Hoy quiero compartir una reflexión que no puede esperar más. Venezuela está en una encrucijada histórica, y es el momento de asumir una postura crítica, pero también propositiva. La reciente celebración del Foro Mundial de Zonas Económicas Especiales en Caracas nos ofrece una oportunidad para analizar con perspectiva comparada el camino que está tomando nuestro país.
Vemos con admiración cómo China, bajo un modelo de transformación económica planificada, ha logrado sacar de la pobreza extrema a más de 800 millones de personas, según datos del Banco Mundial. No solo eso, sino que se ha consolidado como una de las 10 economías que mejor distribuyen el ingreso nacional a través de la remuneración de sus trabajadores. ¿No debería Venezuela aspirar a lo mismo? ¿Por qué no aprovechar esta relación estratégica con China para aprender de su modelo y adaptarlo a nuestra realidad?
“Capitalismo con peculiaridades chinas”
El caso de China es paradigmático. Se trata de un país que pretende combinar la apertura económica con una fuerte planificación estatal y un control político férreo. A través de las Zonas Económicas Especiales, atrajo inversión extranjera, pero no de forma descontrolada ni caótica. Lo hizo bajo la lógica de un “capitalismo con características chinas”, asegurando que la riqueza generada por la inversión se tradujera en beneficios tangibles para su población.
Pero el aspecto más relevante para Venezuela no es solo la atracción de inversión extranjera. El mayor logro de China ha sido la reducción de la pobreza y la mejora en la distribución del ingreso. En 2022, la remuneración de los empleados representó cerca del 50% del PIB de China, lo que significa que la mitad de la riqueza generada en el país se redistribuye a través de los salarios. Esta proporción está muy por encima de los medios latinoamericanos y supera con creces lo que hoy observamos en Venezuela.
En contraste, nuestro país ha vivido un proceso de pauperización laboral, con un salario mínimo que no cubre ni el 5% del costo de la Canasta Básica. A esto se suma la precarización del empleo público y la política de bonificaciones discrecionales que debilitan el ingreso formal de los trabajadores. ¿Cómo podemos hablar de justicia social si el salario mínimo no está ni cerca de cumplir con el mandato del Artículo 91 de la Constitución?
Autocrítica reflexiva contra la visión salarial de Jesús Farías
Aquí es donde hago un llamado a la autocrítica. No podemos pretender construir un modelo de "socialismo productivo" mientras la clase trabajadora sigue siendo la más golpeada por la crisis económica. El argumento de que "se aumentará el salario cuando mejoren los ingresos petroleros" es insuficiente. Esta ha sido la excusa repetida por el diputado Jesús Farías y otros voceros gubernamentales, pero la realidad es que el país necesita un cambio de enfoque.
Venezuela no puede seguir dependiendo exclusivamente de la renta petrolera para ajustar los salarios. China no esperaba que el precio de sus exportaciones subiera para tomar de redistribución del ingreso, lo hizo con base en políticas de planificación económica, medidas de incentivos al empleo productivo y un sistema tributario más eficiente.
Si bien es cierto que Venezuela ha sufrido las consecuencias de las sanciones internacionales, esta no puede ser la excusa permanente. Los mismos argumentos que justifican la creación de Zonas Económicas Especiales para atraer inversión extranjera deben ser utilizados para promover la recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores. ¿De qué sirve atraer capitales si ese dinero no se traduce en mejores salarios, empleo digno y reducción de la pobreza?
Recomendaciones
Desde esta tribuna, proponemos cinco recomendaciones concretas:
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Ajustar el salario mínimo con base en la Canasta Básica, tal como lo establece el Artículo 91 de la Constitución. Este ajuste debe ser inmediato y no puede depender exclusivamente de los ingresos petroleros.
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Tomar como ejemplo los países PADI (Países de Alta Distribución de Ingresos a favor de las Remuneraciones de empleados (%PIB)), como China, para adoptar un modelo económico que priorice la distribución del ingreso a través de la remuneración de los trabajadores. Estos países han demostrado que un mayor ingreso para la clase trabajadora no genera inflación ni ahuyenta la inversión, como lo reconoce la propia presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
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Revisar el modelo de bonificaciones salariales. La política actual de bonos discrecionales es insostenible y atenta contra la estabilidad del ingreso laboral. Los bonos deben ser parte del salario integral y no simples ayudas puntuales.
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Fortalecer la economía productiva no petrolera. No podemos seguir supervisando los salarios al comportamiento del mercado petrolero. Se deben impulsar sectores estratégicos de la economía que generen empleo estable y salarios dignos.
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Garantizar la transparencia y la participación de los trabajadores en la definición de las políticas salariales. El gobierno debe abrir espacios de diálogo inclusivos donde la voz de los trabajadores, las organizaciones sindicales y los académicos tengan peso en la definición de la política salarial.
Maduro tienes que virar la política económica por una más inclusiva
Hoy, más que nunca, es necesario un viraje en la política económica del país. Venezuela no puede seguir justificando la precarización salarial bajo la excusa de las sanciones o la caída de los ingresos petroleros. El gobierno tiene la oportunidad de aprender de la experiencia china y adoptar una visión de justicia distributiva que permita recuperar la dignidad de los trabajadores.
Señor presidente Nicolás Maduro, tome el ejemplo de China. Si ellos pudieron sacar a 800 millones de la pobreza, nosotros podemos al menos garantizar un salario mínimo digno que cubra la Canasta Básica. No esperemos más. Los trabajadores no pueden seguir siendo los pagadores de la crisis. ¡El momento de actuar es ahora!
¡Háganlo antes que sea demasiado tarde!