estadounidense con una visión, efectivamente, de lo que podemos considerar izquierda local y global, hay más superficialidad en su pensar de la que yo venía apreciando en sus declaraciones y entrevistas, considerado el asunto desde una perspectiva sociológica e incluso filosófica, como no puede ser de otro modo…
Chomsky da demasiada importancia a la figura de los presidentes de su nación. Y quizá distinga perfectamente la índole y la naturaleza ideológica de los dos partidos políticos de su país, así como la calaña de los presidentes que se van sucediendo. Pero, el paso del tiempo erosiona los conceptos; también las ideologías y su "orden" de conservadoras o progresistas. Pero también, la casta y personalidad de los presidentes estadounidenses posteriores a la Era industrial y a la segunda guerra mundial, que nada tienen que ver con las condiciones reinantes y amplitud de miras de los presidentes anteriores a esa Era cuyas ideas y formación, aparte las formidables condiciónes de una vasta nación emergente, hacían de ellos verdaderos estadistas.
Pero Chomsky, según voy viendo en el conjunto de su pensamiento, es mucho menos filosófico que ideológico, y toma mucha menos distancia (lo dije el otro día a propósito de lo mismo) de la que yo apreciaba antes en cuanto a la política exterior estadounidense. Pues es para mí más que evidente (y lo evidente, a menudo es lo más difícil de ver y de explicar), que ni los dos partidos políticos, el republicano y el demócrata, ni los presidentes que van desfilando a partir de esos dos referentes: Era industrial y última gran guerra, son los verdaderos dirigentes de su sociedad. Quienes dirigen el destino de Estados Unidos y al mismo tiempo en cierto modo del mundo, son los poderes fácticos que están detrás, entre bastidores. Los congresistas y senadores, al menos los principales de sus respectivos partidos, son directivos de mayor o menor nivel, en materia de política interior, de la industria automovilista, de lobbies financieros y mediáticos, y en materia de política exterior, sobre todo de las fábricas de armas y de los laboratorios de fármacos. De modo que, entre ellos, el Pentágono, la Nasa y la CIA, zarandean a su país, a Europa y al mundo. La personalización, mejor, la individuación, de la responsabilidad en las decisiones de cada presidente "americano" funciona como una cortina de humo que vela esa responsabilidad colectiva de los mentados factores. Es decir, de los verdaderos autores intelectuales de guerras, de sublevaciones en otros países, de invasiones, de ocupaciones, del desalojo de los stocks de armas, de las pandemias, del hipotético uso de armas geológicas para el control del clima, quizá causantes de su agravamiento por sus efectos no deseados…
En resumen, Chomsky, aunque no sea ni mucho menos su intención, es la perfecta coartada de los dueños de EEUU, para conjugar la libertad democrática burguesa y la importancia máxima dada a cada presidente "americano" de las permanentes barbaridades del imperio americano, los representantes máximos de la civilización, de la que Voltaire decía que no ha corregido la barbarie, la ha perfeccionado. El truco, aun involuntario, es muy fácil. Consiste en atacar con ensañamiento los efectos, pero para dejar intactas las causas de la perversión de conductas colegiadas más o menos organizadas. O, de otro modo, visto el asunto como dijo Einstein: la perversión en el mundo no es, tanto de los perversos como la de quienes les consienten. Y Chomsky y su merecida fama, hacen de cortocircuito, pues impiden que cualquier otro intelectual menos famoso proclame esta realidad, y mucho mejor que yo…