Cabimas, tierra bendita y pujante, es el lugar donde vine al mundo, donde descansan los restos de nuestros antepasados. A pesar de la miopía histórica que llevó a declarar el 22 de diciembre como fecha de fundación, ignorando nuestras raíces más profundas, hoy no vengo a hablar de historia, sino de la esencia de nuestro pueblo.
Nuestra tierra, rica en memoria histórica e identidad, ha sido testigo de un crecimiento desordenado, impulsado más por la gente que por los gobiernos. La vocación agrícola y de cría de nuestra tierra fue eclipsada por el petróleo, que en lugar de traer bienestar, amplió la brecha social. Sin embargo, la creatividad y el ingenio de nuestra gente han sido la válvula de escape, generando nuevas oportunidades económicas.
Cabimas posee un potencial inmenso en la producción agrícola, con tierras fértiles que pueden ser el motor de un renacimiento económico. Además, la habilidad de nuestra gente en la artesanía, la mecánica y otros oficios es un recurso invaluable que, con el apoyo adecuado, puede florecer y contribuir significativamente al bienestar de todos.
En los últimos tiempos, la pandemia y las pugnas por el poder central han golpeado a nuestro país, con sanciones que solo han dañado al pueblo. La dirigencia, tanto del gobierno como de la oposición, es responsable de esta tragedia nacional que ha afectado a Cabimas.
Pero Cabimas, la Cenicienta, es tierra de guerreros. Aquí, nuestras fortalezas y oportunidades son evidentes en cada rincón. La clase política, en su afán de poder, ofrece soluciones superficiales, mientras nuestra gente sigue luchando con creatividad y esfuerzo.
Es hora de devolver a la gente la capacidad de satisfacer sus necesidades, de rendir tributo a nuestra memoria histórica y de construir colectivamente un futuro mejor. Porque un pueblo que goza de bienestar puede pensar, hablar y actuar para crear soluciones de fondo.
Que tengan un excelente día.