Venezuela entre dos fuegos: La falsa dicotomía y la encrucijada del 10 de enero

Domingo, 15/12/2024 04:41 AM

En la arena política venezolana, dos narrativas dominan el escenario: la de Nicolás Maduro y la de María Corina Machado. Para algunos, esta confrontación representa una lucha épica entre el "bien" y el "mal", la "resistencia" contra la "autoritarismo", o la "liberación nacional" frente al "neocolonialismo". Todo depende de la óptica de donde la miras. Pero, ¿es esta realmente la única opción? ¿Estamos condenados a elegir entre la continuidad del Gobierno de Maduro y el salto hacia una derecha radical pro yanqui?

A esta falsa dicotomía se suma un evento crucial que marcará la historia política del país: el 10 de enero de 2025. Esa fecha está consagrada en la Constitución venezolana como el día de la juramentación del presidente electo. Pero, ¿qué ocurrirá si dos figuras políticas se proclaman presidentes simultáneamente? ¿Cuál será el papel de la Asamblea Nacional en esta disputa?

1. La falsa dicotomía: ¿Maduro o María Corina?

La política venezolana ha estado atrapada durante más de dos décadas en un ciclo de polarización. Dos figuras antagónicas —primero Chávez vs. la oposición tradicional, y ahora Maduro vs. María Corina— han reducido el espacio de la política a una confrontación de extremos. Esta lógica binaria ha hecho creer a la población que solo existen dos opciones. Pero la realidad es otra.

Nicolás Maduro simboliza la continuidad de un modelo que no da respuesta a las necesidades del pueblo trabajador, pensionado y jubilado, sino a la de los empresarios, sostenido por la imposición de una mano duro contra la disidencia, el control absoluto de las instituciones, la falta de transparencia electoral y una economía desmoronada que empuja a la migración forzada a millones de venezolanos. Su permanencia en el poder no solo responde a su control férreo de los poderes públicos y  la fuerza militar, sino también a la fractura, dispersión y torpezas de la oposición.

Por otro lado, María Corina Machado se presenta como la "libertadora" de Venezuela, bajo un discurso de "cero convivencia" con el chavismo y la promesa de una purga política. Su excluyente narrativa genera temor en una parte significativa de la población que no se siente identificada con las medidas radicales que ella propone.

El problema radica en que, a pesar de ser enemigos declarados, ambos liderazgos se retroalimentan. Maduro necesita una figura radical que legitime su discurso de "defensa de la revolución" frente al "fascismo". Del mismo modo, María Corina se fortalece al tener un "enemigo claro" al cual combatir. Esta dinámica de necesidad mutua perpetúa el enfrentamiento, mientras la población sigue atrapada en la pobreza cotidiana y en el rebusque para sobrevivir su penuria.

Pero hay una alternativa. Desde Vanguardia Ciudadana por la Democracia (VCD) planteamos un camino distinto, basado en la participación ciudadana, la justicia social y la reconstrucción del tejido económico y político del país. VCD no apuesta por la confrontación, sino por la inclusión y la creación de consensos. La ciudadanía, en lugar de ser espectadora de esta disputa, se convierte en protagonista de la solución.

2. La encrucijada del 10 de enero: ¿Dos presidentes o uno legítimo?

El 10 de enero de 2025 es una fecha que ya genera tensión en los círculos de poder. De acuerdo con el Artículo 231 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el candidato electo debe juramentarse ante la Asamblea Nacional. Este acto no es un simple formalismo, sino la ratificación de la legitimidad del cargo.

El antecedente más cercano a esta situación fue el 23 de enero de 2019, cuando Juan Guaidó se autoproclamó "presidente encargado" en un acto fuera de la Asamblea Nacional, con el respaldo de parte de la comunidad internacional. La dualidad de poderes se tradujo en una profunda crisis política que dividió aún más al país.

La posibilidad de que el 10 de enero de 2025 ocurra un evento similar no es una mera especulación. Ya se habla de dos posibles juramentaciones simultáneas: una en la sede de la Asamblea Nacional con Nicolás Maduro y otra en un espacio desconocido donde posiblemente lo hará Edmundo González, al mismo estilo como lo hizo Guaidó en 2019. Este escenario abriría la puerta a una nueva crisis de legitimidad, tanto a nivel interno como externo.

Aquí surge una pregunta crucial: ¿Qué rol jugará la Asamblea Nacional?

La Constitución establece con claridad que la juramentación debe realizarse ante la Asamblea Nacional, que es el órgano legislativo que encarna la soberanía popular. Si la Asamblea juramenta a Maduro, se cierra el proceso electoral iniciado el pasado 28 de julio a las 5 am con la apertura de las mesas electorales. Edmundo quedaría fuera del margen de la Constitución y las Leyes Electorales y quedaría como un usurpador de funciones y no tendría legitimidad institucional. 

3. ¿Cómo evitar el caos?

En este contexto, la actuación de la ciudadanía será determinante. La historia ha demostrado que la ciudadanía es la que determinará hacia donde se inclina la balanza: hacia la legalidad o hacia el caos. Por ello, hay que ver si la población se queda como mero espectador o pasa a ser  un actor activo que exija el cumplimiento de la Constitución por ambas partes.

El movimiento Vanguardia Ciudadana por la Democracia (VCD) propone un camino alternativo para salir de este bucle de enfrentamientos. Se trata de una propuesta que busca democratizar la toma de decisiones, promoviendo la participación directa del pueblo en la reconstrucción del país.

Para lograrlo, se deben fortalecer los siguientes ejes:

  • Unidad de la sociedad civil: Las organizaciones civiles deben asumir un papel central en la defensa de la institucionalidad. La ciudadanía no debe esperar a que los partidos políticos actúen, sino que debe articularse para exigir el cumplimiento de la Constitución.

  • Fortalecimiento de la Asamblea Nacional: La Asamblea debe ser el árbitro imparcial que garantiza la legitimidad del proceso de juramentación. Para ello, es esencial que actúe con autonomía y se apegue de forma estricta a la Constitución. En condiciones normales, el que tenga el acta de Proclamación en la mano, evidentemente es el único que puede juramentarse como lo manda las Leyes electorales. 

Pero el CNE que fue quien se la entregó a Nicolás Maduro, aún no muestra la Gaceta Electoral como lo exige el Artículo 155 de la LOPRE. He allí un dilema, que ha llevado a los opositores dentro y fuera del país a poner en dudas su legitimidad de origen.

  • Construcción de un liderazgo alternativo: La opción no puede seguir siendo "Maduro o María Corina". El país necesita liderazgos que no se alimenten de la confrontación, sino de la construcción de consensos. Líderes que propongan soluciones reales para la economía, la educación y la dignidad de las familias venezolanas.

4. No más extremos, el futuro está en la ciudadanía

Venezuela no puede seguir atrapada entre dos fuegos. La falsa dicotomía de Maduro contra María Corina solo perpetúa la lógica del enfrentamiento. El 10 de enero de 2025 será una fecha histórica, y la pregunta no es solo quién será presidente, sino quién será reconocido como el presidente legítimo .

Para evitar la repetición de la crisis de 2019, la ciudadanía organizada podría asumir su papel protagónico y exigir transparencia desde sus trincheras de lucha de forma pacífica. Y del lado del Gobierno de seguro moverán a su base popular a las calles a festejar el acto de Juramentación de Maduro. Sin embargo, sea cuál sea la forma de manifestación del reclamo o el festejo debe prevalecer la paz por encima de la confrontación. Lo cierto es que los ciudadanos no podemos seguir delegando esta responsabilidad en partidos políticos o figuras mesiánicas. ¡La democracia no se mendiga, se defiende!

Si algo nos ha enseñado la historia reciente es que no habrá solución mágica ni salvadores providenciales. ¡El cambio debe nacer desde la participación activa de la gente, desde la unidad y la organización ciudadana!

Vanguardia Ciudadana por la Democracia (VCD) surge como una alternativa que rompe con la lógica de la confrontación. No se trata de promover utopías, sino de construir una política de consensos reales. Su propuesta es clara: pasar de la polarización al entendimiento, de la confrontación al diálogo, de la exclusión a la inclusión.

El 10 de enero está a la vuelta de la esquina, y la historia está en juego. La pregunta es: ¿seremos espectadores o protagonistas?

El futuro de Venezuela no será decidido por una falsa dicotomía, ni por la autoproclamación de líderes mesiánicos. Será decidido por la voluntad organizada de la ciudadanía.

¡Elige la democracia! ¡Elige la participación! 

 

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